viernes, 26 de febrero de 2010

DOMINGO DE RESACA (R.F.06)


Esa mañana Mónica estaba mucho mejor, después de todo un día y una noche de descanso, se levantó temprano se puso ropa de deporte y se fue a correr. Sabía que no debía tener miedo. Cuando llegó a casa, se dio una ducha y desayunó con hambre. Afuera en la calle, hacía un perfecto día de verano, así que se puso el traje de baño, música chill en el equipo, un buen libro una toalla y salio al balcón a tomar el sol, con la intención de dejar todos los problemas atrás, o al menos eso es lo que ella pensaba.
Justo en la puerta un coche estacionado en doble fila paró el motor. En su interior estaban todos los temores que Mónica creía haber dejado atrás.
— ¿Estas seguro de que es aquí?— Pregunto Ramón receloso
— Claro que sí, yo nunca olvido una cara. Está en el segundo piso.— Respondió el ruso.
— ¿Cómo estas tan seguro?— Pregunto Alfonso que estaba en el asiento de atrás.
— Se asustó. Un tipo, que debe ser su amante entro con ella y luego se asomó al balcón esperando verme. Pero tranquilo, no me vieron y dudo mucho que sospechen algo.
— Está bien. Espéranos aquí, no tardaremos en volver.— Dijo Ramón saliendo del coche seguido de Alfonso. Apenas hacía un par de horas que Jota se había levantado de la cama, con el estomago revuelto y un leve dolor de cabeza debido a la resaca. Su almuerzo, consistió en una lata de sardinas en escabeche, pan semiduro del día anterior y una bolsa de patatas fritas, todo esto remojado por una cerveza, que según decían iba bien para la resaca y que era de las pocas cosas que nunca faltaban en su nevera, casi siempre vacía y todo esto lo hacía con una mano, con la otra cambiaba continuamente de canal, hasta que en uno de los múltiples canales del TDT encontró “En busca del arca perdida”, posiblemente una de las mejores películas de aventuras de todos los tiempos. Pero disfrutó poco de la película, ya que en ese momento, un timbrazo, seguido de unos contundentes golpes en la puerta, logró sacar a Jota de su estupor.
¡Ya voy…! ¡Ya voy, joder! — Dijo levantándose perezosamente del sofá.
En el momento en que abrió la puerta, Ramón y Alfonso, irrumpieron en el interior de su piso. Alfonso, le agarró con fuerza del cuello de la camisa.
— ¡¿Dónde está Mónica?! ¡Dile que salga ahora mismo o te parto el cuello!
— ¿Mónica? ¿Qué Mónica?
— Vamos, no te hagas el tonto. Sabemos que vive aquí.— Dijo Ramón.
— Mirad tíos, no sé quienes sois y me importa una mierda, pero aquí no vive ninguna Mónica. ¿Creéis que estaría así el piso, si viviera alguna Mónica?
Ramón, miró escéptico el caos reinante a su alrededor. Suspiró comprendiendo que Jota decía la verdad. Acto seguido, metió la mano en bolsillo interior de la americana y sacó una foto y una pitillera, que volvió a guardar en el se mismo bolsillo, después de encender un cigarrillo. Le enseñó la foto a Jota.
— Fíjate bien. ¡¿Has visto a esta mujer?!
Jota achinó los ojos a causa del humo del tabaco. En la foto, estaba Mónica, su vecina, abrazada a aquel tipo.
— Pero si es…— Dudó en contestar, pero ya era demasiado tarde, Alfonso lo zarandeó con fuerza.- ¡La chica del dos C.!
Ramón, fue a la mesa de sobremesa y de entre el desorden, cogió el móvil de Jota y se lo guardó en el bolsillo, luego unas llaves.
— ¿Son estas las llaves de tú casa?
Jota asintió con la cabeza. Finalmente el hombre cogió un cuchillo de cocina, se dirigió al teléfono fijo y cortó el cable, clavó el cuchillo en el mueble donde estaba el teléfono y se dirigió a la puerta, haciéndole un gesto a su compañero para que soltara a Jota y lo siguiera.
Como ya hicieran con Mónica, dejaron a Jota encerrado e incomunicado en su propio piso. Mientras cerraban la puerta, escuchó como Alfonso le decía a Ramón
— Don Luis siempre nos dice que no nos obsesionemos con ninguna mujer y menos pudiendo tener a la fulana que queramos. Nos estamos jugando el cuello.
