Julia, deseaba salir del refugio,
regresar a la ciudad subterránea y volver a ver a su familia, el
tiempo que pasaba en el refugio se le hacía eterno. Para Adrián en
cambio, aquellas últimas horas en el que había sido su hogar,
durante la mayor parte de su vida, que además debía enseñarle a
Roma como funcionaba todo en el refugio y ayudar a los demás con los
preparativos, apenas encontraba tiempo para conocer a Casandra, por
la que se sentía muy atraído y mucho menos para pasarlo con su
madre ya que a lo mejor era la última vez que pasaban juntos.
Allí había todo lo necesario para el regreso, provisiones,
armas y en una de las salidas que daba a un pequeño embarcadero
subterráneo habían amarradas dos embarcaciones, una de la cuales
usarían para salir de allí despistando eficazmente a los mutantes
que pudieran seguir buscándolos en la superficie. Pronto lo tuvieron
todo listo para la partida y llegó la terrible hora de las
despedidas. Todos le habían cogido mucho cariño a la pequeña
Pétalo y también a su madre, sin la cual posiblemente ya estarían
muertos o seguirían en manos de los mutantes.
─ Quiero que
sepas que siento mucho la muerte de tu hijo, que culpas a los míos
de su muerte, así que te pido disculpas por todo lo que has pasado ─
le dijo Roma a Julia.
─ Los tuyos le tenían reservado un
destino peor que la muerte y con sus heridas no se si habría llegado
asta aquí. En cualquier caso al final fue él el que decidió su
propia muerte. En eso no tuviste nada que ver y no tengo nada que
perdonarte, más bien al contrario, gracias a ti aún tengo una
oportunidad de regresar con los míos.
Las dos mujeres se
abrazaron.
─ ¿Estáis seguras de no querer venir con
nosotros? Aún estáis a tiempo de cambiar de opinión ─ preguntó
Cesar a Roma y a María que afirmaron con la cabeza rechazando así
la oferta del líder de la expedición
─ de todas maneras sabiendo
de este lugar, en cuanto pueda organizaré otra expedición para ver
como van las cosas por aquí.
Primero Roma y luego María
abrazaron al hombre para despedirlo, también Pétalo se echó a sus
brazos, Cesar le había dado a la niña una seguridad que nunca antes
sintió. Julia le agradeció a la señora María toda hospitalidad,
que les habían ofrecido, gracias a ella se desahogó por la perdida
de su hijo. Luego fue el turno de Casandra, se despidió de Roma, de
su hija y de María.
─ Hazme un favor querida y cuida de
mi hijo ─ le pidió la anciana a la joven mientras la abrazaba
haciéndola sonrojar.
Pero si hubo una adiós especialmente
emotivo fue la de Adrián con su madre, al pobre se le formo un nudo
en la garganta que apenas le permitió hablar.
─ Te
quiero mama y… ¡Ejem…! Volveré en cuanto pueda.
─ No te
preocupes por mi y vive tu vida, hijo, vive tu vida.
Las cámaras
que daban al embarcadero señalaban que todo estaba despajado, en el
exterior llovía pero sabían que la lluvia cesaría poco antes de
que salieran con la embarcación. Cerraron la puerta que daba al
refugio dejando a las dos mujeres en el interior, se pusieron sus
máscaras y abrieron la compuerta que daba a los pasadizos que
comunicaban con el exterior y más concretamente con el embarcadero.
Las fétidas aguas del río estaban infestadas de insectos, sobre
todo mosquitos, por suerte sus trajes los protegían de tan
insidiosas criaturas. Los expedicionarios, ahora dos hombres y dos
mujeres, entraron en la embarcación ya cargada con las provisiones.
Cuando la lluvia cesó del todo, Adrián puso el motor en marcha y
salieron por fin al exterior.
Jotacé.
Roma ha sido todo un descubrimiento como personaje, igual que su hija Pétalo. Que sería inverosimil que fuera una traidora. El dialogo con Julia tiene una emoción muy lograda.
ResponderEliminarEs significativo el nombre de Petalo, como que Roma esperaba algo especial en ese ambiente tan hostil de los mutantes.
Personajes vienen y van, ahora nos despedimos de unos, otro reaparecerá pronto.
ResponderEliminarPersonajes vienen y van, ahora nos despedimos de unos, otro reaparecerá pronto.
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