Una
gigantesca y amenazante araña acecha el espacio, decorando el casco
de la nave en la que ha sido dibujada, “El Tarántula” un
carguero fuertemente armado que permanece a la deriva, como si
hubiera sido abandonado o tuviera alguna avería que obligara a su
tripulación a mantener los motores de la nave apagados. Sin embargo,
en el interior, sólo un par de técnicos de comunicación hacen
guardia mientras el resto pasa el tiempo como puede.
El
camarote de la capitana Dolores Zorrilla está decorado de forma
bastante tétrica, y la tenue luz rojiza que baña las paredes no
ayuda en nada a suavizar la extraña sensación de miedo que puede
provocar a cualquier visitante inesperado. Enfundada en su ceñido
traje de cuero sadomasoquista, Dolores fustiga una y otra vez con el
látigo al desdichado Roger, su segundo de abordo, que está desnudo
y encadenado a la litera donde se retuerce y gime ante las torturas
de su sádica capitana.
–
¿Quién es la que manda aquí esclavo? ¿Lo dirás o te tendré que
hacer más daño? – susurra Dolores mientras lame las heridas de su
segundo.
–
¡Tú, ama! ¡Siempre has sido tú!
–
¡Demuéstramelo lamiéndome el coño como tu sabes cerdo inmundo!–
dicho esto Dolores agarra a su subordinado por los pelos y pone sus
piernas encima de la cabeza de Roger.
–
¡Vamos perro lame con más ganas! ¡¿O vas a decirme que no te
gusta?!
–
¡¡¡GLGLGLGLGLGLGLG!!!– gime Roger mientras Dolores sigue
ejerciendo presión sobre su cara, asfixiándole cada vez más. Los
gemidos de su segundo, lejos de hacerla levantar de su posición, la
excitaban más todavía, con lo cual aumentaba la presión gimiendo
de un modo alocado, cualquiera que escuchara los gritos de placer de
la pérfida Dolores pensaría que era él el asesino en vez de ella.
–¡¡¡Así
esclavo, dame más placer!!! ¡Aaaaaahhh...!
–
En ese momento y para alivio del pobre Roger suena el comunicador del
camarote.
–
¡¿Quién coño es ahora, joder?!- grita Dolores muy cabreada y sin
apartarse de su cada vez más asfixiada presa, a quien agarra de los
pelos casi hasta arrancárselos– ¡Dije que no se me molestara!
–
Capitán, hemos conseguido interceptar la conversación de la Tierra
a Venus que esperábamos, y como dijo que la avisáramos...
–
Está bien teniente, ahora voy. Y rece porque no sea una llamada
equivocada– dice Dolores mientras se levanta por fin de encima de
la cabeza de su segundo, dejándole respirar. Luego se pone una larga
bata que le cubre todo el cuerpo y se dirige a la puerta dejando a
Roger maniatado a la litera.
–
Ni se te ocurra moverte de ahí rata, luego seguiremos donde lo hemos
dejado.
* * *
A
finales del siglo diecinueve y principios del veinte se creyó
falsamente que en Venus podía haber vida, por la similitud que tiene
con nuestro planeta. Pero las sondas y los satélites que fueron
enviados a mediados del siglo XX demostraron lo equivocados que
habían estado los escritores de ciencia ficción de la época. La
densa capa de nubes que cubre el planeta provoca un efecto
invernadero que hace que éste se caliente hasta límites
insospechados, esto sumado a la alta presión atmosférica hace
imposible cualquier tipo de vida en el planeta. Pero la cabezonería
humana no tiene límites, y tras colonizar Marte y la luna Europa en
Júpiter, los científicos y las grandes empresas de La Tierra, que
siempre habían tenido la mirada puesta en otras estrellas más allá
de nuestro Sol, pensaron que Venus, siendo el planeta más caluroso
del Sistema, podía albergar la materia prima para las naves del
futuro. Así, se construyó un satélite artificial que se llamó
Galileo en el que se albergaría el centro de mando para la futura
colonización del planeta, que se iría ampliando a lo largo de los
años. La ciudad que albergaría a los colonos estaría construida en
el interior de una gran burbuja de aire rodeada de granito que
estaría bajo tierra, y a la que se conoce con el nombre de Hades.
