Apenas veinte minutos permaneció Tigre inconsciente
y casi tres cuartos de hora tardó en deshacerse de sus ligaduras y mordazas,
más de una hora en la que Hugo pudo colarse en la nave Moutona y alejarse de la
amenaza que pendía sobre su cabeza. Norma la encargada de vigilarlo, había sido
drogada, tal y como se demostraría más tarde.
Pronto
la base pirata se convirtió en un avispero de guardias de seguridad buscando al
fugitivo. Sospechando que se había colado en alguna nave de las que habían
salido recientemente, se dio aviso a sus tripulaciones, para que las
registraran y regresaran inmediatamente a la base, tanto si lo encontraban como
si no. Todas contestaron en seguida y al cabo de las horas casi todas estaban
ya de regreso, menos claro está la nave mautona de la que se apoderó Hugo.
Tigre
salió con un grupo de cazas tras la pista de la nave fugitiva y pronto
encontraron la señal de auxilio proveniente de una de las cápsulas de
salvamento, con la tripulación en su interior.
Hugo Cortes había escapado y los
miembros de la tripulación se verían sometidos a un intensivo interrogatorio,
como ya lo hicieran en su momento Norma, Tigre y los miembros de seguridad del
hangar.
- He calculado los
posibles itinerarios que ha podido seguir, desde que se hizo con la nave.
¡Saldré personalmente a capturarlo!- dijo Norma furiosa.
- ¡No! Daremos aviso a nuestros contactos con las
autoridades para que destruyan su nave en cuanto sea localizada, y enviaremos a
nuestros hombres en esos mundos para que se aseguren de que Cortés no llegue
vivo al Cristóbal Colón- dijo Dios- A vosotros os necesito aquí para preparar
las defensas y evacuación si eso falla.
-
Creo saber a dónde se dirige y si estoy en lo cierto, tengo una deuda pendiente
con él- dijo Tigre.
-
Ponte a la cola, yo me dejé engañar como una tonta. ¡Quiero ir con Tigre!
-
Esta bien, aquí no sois imprescindibles. Pero esta vez procurad no fallar.
Si
intentaba contactar con el Cristóbal Colón con el equipo de comunicaciones de
aquella nave, sus enemigos interceptarían el mensaje mucho antes, localizándolo
poco después, la última posibilidad que le quedaba, era ir a Océana y buscar a
Marina, poniéndola muy a su pesar en peligro. El problema era entrar en el
planeta, durante aquellos últimos meses como contrabandista, aprendió muchos
trucos para entrar en los distintos mundos a los que iba, sin ser descubierto
por las autoridades, por desgracia los mismos que le enseñaron dichos trucos,
también habían puesto precio a su cabeza y probablemente ya estaban alertados
de su fuga y estarían esperando la llegada de su nave de un momento a otro.
Cerca
de una de las rutas comerciales más frecuentadas hacia el planeta, puso el
automático de la nave, para estrellarla en uno de los numerosos asteroides de
aquel sistema solar, subiéndose en la segunda cápsula de salvamento que
disponía. En la gravedad cero del interior de la cápsula, pulsó el botón de
auxilio antes de meterse en el pequeño sarcófago de hibernación.
El
sueño duró menos de lo esperado, siendo sacado de su letargo por la tripulación
de un crucero de placer, que se dirigía a Oceana, tal y como él deseaba. El
capitán, un bíraro de gran plumaje y pico puntiagudo lo cual le hizo pensar que
se trataba de una hembra, le comunicó que ya había dado aviso a las autoridades
de Oceana de su rescate y que probablemente lo estarían esperando para dar
cuenta de lo ocurrido.
-
Verá capitán, tengo un pequeño problema respecto a eso, si me lo permite le
explicaré la situación en la que me encuentro…- Hugo le resumió al capitán
quien era y el peligro que corría.- Ahora entregarme a las autoridades o no es
asunto suyo, mi vida está en sus manos.
-
Me da demasiada responsabilidad, sabe que no puedo hacer nada.
- Claro que sí. En
primer lugar, permítame contactar con el Cristóbal Colón desde su nave para que
envíen a alguien a buscarme y luego Déjeme huir en una cápsula atmosférica
antes de aterrizar.
El
bíraro rió estrepitosamente.
- ¿Quiere que me meta en un lío?-
dijo el capitán
-
Créame, durante estos meses he descubierto que mis enemigos tienen contactos en
todas partes, los líos en líos en los que puede meterse si me deja escapar, no
son nada en comparación a los que podría meterse si sigo aquí cuando
aterricemos. La historia que le he contado ya le compromete, así que puede
olvidarla y dejarme escapar o entregarme con el riesgo de que mis perseguidores
vengan a por usted y su tripulación después de hacerme desaparecer, yo de usted
me decidiría ya, pronto llegaremos al planeta, el tiempo se acaba.
-
Está bien usted gana. ¿Pero quién me garantiza que sus enemigos no vendrán a
buscarnos a nosotros igualmente?
- El hecho de
que estarán demasiado ocupados buscándome a mí- dijo Hugo sonriendo y créame,
soy un tipo bastante escurridizo por la cuenta que me trae.
-
Está bien, usted gana- dijo el bíraro con un pequeño graznido, equivalente a un
suspiro humano.
Nada
más atravesar la atmósfera de Océana, una pequeña cápsula con dispositivo de
planeador, salió despedida de la nave. Los mandos eran sencillos y fáciles de
manejar incluso para un niño llegado el caso. La potencia de motor demasiado
baja para ser detectado y Hugo había destrozado la pequeña baliza de
localización. Gracias a la gran altura y a un viento favorable, a pesar de la
distancia, Hugo consiguió que la cápsula planeadora, amerizara a pocos
quilómetros de la isla Utópica donde sus habitantes ya le habían ayudado en
otra ocasión.
Marina estaba en el
local de su padre, cuando creyó ver entre la clientela que lo frecuentaba un
rostro que le traía recuerdos de tiempos mejores, era una de las mujeres que
había conocido en Utópica, la miró sonriendo y la mujer le devolvió la sonrisa
en señal de reconocimiento, se acercó a ella, pero para su sorpresa la mujer se
levantó y se marchó, dejando caer un trozo de papel en el suelo.
Alguien que te quiere te espera en Utópica,
ven al puerto norte esta noche a las diez y no le digas a nadie a dónde vas.
Marina
miró fijamente la nota y su corazón le dio un vuelco. Sin lugar a dudas era
Hugo y otra vez corría peligro.
A
la mañana siguiente una pequeña embarcación velera llegaba a la isla, donde la
figura de Hugo aguardaba impaciente en la playa que había junto al pequeño
puerto de madera. Incluso en la distancia se reconocieron y al aproximarse el
velero al puerto, ella salto al encuentro de su amante.
Jotacé.
Bien planteado el capítulo, hasta el último detalle, como que se ofendan por el escape de Hugo. Es absurdo que se ofendan. ¿Que otra cosa esperaban que hiciera? Pero es un absurdo que tiene coherencia con la historia.
ResponderEliminarQue astuto resultó Hugo. Su capacidad para argumentar no es un detalle para desdeñar.
Tiene sentido que haya ido a encontrarse con Marina. Si huyó de una mujer, tiene sentido que haya ido a encontrarse con otra y que sea su amante.