Luis
Alonso sería uno de los mejores policías solares si no fuera porque
no le gusta recibir órdenes de nadie, y si hubiera aguantado en el
cuerpo podría haber ascendido rápidamente en el escalafón
policial, pero lo cierto es que tampoco le gusta tener a alguien bajo
su responsabilidad, y esa es la razón por la que Luis decidió
dedicarse a una profesión casi extinguida para la época en la que
vive. Luis Alonso es detective privado, el mejor de los pocos que
quedan. Su clientela suele ser gente adinerada que no quiere meter a
la policía de por medio, y lo cierto es que él no cobra barato sus
servicios. También suele hacer favores a sus antiguos colegas de la
policía. Por su forma de ser y por su carácter extrovertido tiene
amigos en todas partes y suele llegar a lugares donde ningún policía
osaría poner los pies. Pero también suele meterse en muchos líos
difíciles de resolver.
Luis
mira hacia arriba, para ver por encima de su cabeza y tras una enorme
cúpula de cristal, las aguas del Mediterráneo que cubren la antigua
ciudad de Barcelona. Por encima del mar, el resplandor de la luna
llena hace que las antiguas calles del barrio chino tengan un aspecto
más onírico y tenebroso.
Tras
un oscuro portal, una sombra sale de su escondite y dispara contra
él, que esquiva el disparo por los pelos, dando una voltereta y casi
sin apuntar, con unos reflejos que sólo se consiguen con años de
experiencia, dispara acertando de lleno a su enemigo. Pero el peligro
aún no ha pasado, así que levantándose ágilmente corre para
ponerse a cubierto lo más rápido que puede tras el portal que tiene
enfrente. Pero a mitad de camino ve en la oscuridad el reflejo de un
arma que le apunta y antes de que le disparen se pone a cubierto
saltando hacia la pared. Con la respiración agitada y el arma
siempre a punto se dirige hacia la puerta, pegado siempre a la pared,
para descubrir con sorpresa que su oponente se ha metido dentro del
oscuro edificio. “¿Así que quieres jugar al gato y al ratón,
eh?” Piensa mientras avanza por el oscuro pasillo del edificio.
Cuando llega al final del pasillo apunta hacia el interior de un
oscuro apartamento para encontrarse a su vez con un arma apuntándole
a él directamente a la cara.
–
¡Mike Pratt! Cualquiera diría que el mundo es un pañuelo.
–
Yo no Luis, sabía que te encontraría aquí...– responde su
oponente sin dejar de apuntarle con su arma.
En
ese momento suena un disparo que deja paralizado a Mike por un
instante. Cae al suelo mientras Luis salta hacia un lado esquivando
los disparos de su nuevo oponente y respondiendo a su vez con su arma
para dar de lleno a su enemigo, quien también ha conseguido rozarle
a él en el brazo.
De
pronto las luces se encienden y el ficticio escenario desaparece,
dejando ver un frío y blanco laberinto de paredes y escaleras
artificiales. Todos los contrincantes que han participado en el
macabro juego se levantan del suelo mientras una voz electrónica
anuncia el final del entrenamiento.
–
¡Mike Pratt! ¿Qué coño estás haciendo aquí?– dice Luis
sorprendido mientras ayuda a levantarse a su amigo. Al fondo ve a una
chica que también se está levantando.
–
En realidad te estaba buscando a ti, colega, me enteré casi por
casualidad de que últimamente te estaba dando por entrenarte en las
instalaciones del cuartel policial.- responde Mike mientras Luis ve
alejarse a la atractiva chica por uno de los pasillos.
–
Es un placer tener a dos de los mejores ex-alumnos que han pasado por
aquí para darle una buena lección a los nuevos cadetes– dice una
voz femenina a sus espaldas.
Los
dos viejos amigos se vuelven para ver a una enorme mujer con el
uniforme de la policía solar y con los galones de sargento en sus
hombreras.
–
¡Lorna! ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo estás?– exclama Mike
dirigiéndose hacia ella.
–
Igual de gorda que siempre ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!...– exclama ella
mofándose.