Desde Hades, o la Burbuja, como la llaman muchos, salen varios
túneles, algunos hacia las distintas factorías mineras que se
encuentran esparcidas por todo el planeta a distintos niveles. Otros
túneles van directamente a la superficie del planeta y de ellos
salen las naves espaciales de corto alcance, pequeñas lanzaderas
preparadas para resistirlo casi todo y que van directamente al
satélite, con su carga tanto de material como de pasajeros, ya que
ninguna nave normal se atrevería a entrar voluntariamente en Venus,
a menos claro está que su piloto fuera un suicida. En el interior de
Hades, las máquinas trabajan sin descanso para proveer a la ciudad
de aire, y la luz artificial de la ciudad está regulada para
aparentar la falsa ilusión de día o noche según el meridiano de
Greenwich en La Tierra. La mayor parte de la gente se desplaza
normalmente a través de los transportes públicos y sólo los
habitantes más ricos de Venus se permiten tener vehículos privados.
Estos excéntricos habitantes viven en el centro de Hades, cerca de
los tres rascacielos que están unidos al techo de la gigantesca
burbuja y que son conocidos como los pilares del paraíso, ya que
entre los edificios hay un gigantesco jardín con plantas exportadas
desde La Tierra, junto con algunos animales.
Pero
retomando nuestra historia, en uno de los múltiples edificios de
oficinas que se encuentran bordeando la ciudad, tiene lugar la
conversación que ha interceptado el Tarántula
desde el espacio.
–
Señor Lázaro, este es Ulises Guzmán, uno de nuestros mejores
trabajadores y el joven al que la empresa ha elegido para el puesto
en La Tierra– dice Miller, el jefe de personal, mientras señala a
Ulises con su mejor sonrisa rastrera. Un tipo bajo, gris y con una
incipiente calvicie.
Ulises
es un joven de unos veinticinco años, estatura media y pelo negro y
desordenado. Aparentemente Ulises Guzmán da la impresión de no
haber roto un plato en su vida y parece llevar camino de convertirse
en un tipo tan gris y aburrido como el jefe de personal. El tercer
hombre que hay en la habitación, o mejor dicho su titilante imagen
holográfica, ya que él está en La Tierra, razón por la cual tarda
siempre un rato en seguir la conversación, es Tomás Lázaro,
gracias a los avances médicos, su aspecto es el de alguien con unos
cuarenta o cuarenta y cinco años, en realidad tiene sesenta y tres
recién cumplidos y es el dueño de una de las mayores empresas que
fabrican componentes espaciales. – He leído su expediente
Guzmán y es inmejorable, espero tenerle pronto aquí, gente
trabajadora como usted es lo que nos hace falta...– Lázaro se
quedó un momento callado y Ulises aprovechó para decir algo, pero
en ese momento la titilante figura siguió hablando– Los terrestres
no estamos acostumbrados a esa vida tan dura que lleváis en las
colonias... Perdona, creo que ibas a decir algo, las conversaciones a
larga distancia ya se sabe– la verdad es que ni Ulises ni la
mayoría de la población de Hades podía saberlo, ya que ese tipo de
conferencias sólo se las podía permitir gente con mucho dinero como
Tomás Lázaro. – Sólo que será un placer para mí trabajar
allí– dice Ulises frotándose las manos mentalmente. – Señor,
Ulises es un orgullo para la empresa en Venus, y espero sinceramente
que su aportación en La Tierra será… – Siento
interrumpirle señor Miller, pero podría dejarnos a solas un
momento. Las conversaciones interplanetarias ya son bastante liosas
con dos personas. – Co... cómo no señor... Si me perdonan– dice
Miller mientras sale por la puerta, un tanto ofendido al verse
excluido de la conversación. La imagen de Tomás Lázaro aún
permaneció un rato en silencio antes de volver a hablar. – Que
tipo más pesado ese Miller ¿Eh Guzmán? No sé cómo has podido
aguantarlo durante tanto tiempo… – Bueno yo… – Bien,
vayamos al grano. La verdad es que a parte de felicitarte por tu
ascenso quería pedirte un favor... – Lázaro volvió a
interrumpirse un momento– Perdona, ¿ibas a decir algo? –
No, nada, nada. Sólo que estoy a su disposición señor Lázaro–
los dos hombres se quedaron un momento callados. – Así me
gusta. Bueno, a lo que iba. Según tengo entendido tenías el pasaje
para dentro de tres días, ¿no? Pues tu pasaje se ha cancelado. Te
marcharás dentro de una semana en mi nave privada. No me lo
agradezcas todavía, forma parte del favor que te quiero pedir.
