Arturo
miró a la gente que pasaba por los dos lados de la calle subterránea
o más bien pasillo de la ciudad subterránea, prefería un sitio más
discreto para hablar con Julia en vez de delante de todo el
mundo.
- ¡No me dijiste que estabas casada! ¡Qué tienes una
familia!
- Lo siento, pero no tuve tiempo de decírtelo y tampoco
era algo que tuvieras por que saber. Además no estoy casada, ya no
hace falta formalizar una relación para que decidas compartir tu
vida con alguien.
- Pero te acostaste con migo… y… y tienes
hijos. ¡Ni si quiera me dijiste que Pablo fuera tu hijo!
-
El sexo está sobre-valorado, pasamos un buen rato juntos ya está.
-
Si pero cuando me desperté tenía a tus hijos al pie de mi cama,
viendo como dormía. Y tú marid… tú pareja o lo que sea también
estaba en la habitación, como si fuera lo más normal del
mundo.
- Es que lo es… aquí eso no tiene nada de malo.
-
Y luego… me habéis hecho ir a trabajar a un invernadero.
- Aquí
todos aportamos nuestro trabajo, cinco horas obligatorias de trabajo.
Somos muchos y esto no se mantiene solo.
- ¿Y si quisiera
regresar a mi refugio, me lo impediríais?
- Eso sería una
locura… suicida tal y como están las cosas hay afuera.
- Si pero
es hay afuera donde me encontrasteis. ¿O es que acaso me tenéis
prisionero?
- No, claro que no estás prisionero y sí, de
vez en cuando hacemos expediciones al exterior para saber como están
las cosas. Pero… pero eso sería una locura.
- ¿Y si te
digo que hay algo en mi refugio con lo que podría vivir cómodamente
sin que nadie me dijera lo que tengo que hacer, es más siendo yo el
jefe?- Julia se echó a reír- ¿Puede saberse que te hace tanta
gracia?
- Cariño, las cosas ya no funcionan así, ya no hay jefes y
la vida humana se valora por encima de cualquier bien material-
contestó Julia intentando acariciarle la cara, él le apartó la
mano bruscamente.
- Si, pero no la privacidad de la gente por lo
que se ve, ni las creencias y tengo la impresión que tampoco la
propiedad privada, que es tal vez lo que más nos define
individualmente, son cosas que no entiendo.
- Lo que nos
diferencia a unos de otros no está las cosas que se posee, ni en si
eres más o menos alto, en el color de la piel o el sexo, lo que nos
hace distintos es nuestra forma de pensar o de creer, eso es lo que
realmente nos diferencia… pero no es malo, al contrario, todos
podemos aportar ideas para mejorar tanto individual como
colectivamente. Un tanto frustrado Arturo permaneció callado
durante unos segundos, tenía multitud de argumentos para decirle a
Julia que se equivocaba, pero sabía de la inutilidad de seguir con
aquella conversación, eso solo desembocaría en un interminable
debate sin sentido. Arturo tragó saliva antes de soltar la bomba que
tenía preparada. - Hay otra razón por que he de regresar al
refugio… Hay otra persona esperándome allí- dijo bajando la
cabeza- Y algunas provisiones ya se estaban acabando cuando
salí.
- ¡¿Qué?! ¡¿Por qué no lo has dicho
antes?!
- Bueno, no tuve tiempo de decírtelo- respondió Arturo
tratando de ocultar una sonrisa
irónica.
Jotacé.
Es lo que tendría que haber dicho, en lugar de quejarse tanto. El personaje me resulta un tanto antipatico.
ResponderEliminarLa historia me resulta cada vez más interesante.
Si, Arturo no es un personaje muy heróico ni simpático que digamos y más despues de haber pasado tanto tiempo solo o tal vez con la misma persona.
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