–
Dime una cosa, ¿quién es la cadete que ha conseguido derribar a mi
amigo en el último momento?- pregunta ahora Luis.
–
Una de mis mejores alumnas, si queréis os la presento.
–
Para mi sería un honor conocer a la cadete que ha sido capaz de
derribar al que fue el mejor poli de la academia– dice Mike.
–
¡Susana! ¿Puedes venir un momento a la sala de entrenamientos? Hay
unas personas que quieren conocerte– dice Lorna por su comunicador.
Susana
no se hace de rogar, y unos momentos más tarde se incorpora a la
reunión. La joven mide más o menos uno sesenta y ocho de estatura,
tiene un cuerpo atlético y un hermoso pelo negro. Los dos viejos
amigos no pueden evitar quedarse mirándola mientras se acerca a
ellos.
–
A la orden sargento.- dice ella mientras termina de abrocharse la
camisa del uniforme.
–
Chicos, esta es Susana Alcot. Como ya os he dicho antes, una de las
nuevas promesas de la policía solar. Susana, estos son los
ex-policías Mike Pratt, ahora jefe de seguridad en I.R.Strux, y Luis
Alonso, uno de los pocos detectives privados que aún quedan para
hacernos la competencia a la policía. Ambos son auténticas leyendas
en el cuerpo, y hubieran llegado lejos si se hubieran quedado.
–
¿Y por qué os fuisteis del cuerpo chicos?
–
Por motivos personales y porque siempre he sido un tanto anarquista a
la hora de recibir órdenes.- respondió Luis.
–
Y yo porque este capullo rechazó un curro de puta madre, y recibí
una buena oferta de un lugar donde me pagan más que en la policía y
además soy el jefe.
–
Si les invitas a unas copas tal vez puedan enseñarte un par de
trucos de los que no enseñamos en la academia. Ahora chicos, si me
disculpáis, tengo que atender mis obligaciones como
sargento… Poco después los dos amigos y la joven cadete están
en un bar cercano al centro de entrenamiento de la policía solar. Y
mientras los dos viejos amigos, entre copa y copa, recuerdan los
viejos tiempos en la academia, Susana les escucha con mucha atención,
riéndose de los disparates que le cuentan. – Lo siento chicos.
Lo he pasado estupendamente, pero no puedo quedarme más tiempo–
dice Susana despidiéndose de ellos después de tres copas y un par
de horas de conversación. – Pues es una pena. Pero supongo que
ahora tengo otra excusa más para venir al centro de entrenamiento–
dice Luis. – Pues ahora que lo dices, puede que yo también venga
más a menudo– replica ahora Mike. Susana se levanta de la mesa
y antes de irse les da un beso de despedida a los dos amigos. –
Parece una chica extraordinaria– dice Mike mientras ve como ella se
aleja. – Si que es verdad– responde Luis que también la
está mirando–. Por cierto... ¿Cómo está Pamela, sigue de
profesora en la universidad? – ¡Oh, sí!– responde Mike
desviando la mirada repentinamente–. De hecho le acaban de proponer
el puesto de directora. La verdad es que está muy contenta. – Me
alegro por ella, se lo merece. ¿Y a ti, qué tal te va como jefe de
seguridad de la Strux? – Es un curro cojonudo colega, no sé
porque lo rechazaste en su día, pero en fin, allá tú... Por
cierto, tengo un trabajo que proponerte. – ¡¿No me digas que
el jefe de seguridad de una de las mayores empresas del sistema solar
necesita la ayuda de un modesto detective privado como yo?! –
Algo así... ¿Sabes que mi jefe tiene una sobrina en Venus? Se llama
Minerva y está prometida con Tomás Lázaro. ¿Te suena el
nombre? – Sí, por lo que tengo entendido es uno de los
mayores fabricantes de componentes para naves espaciales de todo el
Sistema Solar, entre otras cosas. – Así es. Pues verás, ellos
se casan dentro de algunas semanas, y ella está a punto de venir a
La Tierra para dicho acontecimiento, el problema es que hace algunos
días alguien intentó secuestrarla, y mi jefe quiere saber quién
está detrás de esta historia. Yo tengo a todo mi equipo trabajando
para descubrir los posibles enemigos del jefe, pero el tiempo corre y
mi jefe quiere todos los cabos bien atados antes de que la chica
