jueves, 13 de noviembre de 2014

PRIMER GANADOR DEL CONCURSO SKALIBUR. // EL ÚLTIMO GRITO (Joel Soler)

El pasado 19 de octubre, tuvo lugar en la librería Skailbur de Rubí la entrega de premios del certamen de relatos cortos y fantásticos, durante los próximos tres jueves publicaré en “elcuentahistorias” los tres relatos ganadores.

Qué los disfrutéis.
No sé si he nacido en el mundo y la época adecuados. Ayer por la noche,

aunque era algo que ya me esperaba, se anunció mi muerte. En este 

mundo, en esta época, hay una ley que puede avisarte de que vas a morir, 

y que tendrás que aprovechar sabiamente tus últimos momentos. Ahora 

sé que este es el final, y tengo unas últimas horas de vida que tengo que 

saber cómo aprovechar. El que lea esto desde otra época y otro mundo 

no podrá entender la crueldad del mundo donde vivimos, por eso quiero 

dejar constancia, porque de haber vivido en mi época y en mi mundo, tal 

vez tú también estarías donde estoy yo, también tú estarías preparando 

tus últimas horas de vida. Ahora tengo que aprovecharlas, tengo claro lo 

que tengo que hacer antes de irme, pero no sé si será todo. ¿En serio era 

inevitable que me tocase a mí?

Lo primero que tengo que hacer antes de irme de este mundo es 

reconciliarme con el que siempre fue mi mejor amigo. Le voy a llamar 

sencillamente Sombrero, no quiero dar nombres en este escrito, no 

quiero comprometer a nadie más, solo quiero contar mi historia.

Sombrero era mi amigo de la infancia, con el cual he vivido todo el 

proceso de madurez necesario. Hemos compartido aficiones, nos hemos 

peleado por chicas, hemos experimentado, nos hemos ayudado y nos 

hemos enfadado. Por desgracia, el último enfado fue el peor de todos.

Sombrero era un chico muy sensible, solía llevar sombreros porque le 

gustaban y porque solía marearse al sol. Si no vigilabas lo que decías, 

podías llegar a herirle. Su color favorito era el verde, su pasatiempo 

favorito era fabricar cosas con chatarra, y la frase de él que más recuerdo 

era “La mente humana tiene un potencial que no sabemos aprovechar”.

Ahora le veo más sentido que nunca a esa frase, cuando yo creía que solo 

se hacía el listo. Si mi mente hubiese funcionado como es debido, ¿hoy 

estaría lidiando con mis últimas horas de vida? Si la mente de quienes 

aplican la ley funcionara, ¿realmente estaría pasándonos esto a todos?

A Sombrero lo que le hice fue fallarle. Ser egoísta. Sencillamente formé 

una familia y no me interesaron tanto sus problemas. Hablábamos, sí.

Quedábamos alguna vez, puro formalismo. Pero cuando realmente su 

vida se fue al traste, cuando necesitaba mayor apoyo moral, cuando más 

necesitaba afrontar un gran cúmulo de desgracias, el pobre inocente 

confió en mí. Me seguía viendo como a su mejor amigo, sin saber que yo 

ya hace mucho que no pensaba en él, sin saber que yo ya solo tenía ojos 

para mi familia, y no para él. Sencillamente le ignoré.

No sé dónde puedo encontrar a Sombrero ahora mismo, y no me da 

tiempo, mi muerte es dentro de horas. Pero le adjuntaré una carta 

pidiéndole perdón por todo y explicándole como me sentí. Por supuesto 

con esto no basta, pero sé lo que tengo que hacer para irme con la 

conciencia tranquila. Espero que con eso será suficiente.

Antes de irme, también me gustaría cumplir uno de mis sueños 

pendientes. Bueno, realmente si quisiera cumplir todos mis sueños, no 

tendría bastante con las pocas horas de vida que me quedan. Es lo malo 

de los sueños, que los acumulas pensando que poco a poco los irás 

cumpliendo. Te haces una lista de cosas que te encantaría hacer y te 

sientas a esperar. ¿Ocurrirá esto en todos los mundos y épocas?

Entre algunos sueños que tengo pendientes, está pintar un cuadro, recitar 

un poema delante de muchas personas, escribir un libro que tenga cierto 

reconocimiento, gritar en un bosque completamente vacío, bañarme en 

un lago completamente alejado de la gente, dar una buena vida a mi 

mujer y mis hijos, estrechar la mano a algún escritor de renombre, probar 

comida muy cara, viajar al lugar que tenga las mejores montañas del 

mundo, ayudar a Sombrero a hacer la construcción de chatarra mejor 

valorada que exista... De todos ellos, me voy a quedar con uno, pero lo 

voy a hacer algo diferente. Voy a pintar un cuadro, pero no será en un 

lienzo. Pronto las personas de mi época y de mi mundo entenderán a qué 

me refiero con todo esto.

