sábado, 23 de enero de 2010

(R.F.05) EL CUMPLEAÑOS DE SANTI


Aquel sábado, Mónica se lo pasó en la cama. Estaba demasiado cansada para hacer nada, y después de las pesadillas de la noche anterior, en las que su exnovio aparecía de la nada para volverla a violar y las fatigas, apenas encontró fuerzas para hacerse algo de comer e irse recuperando poco a poco. Jota el vecino de arriba, también se levantó tarde, pero como decían en casa de sus padres, lo suyo era algo crónico. Sobre todo si aquel día tenía comida familiar, como era habitual los fines de semana. Por suerte, tenía una excusa perfecta para irse justo después del café y así ahorrarse los comentarios de su madre, sobre cuando iba a echarse una novia, por que no estudiaba una carrera seria, o cuando iba a encontrar un buen trabajo. La excusa que tenía, era que había quedado temprano con su amigo Paco, para ir a comprar un regalo para Santi, el cual había cumplido años aquella misma semana. En realidad Jota había quedado más tarde, pero cualquier excusa era buena para ahorrarse el calvario de comer con su familia.
Paco se presentó media hora tarde a su cita, cosa que Jota ya se esperaba, por que su mejor amigo, era un impresentable, que siempre decía que si a todo, auque luego hacía lo que le daba la gana. También era el que tenía más labia con las chicas y no le importaba estar saliendo con una chica a la hora de flirtear con otras. En ocasiones se encontró saliendo con varias chicas a la vez, la cual cosa le había llegado a ocasionar muchos problemas y quebraderos de cabeza.
Tardaron bastante en decidir lo que le iban a regalar a su amigo, con lo cual fueron tarde a buscar las pizzas y llegaron con tres cuartos de hora retraso a la casa de Santi. Santi era el más apocado de los amigos de Jota. En cierto modo lo heredó como amigo de Daniel, del cual también había heredado el pisó en el que vivía. Pero eso es una historia que contaremos en otra ocasión, centrándonos ahora en Santi, sus padres eran extremadamente religiosos, la cual cosa provocó primero que su hermana mayor se fuera de casa con su novio y sus padres renegaron de ella. Por otro lado, su hermano mayor se hizo cura y ahora daba misa en una iglesia de algún pueblo cercano. Santí, el menor de los tres hermanos, un fracasado escolar, cohibido e incapaz de iniciativa propia, con una ligera tartamudez, la única cosa que le impidió caer en el suicidio, fue su amistad con el difunto Daniel, y por supuesto con Jota.
Aquel fin de semana, sus padres se habían ido en un viaje organizado por la parroquia a Lourdes, dejando a su hijo solo.
No creo que el regalo que le hemos comprado le valla a hacer mucha gracia. — Dijo Jota mientras llamaban a la puerta.
— Que si hombre, ¿Cómo no le va a gustar?— Dijo Paco mientras se habría la puerta de la calle.
— Ya e… era hora, pen… pensaba que ya no veníais.
— Claro que sí hombre. Y traemos la cena además. — Dijo Jota alzando las pizzas mientras entraba por la puerta.
— Y también un regalito, felicidades. — Dijo Paco dándole el paquete a Santi.
— Gra… gracias tíos.
Los tres amigos entraron al interior de la casa, donde, Santi abrió su regalo y se sonrojó al ver lo que había en el interior del paquete, tres películas pornográficas.
— ¿Pe… pero, q-que es es… esto po… porn…?
— Por no aburrirte. — Concluyó Pepe.
— S… si lo descu descubren mis padres.
— Ya te las guardaré yo en mi casa, si quieres. — Dijo Jota.
Santi le pasó las películas como si tuvieran la peste.
— De desagradecidos está el mundo lleno. — Dijo Paco mirando hacia arriba con resignación. — Al menos aprovecha que no están tus padres y ponlas.
— Es que… es que… es que…
Ya las pongo yo, ir abriendo las pizzas y las birras. — Dijo Jota metiendo las películas en el aparato de DVD.
