Cuando le cuento a los amigos de que
va este mamotreto como lo llama su autor Alberto Valle, un
adjetivo, un tanto despectivo, para una novela que si no es uno de
esos betsellers, que de tanto en tanto le da por leer todo el
mundo, cuando a todo el mundo le da por leer, debería serlo, ya que
la historia te atrapa desde el primer momento, y eso que cuando
cuento como empieza la historia, de un tipo que asesina a otro para
robarle su identidad, alguno, de esos amigos siempre me dice, esa
historia ya la he leído o la visto, y puede que sea cierto, esa
idea, sale en multitud de novelas, cómics, y películas, pero decir
eso de este libro es quedarse corto, ya que cuando el héroe, un
policía de la brigada criminal, llamado Guillermo Arganda, trata de
averiguar lo que pasa, el hombre que ha tomado la identidad de Miguel
Morera, vinculado a las grandes esferas de poder de la Barcelona de
1952, usará todos los recursos a su alcance para hundir a su
contrincante, en un toma y daca que durará décadas, en las que
Alberto, no se limita a contarnos la historia de estos personajes, si
no que también contará la historia de la misma ciudad de Barcelona,
a lo largo de esos 40 años, como un personaje más, con voz propia,
la veremos evolucionando, tal como veremos evolucionar a sus
protagonistas. Algo que me ha fascinado de esta novela, es la
facilidad de ver como desarrolla a los personajes, tanto a los
principales como a los secundarios, esos que se irán quedando en el
camino, metiéndonos en la mente de cada uno de ellos y de mostrarnos
dos caras muy diferentes de la ciudad, la de los privilegiados, que
mueven los hilos a la vez que se enriquecen con las miserias ajenas,
y la de los mismos desheredados, que se limitan a sobrevivir, a base
de las migajas de la sociedad, aunque para ello se vean obligados a
usar métodos muy poco dignos.
Jotacé.
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