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Entre
la gente con la que Diana compartía piso, estaba el individuo del
que se suponía que ella había estado huyendo la noche anterior en
la discoteca. Diana le explicó que todo había sido una estratagema,
para conocerlo sin levantar demasiadas sospechas, en un momento en
que Jota estaba apunto de caer bajo la influencia de uno de los
vampiros. El hecho de que ella estuviera con él por aquel oscuro
asunto, le hacía pensar que probablemente en circunstancias normales
ella lo habría ignorado, como la mayoría de las chicas a las que le
entraba, el estar en una cama extraña, aunque fuera tan bien
acompañado o precisamente por eso y todo lo vivido aquella tarde, le
impedían conciliar el sueño. Diana acostada a su lado, notaba como
él se movía inquieto.
- No puedes dormir, ¿eh? ¿Todavía
piensas en todo lo ocurrido esta tarde?- susurró ella girándose
hacia él.
- Si, aunque si no fuera por este asunto,
seguramente tú, nunca te habrías fijado en mí- le confesó
él.
- Eso es una estupidez y lo sabes, tú vales
mucho.
-Si, por eso estoy tan acojonado.
- Es normal, uno no
se encuentra todos los días con seres de ultratumba- dijo ella
acariciándole la cara sonriéndole. Jota le devolvió la sonrisa.
Ella lo besó y luego se quitó la camisa, dejando sus senos a la
vista.
- ¿Qué… que haces?- pregunto él un tanto
confuso.
- ¿Tú que crees? Esto nos relajará a los dos-
contestó Diana mientras le quitaba a él la camiseta y empezaba a
besarlo.- Si no me gustaras, te daría un valium, claro que si lo
prefieres…
- No, no, esto es mejor. Rieron en
silencio y siguieron con las caricias y carantoñas.
Esther había atravesado la ciudad como si
de una sonámbula se tratara, los acólitos de doña Carmen la
esperaban en la puerta, que cerraron tras ella nada más atravesarla.
En el recibidor a oscuras, la anciana mujer también la estaba
esperando. Doña Carmen, había conseguido tener a la mayor parte de
los vecinos bajo su influencia y los que ignoraban lo que ocurría
bajo aquel techo de cuatro plantas, alimentaban sin saberlo al
vampiro que tenían por vecino, teniendo apenas vagos recuerdos de la
pesadilla que les visitaba por las noches, para despertar cada mañana
mas cansados y sin energía, como le ocurrió en su momento a Sofía,
que esperaba junto el que había sido su marido, al cual evitaba
tocar, para mantenerlo fuerte, ya que se había convertido en el
perfecto guardián. Ahora Esther formaba parte en vida, de la anciana
y como los demás se encargaría de protegerla, pero su misión era
también la de atraer a los que doña Carmen consideraba una amenaza
y por tanto sus enemigos.
El móvil
de Jota empezó a sonar, eran las ocho de la mañana, después de
todo, había conseguido dormir como un lirón después de practicar
el sexo con Diana, tanteó buscando el móvil en la mesita de noche,
pero esta había desaparecido de su sitio. Por un momento había
olvidado donde se encontraba, se incorporó un tanto desorientado
para buscar aquél “maldito chisme” en el bolsillo de sus
pantalones.
- ¿Diga?... No me encuentro muy bien, cof, cof,
cof. Creo que he pillado un buen gripazo… ¿Epidemia? ¿A que te
refieres?... ¡¿Qué Dani tampoco ha ido?!... No, no está en casa
de su novia… Vale, cof, cof, cof… cuando sepa algo os
llamo.
- Que bien disimulas- dijo Diana, que estaba en la
puerta, tan solo con una larga camiseta y sonriéndole
pícara.
- Daniel tampoco ha ido al trabajo- dijo Jota
serio.
- Pero, ayer me dijiste que se fue del piso.
- Si,
antes incluso de que se hiciera de noche. A lo mejor volvió más
tarde…
- O puede que tan solo se le hayan pegado las
sábanas igual que a ti, en cualquier caso será mejor que lo llames
y salgas de dudas.