llegue a La Tierra. Por esa razón me ha pedido que contrate a
alguien ajeno a la empresa, para investigar a los posibles enemigos
de Tomás Lázaro, sin que éste sepa nada, claro. – Pues yo no lo
veo tan claro. Si tu jefe no quiere que el señor Lázaro sepa nada
es que debe sospechar algo turbio. – Eso no lo sé, pero desde
luego quiere asegurarse. Además se te pagaría bien el trabajo, y si
llegaras a encontrar alguna cosa desagradable, serías recompensado
generosamente. Por supuesto tendrías vía libre para actuar como te
pareciera oportuno, sin importar los gastos. Si aceptas te será
ingresada en tu cuenta una buena cantidad de dinero para que empieces
a trabajar lo antes posible. – Acepto, es imposible rechazar una
oferta como esa, y menos si viene de un amigo. Los dos hombres se
levantan para estrecharse las manos, luego Mike saca su ordenador de
bolsillo para hacer las gestiones oportunas. Para terminar de sellar
el trato, piden otra ronda.
* * *
Ulises
Guzmán siempre había sido un chico introvertido y con pocas
amistades. Apenas tenía trato con los compañeros del trabajo, y
tampoco había sabido mantener el contacto con sus antiguos
compañeros de estudios. Su tiempo libre lo había dedicado a ver
holofilms, leer libros de todo tipo y a las artes marciales. Cada día
acudía puntual a su gimnasio, donde le habían asignado a un
androide profesor que le enseñaba todas las llaves y los trucos de
las antiguas artes de lucha de La Tierra, según él, eso le ayudaba
bastante a eliminar el estrés de su monótona y aburrida vida
cotidiana. Eso y las visitas que empezó a hacer a las androides de
satisfacción sexual que hay en los centros de ocio de la
ciudad. A las abuelas de Ulises no les parecía demasiado bien
que los seres humanos (y en especial su nieto) encontraran alivio
sexual en las máquinas, por muy humanas que éstas pudieran parecer,
por eso estaban empeñadas en buscarle a su nieto una pareja estable
con la que pudiera formar una familia como es debido. Desde que se
supo la noticia de que a Ulises lo habían ascendido y se iba a mudar
a La Tierra, sus abuelas parecían haberse dado por vencidas, o al
menos eso es lo que él creía… Ulises sale de la ducha del
gimnasio y abre la taquilla del vestuario para encontrar en su
holomóvil un mensaje de sus abuelas invitándole a tomar el té esa
misma tarde, en seguida sospecha que han vuelto a las andadas, pero
desecha la idea pensando que en realidad sus abuelos y sus padres
quieren disfrutar de su compañía antes de que se vaya a La
Tierra… Algunas horas más tarde, Ulises acude a la cita para
encontrarse que en el apartamento de sus abuelos paternos sólo están
sus abuelas, lo cual le hace pensar que sus sospechas no eran tan
infundadas como creyó por la mañana, y que sus abuelas aún no
habían tirado del todo la toalla. – Sabéis que de aquí a tres
días me voy a la Tierra, ¿verdad?– les pregunta indignado al ver
que se encuentra ante otra encerrona de las suyas. – ¡No te
enfades hijo! Si lo hacemos por tu bien. Además la chica que viene
hoy también se va a La Tierra dentro de poco, la pobre no conoce
allí a nadie y busca a alguien que esté en una situación parecida
a la suya– dice María, su abuela materna. – Dimos con ella por
casualidad, casi se diría que fue esa chica la que nos encontró a
nosotras– dice ahora Carmen, la madre de su padre. – ¡¿En
serio?! ¡¿Y esperáis que me lo crea?!– dice Ulises sin sospechar
que las sorpresas sólo acaban de empezar. En ese momento suena el
timbre de la puerta, y Carmen, su abuela paterna, se dispone a abrir
personalmente. – Pasa hija, pasa, no te quedes en la puerta. Ya
verás lo simpático que es mi nieto. – Gracias doña Carmen,
es usted muy amable. Ulises tiene la impresión de que la voz de la
chica que está a punto de entrar la ha escuchado ya en alguna parte,
y no tarda mucho en averiguar donde. – A María y a mí ya nos
conoces por los contactos en la holorred, y ese de ahí es nuestro