Dentro de dos meses voy a casarme con la chica más extraordinaria y
hermosa que haya en todo el universo, y da la casualidad de que es de
tu planeta, así que he pensado que podrías acompañarla en el viaje
hasta La Tierra. Y de paso vigilarla... La verdad es que no me
gustaría que tan cerca de la boda terminara encaprichándose de otro
hombre. No hace mucho tuvo un accidente en el que podía haber muerto
y no quisiera volver a tener la sensación de perderla por segunda
vez. ¿Alguna pregunta al respecto? – La verdad es que sí– dice
Ulises en un tono algo dubitativo–. Yo... agradezco la confianza
que deposita en mí, y espero que no me malinterprete pero la verdad
es que sólo me conoce por los informes y... En fin que no sé si soy
digno de tanta confianza– la figura de Tomás Lázaro permanece
callada y atenta mientras asiente comprensivamente con la cabeza. –
Amigo Ulises, lo que acabas de decir, y perdona que te tutee,
confirma mis suposiciones. Ahora estoy seguro de que no podía elegir
un acompañante mejor para Minerva. De todas maneras, cómo nunca se
puede estar seguro de nada, 8A se encargará de vigilarte para que no
cometas ninguna tontería. – ¡¿Ochoa?!– dijo Ulises con una
expresión de sorpresa en la cara. Expresión que se acrecentó
todavía más cuando detrás de él apareció un imponente robot de
dos metros de alto y de un llamativo color rojo. – A su servicio
señor– dijo el gigantesco robot. – 8A ha sido programado para
estar a tu servicio mientras te vigila y grava todo aquello que le
parezca sospechoso. Te acompañará de ahora en adelante hasta haber
cumplido tu misión. Luego te lo puedes quedar cómo recompensa por
los servicios. Ya verás que buen criado es– Ulises sonríe
nerviosamente mientras mira al robot que hasta ese momento le había
parecido que formaba parte del decorado. – Por cierto– continua
Lázaro– Mañana tienes una cita para cenar en casa de mi chica, si
vais a ser compañeros de viaje conviene que os vayáis conociendo.
Pero no te preocupes, para que no te sientas tan incómodo también
estarán allí sus padres. ¿Alguna pregunta más? – Yo... creo
que... No sé qué decir...– contesta Ulises nerviosamente mientras
traga saliva. – Bien entonces creo que lo mejor será cerrar la
comunicación. Estas llamadas interplanetarias cuestan un ojo de la
cara. ¡Je! ¡Je! ¡Je!...– dijo la imagen holográfica antes de
desaparecer. – Mierda. ¡¿Cómo se me ha ocurrido
aceptar?!– maldice Ulises malhumorado. – ¿Desea alguna cosa
el señor?– pregunta 8-A sobresaltando a Ulises. – ¡Joder,
qué susto! Oye, ¿no habrás grabado todo lo que he dicho hasta
ahora, verdad? – Sí señor. Es mi deber cómo...
–
Genial, ya he vuelto a meter la pata. Anda, será mejor que nos
marchemos.
* * *
En
la sala de mandos del Tarántula, Dolores manda desconectar la
transmisión a Jill y a Charlie para evitar que alguna otra nave
pueda detectar su presencia. – Jill, ponte en contacto con el
equipo de Venus, que sigan a Ulises Guzmán, él les llevará mañana
hasta la mercancía... El tal Guzmán no parece muy problemático,
pero adviérteles sobre el robot, y que tengan cuidado también con
la chica, diles que es más de lo que aparenta. Tú, Charlie, llama a
alguno de los pilotos y que ponga los motores en marcha para ir al
punto de encuentro. Entre tanto yo buscaré a Roger para informarle
personalmente. – A la orden señora– dicen a la vez Jill y
Charlie mientras Dolores sale de la sala de control para dirigirse a
su camarote, donde Roger sigue maniatado a la
litera. * * * En el
centro de Hades, cerca del triángulo de Edén, se encuentran los
edificios más lujosos de toda la ciudad, entre ellos está el Strux,
llamado así porque pertenece a la compañía de Isaac Strux, uno de
los hombres más ricos del Sistema. Allí es donde vive María,
hermana de la difunta mujer de Strux, con su marido Fred y la hija de
ambos, Minerva, que se llama igual que su difunta tía y que es la
prometida de Tomás Lázaro. Allí es a donde se dirige el
aereodeslizador que lleva a Ulises Guzmán y al androide 8A. Al ser
una zona de alto poder adquisitivo, se pueden ver varios vehículos
privados circulando por allí y nadie nota la presencia de otro
aereodeslizador que le sigue a una cierta distancia. El vehículo
volador en el que va Ulises entra dentro de uno de los
aereoaparcamientos que hay en medio del edificio. El aereodeslizador
que les ha estado siguiendo se mete en uno de los edificios de ocio
que hay justo enfrente, pero antes de eso, dos pequeñas cámaras del
tamaño de un mosquito salen del vehículo perseguidor para seguir a
Ulises en el aereoaparcamiento. Los pasillos están decorados
con todo tipo de imágenes en 3D de cuadros, estatuas, plantas, e
incluso fuentes que muestran el poder y el dinero de los habitantes
del edificio. Cuando por fin llegan al apartamento, quién les
recibe en la puerta es una mujer de unos cuarenta años de edad, muy
delgada, y que viste una ropa muy sencilla, teniendo en cuenta el
lugar donde vive, pero Ulises no le da la más mínima importancia,
“cada cual que vista cómo le dé la gana, que para eso está en su
casa”, piensa Ulises mientras la mujer le invita a pasar. –
¿Es usted Minerva? No esperaba que saliera a recibirme a la
puerta. – Se equivoca señor Guzmán, soy Lara, la criada.
