Daniel y Jota, eran un
punto débil para la seguridad de la guarida del vampiro, ya que de
un modo u otro, todos los habitantes del edificio estaban ya bajo su
influencia. Doña Carmen decidió, que el primero en caer de los dos
sería Jota, el compañero del que había sido su nieto cuando estaba
viva. La voluptuosa Sofía sería el cebo perfecto, así decidió
refugiarse en su guarida, situada en uno de los oscuros trasteros del
edificio, para ser más consciente de lo que ocurría con ese nuevo
cuerpo, ya que todavía le faltaba práctica a la hora de controlar
varios cuerpos a la vez, era como estar en varios sitios al mismo
tiempo y a la vez en ninguno, pero daba igual, tenía una eternidad
para acostumbrarse a su nuevo estado. Los recuerdos y conocimientos
de la persona que había sido Sofía le pertenecían al igual que
ella y a través de dichas experiencias, ahora sabía como pensaban y
se comportaban las nuevas generaciones, tan distintas a las de ella y
atraer a Jota bajo su influencia fue muy fácil, pero entonces algo
empezó a salir algo mal, alguien se estaba interponiendo entre su
víctima y ella. Aunque tenía a Jota totalmente sometido, aquella
misteriosa mujer, ya que se trataba de una mujer, parecía muy
insistente, finalmente se abalanzó sobre él y dándole con un
simple beso en los labios, fue capaz de romper el hechizo. Supo
entonces que ya se había encontrado en otra ocasión con ella, podía
percibir su esencia, aunque la vez anterior apenas había tenido
tiempo de sentirla antes de que la misteriosa mujer le clavara una
estaca al cuerpo del vampiro que había sido su primera victima y que
estaba dominando en ese momento. Como un acto reflejo, Sofía busca a
otra víctima de la que tomar su primera sangre, antes de regresar
con su ama.
Doña Carmen debía consolidar su poder esa
misma noche, el edificio casi formaba parte de ella, al igual que
Sofía y que la mayor parte de sus habitantes. Sabía quien entraba,
quien salía y quien estaba en ese momento en casa.
Laura y
Carlos eran un matrimonio normal de poco más de cuarenta años, con
dos hijos menores que a causa de las extrañas pesadillas que sufrían
por las noches, en las que recibían la visita de una extraña mujer,
vivían atemorizados, razón por la cual sus padres los enviaron a
pasar el fin de semana en casa de unos familiares, esperando que el
cambio de aires al menos por esos dos días les sentara bien. El
matrimonio regresó a casa, después de haber salido a cenar y a
tomar unas copas con unos amigos.
- Ya no estoy para salidas
nocturnas- dijo Laura bostezando.
Carlos sonreía abriendo el
portal del edificio. Un gato blanco observaba sus movimientos desde
la oscuridad y antes de bajar del ascensor ya los esperaba agazapado
en la escalera, para escurrirse entre sus piernas y entrar en el piso
cuando Carlos abrió la puerta. Al encender el interruptor, lo que
parecía una sobrecarga en el sistema eléctrico, fundió los plomos
de todo el edificio, o eso creyeron ellos en un principio, ya que al
fijarse mejor se dieron cuenta de toda la calle estaba totalmente a
oscuras, también a los teléfonos móviles se les descargó la
batería, a pesar de que hacía poco tiempo que las habían cargado.
El matrimonio se vio obligado a guiarse a tientas por el pasillo y
las habitaciones, buscando todas las velas disponibles en la casa,
incluso las aromáticas del cuarto de baño.
- Mmmmm… que
romántico- dijo Laura con una sonrisa pícara.
- Si, una pena que
haga este frío aquí dentro.
- ¿Es curioso verdad? En la calle
hacía calor. Bueno, razón de más para meternos en la cama y
acurrucarnos bien, ¿no crees?
- Je je je… Ya veo por donde vas.
Con los niños fuera, sería un desperdicio desaprovechar la noche-
dijo Carlos agarrando a Laura por la cintura, se la acercó y la besó
en los labios.
- ¡Espera, no seas impaciente!- dijo ella
rechazándolo con un brazo.
- Primero tengo que ir al baño,
cariño.
Carlos dejó su vela encima de la mesita de noche y
empezó a desabrochase la camisa, entonces sintió una extraña
caricia rozándole las piernas, inclinó la cabeza hacia abajo y
sorprendido vio a la gata blanca que se lo quedó mirando fijamente a
los ojos.