— Yo no quiero una fulana, quiero a Mónica…
“¿Y qué hago yo ahora?” Pensó Jota dando vueltas de un lado a otro. Tenía un recambio de llaves, el problema es que no recordaba donde y lo más urgente era avisar a su vecina de lo que se le echaba encima, aunque le hubiera dado calabazas en más de una ocasión.
En la televisión, Indiana Jones que acababa de averiguar el lugar donde permanecía enterrada el arca de la alianza, llamaba a Sallah, su camarada de aventuras para que le echara la cuerda. Ante la estupefacción de Indi, su compañero de aventuras le lanzó una serie de telas entre las que estaba una bandera nazi. Eso le dio una idea a Jota, que fue corriendo a su habitación. La cama seguía deshecha, así que cogió las sabanas y las anudo como pudo, después las ató a la barandilla del pequeño balcón, su vecina vivía justo en el piso de abajo, así que esa era la manera más rápida de llegar.
Justo debajo, Mónica tomaba el sol boca abajo leyendo ávidamente, mientras en el interior de la casa, sonaba la música, justo encima de ella calló el trozo de sabana de Jota. Pero ni se inmutó, tampoco le dio demasiada importancia al extraño gemido que venía de encima de suyo.
— ¡Mónica! — Gritó Jota mientras realizaba el peligroso descenso.
Ella a duras penas escuchó la llamada y justo cuando estaba apunto de mirar hacia arriba, sonó el timbre. Se levantó y fue hacia la puerta mientras se ponía la parte de arriba del bikini y un albornoz que tenía en el interior del piso.
Jota no había sentido el timbre desde donde estaba, pero si que consiguió bajar unos centímetros más, para ver a Mónica dirigirse a la puerta, intentó avisarla, pero ya era demasiado tarde. Todo pasó muy rápido. Alfonso abrió la puerta de golpe y María calló al suelo de culo. Miró con sorpresa y terror a sus agresores.
— ¡Tú! — Le dijo sorprendida a Ramón.
— Hola Mónica. Te echaba mucho de menos.
— ¡Mira quién está en el balcón! - Dijo Alfonso, señalando a Jota, cuyos pies rozaban ya la barandilla.
— Hay que joderse.— Dijo Ramón dirigiéndose a Jota mientras metía la mano debajo de la americana.
Jota, al ver el gesto, pensó que el tipo estaba sacando un arma y se soltó de su improvisada cuerda. Ramón, viendo caer a Jota corrió hacia él, con la pitillera que acababa de sacar del bolsillo en la mano, se asomó a la calle encendiéndose un cigarrillo, para ver como un grupo de gente se reunía alrededor de Jota.
— Será mejor que nos vayamos, ya Mandaré a alguien para que venga a recoger tus cosas.— Le dijo amenazante a María.
— ¡Recuerdo que te mandé a la mierda, cuando descubrí a lo que te dedicabas!— Le Dijo ella mientras Alfonso la ayudaba a levantarse.
— Esto no es una discusión, si no quieres venir conmigo Alfonso te hará una cara nueva. — Dijo acercándose a Mónica mientras su compañero, sacaba una navaja de un bolsillo trasero de los tejanos.
Jota podía notar el roce del hueso roto de su pierna derecha, a la vez que un intenso dolor le recorría todo el cuerpo. Los transeúntes, formaron un corro a su alrededor, preguntando qué había pasado y si se encontraba bien. “¡Que alguien llame a una ambulancia!”, “¡Haced sitio que respire!”. Decían algunos.
Entonces vio entre la muchedumbre, como los dos matones salían del edificio agarrando a María de los brazos.
— ¡Esos son los que me han tirado del balcón! ¡Quieren secuestrar a mi novia!
Todo el mundo se abalanzó hacia el trío, liberando a Mónica de sus dos captores, la cual corrió al interior del edificio.
Iván que había puesto en marcha el motor del coche, en cuanto vio caer Jota, salió disparado antes de que alguien lo relacionase con los presuntos raptores.
Alfonso y Ramón se zafaron de la turba de gente con la ayuda de la navaja del primero. Pero un coche patrulla que pasaba por allí en ese momento, consiguió evitar la huida.
Mónica vio los acontecimientos desde el balcón de su casa, sin atreverse a salir. También vio llegar a la ambulancia. Después de poner la denuncia en la comisaría, la misma policía le recomendó, que si quería guardar el anonimato, desapareciera por un tiempo, así que después de salir de allí, cogió el tren hacia la capital y fue directamente a casa de su hermana sin ni siquiera hacer el equipaje
Esa noche, los medios de comunicación de todos los programas de sucesos erigieron a Jota como nuevo héroe en contra de la violencia de género.