lunes, 30 de septiembre de 2013

(H.C. 31) LA CAPTURA DE FIZO

La guerra se había extendido por todo el continente, los rebeldes se refugiaban en cuevas que les ocultaban de sus enemigos, cuando pretendían encontrarles desde el aire, con sus cazas espaciales, que los nativos confundían con criaturas capaces de echar fuego por la boca, como los dragones de las antiguas leyendas de la tierra. Las guerrillas mandadas por los dioses libertadores se habían extendido por todas partes, poco importaba que la mayoría de los luchadores por la libertad, nunca hubiera estado en presencia de alguno de aquellos dioses, lo cierto es que la mayoría de los soldados del bando contrario, tampoco habían visto a sus dioses, siempre escondidos en su fortaleza en las montañas. Muchos de los rebeldes solo habían visto a una diosa, a la que por lo indestructible de su indumentaria se le adjudicaban poderes extraordinarios y una gran sabiduría a la hora de hacer frente a sus más numerosos enemigos, sin embargo las leyendas que ya se habían extendido por todo el continente hablaban de tres dioses, al desconocer el auténtico paradero de los otros dos pequeños dioses, se creía que los otros dos dioses eran Xalor, que antes había servido para los otros dioses y Mugol, hijo del jefe del pueblo donde había nacido la rebelión y que los dioses de las estrellas habían destruido. Para Yumi, que los nativos del planeta les hubieran otorgado a sus dos lugartenenientes la divinidad que en un principio se les otorgara a Robert y Hugo, le parecía perfecto, así los otros dos terrícolas podrían continuar con su misión de llegar a la base pirata y robar uno de aquellos cazas, con los que aterrorizaban a los nativos. 
 Entre tanto la carreta en la que ellos viajaban, acompañados por Fizo y Kina se veía continuamente obligada a viajar por caminos poco frecuentados que los llevaban al interior de frondosos bosques. Pero incluso evitando los caminos principales, a medida que se acercaban a su objetivo, los riesgos eran cada vez mayores. Como habían hecho al principio del viaje, cuando se aproximaban a una aldea, Kina se quedaba en la carreta, junto con Hugo y Robert, mientras que Fizo iba en busca de provisiones. Pero en la mayoría de aquellas aldeas eran fieles a los dioses de las estrellas y desconfiaban de los extraños y más si a esos extraños eran de las razas que consideraban inferiores. Para evitar levantar sospechas, Fizo solía llevar el rostro cubierto por una capucha, alegando si se lo preguntaban, que había participado en alguna contienda contra los rebeldes y tenía la cara desfigurada. Pero en una de aquellas aldeas en la que descansaba una partida de milicianos, Fizo coincidió en uno de los comercios con uno de los jefes de la milicia. 
 - Si lo que cuentas es cierto, acompáñame a la taberna y permíteme que te invite a un trago- dijo el soldado. 
 - Bueno, ahora tengo algo de prisa, me esperan en el camino. 
 - ¡Pues que esperen! Un auténtico soldado nunca rechaza una copa por parte de un compatriota. 
 - Yo ya no soy soldado y si me disculpáis, tengo algo de prisa- dijo Fizo dando media vuelta, con la intención de salir de allí lo antes posible. 
 - ¡Un veterano nunca se avergüenza de las heridas causadas en la batalla!- dijo agarrando a Fizo por la capucha y descubriendo su rostro
-¡Lo sabía! ¡Eres un espía! 
Fizo le dio una patada, haciendo caer al soldado sobre el mostrador del comercio y salió corriendo, pero enseguida, muchos hombres del pueblo, ya fuera por miedo a represalias o por auténtica devoción a sus dioses, se lanzaron a la captura del extranjero. 

