Antes de partir hacia Francia, Diana pasó por el
piso de la capital donde se encontraba viviendo y recogió algunas cosas, aparte
de a Martín, su compañero de piso y quien le había avisado del asunto de
Francia. Una vez en marcha les puso al día de lo que pasaba.
-
…Por lo que dicen, en vida era un jubilado con problemas del corazón, el médico
le había recomendado dar largos paseos y el hombre se lo tomó al pie de la
letra, pero una mañana fue encontrado muerto en un camino, le había dado un
infarto. Algunos días después, la familia empezó a tener extraños sueños en los
que el hombre iba a visitarlos, también algunos amigos aseguraban tenerlos esos
mismos sueños y una especie de epidemia anémica se ha apoderado de la
población, ya ha muerto otro anciano y si no actuamos pronto la cosa podría
ponerse muy fea.
-
Ya veremos- dijo Diana mientras conducía el coche.
- Diana dime una cosa.
¿Qué pinto yo en todo esto? ¿Soy alguna especie de elegido o algo así? ¿Acaso
tengo poderes?- preguntó Jota en el asiento de atrás.
-
Oh si, eres un encanto y muy tierno en la cama, aparte de eso ves demasiadas
películas, además estar en el momento y el sitio equivocado- contestó Diana sonriendo
irónicamente.
Martín
sentado al lado de la chica se río ante la ocurrencia de la chica.
- ¡Va! Muy graciosos. ¿Y
vosotros qué tenéis de especial?
-
Ya te lo dije, en su momento, sabemos cosas.
-
Vamos que sois muy listos vosotros dos.
- Todo lo contrario amigo, somos
conscientes de nuestra ignorancia, por eso intentamos mantener nuestra mente
abierta a todo, siempre manteniendo un resquicio de duda. Apenas
pararon para comer en un área de descanso tres cuartos de hora antes de seguir
su camino, al atardecer por fin llegaron a su destino. El pueblo era un sitio
pequeño de casas residenciales, donde casi todos sus habitantes se conocían, el
lugar era muy diferente de la pequeña ciudad dormitorio donde vivía Jota, en el
que solo algunos barrios alejados del centro daban un aspecto similar al de
aquel sitio.
En
el bar de un pequeño hostal, les esperaba Pier, el médico de una población
cercana, perteneciente o simpatizante a ese misterioso grupo de personas al que
pertenecían Diana y Martín. Pier tendría unos cuarenta años, moreno, metro 75
de estatura. El hombre había alquilado dos habitaciones dobles, a Martín le
tocaría compartir la habitación con su anfitrión, mientras Jota lo haría con
Diana. - ¡Camas separadas!- dijo Jota al
entrar en la habitación.
-
Tranquilo cariño, a lo mejor ni siquiera llegamos a usarlas.
Durante
las horas que los protagonistas estuvieron en la carretera, Pier entrevistó a la familia y vecinos del
presunto vampiro. En vida el hombre era
una persona cordial y aparentemente afectuosa. Los vampiros poderosos, ya antes
de morir, suelen presentar ciertos síntomas de su auténtica naturaleza, aunque
en ocasiones pueden interpretar durante toda su vida el papel de personas
normales, comportándose mucho mejor que el resto de la gente que les rodea, aunque
en el fondo son incapaces de sentir cualquier emoción e inconscientemente
absorben la energía vital de la gente próxima a ellos. Después de leer el
informe y antes de que fuera más tarde, Diana le pidió a Pier que la acompañara
a entrevistarse otra vez con la gente que tenía más próxima.
Pier presentó a Diana como a una colega, una médico
que investiga enfermedades raras y contagiosas. Asegurando que el foco de la
extraña epidemia que padecía aquel pueblo, podía haber empezado tras la muerte
del sospechoso, Diana empezó a preguntar sobre él, estos confirmaron lo que
ella sospechaba, él hombre, se había convertido a través de otro no-muerto,
entonces les preguntó sobre el día en que lo encontraron muerto.
