Los
padres de Santiago, siempre ávidos de protagonismo, se ocuparon de
asistir a Daniel con los papeles de la herencia de la Señora Carmen.
Ya que Dani era su único pariente vivo, le pertenecía aquel viejo y
recargado piso, de muebles antiguos, fotos de santos, ese papel de
color sepia en las paredes y el olor de la anciana mujer, todavía
impregnándolo todo, era como si ella siguiera todavía allí y así
se lo hizo saber a su amigo Jota, durante los minutos del almuerzo en
el trabajo.
- Es normal que te sientas mal y lo siento
colega… En estos casos lo único que se me ocurre, son los tópicos
de siempre, es ley de vida, la vida sigue, etc…
- No me
malinterpretes Jota, se que debería sentirme triste y hasta cierto
punto culpable, pero… mi abuela nunca me trató demasiado bien y la
verdad, casi fue un alivio que muriera. - ¿Entonces? No veo
el problema.
- ¿Crees en fantasmas? Por que yo… cada vez que
regreso a casa se me encoge el corazón, es como siguiera allí
vigilándome.
- Ahora tienes algo de pasta, deshazte de sus
cosas, lo que puedas lo vendes a algún anticuario o en eBay, lo que
no, lo tiras. Convierte el piso de tu abuela en tu piso ¡Joder! La
de gente que se tiene que hipotecar la vida por tener un piso… ¡es
como si te hubiera tocado la lotería colega!
- ¡Eh! que los
cabrones del ayuntamiento me han hecho pagar un dineral por los
derechos de sucesión y un montón de papeleo, del que por suerte se
han hecho cargo los padres de Santiago que eran amigos de la vieja.
Además no se si yo solo podría hacer todo lo que tu dices.
-
Bueno, tío se termina el tiempo- dijo dándole un trago a la botella
de agua para terminar de tragar el bocadillo- luego hablamos,
¿vale?
A la salida del trabajo, Jota ya salía por la puerta de
la fábrica a toda prisa como siempre, cuando fue abordado nuevamente
por su amigo.
- ¡Caray! ¡Te pillo por los pelos!
- Si
colega, de aquí cada vez salimos más tarde, así que con razón.
¿Vamos para casa? Mi madre dice que vengas a comer siempre que
quieras, que tienes un plato en la mesa.
Los dos amigos
subieron en el coche de Jota, que arrancó poniendo rumbo a su casa
- Pues la verdad, si no es molestia, ni siquiera sabía
que prepararme de comer. Pero oye… se me ha ocurrido una idea para
solucionar mi problema.
- ¿Qué problema? ¿El de la
comida?
- ¡Joder Jota! ¡Lo de la casa! ¡Si lo hemos hablado
en el almuerzo!
- ¡Ah eso! ¿Qué? ¿Harás lo que te he comentado
antes?
- Supongo que sí, pero necesitaré ayuda…
- Cuenta
conmigo para lo que necesites, ya lo sabes.
- ¡¿Lo dices en
serio?! - Claro…
- Entonces… ¿Te vendrás a
vivir conmigo?
- ¡¿Qué?!- dijo Jota mirando directamente a su
amigo.
- ¡Cuidado!- gritó Daniel.
Jota pegó un frenazo
y el coche se le caló, justo cuando estaba apunto de pasarse un
semáforo en rojo metiendo el morro del coche en el paso de cebra,
una mujer le miró con mala cara mientras cruzaba la calle y el coche
de atrás le pito, cuando tardo medio segundo más de la cuenta en
seguir su camino.
- Pero… ¿Por qué yo? No se, podrías
preguntárselo a tu amigo Santiago o mejor a un a la chica esa
pelirroja que conocimos la semana pasada, parecía que le gustabas.
- ¿Esther…? no creo que quiera- dijo con un suspiro- y
Santiago no querrá seguro… además sus padres nunca lo dejarían y
si así fuera, terminarían metiéndose ellos en mi vida y paso… Ya
tuve bastante con mi abuela.
- Está bien, lo pensaré-
dijo Jota parando el coche cerca de su casa.
- ¡Pero tú has dicho
que podía pedirte lo que quisiera!
