La mayoría de las decisiones en la isla Utópica se tomaban entre todos sus habitantes, careciendo de un gobierno propiamente dicho, cosa que los distintos gobiernos de Océana los cuales debían obediencia a los mundos originales de las distintas razas que habitaban el planeta odiaban. Bajo la constante amenaza de las distintas conspiraciones urdidas por el resto de los gobiernos de Oceana, Utópica debía mantenerse siempre alerta y para ello disponía de su propia red de espías y simpatizantes que albergaban la esperanza de convertir todo Océana en una Utópica global. Gracias a estos espías, los pocos habitantes de la isla que conocían el escondite de Hugo y Marina, pudieron también saber el paradero del Cristóbal Colón.
Tras cinco días encerrados en aquel refugio maravilloso, el moutón que les guió hasta allí reapareció abordo de un pequeño submarino en la balsa que les servía de piscina en su refugio subterráneo y que comunicaba directamente con el basto océano que rodeaba a todo el planeta. Aunque sabían que en cualquier momento regresaría alguien en su busca a los dos amantes les pilló por sorpresa cenando después de una sesión en el gimnasio; mientras uno de los pequeños robots domésticos les servía la comida, una imagen holográfica se encendió en mitad de la estancia donde se encontraban para mostrarles la llegada de su visitante; enseguida fueron a ponerse algo de ropa de la que prescindieron durante su corta estancia en el lugar.
- Está todo preparado, a unos kilómetros de aquí tenemos una pequeña base submarina con algunas naves por si las cosas se ponen difíciles, entre ellas un pequeño mono-plaza a tú disposición con el mínimo armamento, escudos y evidentemente las coordenadas del Colón. Lo mejor es que salgas lo antes posible, en cualquier momento podrían destinar a tu nave a otro lugar- le informó el moutón.
- ¿Un mono-plaza dices? ¿Entonces... yo? - preguntó Marina.
- Puedes quedarte en la isla hasta que pase el peligro y después todo el tiempo que desees.
- Con la información que tengo esto terminará rápido y en unos meses yo dejaré el ejercito y me reuniré otra vez contigo- dijo Hugo cogiendo a Marina por la cintura antes de besarla en los labios.
- Prométeme que tendrás cuidado.
- Cariño, por la cuenta que me trae siempre lo tengo.
Los dos amantes se abrazaron y se besaron nuevamente antes de que Hugo subiera sus cosas al pequeño submarino y partiera.
Como todas las naves espaciales, el pequeño caza estaba preparado para viajar por el fondo marino al igual que por el espacio y antes de emerger a la superficie recorrió unos cuantos kilómetros para evitar delatar la base secreta de sus benefactores, pero fue detectado poco después de salir a la superficie y ya abandonando la atmósfera del planeta, aparecieron varios cazas para impedirle la huida, cosa prácticamente inútil dado que entre los habitantes de Utópica se encontraban auténticos genios de la mecánica que convirtieron a la pequeña nave en una auténtica obra de arte, también algunas naves contrabandistas le salieron al encuentro pero aquel choque entre sus dos perseguidores le terminaron de dar la ventaja que realmente necesitaba para terminar de dejarlos atrás y poner rumbo a su destino sin rodeos, sus enemigos probablemente sabían a donde se dirigía y el tiempo apremiaba, una vez entró en el hiperhespacio, se preparó para el viaje de varios días en su estrecha cabina.
- Está todo controlado- dijo Dios desde su guarida cuando fue informado de la huida de Hugo- Antes de enviar una flota lo suficientemente grande para derrotarnos, querrán verificar la información del señor Cortes y para entonces ya estaremos preparados. ¡Mandad aquí a todas las naves de guerra!
- ¿Y cuando esto termine? ¿Qué pasará entonces?- le preguntó Norma a la imagen holográfica de su jefe a bordo de su nave tortuga.
- Ya veremos Norma, pero algo si te digo, hay demasiados intereses políticos implicados interesados en nuestros negocios y te puedo asegurar ¡Qué no desapareceremos fácilmente!
Con una estruendosa carcajada se cortó la transmisión y la contrabandista, ahora acompañada por su gigantesco compañero Tigre, se preparaban para el viaje de regreso al planeta donde les aguardaba la batalla.
La tripulación del Cristóbal Colón ya se estaba preparando para saltar a su siguiente destino, cuando todas las señales de alarma saltaron a la vez; los pilotos de guardia en el puesto de descanso del hangar se ajustaron sus cascos y corrieron hacia sus cazas.
- Atención caza desconocido, está en la zona de seguridad de la nave de guerra Cristóbal Colón perteneciente al ejército de la Tierra, baje sus defensas y prepárese para ser escoltado a borde de la nave sin ofrecer resistencia, si no contesta en 30 segundos entonces será abatido- dijo el piloto al mando de la patrulla.
- Chicos será un placer seguiros a bordo del Colón- contestó Hugo obedeciendo a sus antiguos compañeros.
- ¡Hugo! ¡¿Eres tú?!- exclamó una de las pilotos.
- El mismo, Ilena guapa encantado de escucharte.
Poco después las tres naves aterrizaban en el hangar del Colón, el rumor de la identidad del piloto se había propagado por toda la nave y muchos acudieron para verificarlo. Evidentemente una guardia de seguridad también lo estaba esperando para arrestarlo y llevarlo ante la capitana Yumi Otomo.
- Señor Cortes, espero que tenga la identidad del espía que tenemos a bordo o nos veremos obligados a volver a arrestarle.
- Capitán, tengo información que considero puede ser de más valor aunque me temo que la identidad del espía sigue siendo una incógnita para mi.
- Está bien informe.
Hugo pasó más de dos horas relatando sus andanzas como contrabandista, de muchas de las cuales ya estaban al corriente, entre el informe estaba la ubicación exacta del planeta donde los piratas y contrabandistas habían creado su cuartel general, esclavizando de paso a parte de la población de dicho mundo.
- Toda esa información es muy valiosa y será comunicada al alto mando, asta entonces, me temo que está usted arrestado.
Antes de entrar en la celda se le permitió asearse y volver a vestir su uniforme de piloto.
Tras algunas horas de espera, por fin recibieron la orden de partir para confirmar la información que Hugo les proporciono.
Durante las primeras horas de la llegada de Hugo, el Teniente Hansel Snyder que era el auténtico espía, esperó a que fueran a detenerlo, preparado para una posible fuga al estilo de la protagonizada por el propio Hugo tiempo atrás y solo respiró aliviado cuando supo que Hugo era nuevamente encerrado, entonces vino otra incertidumbre, el Cristóbal Colón había recibido la orden de partir a un planeta desconocido que según rumores estaba relacionado con el regreso de Hugo Cortes y él sospechaba de que mundo se trataba.
Jotacé
Hugo resultó ser un heroe espacial, y ya se sabe el nombre del espia. Lo que da un elemento de suspenso.
ResponderEliminarComo lo de la nueva separación de Marina y la promesa de un nuevo encuentro, entre el que habrá seguramente algunos sucesos.