Desde
el cataclismo, Arturo permaneció encerrado herméticamente en aquel
refugio hasta que las condiciones climatológicas permitieran una
inspección del mundo exterior, buscar a otros supervivientes y tal
vez víveres con los que poder seguir subsistiendo durante algún
tiempo más, aunque en aquella perpetua soledad, todo careciera de
sentido. Poco podía imaginar que la vida hubiera permanecido en
aquel mundo de pesadilla, adaptándose y cambiando de aquella forma
tan terrible y menos en relativamente tan poco tiempo, ya lo daba
todo por perdido cuando fue rescatado por los habitantes de la ciudad
subterránea. A Arturo se le formó un nudo en la garganta mientras
revivía todo aquello contándoselo a los invitados de Julia y
Damián. La comida se prolongó durante unas cuantas horas en las que
también él intentó averiguar lo máximo posible de la ciudad, pero
lo único que conseguía eran pequeñas anécdotas de la vida
cotidiana de sus habitantes, sin conseguir ver en conjunto como
estaba formada aquella nueva sociedad.
- Todavía no se como
podré pagar toda esta generosidad- dijo casi con lágrimas en los
ojos.
- No hay nada que pagar Arturo, en cuanto lleves un
tiempo aquí y te adaptes, serás uno más y lo entenderás-
respondió uno de los comensales con más edad de los que habían
sentados a la mesa.
Entre los invitados también se encontraba
Pablo, su compañero de apartamento, el cual se encargaría en los
próximos días de ser su guía en lugar de Julia.
Poco a poco todos
se fueron marchando a sus respectivas “casas” o a ocuparse de sus
quehaceres diarios. Arturo se quedó con las ganas de tener una
conversación en solitario con Julia y pedirle unas cuantas
explicaciones. También vio que la relación entre su nuevo compañero
y los habitantes de aquel piso era casi familiar, cuando salieron de
allí él le preguntó a Pablo por aquella relación.
-
Julia es mi madre. Me tuvo un poco antes de que el exterior se fuera
a la mierda, por desgracia mi padre no lo logró.
- Lo siento
mucho, Ella no me contó nada.
- No me sorprende, son demasiadas
cosas las que tienes que asimilar en muy poco tiempo- contestó Pablo
sonriendo- Anda vamos a dar una vuelta antes de regresar a casa, son
demasiadas horas sentados en una mesa y necesito mover un poco el
esqueleto. Además, mañana ya habrá tiempo para enseñarte las
rutinas de la ciudad. Aunque creo que mi madre ya te explicó ayer un
poco algunos de los trabajos a realizar.
Pablo llevó a Arturo a
uno de los muchos sitios de ocio, como ocurrió durante la comida,
todos querían conocer al hombre que venía del exterior. Al rato
apareció Paz la novia de Pablo.
- Oye si no te importa, nos
vemos en un rato- dijo Pablo mientras la chica cogiéndolo de la mano
lo arrastraba entre la multitud. La música era muy distinta a la
que él escuchaba en su juventud y todos los allí presentes eran más
jóvenes que él en el momento en que se vio encerrado en su refugio;
pronto empezó a agobiarse. Fue fácil encontrar a su compañero en
un rincón oscuro del local aprovechado por algunos jóvenes para
practicar el sexo; esperó pacientemente a que sus amigos terminaran
y durante aquel rato jóvenes de ambos sexos llegaron a hacerle
proposiciones que él rechazó cortésmente. Cuando salieron de su
escondrijo, Pablo y Paz se despidieron hasta el día siguiente, para
regresar con Arturo a su vivienda
compartida.
Jotacé.
Por ahora, todo se está dando bien para Arturo.
ResponderEliminarA pesar del esfuerzo de adaptarse a una cultura un tanto distinta de lo que conoce.
Esta historia me la estoy tomando con mucha calma, apenas micro capítulos y por lo tanto la acción va muy lenta para intentar poder contar todo lo que se me va viniendo a la cabeza y aunque tengo ya varios capítulos adelantados, y una sinopsis general en la cabeza de por donde irán los tiros, la cosa todavía no está muy clara.
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