- Si, pero no creí que fueras
a pedirme eso. Además ya te he dicho que lo pensaré ¿No? Anda
vamos que tengo más hambre que el perro de un ciego.
Mientras
comían, Daniel les expuso la idea a los padres de Jota, que para
sorpresa de este la acogieron con gran entusiasmo.
- ¡Bueno,
bueno, que todavía no lo he decidido!
- Pues hombre, ya va
siendo hora de que te independices- dijo su padre con bastante
sorna.
- ¡¿Qué pasa?! ¿Es que os molesto?
- No
hijo, claro que no molestas. Tu padre solo está bromeando. Después
de comer y de darse una ducha, Jota fue a dejar a Dani en su
casa.
- ¿Esta tarde has quedado con alguien?
- Si,
con mi amigo paco. ¿Por qué?
- ¿Te importa si os acompaño?
Es que no me apetece estar solo en casa.
- Claro, te conviene salir
un poco.
- Mientras me esperas, entra a ver la tele.
- Esta
bien…
Dentro del piso, inconscientemente empezó a hacer
planes, para pintar y distribuir los muebles en caso de irse a vivir
allí. Entró en las dos habitaciones, primero en la de Daniel y
luego en la de la señora Carmen que era mucho más amplia y que
evidentemente querría quedarse su amigo, que para eso era el dueño
del piso.
- Si prefieres esa habitación, quédatela colega,
yo paso- dijo Daniel saliendo de la ducha.
- Bueno todavía
no me he instalado y solo estoy mirando. Pero si me decido habrá que
hacer muchos cambios.
- Si, si, los que quieras. Poco
después fueron al bar de Charly, punto de encuentro con los colegas,
siempre y cuando las redes sociales cibernéticas lo permitieran y
donde Jota había quedado ya con su amigo Paco.
- ¡Tío esa es
una gran noticia! Si ligáis no tendréis que echar cuentas a nadie
¿y sabéis las farras que nos podemos pegar?- dijo Paco cuando le
contaron lo de compartir piso.
- ¡Eh, eh! ¡Que todavía no
he dicho que me valla a mudar!
- ¡¿Qué?! Entonces, Dani tío
puedes contar conmigo. ¡Ya veras lo bien que lo pasamos!- dijo Paco
cogiendo a Daniel por el cuello amistosamente.
Daniel por su lado
miró con cara de suplica a Jota, viendo lo que se le venía
encima.
- Tampoco he dicho que no lo valla a hacer- dijo
Jota con cierta resignación.
- ¡Joder tío a ver si te
decides! En fin si este tío no quiere, ya sabes que puedes contar
conmigo- dijo Paco soltando por fin a su presa.- Por cierto Alex dice
que si vais a salir el sábado, sobre todo tu Danielillo, parece que
hay alguien interesada en volver a verte.
- Pues…
- Si, claro que iremos… Si me voy a independizar, con el
amigo Daniel, habrá que celebrarlo ¿No?
- ¡Si!- gritó
Daniel- ¡Sabía que podía contar contigo!
Cuando Jota dejó a
su amigo nuevamente en su casa, ya de noche, Daniel encontró dentro
del portal un enorme gato blanco, que se le acercó sin ningún
recelo esperando caricias.
- Valla ¿Y tu de donde sales,
gatito?- dijo acariciando al felino.
- Es gata- dijo Doña Eulalia
que estaba en el umbral de su piso.
- ¿Ah si? ¿Y como se
llama?
- No tiene nombre.
- Ah, pues póngale Selina,
como Catwoman.
- ¿Cómo quién? - Ya sabe la mujer gato
de los cómics de Batman, Selina La gata maulló esperando más
caricias y luego miró a doña Eulalia.
- ¿La mujer gato? Parece un
buen nombre y creo que le gusta el nombre- dijo la mujer
sonriendo A Daniel le pareció ver algo familiar en aquella
extraña sonrisa, que no encajaba con aquella mujer. De pronto la
gata miró hacia la calle y los pelos se le erizaron.
Desde
la terraza del edificio contiguo, un niño con cara de anciano o un
anciano con cuerpo de niño miraba la escena.
- Ya ha empezado,
será mejor marcharse de aquí por un tiempo- se dijo desapareciendo
en una extraña niebla.
Jotacé.
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