lunes, 2 de enero de 2012

VERGÜENZA.


Aquel año, la familia había tenido suerte con la lotería y les tocó uno de los premios secundarios, con los que podían tapar algunos parches y pasar unas navidades inolvidables en un hotel de lujo, donde se lo darían todo hecho.
Aquel año nuevo, después de las uvas, siguieron con la fiesta en el comedor, donde los camareros apartaron las mesas y una de aquellas orquestas de fiesta mayor de barrio, tocó un popurrí de éxitos de los ochenta y noventa y continuó la fiesta en la discoteca del hotel con música disco. Carmen de once años, miraba a Amelia, su madre cuarentona bailando, con una sonrisa algo sarcástica y sintiendo vergüenza, más ajena que propia mientras, la mujer le hacía señas para que se acercara a bailar con ella.
Su tío Javier, que no había perdido detalle de la escena, se acercó, con su baso ya medio lleno a la niña y se sentó junto a ella.
- ¿Sabes? Tú medre sigue siendo muy guapa para la edad que tiene, antes de tenerte a ti era una mujer rompedora.
- ¿A sí?
- Si listilla, todos tenemos un pasado, incluso tus padres y si no fuera por ese pasado, tú no estarías aquí…
- No entiendo lo que quieres decir.
- Puede que no sean unos maestros bailarines, pero a ellos les sirvió. Y que puestos a arrepentirse de algo, más vale que sea de algo que has hecho que de algo que no has hecho, así que yo de ti saldría ahí a aprender de la maestra… Te lo digo por experiencia.
Después de darle todo aquel “discursito”, se levantó sin darle tiempo para replicar a su sobrina y se dirigió hacia una chica, que bailaba algo achispada en la pista y empezó a hablar con ella, al poco ella se estaba riendo de algo que su tío había dicho y un rato después desaparecían de la vista de todos.
Carmen miró a su madre, que había dejado de prestarle atención y que bailaba con su padre y finalmente se decidió a levantarse e ir hacia ellos.


Jotacé.

P.D.

Feliz año a todos los seguidores de este blog.

1 comentario: