Pasos
apresurados y voces chillonas de niños seguidas por una voz más
aguda, la de un adulto mandándolos callar; eso escuchó Arturo
todavía con los ojos cerrados y sin saber si eran reales o formaban
parte de un sueño.
- ¿Quién es ese señor?- preguntó uno de los
niños en voz baja.
- Un amigo que viene de muy lejos, se llama
Arturo.- contestó la voz del adulto.
- ¿Del exterior?-
aunque Arturo no escuchó la respuesta si oyó la exclamación del
niño- ¡Uaaaaaauuuuhhh!
Arturo parpadeó varias veces para
centrar la vista; lo primero que vio fue a un niño y una niña de
unos cinco o seis años, ojos saltones y curiosos, cuyos rostros le
recordaban vagamente al de Julia.
- Hola Arturo- dijo el
niño.
- Hola- respondió él.
Los dos niños salieron
corriendo a refugiarse entre las piernas del hombre que estaba en la
parte de la cocina
- Anda, ir a jugar un rato con vuestras
cosas, no molestéis a nuestro invitado- dijo el hombre. Los
niños obedecieron al hombre, el cual cogió un trapo y secándose
las manos, se dirigió a él.
- Buenos días Arturo, soy
Damian y ellos, Lucas y Laia- dijo señalando a los dos niños que
jugaban en el otro extremo de la habitación.
Hasta ese momento
pasó por alto la decoración un tanto familiar, del apartamento,
llena de fotos familiares y entre las dos camas más pequeñas vio
que había juegos con los que los niños se entretenían.
- Hola
buenos días, ¿le importaría pasarme la ropa?- le pidió Arturo
incorporándose de la cama incomodo, al comprobar que bajo las
sábanas seguía totalmente desnudo- ¿Y Julia?
- Está
realizando otros trabajos que tenía pendientes y como tu estabas tan
dormido, me dejó encargado de ti hasta su llegada.
Sin
destaparse Arturo consiguió ponerse la ropa interior, luego terminó
de vestirse normalmente.
- ¿Y los niños son tuyos o
de…?
- De Julia y míos, somos pareja.
Arturo
permaneció serio y en silencio durante unos minutos, aquella era una
respuesta impensable para él.
- Yo… esto, será mejor que
me vaya.
- Arturo, las cosas no son como allí arriba hace
treinta años, han cambiado y mucho- intentó explicarle Damián.-
Además si te vas Julia se enfadará con los dos, contigo por irte y
conmigo por dejarte marchar, sin contar que ya estoy preparando la
comida y no me vendría mal un poco de ayuda.
Arturo suspiró sin
saber muy bien que hacer, finalmente tuvo que dar su brazo a torcer.
Damián le contó la importancia de las relaciones entre las
personas, la moral había cambiado radicalmente y cosas mal vistas
antes del cataclismo ahora se daban por normales. Arturo asentía sin
atreverse a contrariar a su anfitrión, pero todo aquello le parecía
extraño, amoral y hasta cierto punto incivilizado, más propio de
animales que de seres humanos. Prepararon dos mesas, una normal y
otra de menor tamaño para los niños, los cuales también ayudaron
sin ninguna queja, al parecer él sería uno más de los invitados a
la comida que estaba preparando Damian. Pronto empezaron a hacer acto
de presencia el resto de comensales junto con Julia. Arturo, llegado
del exterior de la ciudad subterránea, era el invitado de honor, al
que todos querían conocer.
Jotacé
Por ahora, yo veo bastante razonable a esa civilización, no está mal que algunas cosas mal vistas se den por normales.
ResponderEliminarLa historia bien, pero quedaría mejor que revises las palabras. Se te escapó un asta por hasta y valla por vaya.
Gracias Demiurgo, estos días voy un poco de culo y no presto la atención que debería, si ves más fallos no dudes en decírmelos.
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