A continuación la historia escrita para el concurso de relatos breves organizado por el diari de Tarrassa.
Con
la vista al frente, en posición de firmes junto a sus compañeros, el joven
soldado miraba a los condenados, cabizbajos y maltrechos tras horas de penuria
y tortura; el capitán leyó los cargos; al viejo maestro y a su joven hija, de
la misma edad que el soldado, se les acusaba de traición, difundiendo ideas
subversivas y contrarias al nuevo régimen; junto a ellos un chico de apenas
catorce años, el mayor de su clase por sublevarse ante la injusta detención y
el padre del muchacho, acusado por intentar atentar con sus propias manos,
contra la vida del capitán cuando este ignoró sus suplicas.
─
¿Un último deseo? ─ preguntó el capitán a los condenados.
─ Perdónales a ellos,
son muy jóvenes, tienen toda la vida por delante ─ suplicó el maestro,
señalando con la cabeza a su hija y a su alumno.
─ Por eso mismo son peligrosos; además,
servirán de ejemplo ─ contestó fríamente el militar.
Les
vendaron los ojos; el capitán se echó a un lado y el sargento dio la orden de
apunten. El soldado empezó a temblar, su corazón latía a toda velocidad y
volvió a bajar el fusil; el sargento se acercó a él furioso y empezó a
increparle.
─
¡¿Es que prefiere unirse a ellos?! ─ le gritó señalando a los condenados.
El
soldado con lágrimas en los ojos, tragó saliva y volvió a subir el fusil, el
sargento dio media vuelta complacido, pero antes de llegar a su puesto, el soldado
desvió el fusil y disparó contra él, que calló en el suelo muerto; el capitán se
apresuró a sacar su arma de la cartuchera, pero un certero disparo le dio de
lleno en el corazón. El joven soldado miró al compañero que había disparado a
su superior, salvándole la vida.
Los demás
soldados bajaron las armas, respirando aliviados y soltaron a los cautivos.
─
¿Por qué? ─ preguntó el viejo maestro.
─
Si hemos de convertirnos en asesinos, nosotros elegiremos a nuestras víctimas.
Jotacé.
Una gran historia. Tiene un giro narrativo.
ResponderEliminarSaludos.