Cuando se acercan tus últimas horas de vida, incluso aunque lo afrontes 

con compostura, al final parece ser que te entran las presiones y la 

ansiedad. Así lo estoy viviendo yo, por lo menos. Ahora quiero hacer 

tantas cosas, ahora deseo tanto que mi vida sea mucho más larga... ¿Por 

qué he perdido el tiempo de esta manera? ¿Por qué tenemos que darnos 

cuenta de estas cosas solo cuando la vida se acaba?

Yo creo que es tal y como siempre dijo Sombrero. La mente humana 

tiene un potencial que no sabemos aprovechar. Es increíble que aún en 

momentos límites como este, considero que no sé aprovecharlo como es 

debido.

Muy bien, ya he hecho las últimas gestiones, ya he pintado el cuadro 

fuera de un lienzo, ya he dicho lo que le tenía que decir a Sombrero. Ya 

solo me queda por hacer una cosa, pero no la puedo compartir con quien 

sea que lea esta carta, porque tengo que aprovecharla al máximo. Tengo 

que pasar un último día con mi familia, quiero pensar durante unas 

últimas horas que estoy completamente vivo y que me divierto con ellos.

A mi mujer le encanta el olor a limpio, las flores, los pequeños detalles, y 

su frase favorita es “Para reponer energías, necesitamos disfrutar de la 

paz y de la belleza de este mundo”. A mi hijo mayor le encanta el 

deporte, la música, los espectáculos de magia y los relatos de fantasía, y la 

frase que me viene a la cabeza con él es “Hay que saber cuándo pensar, y 

cuando dejarse llevar”. Por último mi hija menor, amante de los 

animales, quiere ser peluquera o veterinaria, le gustan los vestidos poco 

llamativos y, como a mí, le encantan las montañas, y su frase 

representativa es “¿Qué te hace pensar que un humano vale más que un 

animal?”. Solo espero que algún día sepan ser escuchados, como yo, que 

cerca de mi final, pienso ser escuchado.

Hoy ha sido mi último día de vida, pero ha sido un día feliz, o por lo 

menos estoy seguro de que lo hubiese sido de no ser porque voy a morir 

en muy pocos minutos. Por eso he escrito esta carta, para animar a todo 

el mundo a que no tenga que esperar a sus últimos minutos de vida para 

vivir un día feliz, porque aunque he tenido la desgracia de saber que 

moriré hoy, por lo menos he sido afortunado de ser avisado. ¿Quién te 

dice que te avisarán a ti?

Estoy seguro que en otro mundo y en otra época no habrá estas 

injusticias. ¿Qué tiene de malo este mundo y esta época? Pues muy 

sencillo, que si no tienes dinero, estás muerto. Si no tienes dinero, tu vida 

será arruinada, como la de Sombrero. Si no tienes dinero, te quitarán tu 

hogar y tus derechos. Si no tienes dinero y ya has llegado al límite y lo 

has perdido todo, no te quedará otro remedio que hacer como yo. No te 

quedará otro remedio que morir y salvar a tus seres queridos. Ellos sí que 

tendrán dinero, ellos no tendrán problemas con este mundo. Mi mujer 

podrá seguir disfrutando de parajes bonitos, mi hijo podrá seguir 

teniendo música, deporte y diversión, y mi hija podrá cumplir su sueño y 

ayudar a los demás. Y por supuesto, Sombrero también tendrá la ayuda 

que no pude darle en vida. Pero la ley siempre tendrá más dinero, y 

siempre seremos nosotros los que tengamos que sacrificarnos para salvar 

a unos pocos.

Si eres de otro mundo y otra época no sabrás cual ha sido mi cuadro 

fuera de un lienzo. Es sencillo, el lienzo es el edificio donde se aloja el 

poder, la ley. El cuadro, un representante de la ley destrozando un hogar 

y con ello matando a quien vive dentro, y de fondo, una hilera de 

hogares con un contador. Al segundo hogar le quedan dos días de vida, 

al tercero tres, al cuarto cuatro... La ley nunca tendrá suficientes hogares 

para destruir. Solo quiero que este último grito que he tenido la 

oportunidad de dar, llegue a alguien que pueda hacer algo.

Solo espero que tú, que estás leyendo esta carta desde tal vez otra época 

y otro mundo, no vivas en un mundo y una época tan horribles como es

el mío.

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