Cuando Hugo vio el
vehículo volador, abalanzándose contra él a toda velocidad, le
resultó evidente que su ocupante lo había manipulado
inhabilitándole el sistema seguridad. Con sus reflejos de piloto ya
curtido, Hugo se tiró al suelo y rodó rápidamente en la dirección
del aerodeslizador, que le pasó por encima, casi rozándolo para
estrellarse unos metros más adelante.
Un par de horas antes, la policía
moutona irrumpió en la habitación que compartía con Norma y la
detuvo sin darles una explicación, aún medio adormilada por el
somnífero que Hugo le suministro unas horas antes y cubierta tan
solo por una sabana. Hugo se vistió a toda prisa, cogió la ropa de
ella y salió de la habitación. Trató de ponerse en contacto con
sus compañeros bíraros, pero estos habían desaparecido, según le
informaron, habían ido a una pequeña colonia de su raza en el otro
extremo del planeta, así que siguió su camina hasta el centro de
detención, donde pudo hablar con Norma una vez estuvo
vestida.
- Dios y Tigre tenían razón, nos has traicionado,
me has denunciado, pero estás muy equivocado si pensáis que voy a
hablar de la organización para que tú puedas regresar como un
héroe- dijo Norma en un susurro.
- No se quien te ha denunciado,
pero desde luego, no he sido yo.
- ¿Y qué hay de Garn y Zot?
¿También están detenidos?
- Por lo que me han dicho están en
una colonia bírara al otro lado del planeta, quién sabe a lo mejor
son ellos los que te han denunciado.
- ¿Y tú? ¿Si es cierto lo
que dices, por que no estás aquí?
- No lo se, pero lo voy a
averiguar.
Poco después Hugo habló con el jefe de seguridad
mautón, de aquel sector planetario.
- Recibimos una
denuncia por un robo producido hace algunas horas, el denunciante, es
un humano y la descripción que dio coincide con la de su compañera-
dijo el androide traductor
- Eso es imposible, yo he estado
con ella todo este tiempo.
- A la hora en la que a ella la
identificaron, usted estaba en el bar del hotel con otro humano, el
barman lo vio.
- ¿Cómo es posible? Pensaba que para los
mautones todos los humanos somos iguales.
- Así es, pero
para los androides y robots no. Además tenemos grabaciones de usted
en el bar.
- Ya veo, pero yo no estuve mucho rato en el bar y
cuando volví a subir ella dormía profundamente, es imposible que le
diera tiempo a…
- Eso tendremos que decidirlo nosotros. Buenos
días Sr. Lago.
Hugo descartó la idea de contarle al policía que
había drogado a Norma para acudir a la cita con Robmed, para darle
información sobre los contrabandistas, por otro lado la desaparición
de los dos bíraros le parecía muy sospechosa.
Se dirigió
nuevamente al hotel, con la intención de contactar con ellos y fue
en ese momento cuando sufrió el intento de atropello por el
aerodeslizador, que a duras penas logró esquivar. Del vehículo que
se estrelló unos metros delante de él, salió un robot con cuatro
patas, cuatro brazos armados con pistolas láser y muy malas pulgas.
- ¡MUERTE A LOS NO MAUTONES!- dijo soltando una ráfaga de
tiros al aire.
El robot disparó contra Hugo, justo cuando
él se escondía detrás de otro vehículo aparcado cerca de allí,
así que el monstruo mecánico, con una precisión absoluta, disparó
contra otros transeúntes bíraros y humanos que pasaban por allí.
Luego corrió a gran velocidad hacia el escondite de Hugo, que se vio
obligado a salir esquivando las ráfagas como podía. Enseguida
llegaron las autoridades moutonas, que protegidos de escudos y
disparando contra el psicótico robot, consiguieron hacerle
retroceder. La calle se convirtió en un auténtico campo de batalla.
El robot dio media vuelta intentando huir, pero la policía lo tenía
rodeado, así que con sus garras empezó a ascender por la pared del
edificio más próximo y corrió por los tejados en la misma
dirección en la que había visto huir a Hugo, que se había
convertido en su objetivo principal. Hugo que se escondió
bajo la fachada del hotel donde se hospedaba con Norma, desde allí
vio como una pequeña nave moutona, lanzaba un misil en su dirección,
o mejor dicho contra el tejado del edificio y se vio obligado a salir
al descubierto. El robot al verlo cruzar la calle disparó contra él,
pero el disparo se desvió de su objetivo, cuando el misil dio en el
blanco, haciendo trizas tanto al monstruo mecánico, como a parte del
edificio, que se vino abajo. Hugo sufrió el impacto de algún que
otro cascote que lo hirió levemente. Una vez pasó el peligro,
llegaron los vehículos sanitarios y la calle se llenó de curiosos
de todas las especies, que querían ver con sus propios ojos lo que
había pasado. Ya en el hospital, un androide médico
atendió las heridas de Hugo, cuando aparecieron por la puerta, Norma
y el jefe de seguridad mouton con su inseparable androide
traductor.
- ¡Norma! ¡¿Te han soltado?!
- Eso
parece, el jefe de seguridad te lo contará mejor que yo.
- El
androide que le agredió pertenece a una célula terrorista que
considera a todos los no moutones seres inferiores. Casualmente entre
sus víctimas estaba el humano que denunció a su compañera, así
que sin testigo no puede haber crimen.
- Ya veo. ¿Ahora
que está muerto, podríamos saber la identidad de dicho
denunciante?
- Se llamaba Morgan Morán, un humano loco y
sin demasiada suerte que se encontraba atrapado en el planeta desde
hace años. Realmente su compañera habría estado bajo arresto muy
poco tiempo, la denuncia de dicho individuo carecía de fundamento,
ya que no poseía nada que mereciera la pena ser robado. Sentimos
todo lo ocurrido. Ya les hemos reservado una habitación en otro
hotel, las autoridades planetarias corren con los gastos.
- Y yo
siento haber dudado de ti- dijo Norma besando a Hugo en los
labios.
Poco tiempo después, regresaron los dos bíraros y
el Tortuga inició otro viaje a uno de los asteroides
contrabandistas, donde les esperaba otro cargamento de ambrosio.
Pero a Hugo todo aquel incidente en el planeta le asqueaba, aquel
robot asesino, había ido directamente a por él y aquella denuncia
anónima.
Si sus compañeros sospechaban de él, ¿Por qué habían
montado todo aquello? En el espacio les sería más fácil deshacerse
él sin que nadie hiciera preguntas. Allí ocurría algo extraño,
era indudable que había alguien más moviendo los hilos y tendría
que averiguar quien era antes de que lo quitara de en
medio.
Jotacé
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