- El
padecía del corazón y el médico le había recomendado dar largos paseos, cosa
que mi padre se tomaba al pie de la letra- empezó a relatar una de las hijas
del difunto- salía antes de desayunar, incluso a veces antes de que amaneciera
y se recorría sus cuatro o cinco kilómetros. Ese día al ver que no regresaba,
tuvimos que ir a buscarlo, pero antes de que encontráramos recibimos una
llamada de la policía, al principio creyeron que había sido víctima de un ataque,
pero lo cierto es que los indicios que creyeron ver en un principio eran
demasiado vagos y terminaron por descartarlo… los médicos confirmaron que había
sido un ataque al corazón.
-
Y ese día fue de los que salió antes del amanecer, como me habías dicho.
-
Si- dijo la mujer suspirando afectada.
-
Bien, tengo una noticia buena y otra mala, tu padre no es el origen de la
epidemia, pero si ayudó a difundirla. Tranquilos, no es letal y pronto
desaparecerá sin más consecuencias.
- ¿Si? Pues se ha llevado ya a mi
padre y otro anciano del pueblo y mis hijos… tienen incluso pesadillas en las
que lo visita su abuelo, para abrazarlos y besarlos pero… al día siguiente…
¡Dios! Yo misma he tenido esas pesadillas y siempre me levanto agotada, cuando
puedo levantarme de la cama- dijo la mujer sollozando.
Diana la abrazó para confortarla
diciéndole que todo se solucionaría pronto. Finalmente antes de irse le
preguntó por el día exacto en el que el hombre había muerto.
Más
tarde durante la cena en el bar del hostal, Diana les contó lo ocurrido a Jota
y a Martín, cuyo nivel de francés era muy limitado.
-Las
fechas coinciden con las de la muerte de Doña Carmen y la visita que recibí de
Rúdiguer. El vampiro al que nos enfrentamos es de los menores, manejado a
distancia por el vampiro rey, doña Carmen, con la más que probable intención de
alejarnos de su guarida para ganar tiempo. - ¿Entonces
qué hacemos? ¡Mis amigos están en peligro!- dijo Jota - Lo se cariño, pero hoy ya es muy tarde.
Además antes del amanecer tendremos que ir al cementerio y terminar con este
ser antes de que cause más daño… eso si no ha huido ya para reunirse con los
suyos. Ahora será mejor que vallamos a dormir.
Poco
después de las tres de la madrugada, sonó el móvil de Diana.
- ¿Si?- dijo soñolienta.
-
Mi hija ha vuelto a soñar con su abuelo. Sus gritos llamándolo en sueños me han
despertado. Ahora no reacciona. ¡Por favor, dígame que tengo que hacer!- dijo
la mujer con la que había estado hablando unas horas antes.
- Está bien, llévala a urgencias y
que le hagan un examen, puede que necesite una transfusión.
-
¿Usted también vendrá a examinarla?
-
No será necesario, además ahora mismo tengo otros asuntos que atender.
-
¡¿No me diga?! ¡¿Más urgente que atender a mi hija?!- dijo la mujer
visiblemente enfadada.
-
Oiga, entiendo su preocupación y su enfado, pero sintiéndolo mucho ahora mismo
no puedo hacer nada más, hágame caso y lleve a su hija a urgencias… ¡Ahora!-
dijo Diana antes de colgar el móvil.
-
¿Qué pasa?- Preguntó Jota en la cama de al lado, mirándola con cara soñolienta.
-
El vampiro ha vuelto a actuar. ¡Levántate! Vamos al cementerio.
Jotacé.
Coincido con Jota, veo muchas películas y me intriga que tiene de especial Diana.
ResponderEliminarYo he escrito un par de historia sobre un detective paranormal y una especial ayudante. Aunque no tan bien escrito como esta saga, que me interesa seguir.
He leído tu relato del detective y el caso de la combustión espontanea y esta chulo Demiurgo, en cuanto a Diana, a pesar de que ya salía en otra historia anterior mía, incluso para mi es un misterio, aunque ella misma no se considere especial.
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