Con los fresones rojos tuve la extraña impresión de leer una novela de policíaca con tintes de ciencia ficción, o una novela de ciencia ficción disfrazada de novela policíaca, en seguida explicaré el porqué. La trama arranca cuando un prestigioso médico, Eusebio Mezquita, le propone a un policía nacional de Huesca, Moises Guzmán el encargo de encontrar a una niña desaparecida trece años atrás en Barcelona, el mismo día que sus padres fueron brutalmente asesinados. La niña de nombre Alexia guarda sin saberlo en su própia sangre el secreto para una vacuna que sirva para curar cualquier enfermedad (ahí el elemento de ciencia ficción). Para convencerlo en aceptar el trato, el médico le ofrece una considerable suma de dinero y un plazo de cincuenta días.
Tras aceptar Moises se traslada a la ciudad condal, allí descubre que antes de él el médico ya había contratado a otros detectives para encontrar a la joven y que todos ellos murieron “accidentalmente” justo cumplidos los cincuenta días de plazo para la investigación.
Esteban Navarro, nos sumerge así en una trama donde nada es lo que parece, y donde la muerte puede acechar tras cualquier esquina de la capital catalana para todo el que se atreva a investigar el paradero de una niña, ahora adolescente, cuya única seña de identidad es una marca de nacimiento en forma de tres fresones rojos.
Jotacé.
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