- ¡Ey! ¿Qué haces tú aquí?- susurro reconociendo
a la gata de la portera.
En el cuarto de baño, después de hacer
sus necesidades, Laura empezó a prepararse para meterse en la cama,
sustituyendo su vestido de noche por un sexi picardías que reservaba
para noches como aquella. Se miró en el espejo a la luz de la vela,
se atusó el pelo, se enderezó los senos para que quedaran lo más
sugerentes posible y se dispuso a salir del cuarto de noche. Al abrir
la puerta se llevó el susto de su vida, ya que su marido estaba
sentado en la cama, inclinado hacia un lado mientras una mujer mayor,
parecía estar besándolo en el cuello, como en las pesadillas que
decían tener sus hijos. Quedó aterrorizada al ver la escena. Como
si la luz atravesara a la etérea anciana, en la pared solo se veía
la sombra de Carlos, el cual tenía mirada perdida en el vacío con
los ojos vidriosos. La anciana a la que reconoció como su vecina
muerta hacía poco tiempo, dejó a Carlos que permaneció sentado en
la cama, rígido, casi inerte y la miró a ella fijamente, con
extraña y fingida sonrisa. Laura quiso gritar aterrorizada, pero un
nudo en la garganta se lo impedía, retrocedió un paso con la
intención de salir de allí corriendo, pero unas manos fuertes, se
posaron en sus hombros impidiéndoselo.
- No temas nada, pronto
habrá pasado todo- le susurró la voz de una mujer joven a su
espalda.
Se giró despacio y como salida de una pesadilla,
vio a Sofía a la que casi había considerado como una amiga antes de
que falleciera hacia apenas unos días. Sofía le quitó la vela que
llevaba en la mano, antes de que la dejara caer y Laura se dio cuenta
de que su difunta amiga al igual que la anciana, tampoco proyectaba
sombra. Las manos de doña Carmen se le posaron en los hombros y
sintió primero el frío y pestilente aliento de la anciana, antes de
que sus labios se posaran en su cuello, como habían estado antes en
el cuello de Carlos. Una extraña punzada la atravesó de la cabeza a
los pies, todo se tornó oscuridad y perdido el control de su propio
cuerpo. Sintió como unos brazos la alzaban en el aire y la posaban
en la cama.
Poco a poco fue recuperando la conciencia y la vista,
viendo la tenue luz de las velas en el techo de la habitación. El
rostro sin sombra de Sofía, la contemplaba con la misma inexpresiva
mirada que la anciana. Paralizada como estaba, notó como una sombra
se acercaba hacia ella, pudo girar un poco la cabeza y ver a Carlos
con un cuchillo en la mano y guiado por doña Carmen, se acercaba
lentamente a la cama, de sus ojos salían lágrimas de impotencia, ya
que la anciana era quien lo controlaba como a una marioneta, igual
que a la difunta Sofía y que a ella misma. Laura lloraba de la misma
forma que lo hacía su marido, Carlos al igual que ella, era
consciente de lo que estaba ocurriendo e intentaba evitarlo por todos
los medios, pero la voluntad de la anciana era demasiado fuerte para
él. Alzó el cuchillo se lo clavó a Laura, el dolor rompió la
influencia que doña Carmen ejercía sobre ella y por fin pudo soltar
un único y aterrador grito. Después de la primera puñalada, Carlos
volvió a clavarle el cuchillo, dos y tres veces más, hasta que la
vida dejo el cuerpo de la que había sido su mujer.
- Ahora
te toca a ti- le susurró doña Carmen en el oído.
Carlos dejó
de luchar contra la influencia de la anciana, después de lo le que
le obligó a hacer, ya daba todo igual, se acostó al lado Laura y
sin dudarlo un instante se clavo el cuchillo con toda la fuerza que
podía en el corazón, en un eterno momento, notó como la vida se le
escapaba también a él y todo se volvió más negro de lo que nunca
había sido.
Jotacé.
ME GUSTE MUCHO, MUY BUENA HISTORIA, PERO ME CREO QUE SEA UNA PESADILLA.
ResponderEliminarSALUDO DESDE BRASIL!!
Me alegro de que te haya gustado y gracias por leerme. Si, intente darle un tono de pesadilla y de irrealidad a la historia.
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