miércoles, 21 de septiembre de 2011

(L.P.05) DIANA



Mónica, notó que algo había cambiado en el carácter de Elena, desde que fue al cine con Santi y se alegraba por ello. Santi, tenía algo extrañamente familiar. Así que cuando se presentó nuevamente en busca de Elena, en un primer momento se alegro, hasta que se entero, que era lo que se proponían.
- Vais otra vez al cine.- Dijo sonriendo.
- No. Hemos quedado con el hermano cura de Santi. Tiene amigos policías que nos pueden informar de lo que se sabe de la muerte de Andrés.
- ¡¿No lo dirás en serio…?!
- Hasta luego hermanita.- Dijo Elena cerrando la puerta tras de si.
Mónica intentó detenerlos, pero acababa de salir de la ducha y perseguir a alguien con una toalla como única vestimenta, daría que hablar en la escalera, así que se vistió lo más rápido que pudo y fue a pedirle cuentas al único que en ese momento se le ocurría, Jota. Subió las escaleras de dos en dos y dio dos grandes timbrazos a la puerta.
- Hola Mónica.- Dijo Jota con una sonrisa en los labios, sonrisa que se desvaneció al ver la cara de enfado de Mónica.- ¡Haber que he hecho ahora!
- ¡¿Sabes a donde ha ido mi hermana con tú amigo?!
- Pues… no tengo ni idea.
- A ver a no se que cura, que tiene información de la muerte de Andrés.
- No lo sabía, ¿pero que quieres que haga?
- Pues que hables con él, no quiero que meta a mi hermana en líos.
- Está bien, ya se lo diré, cuando venga.- Dijo Jota.
En ese momento, se abrió la puerta del ascensor y de allí salió una chica morena, con el pelo un poco más largo que Mónica, aunque de estatura un poco más baja, pero a la vez era más fibrosa y enérgica, vestía tejanos, camiseta y cazadora, y sobre su espalda llevaba una enorme mochila.
- ¿Interrumpo algo? – Les preguntó, con un extraño acento.
- ¡Diana! – Dijo jota, sorprendido.
Se abrazaron y Diana le dio un beso en los labios. Mónica tuvo una repentina punzada de celos, que reprimió como pudo, pensando que era una estúpida al sentirse así, cuando había sido ella la que siempre había mantenido las distancias.
- Diana, una vieja amiga. Mónica mi vecina.- Dijo Jota haciendo las presentaciones.
- Valla… Pues a mi no me parece tan vieja.- Dijo Mónica con cierta ironía.
- Gracias.- Respondió Diana.
- Bueno, será mejor que me marche. ¡Ah! Y acuérdate de eso que hemos hablado antes.- Dijo Mónica antes de irse.
Jota hizo pasar a Diana dentro.
- ¿Qué te trae por aquí?
- ¿Es que no puedo venir a ver a un viejo amigo? Por cierto… ¿Seguro que no hay nada entre tu vecina y tú?
- Solo somos amigos
- Entonces… ¿Qué te parece si me instalo unos días con tigo?- Dijo, Diana sonriendo malévolamente.
- No se si te refieres, al piso o a la habitación, por que ahora mismo, la otra habitación la tengo ocupada… A si que…
- ¿En serio? ¿No molestare?
- No, no. Es Santí. No se si llegaste a conocerlo. Era amigo de Daniel.
Diana, sonrió, Entró en la habitación de Jota, con la mochila. Cuando salió al cavo de unos minutos, lo hizo vestida solo con una toalla y llevaba un neceser en la mano.
- Si no te importa, voy a darme una ducha. – Dijo, dirigiéndose al cuarto de baño.- ¿Puedes venir a frotarme la espalda?
- Si claro.- Contestó Jota, desvistiéndose, mientras seguía a Diana.
Esa noche fueron a cenar, para recuperar fuerzas y recordar viejos tiempos.
Diana, pertenecía a una especie de organización secreta, anarquista y pacifista, que se dedicaba a recorrer el mundo, cambiando siempre de identidad. Nadie poseía nada, pero todo era de todos. Todos los miembros, entre los que había familias enteras se ocupaban de cosas que ayudaran al bien común, no solo de los miembros de la organización, también del resto de la gente, eso si, todas las ganancias eran destinadas a una cuenta a la que, todos los miembros tenían acceso. En sus viajes, Diana había conocido y aprendido todo tipo de cosas. Ella era uno de los miembros que se dedicaba a estudiar, los fenómenos supuestamente sobrenaturales y en uno de esos casos, fue como conoció a Jota.
Cuando regresaron a casa, Santi ya había regresado de su investigación con Elena y Jota hizo las presentaciones pertinentes.
- Por cierto, Mónica me ha dicho que no metas a su hermana en líos.- Le dijo Jota como de pasada.
- ¿Qué tipo de “líos”? ¿No quiere que salgáis juntos o algo así? – Preguntó Diana.
- No es eso, Elena quiere averiguar quien mató a su novio, y yo le dije que mi hermano, que es cura, conoce a gente de la policía.- Explicó Santi.
Esa noche, se acostaron tarde, Diana estaba cansada y después de retozar aquella tarde en la ducha, decidieron que ya tendrían tiempo para el sexo al día siguiente. Pero al cavo de una hora, Jota sintió como Diana se incorporaba a su lado.
- Hola Dani, o lo que seas. ¿No habrás venido a alimentarte, verdad? Aunque parece que no te hace mucha falta.
- Hola Diana, si estuviera vivo, me alegraría de verte.
- ¡Daniel! ¡¿Qué estás haciendo aquí?! Creía que, no ibas a volver…- Dijo Jota incorporándose, también.
Daniel, parecía más vivo que antes de morir, con su rostro, redondo y rojo como un tomate.
- Necesito vuestra ayuda.


Jotacé

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