Jota afirmó con la cabeza mientras buscaba el
número de su amigo en la agenda de su móvil y le daba a llamar
pegándoselo a la oreja, unos segundos más tarde, escucho el tono,
“tut… tut… tut…” hasta que finalmente saltó el buzón de
voz, lo intentó por segunda vez con igual resultado. Diana se
sentó en la cama con la bandeja en la que había dos cafés con
leche y un plato con minicruasants.
- Anda, desayuna primero y
luego lo vuelves a intentar- dijo ella.
- Espera, intentaré llamar
a Esther, teóricamente han pasado la noche juntos, así que ella
debe saber algo. Jota repitió nuevamente el proceso de
llamada, pero el resultado fue peor, ya que le salió la voz de una
locutora.
- El número al que llama está apagado o fuera de
cobertura, inténtelo más tarde.
- ¡Joder, lo tiene
apagado!- dijo con cierto tono de preocupación.
- Está bien
cariño, tranquilízate y desayuna.
Jota obedeció a
regañadientes, siempre pendiente del móvil, por si llamaba su
amigo. Una vez terminaron el desayuno volvió a intentar la llamada,
pero con idéntico resultado.
- No hay manera. ¿Cuál es el
plan ahora?
- Iremos a tu piso, por el camino puedes seguir
intentando llamar a tu amigo. ¿Sabes? Hoy no pareces tan
asustado.
- Supongo que por el día se ven las cosas
diferentes, pero si que estoy bastante acojonado, ahora sobretodo por
Dani.
Diana le acarició la cara con una expresión de
comprensión.
En el coche, intentó volver a llamar a Daniel y a
Esther, con el frustrante resultado de las veces anteriores, así que
decidió llamar a su amigo Alex, nuevamente, como ocurría con cuando
llamaba a Daniel, los tonos empezaron a sucederse y ya empezaba a
creer que Alex tampoco le respondería, cuando escuchó su voz al
otro lado de la línea.
- ¡Hola Jota! ¡¿Ocurre alguna
cosa?!
- Hola Alex siento molestarte, pero tengo que pedirte un
favor. Verás, Dani se fue ayer por la tarde a casa de Esther y esta
mañana no ha ido a trabajar y ninguno de los dos contesta al móvil,
así que como Esther comparte piso con tu chica me preguntaba si le
podías preguntar a ella si sabe algo.
- La llamaré y ya
te enviaré un mensaje para decirte algo… Y no te preocupes hombre,
seguro que hay una explicación lógica para esto.
- Eso
espero.
- Bueno, de aquí un rato te digo algo, hasta
luego.
- Asta luego y gracias. Un cuarto de hora más
tarde, Diana aparcaba en una calle cercana a la casa de Jota,
salieron del coche y se encaminaron hacia allí, cuando le sonó el
móvil a Jota, que lo cogió con la esperanza de que fuera Daniel,
pero solo era el mensaje de
Alex:
“Cuando
Sara llegó ayer a casa. Ellos estaban en la habitación de Esther,
pero esta mañana ni Ella ni María los han visto, a lo mejor siguen
durmiendo, o han ido a algún sitio,
juntos.”
Al
fin en el edificio, Jota intentó abrir la puerta, pero la llave no
entraba en la cerradura. - Mira ahí- dijo Diana señalándole
un papel colgado en el portal.
“POR
RAZONES DE SEGURIDAD NOS HEMOS VISTO EN LA OBLIGACIÓN DE CAMBIAR LA
CERRADURA DEL PORTAL. ESTA TARDE A LAS OCHO REUNIÓN DE VECINOS PARA
REPARTIR LAS COPIAS. OS RECORDAMOS QUE POR LA MAÑANA ESTA
PREVISTO EL FUNERAL DE LOS GUTIERREZ EN LA IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA
DE LOS MARTIRIOS EL PRESIDENTE.”
-
¿Y ahora que hacemos?- preguntó Jota desconcertado
- Supongo que
habrá que ir al funeral de tus
vecinos.
Jotacé.
Me gusta el personaje de Diana. Lúcida, parece valiente, y que bien confortó a Jota.
ResponderEliminarSi, me temo que en esta relación, es ella la que lleva los pantalones.
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