Al
despertar al día siguiente, Pablo le dio a Arturo un mapa de la
inmensa ciudad subterránea. En el núcleo de esta, habían tres
grandes lagos a distintas profundidades, ya que el agua de la
superficie tenía que irse depurando, el agua de los distintos lagos
y ríos subterráneos servía además de abastecer a la población de
agua potable, para crear la mayor parte de energía eléctrica entre
otras cosas, jardines donde los árboles artificiales que Julia le
enseñó el primer día convivían con otras plantas, árboles
frutales y todo tipo de vegetación conservada en invernaderos, que
eran a su vez centro de trabajo de muchos ciudadanos; debajo de los
pasillos había todo un sistema de metro que recorría toda la
ciudad; en las zonas más alejadas había otros centros de trabajo
destinados a satisfacer todas las necesidades de los habitantes.
También centros dedicados a la cultura y al ocio donde acceder a
cualquier película, libro o disco que hubiera sobrevivido a la gran
catástrofe y evidentemente centros de educación donde niños de
todas las edades e incluso adultos podían aprender de todo o casi de
todo. Los ciudadanos tenían acceso libre y casi
obligatorio a los centros de reunión, tanto física como
virtualmente para opinar sobre cualquier problema que pudiera
afectarlos de algún modo a todos y donde entre todos podían buscar
la mejor solución a dichos problemas, proponer ideas y soluciones o
decidir cual de ellas era la mejor; la ciudad carecía de líderes
políticos, aunque siempre los había implicados que el resto.
- Bueno no se yo si esto está bien o no y… ¿No hay iglesias en la ciudad?- le preguntó a Pablo.
- ¿Iglesias, te refieres a los viejos templos religiosos que había en la superficie?
- Si claro, supongo.
- Hay creyentes, claro que sí, sobre todo entre los habitantes más viejos, pero a la gente se le enseña a pensar no a creer, así que todo el que quiera ejercer alguna religión de forma individual, puede hacerlo en su casa, en la calle, o en donde mejor le parezca siempre y cuando no moleste al resto. Según me contó mi madre a muchos les costó aceptar esa idea, sobre todo al principio, pero aquí se considera que intentar hacer creer a alguien en algo que podría ser muy bien una ficción atenta a la individualidad de las personas.
- ¿Y no enseñárselo no atenta también a dicha individualidad?- preguntó Arturo sorprendido.
- Aquí se enseña que a lo largo de la historia han existido multitud de creencias religiosas, ya sea para dar respuesta a lo que no se entiende o como simple excusa para arrastrar a una gran mayoría a satisfacer la codicia de unos pocos.
- ¡Pero eso no es cierto!- Se alteró Arturo.
- Pues no se si lo es o no, pero ya se nos hace tarde y nos esperan en uno de los centros de trabajo.
Durante el camino a dicho centro, Arturo siguió debatiendo sobre el tema con Pablo, pero el chico parecía tomárselo a broma, sin entender demasiado bien a qué venía tanto enfado por parte de Arturo y eso que su madre ya le había advertido que aquello podía pasar con alguien venido del exterior.
Jotacé.
- Bueno no se yo si esto está bien o no y… ¿No hay iglesias en la ciudad?- le preguntó a Pablo.
- ¿Iglesias, te refieres a los viejos templos religiosos que había en la superficie?
- Si claro, supongo.
- Hay creyentes, claro que sí, sobre todo entre los habitantes más viejos, pero a la gente se le enseña a pensar no a creer, así que todo el que quiera ejercer alguna religión de forma individual, puede hacerlo en su casa, en la calle, o en donde mejor le parezca siempre y cuando no moleste al resto. Según me contó mi madre a muchos les costó aceptar esa idea, sobre todo al principio, pero aquí se considera que intentar hacer creer a alguien en algo que podría ser muy bien una ficción atenta a la individualidad de las personas.
- ¿Y no enseñárselo no atenta también a dicha individualidad?- preguntó Arturo sorprendido.
- Aquí se enseña que a lo largo de la historia han existido multitud de creencias religiosas, ya sea para dar respuesta a lo que no se entiende o como simple excusa para arrastrar a una gran mayoría a satisfacer la codicia de unos pocos.
- ¡Pero eso no es cierto!- Se alteró Arturo.
- Pues no se si lo es o no, pero ya se nos hace tarde y nos esperan en uno de los centros de trabajo.
Durante el camino a dicho centro, Arturo siguió debatiendo sobre el tema con Pablo, pero el chico parecía tomárselo a broma, sin entender demasiado bien a qué venía tanto enfado por parte de Arturo y eso que su madre ya le había advertido que aquello podía pasar con alguien venido del exterior.
Jotacé.
Por ahora, sigo estando más a favor de esa sociedad que de Arturo. Me gusta eso de defender la individualidad y la denuncia de la excusa para que muchos sirvan a unos pocos. Suele ser así. En donde escribiste escusa, debió ser excusa. Un pequeño detalle en la historia. Yo a veces escribo frases, que mis lectores me corrigen.
ResponderEliminarTemo Demiurgo que sin el corrector estoy algo perdido y incluso con el a veces se escapa algo, no solo no me molesta que me avises de esos fallos si no que además te lo agradezco. En cuanto a la historia, estaba un poco cansado de tanta distopía en la C.F. La realidad ya está resultando demasiado distópica para mi gusto y he querido darle un poco la buelta a la tortilla, pero no quiero adelantarme demasiado a la historia.
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