Ante las imágenes que emitía el aparato de televisión, Santi no podía evitar mover las piernas convulsivamente de un lado a otro.
— Tranquilo Santi, solo es una peli. — Dijo Paco palmeándole en la espalda.
— Anda, bebe un trago.
Santí se llevó la botella de cerveza a la boca y en ese momento sonó el teléfono. Del susto que se pegó, se derramó parte del contenido en la camiseta. Se levantó de un salto nervioso y sin saber muy bien que hacer, finalmente apagó la televisión con el mando y cogió el teléfono nervioso.
— ¿Di… diga? Ah… hola mama… No, nada. Si, claro… Si… Si… Si… No, cla-claro q…que no… vale, muy bi-bien. As… asta pronto mama.
— ¿Por qué has apagado la tele?— Pregunto Paco con cara de enfado.
— Vamos, no te pases con el chaval, que ya tiene bastante con los padres que tiene. — Dijo Jota encendiendo nuevamente la televisión.
— Tienes razón, además es su tele y su casa, que haga lo que quiera. Pero espera, se me ocurre una idea. Ya que tú te vas a quedar las pelis en tu casa, podríamos regalarle otra cosa.
— No te-tenéis que re… que re…
— ¿Qué se te ocurre Paquito?
— Vamos a llevárnoslo de putas.
— ¡¡¡Nooo!!! — Dijo Santi visiblemente asustado
— Tranquilo Santi, si no duele. — Dijo Paco riéndose.
— Además, lo dice por decir. — Dijo Jota. — Anda mira la peli y relájate un poco. Nosotros prepararemos algo de beber, ya veras como te sienta bien.
Paco y Jota fueron al bar de la casa a preparar unas cuantas bebidas, muy cargadas.
— ¡¿Por qué le has dicho que no iba en serio?! — Preguntó Paco ligeramente mosqueado.
Por que esta muy asustao. Además, nos conocemos desde hace años tú y yo, y los dos sabemos que no va a ocurrir.
— Eso ya lo veremos. — Dijo Paco cargando la copa de Santi un poco más de la cuenta con una sonrisa malévola. — ¿Qué apostamos?
— Contigo es imposible apostar nada, siempre te las ingenias para salirte con la tuya.
Los tres amigos se sentaron en el sofá a beber y a comer, viendo en la pantalla de televisión como un tipo le lamía la vagina a una chica mientras otra le hacía una felación. De pronto Paco se levantó de un salto.
— Estoy arto de ver tías en la pantalla de la tele. Salgamos a dar una vuelta y ver mujeres de verdad.
— Si, será lo mejor. Así nos dará un poco el aire.
— Ir vo… vosotros. Cr… creo que yo me voy a acostar.
— De eso nada, es tú cumpleaños y no te vamos a dejar tirado. — Dijo Jota.
— Además, si te quedas aquí, llamaremos a unas putas a domicilio y nos lo montaremos en la habitación de tus padres. — Dijo Paco sacando el móvil del bolsillo.
— Ca… cabrones, no sss… seréis capa-capaces.
— Yo no, pero Paco si. Además, a ti también conviene salir un rato. Dos horas más tarde, después de haber hecho una parada en uno de los bares de costumbre para tomar unas copas y haberse tomado unas cuantas rondas de chupitos. Paco conducía hacia la capital.
— Yo creo que la camarera te tiene echado el ojo Santi. — Dijo Paco mientras conducía con un cigarrillo en los dedos.
— T… tú crees.
— Hombre, yo no diría tanto. — Dijo Jota que iba de copiloto.
— Tú lo que pasa es que le tienes envidia.
Paco miró un momento a Jota con cara de mosqueo. En ese momento una liebre atravesó la carretera obligando a Paco a dar un brusco volantazo.
— ¡¿Habéis visto eso?! — Dijo con el corazón latiéndole a cien por hora. — ¡Era un conejo!
