La
cámara a la le que acababan de acceder era parte del alcantarillado,
con la diferencia de que había sido aislada del resto de túneles.
Iluminada por cuatro fluorescentes, en su interior, había una
pequeña ducha para la descontaminación, dos armarios, uno para las
armas y otro para la ropa. Desde un panel de control con cuatro
pantallas de televisión, podían verse los alrededores de las
salidas del refugio, solo una de ellas daba a la calle, las otras
tres en cambio a pasillos del alcantarillado; uno de ellos, aquel por
el que habían entrado, todavía se veía el humo que les había
librado de los desproporcionados insectos mutantes.
─ Son las
salidas a las que se puede llegar desde la puerta por la que hemos
accedido, a mi padre que fue el que creó el refugio le gustaba tener
varias vías de escape por si las moscas. Por cierto, aquí estáis a
salvo, podéis quitaros las máscaras ─ dijo su salvador dando
ejemplo. Bajo aquella máscara se escondía el rostro de un
hombre, de poco más de 35 años, uno setenta y cinco de estatura,
fornido y de pelo castaño oscuro y muy revuelto por la máscara. A
Cesar su anfitrión le resultaba extrañamente familiar.
─
¿Antes de nada podemos saber el nombre de nuestro anfitrión? ─
preguntó intrigado quitándose su máscara.
─ Oh, disculpad
es la falta de costumbre. Mi nombre es Adrián ¿Y el
vuestro? ─ Yo soy Cesar, Casandra, Julia y la mujer
mutante y su hija son Roma y Pétalo.
─ Sed bienvenidos.
Ahora si me disculpáis, temo que solo tengo una ducha en esta
entrada, así que pasaré el primero para luego poder prepararos un
buen recibimiento ─ dijo el extraño desnudándose.
Mientras
esperaban a Adrián, especulaban sobre el, solo Roma y Pétalo
siempre recelosas se habían apartado a un lado. Se hizo el silencio
cuando cesó el correr del agua y Adrián salió de la ducha para dar
paso sus invitados, los cuales para ir más rápido habían decidido
entrar de dos en dos, Julia y Casandra ya se estaban desvistiendo
para entrar las primeras.
─ Dime una cosa Adrián, ¿Estás
solo en este refugio? ─ preguntó Casandra.
─ No, no…
¡Ejem…! Somos dos, mi… mi madre y yo, enseguida la conoceréis ─ contestó Adrián terminando de vestirse mientras la vista se le
desviaba inevitablemente a los descubiertos y hermosos senos de la
mujer ─. Por cierto en este armario encontraréis ropa limpia, más
tarde nos ocuparemos de vuestros trajes.
A ninguna de las
mujeres les pasó desapercibido como Adrián trato de ocultar su
prominente erección, sonrojándose, para ya una vez vestido,
desaparecer por la puerta que daba al interior del improvisado
refugio. A pesar del tamaño de la ducha, decidieron entrar por
parejas para ir más rápidos. Roma y Pétalo fueron las siguientes,
aunque al principio Casandra entró con ellas para indicarles como
funcionaba la ducha y asegurarse que lo hacían bien, ya que para
Roma el recuerdo de una ducha o un baño se remontaba a su niñez y
era un recuerdo casi olvidado. Finalmente entró Cesar. Tras el
proceso de descontaminación entraron por la misma puerta por la que
un rato antes desapareciera Adrián que daba a un pasillo al final
del cual había una puerta al entrar, llamaron a su anfitrión que
salió corriendo en su busca, para servirles de guía hasta una sala
estar, con una mesa central, una pantalla de televisión apagada y
enormes estanterías llenas de libros, también había un par de
sofás y cuatro sillones, en uno de los cuales había una mujer mayor
de pelo canoso que debía rondar casi los 80 años.
─ Ahora si,
sed bienvenidos a mi casa, os presento a mi madre Ma…
─ ¡María!
─ dijo Cesar, al que todos miraron asombrados.
La anciana miró
desconcertada al desconocido durante unos minutos asta que finalmente
los recuerdos volvieron a su mente.
─ ¿Ce… Cesar? ─
consiguió decir la mujer desconcertada.
Cesar asintió, con una
leve sonrisa para luego abrazar a la anciana cuyos ojos se anegaron
de lágrimas, mientras los demás asistían atónitos a aquel
inesperado reencuentro.
Jotacé.
Y un momento emotivo no viene mal, después de escapar del peligro.
ResponderEliminarSi, los personajes de esta historia se merecen un pequeño descanso antes de continuar su aventura
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