En el planeta Oceana,
representantes de los distintos gobiernos se habían reunido para
discutir los problemas en las colonias. El tráfico de ambrosía
había disminuido en los últimos meses y la soberanía de muchas
colonias planetarias, entre ellas la del mismísimo Oceana empezaba a
ser un problema para los distintos imperios galácticos, ansiosos por
adquirir nuevas posesiones.
Entretanto a años luz de allí los
piratas y contrabandistas, cargaban nuevamente sus naves espaciales,
preparándose para reanudar sus
negocios. El sol ya estaba alto,
cuando Yumi y Hugo despertaron en una de las cabañas que los
habitantes del poblado les cedieron. En el suelo les dejaron bandejas
con todo tipo de alimentos y bebidas, que les sirvió para recobrar
fuerzas tras la intensa noche que habían pasado juntos. Tras el
desayuno se vistieron y salieron de la cabaña, encontrándose con un
sorprendente espectáculo. Robert y el jefe de los soldados, que se
llamaba Xalor, estaban enseñando a los hombres del pueblo y a los
esclavos recién liberados a luchar.
- ¡Robert! ¡¿Se puede saber
que está pasando?!- dijo Yumi.
- Un par de soldados se fueron
durante la fiesta de anoche, creemos que a avisar a los soldados que
hay en la costa de nuestra presencia y de lo que ha pasado
aquí.
- ¡Pero esto es una locura, si hay una batalla serán
masacrados! Lo que deberían hacer es huir lejos.
- Aquí es
donde tienen su vida, si se van lo perderán todo además tienen
nuestra ayuda y Xalor, sabe como luchan. ¡Si nos preparamos bien,
podemos ganar!
- Tal vez ganemos una batalla, pero no la
guerra en la que los estamos metiendo ¿Y que hay de la política de
no involucrarse?
- Desde que caímos en este planeta estamos
involucramos. Fueron los piratas los que nos metieron en esto, al
derribar nuestra nave. Lo hecho, hecho está, pero la única manera
ahora de arreglarlo ahora es enseñándoles a luchar por su tierra y
echando a los piratas de aquí.
- Tal vez tengas razón, pero
debemos evitar una masacre en la medida de lo posible y ellos carecen
de la tecnología necesaria. Por favor, te pido que me dejes hablar
con ellos… te lo ordeno.
- Está bien, tú mandas- dijo el
robot resignado.
Poco después mandaron llamar a todos los
habitantes del poblado para explicarles la
situación.
A kilómetros de allí,
en el rudimentario vehiculo a motor, los esbirros que habían huido
del poblado llegaron al atardecer a otra población, tomada por
soldados como ellos, pero comandada por auténticos dioses. En el
interior de una de las viviendas, Tigre y Norma asistían a la
tortura de un nativo, que decía haber sido salvado por los
auténticos dioses y venir en su nombre.
- ¿Acaso esos
dioses eran como nosotros?- preguntó Tigre al nativo que estaba en
el potro de tortura.
- Si, como vosotros… pero diferentes.
Ellos no necesitan torturar a nadie para demostrar su
poder.
Tigre sacó un enorme cuchillo curvado, de esos que
usaban antiguas culturas terrestres y ya se disponía a usarla contra
el nativo, cuando entró en la estancia un soldado de cierto
rango.
- ¡Oh dioses de las estrellas! Ha llegado un vehículo
a motor y sus ocupantes dicen traer noticias de un poblado del
interior.
- ¡Ahora estamos ocupados!- gritó Tigre.
- Es
que… traen noticias de los demonios que estamos buscando, dicen que
los han encontrado.
- Mira por donde- dijo Norma
sonriendo.
Tigre guardó su cuchillo y salió de la casa junto a
ella, cuando los soldados que acababan de llegar los vieron aparecer,
se apresuraron en arrodillarse ante ellos aterrorizados. Para los
nativos todos los humanos parecían iguales, no importaba raza o
sexo.
- Nosotros… no sabíamos que…- balbuceó el
nativo.
- ¡Mírame!- dijo Tigre. El subordinado, alzó
levemente el rostro, sin casi atreverse a mirar al que consideraba un
dios - fíjate bien en nosotros. Y dime como eran los
demonios que habéis visto, ¿Acaso como nosotros?
El nativo
fue a contestar, pero al fijarse mejor dudó. Había diferencias
entre estos dioses y los demonios con los que se habían cruzado.
- Si… pero, ahora se que ellos eran falsos dioses, demonios
llegados aquí para confundirnos. Ellos… Sus ropas… eran
diferentes y sus rostros eran más pálidos, que el tuyo. ¡Oh
venerado, ahora lo se! vosotros sois los auténticos dioses, ellos
solo están aquí para confundirnos- dijo el nativo todavía
asustado.
- Está bien, ahora os levantaréis y nos
llevaréis ante ellos. Pero antes descansad y contadnos lo que ha
ocurrido en el ese pueblo del que venís.
- ¿Qué hacemos con el
prisionero?- preguntó otro de los subordinados.
- ¡Vigiladlo!
Mañana vendrá con nosotros- dijo Norma, Tigre la miró furioso- Que
pueda ver como acabamos con los falsos dioses.
- Si- dijo Tigre
sonriendo- que vea como mueren sus
libertadores.
En el interior, en las minas,
algunas naves ya partían, poniendo rumbo a los satélites, desde
donde el ambrosío sería distribuido a las distintas colonias, sin
importar mucho si estas eran biraras, humanas, mautonas o de
cualquier otra especie. Otras naves también estaban siendo cargadas
y el trabajo en las minas se reanudaba supervisado por el mismísimo
Dios, para imponer el terror tanto entre sus subordinados, como en
los esclavos y siervos nativos. En ese momento sonó el
comunicador.
- Señor, hemos localizado a los náufragos. Pronto
habrá terminado todo- dijo Tigre
- Espero que tengas
razón. Sería difícil encontrar un mundo como este.
- ¿Podría
enviar una nave al cuadrante siete, para decirnos como está la
situación? Según nuestros informantes, la población de allí
podría estar planeando traicionarnos. - ¿No has pensado
que si no es así te arriesgas a perderlos? ¡Encontradlos y
destruidlos! ¡A ellos y a los nativos que estén con ellos! Nos
jugamos mucho con esto, nosotros y los que nos envían- dijo el
bíraro.
Justo antes del alba, las fuerzas
de Tigre, salieron en dirección al poblado donde los náufragos
estaban refugiados.
Jotacé
Hola Juank!! Solo pasaba para avisarte que dejé un Premio para tu blog en mi sitio
ResponderEliminarhttp://letradigitaluruguay.blogspot.com/2013/07/premio-dardos-para-ldu-gracias-judith.html
Grscias Luis en cuanto pueda me paso.
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