nieto Ulises. Ulises, esta es Minerva, la chica de la que te hemos
hablado antes. – Mi... Mi... ¿Minerva?– tartamudea Ulises
sorprendido al verla entrar por la puerta. – Ese es mi nombre–
contesta ella fingiendo no reconocerlo–. Es un placer conocerte
Ulises, tus abuelas me han hablado muy bien de ti y veo que no han
exagerado. La velada transcurre agradable y distendida para todos
menos para Ulises, que inevitablemente se siente incómodo
representando esa farsa. Sin poder evitarlo mantiene la mirada fija
en Minerva, la cual le parece cada vez más hermosa, y mientras se
imagina con ella haciendo todas esas cosas que su jefe le ha
prohibido, al mismo tiempo, está deseando que se lo trague la
tierra. – ...Carmen, me parece que este es un buen momento
para ir a ver lo que hacen nuestros maridos– dice María
percatándose de las miradas que se echan los dos jóvenes. – ¡Huy
sí, que se nos hace tarde y hemos quedado con ellos para ir de
compras! Además, así dejamos a los chicos solos para que se vayan
conociendo mejor– responde Carmen. Unos minutos más tarde las dos
ancianas salen por la puerta. – ¡¿Qué coño estás
haciendo aquí?! – pregunta Ulises sin poder contener por más
tiempo su asombro– ¿Por... por qué has venido? – Tenía
ganas de verte. Gracias a ti los canallas del otro día fracasaron en
su intento de secuestro, y no tuve tiempo de agradecértelo como te
merecías. Además, he de decirte que nuestro viaje sufrirá un
pequeño retraso. Al parecer la nave que viene a recogernos ha
recibido una llamada de auxilio y debe desviarse de su ruta
original. – Gracias por la información, pero no hacía falta
que vinieras personalmente a dármela. Además ¿Cómo demonios me
has encontrado? – Soy sobrina de Isaac Strux, el mayor
fabricante de inteligencia artificial del Sistema, y como tal tengo
algunos trucos guardados en la manga gracias a los cuales pude tener
acceso al interrogatorio que te hizo la policía– dice ella
acercándose cada vez más a él–. Sé que trataste de inculparte
por lo de la conducción temeraria, y eso también te lo tengo que
agradecer… – Si oíste toda la historia que le conté a la
policía sabrás también que ahora me estoy jugando el puesto de
trabajo...– dice Ulises tratando de alejarse de ella, que está
casi encima suyo. – No tengas miedo, nadie sabe que he
venido...– le susurra Minerva en la oreja antes de mordérsela
suavemente– ...Y a tu robot lo están reparando los mecánicos de
mi tío...- le dice mientras se acerca cada vez más a sus labios. –
Entonces, supongo que nadie... tiene porque enterarse de esto–
susurra él mientras se deja besar complacientemente. Después, las
caricias y los besos van en aumento mientras se van desnudando el uno
al otro. Media hora más tarde, los dos amantes se encuentran en el
dormitorio continuando lo que habían empezado en el salón y sin
poder parar…
* * *
En
el espacio la nave llamada “El Marqués” se ha desviado de su
ruta para acudir a una llamada de socorro a pocas horas de donde se
encuentra. La nave de la que procede la llamada es un carguero a la
deriva con el dibujo de una enorme araña negra en su casco, debajo
del dibujo está el nombre de dicha nave, “Tarántula”. –
Bien, chicos, ahí está la nave de la que procede la llamada...–
dice el capitán Corvin– Lidia, intenta contactar con ellos, si no
hay respuesta tendremos que prepararnos para el abordaje. –
Nave de carga Tarántula, aquí el yate espacial “El Marqués” en
respuesta a su llamada de auxilio. Contestad por favor... Nave de
carga “Tarántula” ¿Nos reciben?...– Lidia aguarda la
respuesta unos momentos antes de seguir intentándolo, hasta que
finalmente se da por vencida–. Capitán, no recibo ningún tipo de
respuesta. – Está bien Lidia, puedes dejarlo. John, prepara
nuestros trajes por si la atmósfera no es respirable. Lidia, Marco,
esperad en la nave preparados por si surge algún problema. Poco
después, el capitán Corvin y John entran en la misteriosa nave
enfundados en sus trajes espaciales. – Ahí veo a alguien...
