El pasado 19 de octubre, tuvo lugar en la librería Skailbur de Rubí la entrega de premios del certamen de relatos cortos y fantásticos, durante los próximos tres jueves publicaré en “elcuentahistorias” los tres relatos ganadores.
Qué los disfrutéis.
La nave surcaba el espacio a velocidad match 4. Era una nave de
última generación, perteneciente a la confederación de planetas unidos
de la galaxia L-3024Z. Una nave científica, con una veintena de
tripulantes a bordo, la mayoría científicos, y el resto militares asignados
a la misión en concepto de protección.
-¡Ahí está, Wrong! –avistó uno de los científicos.
-Cierto, Stamp, la verdad es que es tan bonito como nos lo
describieron.
-¿Cuál es el protocolo a seguir, señor? –preguntó el piloto.
-El estandart. Esta raza tiene una tecnología muy inferior a la nuestra.
Ya sabes, lo primero es que no nos detecten y, acto seguido,
mezclarnos con ellos, averiguando lo máximo posible sin que se den
cuenta de nada. El resto lo marcarán ellos mismos.
-Toma todas las imágenes posibles y replica sus vestimentas para bajar
cinco personas al planeta –ordenó Wrong.
Era una mañana soleada de agosto, con una temperatura de
veintiocho grados. Podía agradecerse una ligera brisa que soplaba por
toda la zona. El pequeño trasbordador aterrizaba en un frondoso
bosque situado al norte de la gran ciudad. Estaba utilizando un sistema
de ocultación muy avanzado con el fin de no ser detectado por ningún
lugareño de la zona.
-¡Muy bien, señores! Lo haremos así. Stamp y yo nos dedicaremos a
estudiar los lugares donde haya una alta concentración de habitantes.
Drax y Strong se dedicarán a estudiar las costumbres de dichos
habitantes. Alimentación, tareas a realizar, sistema financiero... Y tú,
Frel, iras donde esas gentes guardan su historia y la estudiarás.
Bibliotecas se llaman, según inteligencia. ¿Queda todo claro? –finalizó
Wrong.
Los otros cuatro miembros de la expedición asintieron al unísono.
Seguidamente, los cinco hombres se separaron y tomaron diferentes
caminos en base a su labor de investigación.
Al cabo de una hora aproximadamente, Stamp y Wrong llegaban a un
enorme edificio de construcción circular en el que rezaba un enorme
cartel colgado en la puerta principal, que se podía leer “Las ventas”.
-Mira cuanta gente, Stamp. Y qué ambiente tan festivo, todos van
vestidos de curiosas maneras. Entremos, esto me interesa –dijo
Wrong, animado.
Por otro lado, Drax y Strong paseaban por una concurrida avenida
llena de alegres gentes en busca de algo que les permitiera averiguar
todo tipo de costumbres de los habitantes de ese maravilloso planeta.
-Es una lástima, Drax.
-¿El qué?
-Ya sabes, que un planeta tan hermoso como este, con unas gentes tan
felices como estas, vaya a acabar como tú y yo sabemos que va a
acabar –contestó Strong.
-¡Bueno Strong! Ellos lo están pidiendo a gritos, el calentamiento
global, el efecto invernadero, la polución... Les quedaban diez años
como mucho.
-Pero supongo que los responsables de este inminente cataclismo
serán sus mandatarios, no todo el mundo. Ya lo hemos visto en otros
planetas.
-Acuérdate que nuestras directrices no es saber quiénes son los
culpables, sino valorar si merecen ser salvados o no –contestó Drax
enérgicamente.
-Pero si solo bastaría con darles nuestra energía blanca, y con eso
solucionarían el problema en un mes, aproximadamente.
-¿Pero realmente se lo merecen? –le preguntó seriamente Drax
mirándole fijamente a los ojos.
-¡Muy bien! Tú ganas, te voy a demostrar que esta gente se lo merece –
le contestó Strong muy malhumorado.
-Pues comencemos por ahí, que tiene pinta de ser algo financiero, y
hay mucha gente en la puerta. Después comeremos ahí, y veremos de
qué se alimenta esta gente, ¿te parece? –preguntó Drax.