— ¡Joder si! Menudo susto. A otra vez intenta ir más atento a la carretera. Hemos tenido suerte de que a esta hora no pasa mucha gente.
— Yo no… yo no… yo no he vis… visto nada.
El resto del viaje lo ocuparon hablando de animales que se les había cruzado a otros parientes.
Luego ya una vez en la capital, tuvieron que dar unas cuantas vueltas hasta encontrar un sitio donde aparcar. Había que andar un rato para llegar a la zona de bares y discotecas de la ciudad.
— Mirad, allí veo un bar. — Dijo Jota señalando un letrero luminoso hacia el final de la calle.
Al acercarse al lugar, vieron como en el letrero que rezaba “Club Sueños”, se podía ver dibujado la silueta de una chica desnuda bailando en una barra.
— Eso no es un bar, es un puticlub. ¿Entramos? — Dijo Paco dirigiéndose directamente a la entrada.
— ¡¡¡Noooo!!! — Dijo Santi parándose en seco.
Jota y Paco se lo quedaron mirando un momento.
— Anda vamos ¿No ves que solo está bromeando? — Dijo Jota mientras Paco se reía de él.
Paco y Jota pasaron junto a la puerta del local, Paco de hizo ademán de entrar antes de seguir su camino, pero solo cuando los dos amigos pasaron de largo, Santi corrió hacia ellos para alcanzarlos.
Una vez en el interior de un bar y ya cada uno con su bebida en la mano, Paco pidió una ronda de tequilas.
— Yo pa… paso. — Dijo Santi.
— Ya nos has rechazado las pelis que te hemos regalado. También nos vas hacer este feo. — Dijo Paco fingiendo indignación
— Venga tío, es tú cumpleaños y tus padres están fuera. Aprovecha para desmadrarte un poco.
— Bu… bueno, pe-pe-pero sssssolo u…uno.
Después de aquella ronda, calló otra a cuenta de Jota, a la que Santi tampoco supo negarse, y después otras dos rondas más. Santi fue el único que no pago por ser su cumpleaños. Bebieron tanto que se invirtieron los papeles, ahora eran Jota y Paco los que tartamudeaban en lugar de Santi. Paco empezó a bromear con Santi sobre su cobardía por pasar enfrente del puticlub. Y empezó a exponerle de una forma que en cierto modo parecía tener cierta lógica de que ir a uno de esos sitios no tenía nada de malo. Para entonces, Jota le seguía la corriente en todo.
— Yo no tengo miedo, es que…— Empezó a explicar Santi sin su habitual tartamudeo.
— Entonces ¿A que estamos esperando? Es tú cumpleaños y ya es hora de que te desvirguen… co-cojones. — Dijo Paco ligeramente gangoso.
— ¿Tú qué dices? — Dijo Santi mirando a Jota.
— Con el peo que llevo encima, me da todo igual, ahora, tendré que pasar un momento por el cajero. — Respondió con una sonrisa risueña en el rostro.
— Cerca de aquí he visto uno. ¡Vamos! — Dijo Paco levantándose de golpe de la mesa.
El local era la típica barra americana de tonos rojos. Con un pequeño escenario con una barra donde una chica bailaba de una forma muy erótica mientras se desprendía de las pocas prendas que le cubrían el cuerpo. Por un momento Jota sintió una punzada de culpabilidad, como si le estuviera siendo infiel a su vecina, por la que se sentía atraído, pero ya con una copa en la mano y viendo el espectáculo, se le olvidó aquel molesto sentimiento y más a aun cuando tres atractivas chicas con acento de la Europa del este, se les acercaron y empezaron a insinuarse, a los tres amigos se les quitó la borrachera de golpe. Paco fue el primero en desaparecer por un pasilla que había detrás de la barra. Antes de irse, le dio una palmadita a Santi para animarlo. Mientras más evasivas le daba Santi a su chica esta más se le restregaba, palpándole el paquete, finalmente quiso decirle a Jota que quería irse, pero Jota ya estaba desapareciendo por el mismo pasillo por el que se había marchado Paco, así que terminó cediendo.