Testigo de aquellos hechos era Remcho, que ya se había cruzado con Fizo poco después de que este desembarcara con los terrícolas y que convirtiéndose en una auténtico creyente de los dioses libertadores había sido de los primeros junto con Fizo en propagar su llegada, razón por la cual fue capturado por los ahora denominaba “los demonios de las estrellas”, representados por Tigre y Norma. Lo hicieron torturar, pero pudo aprovechar el desconcierto de sus captores al sufrir una humillante derrota en el poblado del otro lado de las montañas. El fuego producido por los dragones en los bosques que rodeaban a la aldea, le hizo huir hacia las montañas. Por miedo a caer nuevamente en manos de los demonios, evitó cualquier contacto con los de su especie y logró sobrevivir a base de pequeñas alimañas y raíces. Así cruzó la cordillera montañosa, donde fue nuevamente capturado, pero esta vez por los rebeldes, que se estaban empezando a extender más allá de las montañas. Cuando él les dijo quién era, por lo que había pasado y que había estado tanto en presencia de los “dioses libertadores” como de los “demonios” que lo mandaron torturar y como logró escapar, lo tomaron como uno de los suyos. Remcho reconoció a Fizo mientras era capturado por la milicia y supo que aquello era más que una simple casualidad. 
Esa noche en el campamento, tanto los dos terrícolas como sobre todo Kina, se inquietaban ante la tardanza de Fizo. 
 - Seguro que ha pasado. Tendría que haber ido yo, una mujer, aún extranjera seguro que levantaba menos sospechas- dijo Kina 
- Yo me acercaré esta noche, como ya hice en el poblado. Encontraré a Fizo y lo traeré de vuelta sin que nos vean- dijo Rob. 
- A lo mejor se ha visto obligado a quedarse en el pueblo por alguna razón que desconocemos- dijo Hugo intentando tranquilizar a Kina. 
 - ¡Es increíble! ¡Sois dioses y desconocéis lo que haya podido ocurrirle!- dijo Kina. - Si, bueno. Ni los dioses son… somos infalibles- dijo Hugo. En ese momento Rob se levantó de golpe y miró hacia la oscuridad. - Alguien se acerca, probablemente Fizo. Escondámonos en la carreta por si acaso. Hugo se levantó y siguió al androide al escondite de la carreta. Entonces, del interior del bosque apareció un pequeño grupo de nativos dirigidos por Remcho. Kina se levanto sobresaltada, agarrando su tosca arma de fuego. - ¡¿Quiénes sois?! ¡¿Qué buscáis?! 
 - Somos rebeldes, mi nombre es Remcho. Es raro encontrar a una nativa de otra raza aquí sola. Tal vez puedas ayudarnos… buscamos a tres dioses. 
 - ¡¿Qué?! No se de que hablas ni como podría ayudaros. 
 - Es una lástima. Veras yo vivía en un poblado cerca de la costa y conocí a tres dioses que habían venido a liberarnos, ellos iban acompañados de un nativo de tu misma raza que se hacía llamar Fizo. Hoy he visto en la ciudad, como fizo era capturado por la milicia enviada por los demonios de las estrellas… 
- ¡¿Qué?! ¡¿Capturado?!- dijo Kina abriendo mucho los ojos. 
En ese momento Rob y Hugo salieron del carromato y tanto Remcho, como sus compañeros rebeldes que hasta ese momento eran bastante escépticos ante las afirmaciones de su compañero, se arrodillaron al verlos. 
 - ¿Veis como os dije la verdad? 
- ¡Levantaos, amigos!- dijo Rob
- Remcho me alegra ver que estás bien, aunque sea en estas circunstancias. 
 - Y a mi me alegra volver a veros y más en ahora que se que puedo ser de utilidad para vosotros. 
 - Pero… las leyendas dicen que son tres dioses y que dos son nativos como nosotros- susurro uno de los compañeros de Remcho. 
 - Y yo os dije que eran tres si, pero que ninguno era nativo. 
 - No se que está pasando aquí- dijo Hugo 
 - Es fácil de explicar- dijo Rob,- nosotros dos viajamos de incógnito, mientras uno de nosotros se ha quedado en las montañas para guiar la rebelión y probablemente para que nosotros podamos seguir nuestro camino sin ser descubiertos, dos nativos habrán tomado nuestra identidad para ocultar nuestro viaje. 
 - ¡¿Queréis dejar de discutir sobre eso?! ¡Han cogido a Fizo! ¡Hay que hacer algo!- dijo Kina con desesperación. 
Todos se quedaron mirando a la hermosa y preocupada nativa.

 Jotacé.

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