Había
dos cosas que aquella sociedad valoraba por encima de cualquier otra,
la vida humana y la libertad individual sin la cual la primera
carecía de sentido. Aún así esas dos cosas aparentemente tan
simples solían chocar con más frecuencia de la debida y aquella era
una de esas ocasiones. Julia llevó a uno de los centros de reunión
a Arturo para que este hablara del compañero que había dejado en el
refugio y de la necesidad de organizar una expedición de rescate a
la superficie, lo cual implicaba poner en riesgo valiosas vidas
humanas para rescatar a una sola, los allí presentes sopesaron los
pros y los contras, les aconsejaron que lo organizaran todo para la
expedición, empezando por encontrar a voluntarios dispuestos a
arriesgar su vida, buscaran la forma más segura de ir y volver de la
expedición, armas para enfrentarse a los peligros que sabían
acechaban en la superficie y provisiones suficientes por si surgía
algún imprevisto, cuando lo tuvieran todo listo, volverían al
centro de reunión de la ciudad y para conseguir el visto bueno
definitivo.
- Normalmente, este tipo de expediciones se
organizan para buscar cosas que puedan resultar útiles en la ciudad
subterránea, catalogar a las nuevas especies surgidas después del
gran cataclismo y buscar a posibles supervivientes como tú- le
explicó Julia- por eso dudo mucho que pongan pegas para la
expedición a menos que con ello pusiéramos en peligro a toda la
ciudad.
Lo primero fue buscar a los voluntarios, tanto
Julia como Damian, su pareja estaban dispuestos a acompañarlo, sin
embargo ambos sabían que uno de ellos tendría que quedarse con los
niños, como Arturo cogió más confianza con Julia ella decidió ser
la que lo acompañara, a Damián le desagradaba esa idea, pero era
imposible negarse ante la cabezonería de la madre de sus hijos. El
segundo en apuntarse a la expedición fue Pablo, ávido de aventuras
y de ver el mundo del exterior; ahora era Julia la que estaba en
desacuerdo, sin embargo, Damian intercedió por el chico.
-
¡Pero es necesario que él se quede para ayudarte con los niños!-
argumentó Julia.
- Paz estará encantada de echar una
mano, ella se lleva muy bien con ellos.
Era cierto, la
chica se llevaba bien con los hermanos pequeños de su novio, pero
tampoco le hacía demasiada gracia que participara en aquella
peligrosa expedición, a la cual le faltaban todavía como mínimo
otros dos voluntarios para que todo saliera adelante y pronto
aparecieron. Cesar Quintana, un viejo combatiente y aventurero,
experto en armas y en todo tipo de lucha, un auténtico
superviviente, antes del cataclismo se recorrió medio mundo, escaló
los picos más altos, atravesó desiertos, jungla y océanos. Desde
que el mundo se volvió loco participó en numerosas expediciones a
la superficie entre ellas, aquella en la que encontraron a Arturo, a
Cesar lo acompañaba, Casandra, una intrépida mujer a la que Cesar
salvo del cataclismo cuando ella apenas era una niña, desde entonces
estuvo siempre con él, incluso en sus expediciones a la superficie,
siempre dispuesta a superar todas las pruebas a las que su mentor la
sometía y experta conocedora de la nueva vida surgida tras el
cataclismo. Ellos eran los compañeros ideales para aquella aventura
que estaban preparando y tal vez la mejor garantía para poder
regresar sanos y salvos.
Jotacé.
Se viene algo de peligro y aventura, en esta historia tan interesante. Me agrada Julia.
ResponderEliminarHas tomado el pulso exacto a la historia manteniendo el vilo.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por vuestros comentarios, ya estoy preparando las nuevas entradas, espero estar a la altura de las expectativas.
ResponderEliminarUn saludo.