Mientras avanzaban por el pasillo, se cruzaron con un tipo alto y rubio, al que la chica parecía conocer bastante bien. Por un momento las miradas de Jota y aquel tipo, se cruzaron, como si se hubieran visto antes. La chica cruzó un par de palabras en ruso antes de seguir por el pasillo.
Iván también siguió su camino asta el bar sin darle la mayor importancia a todo aquello. “Probablemente no es la primera vez que viene ese capullo”. Pensó dirigiéndose a uno de los reservados del bar. Allí muy bien acompañados por otro par de chicas, estaban Ramón y Alfonso.
— ¿Dónde está vuestro jefe?
— Se ha ido con una de las chicas. — Dijo Ramón.
— Mejor, tengo que decirte algo que tal vez te interese. ¿Anika, Irina, os importaría acompañar a nuestro amigo Alfonso a una habitación? —Dijo Iván.
Las dos chicas se levantaron y agarrando cada una de un brazo a Alfonso, lo sacaron del reservado.
— La razón por la que os he invitado a venir aquí esta noche, es por que quería hablar contigo Ramón.
¿Oye, no serás maricón verdad?
— No digas tonterías. Ayer vi a tú novia Mónica
— ¡No puede ser, está Londres!
— ¿Cómo lo sabes? ¿Acaso la has visto allí? Por que yo si que la he visto en un pueblo de las afueras.
Ramón suspiró hondo mientras miraba fijamente a su interlocutor.
— Llévame hasta ella.
— ¡Oh! Vamos amigo, es sábado por la noche, crees que estará allí, esperándote. Piensa un poco, es mejor que esperemos a mañana por la mañana.
— ¿Y si la espero allí?
— ¿Y que harás, colarte en su casa como un vulgar ladrón? Esos días hace tiempo que pasaron. Además si vas con tu amigo Alf, ella no podrá ofrecer resistencia.
— Supongo que tienes razón.



Jota fue el primero en salir de la habitación. La chica con la que había entrado y que tanto le había querido durante los veinte minutos que permanecieron en la habitación, le dejó en la barra esperando a sus amigos mientras ella iba en busca de otro cliente del que enamorarse según ella durante otro rato. El segundo en salir, fue Paco que había pagado un poco más.
— ¿Qué, como ha ido Jota?
— De coña, lo necesitaba. Necesitaba echar un polvo más de lo que pensaba.
— Me alegro. ¿Y Santi?
— Pues no lo se… ¡Mira, ahí sale!
Santi salía cabizbajo mientras la chica con la que había entrado le daba palmaditas en la espalda.
— ¡Eh! ¿Qué ha pasado ahí dentro? — Preguntó Paco con su socarronería habitual.
¡De… dejadme en paz ¿v-vale?! — Dijo mientras se dirigía directo a la salida.
Una vez en la calle, camino del coche, fue Jota el que se acercó para preguntarle que es lo que había pasado.
— Na… nada, no ha p-pasado absolutamente na…nada. La… la chica lo ha in… intentado, p-pero yo n-no podía dejar de p-pensar que eso es… es… estaba mal.
Al principio los dos amigos intentaron reconfortarlo, diciéndole que no había echo nada malo, pero Santi se mostró agresivo.
Un silencio incomodo se impuso en el coche, hasta que dejaron a Santi en su casa.
— Lo siento por Santi colega, yo pensaba que le estábamos haciendo un favor. — Dijo Paco.
— Pues ya ves. Parece que la hemos cagado. En fin, supongo que mañana se le habrá pasado el enfado.
Los dos amigos se despidieron hasta el día siguiente.
Antes de acostarse, Jota decidió darse una ducha. La chica le había dejado con ganas de más y mientras el agua caliente le caía por el cuerpo, volvió a masturbarse recordando las recientes caricias de la prostituta.