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sábado, 15 de julio de 2017
¡¿CÓMO COÑO LO HACES?!
Como cada sábado el parking del centro comercial estaba a rebosar y Jota se vio obligado a dar unas cuantas vueltas, antes de decidirse a bajar a la segunda planta, encontrando sitio entre una peligrosa columna y un enorme monovolumen que ocupaba más sitio del correspondiente. Para poder localizar el coche, le hizo una foto a la combinación de letra y número pintados en la columna, ya en la entrada del centro se veía mucha gente entrando y saliendo, hombres y mujeres solos que iban a comprar o pasar un rato, parejas jóvenes que prácticamente se quedarían a pasar el día, grupos de amigos o familias enteras. Pronto sería el día de todos los santos y la mayoría de los escaparates estaban adornados al estilo anglosajón, con falsas telarañas, calabazas y murciélagos, también había alguna que otra tienda ya con adornos navideños. Jota subió un par de plantas y fue directo a la cafetería, donde había quedado con su amigo Paco, que lo esperaba ya sentado en una mesa, desayunando un café con leche y un cruasán, mientras flirteaba con una de las camareras, a pesar de la cara de mosqueo del encargado; los dos amigos se saludaron estrechándose las manos, la camarera le tomó nota y se marchó por fin a servir otras mesas.
─ Bueno, tú dirás porque hemos quedado aquí tan temprano─ preguntó su amigo con una sonrisa.
─ Esta noche tengo la cena con Mónica y como siempre dices que no se vestir bien, necesito que me ayudes a comprar algo de ropa.
─ ¿Mónica? ¿Quién es Mónica?
─ Es mi vecina, la chica que me encontré cuando lo del incidente del billar y por la que me he tirado tanto tiempo de baja.
─ ¡Ah sí, vale! ¿Pero no me dijiste que estaba saliendo con alguien?
─ Sí, pero la salve de su ex novio y está agradecida, además el nuevo es un anciano.
─ ¡Quién sabe, a lo mejor triunfas y todo!
En ese momento apareció la camarera con el desayuno de Jota y la nota con la cuenta, que se la entregó directamente a Paco.
─ ¡Oh no guapa, hoy le toca pagar a mi amigo!─ contestó Paco pasándole el platito a su compañero.
Jota sacó un billete de diez y lo puso en el platito, la chica lo cogió y se lo llevó. ─ ¿Dónde estábamos? A sí. Con el rollo de la pierna rota, estarás desesperao por echar un polvo y si dices que el nuevo novio de la chica es un viejo…
En ese momento volvió a interrumpirles la chica, dejando el platito con la vuelta.
─ Dile a tu amigo que revise el recibo que la propina le toca a él─ le dijo la chica a Jota, guiñándoles un ojo, dio media vuelta y se fue a atender otras mesas.
Antes de que Jota pudiera revisar la nota, Paco ya se había hecho con ella y se la mostraba, con el nombre y el número de móvil de la chica en la parte de atrás.
─ ¡Qué cabrón! ¡¿Cómo coño lo haces?!─ preguntó Jota desconcertado.
─ Hablando colega, hablando.
─ ¿Hablando, de qué?
Pocos minutos más tarde, los dos amigos andaban por los pasillos del centro comercial, camino de una de las muchas tiendas de moda.
─ Mira Jota, a ti te gusta mucho leer. ¿Qué es lo primero en lo que fijas cuando compras un libro?
─ Bueno, supongo que en la portada y en el título, luego miro la sinopsis.
─ Exacto, pues si quieres que una tía se fije en ti, tienes que ofrecerles una portada que les atraiga, o sea, tienes que saber vestir y si ya a la hora de presentarte, lo haces con algo de gracia eso es como la sinopsis y a lo mejor con mucha suerte, a la chica le entran ganas de leer el resto del libro.
─ Entonces me presento y les cuento un chiste.
─ Hombre, tampoco es eso. Mira entremos aquí.
Los dos amigos entraron en una de las tiendas, sección de caballeros y empezaron a mirar en los percheros, Jota lo hizo al azar, pero su amigo le cogió del brazo y lo llevó a la sección de camisas.
─ ¿Os puedo ayudar en algo?─ preguntó uno de los dependientes, con una gran sonrisa.
─ No gracias, solo estamos mirando─ contestó Paco.
El hombre dio media vuelta y se fue a atender a otros clientes.
─ ¿Has visto a ese tío? Tiene planta de gim y sabe vestir, para que las tías y personalmente creo que en este caso también los tíos se fijen en él. Tú que eres poco amigo del deporte, hay que encontrarte una buena portada, que disimule tus carencias.
─ Hombre gracias.
─ Perdonad chicos. ¿Necesitáis ayuda? ─ se ofreció ahora una atractiva dependienta.
─ Precisamente, le estaba comentando a mi amigo que necesitamos un punto de vista femenino. Verás, él tiene una cita muy importante esta noche y necesita ir hecho un pincel.