Ahora si e siguen usted y su robot les llevaré a la biblioteca,
donde los señores no tardarán en recibirle. – Caray que
chasco. No creía que nadie tuviera criados, desde que se inventaron
los robots. – Los que tienen mucho dinero sí, es una forma de
demostrar su poder– dice Lara mientras conduce a Ulises y a 8A a la
biblioteca. El robot se queda quieto en un rincón de la
habitación y Ulises empieza a curiosear aprovechando la ausencia de
la criada. Algo que choca a Ulises es que los libros son de papel
impreso, muy viejos, y están encerrados en una vitrina. En realidad,
toda la biblioteca está decorada como si fuera del siglo XIX. Los
cuadros que decoran la única pared sin estanterías son de distintas
épocas y estilos, hay de Leonardo, Van Gogh, Goya, Picasso, etc.
Ulises se queda de piedra ante tanta ostentación. – ¿Te gusta la
pintura?– dice una voz joven y suave a su espalda. Ulises se
gira sorprendido para ver a la mujer más hermosa que ha visto en su
vida. La chica aparenta unos diecisiete o dieciocho años, su pelo es
muy negro y le llega hasta los hombros, y lleva un ceñidísimo
vestido de tirantes que realza su esbelto cuerpo. El pobre Ulises se
queda sin habla por un momento. – El cuadro que estás
mirando es un Noguera. Yo soy Minerva, y tú supongo que eres Ulises
Guzmán. ¿Correcto? – ¿T-tú eres Minerva? Creía que eras
más... más… –¿Más qué? – Mayor. – No sé lo
que te habrán contado, pero tengo veinte años. Siento
decepcionarte– dice Minerva con una hermosa sonrisa–. Dentro de
dos meses cumpliré veintiuno, justo el día de mi boda. ¿Y tú,
tienes novia o algo parecido? – No, sólo amigas. – Bueno,
pues ya tienes otra amiga. Después de la cena iremos a tomar unas
copas. Si vamos a viajar juntos hasta La Tierra necesitaremos
conocernos mejor. ¿No crees? Ulises traga saliva mientras mira de
reojo a 8A. La perspectiva de salir aquella noche con una chica como
ella, era lo mejor que le hubiera podido ocurrido nunca, si las
circunstancias claro está fueran distintas. – Creo que no podré,
tengo trabajo pendiente antes del viaje y… – Tonterías.
Tienes casi una semana para terminar esos trabajos. Por una noche que
salgas no va a pasar nada. – Eso espero– contesta Ulises con una
sonrisa nerviosa. En ese momento entran por la puerta los padres de
Minerva, un matrimonio más o menos de la misma edad que el jefe de
Ulises, vestidos de un modo muy elegante. – ¡Ah Minerva, estás
aquí! Veo que ya has conocido al señor Guzmán. – Así es
papá. Ulises, estos son mis padres, Frédéric y María. –
Es un placer conocerles– dice Ulises dándoles la mano a los padres
de Minerva. – Igualmente Ulises. Bueno ¿qué tal si pasamos al
salón? Creo que la comida ya está lista– dice María mientras
salen todos de la biblioteca.
Dibujo de Pedro Cano.
El resto de la historia en...
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