Parece una mujer– dice John en el pasillo que lleva a la sala de
control de la nave. Los dos hombres se agachan para comprobar las
constantes vitales de la mujer que está tumbada en el suelo. –
Parece que sus constantes vitales son normales– dice John inclinado
sobre la chica–. Habrá que llevarla a la nave para hacerle un
reconocimiento más exhaustivo. – Marco, ven aquí y ayuda a John
con la mujer mientras yo sigo inspeccionando el carguero– ordena
Corvin. Diez minutos más tarde, John regresa a la misteriosa nave
y empieza a buscar al capitán, con el que ha perdido el contacto.
Mientras tanto Marco se queda con la paciente en la enfermería de El
Marqués. La mujer empieza poco a poco a recobrar el
conocimiento. – ¿Don... dónde estoy? ¿Qué ha pasado? –
pregunta Dolores medio aturdida. – Tranquila, no sé lo que te
ha pasado pero ya estás a salvo– le contesta John mientras le toca
la frente con la mano. – Agua, por favor– suplica ella. – En
seguida. En cuanto Marco da media vuelta para ir a buscar el
agua, Dolores se incorpora rápida y silenciosamente de la camilla,
saca un cuchillo de entre sus ropas y le rebana el cuello a su
incauta víctima sin que ésta apenas se dé cuenta. En el
Tarántula, John sigue buscando al capitán sin recibir respuesta a
sus llamadas. De pronto ve en uno de los paneles de control una
pantalla encendida en la que dice así: “El aire de la
nave no está contaminado y el comunicador de mi casco se ha
estropeado, así que he optado por quitármelo. Te espero en la
bodega de carga.” Corvin.”
John
también se quita su casco, y luego dirige sus pasos hacia la bodega
de carga, para encontrar una muerte rápida en manos de la
tripulación del Tarántula.
–
¡Marco, ven aquí! He perdido el contacto tanto con el capitán como
con John– dice Lidia asustada en la sala de mandos de El Marqués–
¿Marco? Responde por favor.
–
Me temo que tus compañeros han pasado a mejor vida querida–
contesta Dolores con el cuchillo en la mano.
Lidia,
imaginando lo que ha pasado, se abalanza sobre Dolores mientras ésta
le lanza el cuchillo, fallando por los pelos. Las dos mujeres se
enzarzan en una desesperada pelea cuerpo a cuerpo, pero Dolores es
más ágil y más fuerte que Lidia y le golpea varias veces la cabeza
contra el suelo hasta que su rival pierde el conocimiento. En ese
momento aparece Roger por la puerta.
–
¿Todo en orden capitán?– pregunta disciplinadamente.
–
Ahora sí– responde Dolores mientras se levanta y se arregla el
pelo– Por cierto Roger, felicidades, acabas de ascender a capitán.
Tú y tres más iréis a Venus en esta nave como teníamos planeado.
Prepáralo todo para continuar el viaje como si nada hubiera pasado.
¡Ah! Y a esta perra la lleváis al “Tarántula”, quiero
disfrutar con ella mientras la mato muy lentamente. Apenas dos
horas más tarde, El Marqués continua su viaje hacia Venus con su
nueva tripulación...
Bocetos de Pedro Cano.
Y hasta aquí los primeros capítulos de esta apasionante historia de aventuras. Si queréis saber como acaba ya sabéis en...
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