lunes, 10 de febrero de 2014

(M.N. 24) CAZADORES DE VAMPIROS

Faltaba un par de horas y media para el amanecer, cuando el coche llegó a las puertas del cementerio municipal de aquella localidad francesa. Salieron del coche, Diana abrió el maletero y sacó un par de pesadas mochilas, que les pasó a Martín y a Jota. Saltaron la verja y buscaron la tumba del vampiro, un jubilado que tras morir por un ataque al corazón, volvió de la muerte para atormentar por las noches a sus parientes y vecinos, alimentándose de su sangre.                                                                                           
Por suerte Pier sabía más o menos donde estaba el nicho del difunto, lo que olvidó decirles es que estaba a una cierta altura. Ahí Jota pudo comprobar la habilidad de Diana para abrir puertas y candados, sin que se notara demasiado, para acceder al cuarto donde los enterradores y cuidadores del cementerio guardaban las herramientas. Se hicieron con unas escaleras y todo lo necesario y regresaron al lugar donde teóricamente reposaba el difunto. La única que parecía mantener los nervios a raya era Diana, que parecía haber realizado ese tipo de trabajos toda su vida. A Martín que era un poco más fuerte que Jota, le tocó subir al nicho y abrirlo con las herramientas que le pasó le pasaron sus compañeros, sacó la pesada lápida y se la dio a Jota y a Pier, que a punto estuvieron de dejarla caer, luego le tocó el turno al ataúd, que siendo menos pesado, era sin embargo más aparatoso. Lo bajaron al suelo y abrieron la tapa, a Jota le temblaban las manos. El interior estaba vacío, en ese momento sintieron un golpe a sus espaldas, vieron a Pier rebotar contra una de las paredes y de ahí al suelo inconsciente. El anciano que debía estar en la caja, les miraba con los ojos inyectados en sangre, el rostro hinchado y rojo como un tomate le da una apariencia saludable, muy alejada de la que Jota tenía por las películas. Martín sacó un crucifijo de la mochila y con manos temblorosas se acercó al vampiro, este le dio un manotazo y el símbolo religioso salió disparado chocando contra uno de los nichos.                                        
- ¡¿Creéis que eso me asusta?! En vida fui una persona muy religiosa, ¿Por qué tendría que asustarme de un Dios que ahora sé que no existe?- ante aquel acto de poder, Jota retrocedió unos pasos- ¡Sabía que vendríais! ¡No sois para tanto, podré acabar con vosotros aquí y ahora!                                                
- Cre… creía que era francés- dijo Jota, dándose cuenta de que aquel ser hablaba en perfecto castellano.                                                                                  
- “Bien sûr, la personne que je vivais était français…”- dijo en perfecto francés, para continuar en español- pero ahora también soy parte de doña Carmen, como pronto lo será su nieto. Temo que os estéis perdiendo una reunión familiar.                                                                                                                             
Ante aquella afirmación por parte del vampiro, a Jota se le formó un nudo en la garganta de pura impotencia, ignoraba como debía actuar y el terror lo tenía completamente paralizado.                                                                                          
- Los símbolos tienen el poder que cada uno quiere darles ¡Sabes que no te temo!- dijo Diana andando hacia el vampiro en tono desafiante y con las manos desnudas- ¡Regresa a tú ataúd, del que no tendrías que haber salido!              
- Brillas con un aura especial ¿Quién eres, por qué no puedo acercarme a ti?- dijo el ente en tono grave y obedeciendo a la orden que le estaban dando.       
- Solo una mujer que sabe lo que eres. Sabes que no te temo y que no permitiré que dañes a mis amigos.                                                                                       
El vampiro se tumbó en el ataúd.                                                                                     
- Dona Carmen n'avait pas aussi facile- dijo el vampiro ahora en francés, antes de cerrar los ojos.                                                                                                          
Martín le pasó a Diana una estaca y un martillo que había sacado de la bolsa y colocó la punta de la estaca en el corazón del vampiro.                                       
- Eso ya lo veremos- dijo Diana respondiéndole al vampiro a la vez que le asestaba el primer golpe sin arrugarse un momento, La sangre empezó a salir a borbotones, mientras ella seguía golpeándolo, sin que le importara mancharse. Una extraña expresión de paz se reflejó en el rostro ensangrentado del no muerto. Diana, siempre asistida por Martín, el cual le pasó un pequeño serrucho, procedió a dar fin con el ritual cortándole la cabeza y llenándole la boca con flores de ajo.                                                                                                     
Jota observaba toda la escena desde la distancia y le parecía de lo más gore que había visto nunca, la principal diferencia con respecto a las películas de genero que había visto, radicaba en que aquello era la vida real. Inevitablemente terminó vomitando en un rincón.                                                         
- ¿Estás bien? Ahora pareces tú el fantasma- dijo Martín poniéndole una mano en el hombro. Jota, pálido asintió con la cabeza.                                                         
- ¿Qué ha pasado?- dijo Pier que en ese momento se recuperaba aún dolorido y tocándose el chichón de la cabeza- ¿Ya ha terminado todo?                            
Jota y Martín fueron hacia el hombre, del que hasta ese momento parecían haberse olvidado.                                                                                                          
-¡Vamos, daos prisa que hay que recoger todo esto y limpiarlo antes de que abran el cementerio!- dijo Diana, limpiándose la sangre con toallitas húmedas que arrojaba en una bolsa de basura- ¡Menudos cazadores de vampiros estáis hechos!                                 
Guiados por la intrépida mujer, volvieron a subir el ataúd al nicho, Martín que era el más fuerte del grupo lo volvió a dejar todo como si nadie lo hubiera tocado. Jota y Pier, siempre dirigidos por Diana y con la ayuda de potentes productos de limpieza de marca desconocida, limpiaron las manchas de sangre del suelo y las paredes. Cuando se dirigieron a la salida, la luz del día empezó a inundarlo todo. Escondidos detrás de una de las paredes, vieron como los empleados y cuidadores del lugar abrían las puertas y entraban en el interior. Ellos salieron cuando lo consideraron seguro. Ya en el coche Diana abrió el maletero, se quitó la ropa que dejó en un rincón y se puso ropa limpia.                                    
Después de dejar a Pier en el hotel y recoger sus cosas se marcharon, Pier se encargaría de pagar la factura, a ellos les esperaba una tarea todavía más difícil en casa.                          
- ¿Ha… hacéis esto…lo de matar vampiros quiero decir… a menudo?- dijo Jota con cierto tono de nerviosismo en la voz y sentado en el asiento trasero del coche.                                                                                                                
- Digamos que lo he hecho unas cuantas veces ya- contestó Diana con una enigmática sonrisa al lado de Martín en el asiento del copiloto.                        
- Yo es la tercera vez y aún no me he acostumbrado.                                                   
- Lo has hecho bien Martín- dijo Diana                                                                               
- El único que no ha estado a la altura… he sido yo… me temo.                             
- Tranquilo, siempre pasa la primera vez, pero por el bien de todos, espero que la próxima vez lo hagas mejor, temo que esto solo haya sido un precalentamiento para lo que nos espera- dijo Diana.                                                                      
El resto del viaje transcurrió tranquilo y en silencio.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    
Jotacé.

2 comentarios:

  1. Jota se comportó como se hubieran comportado casi cualquiera en esa situación. Vaya chica que se encontró.
    Diana es la más valiente, abre las cerraduras facilmente y además tiene algo que la hace temida por los vampiros.
    Y eso que dijo que no era como Buffy La Cazavampiros.

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