Strong asintió y se pusieron en marcha.
Frel ya se encontraba investigando en lo que los habitantes de aquel
curioso planeta llamaban archivo nacional. Tenía sobre su mesa vario
CDs interactivos, y tres o cuatro enormes libros llenos de polvo, poco
utilizados debido al actual uso de nuevas tecnologías. Su cara era una
mezcla de pánico, indignación, vergüenza y el más absoluto
sentimiento de impotencia, al leer las cosas como la guerra de los
Balcanes, Ruanda, Burundi, Irak, Afganistán, primera y segunda guerra
mundial, Beirut, la caída de las torres gemelas, las masacres en el
descubrimiento de América, el comercio de esclavos, el colonialismo
británico... De repente, se asustó. Nunca antes había experimentado
una sensación como la que estaba viviendo en ese momento. ¡Salían
gotas de agua de sus ojos! Y tenía la sensación de tener un enorme
nudo en la garganta. Dejó toda aquella información sobre la mesa y
salió a toda prisa de allí.
Una vez sentados en sus asientos, Stamp preguntó.
-En la puerta pone “Las ventas”. ¿Qué venden?
-¡Calla y mira! Aquella puerta se abre –dijo Wrong.
De ésta salió un enorme toro de unos seiscientos kilos, y de uno de los
llamados burladeros salió un hombre con un extraño y luminoso traje.
Este se puso a pasar una gran capa roja por la cara del animal.
-Mira qué bonito Wrong, un juego entre especies. Debe ser algo
divertido, quedémonos un rato más –opinó Stamp.
A los dos alienígenas se les heló la sangre en las venas cuando apareció
otro hombre por detrás del animal y le clavó dos enormes banderillas
en su lomo. Acto seguido, el primer hombre sacó una espada que tenía
en la capa y se la hundió hasta el fondo. El animal se retorcía de dolor,
y no contentos con esto, un tercer hombre apareció a lomos de otro
animal aún más grande que el primero y empezó a clavarle una enorme
lanza que portaba. Stamp y Wrong ya no pudieron soportarlo más y
salieron de allí como alma que lleva el diablo. Al salir de allí,
tropezaron con un anciano que les preguntó a qué tanta prisa, si aún
quedaba lo mejor.
-Señor, no podemos ni debemos soportar tanta violencia –le dijo
Stamp.
-¿Violencia dice? Pues tenía que venir a mi pueblo a ver como
lanzamos una cabra desde lo más alto del campanario –bromeó el
viejo con una enorme sonrisa.
-¿Pero qué le pasa a esta gente, por Dios? –se preguntó Stamp, y
partieron los dos hacia el lugar de reunión.
Una vez llegaron allí, otros dos miembros de la expedición ya se
encontraban allí, Frel y Drax.
-¿Dónde está Strong? –preguntó Stamp.
-Un individuo que quería nuestro dinero lo mató con una rudimentaria
arma que lanzaba proyectiles de plomo.
-¿Por dinero? –preguntó Stamp.
-Sí, pero él ya me dio su voto antes, en el terreno económico, sus
propios mandatarios hunden en la miseria a sus seguidores, se comen a
las otras especies del planeta y matan por diversión. Ya me imagino
que sabréis cual es nuestro voto –explicó Drax.
-¿Y tú, Frel?
-Yo no solo los dejaría a su suerte, sino que ordenaría a nuestra flota
borrarlos de la creación –contestó Frel, sombríamente.
-No hará falta, ellos solos están muy capacitados para exterminarse a sí
mismos. Y ahora vámonos, hasta nosotros estamos en peligro aquí –
dijo Stamp.
La nave, tal como vino, se alejó a toda velocidad de aquel loco y
macabro planeta azul.
Pobres los extraterrestres que tengan que convencer a los congeneres de que ese planeta azul es digno de ser preservado, con habitantes incluidos. Si hubiesen ido a ver un desfile de Victoria´secret capaz que su opinión hubiera sido otra.
ResponderEliminarNo sé supongo que eso depende de la auténtica apariencia de los extraterrestres, a lo mejor son feministas, no sé, vete tu a saber.
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