─ Claro, ¿Qué estáis buscando más o menos?
La compenetración entre Paco y la dependienta para asesorar a Jota era total, cada vez que salía del probador parecían más compenetrados, al salir de allí, Jota llevaba una bolsa con una camisa nueva y una americana y su amigo Paco con el número de teléfono de la dependienta.
─ ¿De qué hablabas con la chica todo el rato?
─ De moda claro.
─ Pues sí que entiendes tú del tema.
─ Tampoco tanto, con llevarle la razón y repetir alguna cosa que ya ha dicho ella como si saliera de ti ─ pararon delante de una farmacia─. Espérame un momento, mi madre me encargó aspirinas.
Jota esperó fuera, sin poder dejar de mirar disimuladamente a las diversas mujeres que pasaban por allí. Cuando salió su amigo siguieron con su recorrido, entrando esta vez en una zapatería.
─ El calzado también es importante, las mujeres se fijan mucho en eso. Nuevamente, algo parecido a lo vivido en la tienda anterior volvió a repetirse en la zapatería y Jota salió con un par de zapatos nuevos y Paco, con otro teléfono para su colección. Entre tienda y tienda, las horas fueron pasando y a Jota le tocó volver a invitar a su amigo, esta vez en el burguer, fueron temprano, así se evitarían colas innecesarias, para luego terminar más tranquilos las compras, cuando la mayoría de la gente estuviera ya comiendo.
─ Mira Jota, luego entramos en el super y compramos una botella de Rioja, que si esa chica te ha invitado a cenar después de tantos meses, esta buscando que la pongas mirando a la Cuenca y pim pam, pim pam─ aseguró haciendo un movimiento obsceno, que algunos padres de familia en las mesas cercanas vieron con cierto desagrado.
─ ¡Pero que burro eres colega!
─ ¡¿Qué?! ¡¿Qué no?! ¡Ya me contarás mañana!─ contestó su amigo soltando una carcajada.
Cuando terminaron de comer, pasaron por el super, como su amigo había sugerido y más tarde por una última tienda, para comprarle unos pantalones “decentes”, como habían imaginado, la afluencia de gente a aquella hora había menguado y en la tienda donde entraron, tan solo había una aburrida chica, que como en las ocasiones anteriores les asistió ayudándoles a elegir entre varios pantalones. Jota entró en uno de los cambiadores y empezó a probarse las distintas prendas. Durante los minutos que estuvo quitándose y poniéndose pantalones, le pareció escuchar, extraños gemidos y risas que venían de otro de los probadores; cuando salió con los pantalones deseados en un brazo y el resto en el otro brazo, se encontró la tienda vacía, con el cartel de abierto hacia adentro, la puerta cerrada y ni rastro de Paco o la dependienta; desconcertado fue nuevamente a los probadores, a la puerta de donde salían los gemidos.
─ ¡¿Paco?!─ llamó
─ ¡Un minuto!─ respondió la voz de la dependienta.
─ ¡Mejor cinco!─ aclaró su amigo.
─ ¡Estás loco! ¡Ha, ha, ha!─ exclamo la chica entre risas.
Luego siguieron más gemidos, resoplidos y exclamaciones de placer, Jota buscó un sitio donde meterse lejos tanto de los sonidos llegados del probador, como de la vista de los transeúntes que se paraban a mirar el escaparate desde la parte de afuera.
─ ¡Joder, qué cabrón! ¡Ya no sabía dónde meterme! ¡Media hora ahí metidos y encima salís dos minutos antes de que llegara el encargado!─ exclamó Jota mientras se dirigían al aparcamiento, minutos más tarde.
─ Sí, vaya cara de idiota tenía el pavo ¡Ha, ha, ha! “¿Dónde está la gente, solo han entrado dos?” ─ se burló Paco imitando la voz del encargado.
─ ¡Como te pasas, colega!
─ ¡Sí que me lo paso bien, todo lo bien que puedo! ¡Y tú deberías hacer lo mismo en vez de pensarte tanto las cosas!
Poco después los dos amigos se despedían en el parking, Paco volvió al interior del centro comercial, quería ver una película en los Multicines mientras se decidía a cuál de todas las dependientas llamaría para salir esa noche, a menos claro que apareciera otro plan mejor.
Jota tardó un buen rato en encontrar el coche y cuando por fin dio con él, recordó la foto echa a la columna.
Esa tarde después de una ducha, cuando empezó a ponerse la ropa nueva, encontró en una de las bolsas, una pequeña bolsa de farmacia, en su interior había tres preservativos y una nota. “Querida Mama.
Perdóname si solo te he dejado tres aspirinas para tus jaquecas, pero ya sabes que yo sufro de migrañas crónicas. Paco.”
─Qué cabronazo─ dijo para sí Jota, guardándose los preservativos en el bolsillo de la americana, con una sonrisa socarrona. Jotacé.
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Me gusta Juan Carlos. Manejas muy bien la narrativa del diálogo. Saludos
ResponderEliminarGracias Nuria.
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