jueves, 27 de junio de 2013

DIOS CAMBIA LAS REGLAS (Jonh Mateo)

¿Y si nada es como parece?
Este libro aporta pruebas suficientes como para iniciar un cambio radical en el mundo.

La Habana, verano de 1975. Un joven estudiante es inducido telepáticamente y de esta forma es llevado a un insólito encuentro con una mujer. En él, ella le expone una serie de informaciones y le asegura que constituyen «la verdad que Dios quiere que todos sepan». Verdad que difiere totalmente de las explicaciones aportadas por las religiones. Le pide que escriba un libro que la contenga junto a las experiencias vividas por él, las de otras personas y lo que hayan escrito, relacionado con la información recibida. Al finalizar el encuentro, ante la mirada atónita del joven, la mujer desapareció. Todo hacía indicar que era una enviada de Dios.

El revelador contenido de este libro es resultado de aquel encuentro. Su autor, el joven a quien le pidiesen escribirlo; quien treinta y siete años después completa entre testimonios verídicos, análisis e informaciones sorprendentes, una historia auténtica y ciertamente fascinante escrita en una prosa ágil y amena; un libro que, por su naturaleza y contenido, podría ser considerado uno de los más trascendentales que se haya conocido jamás. En él queda confirmado, por todas las evidencias, que aquella mujer del encuentro ciertamente pudo ser una enviada de Dios, quien por su conducto trasladaba un mensaje que muestra una realidad totalmente diferente acerca de Dios y la existencia.

Un libro de obligada lectura para creyentes y religiosos que terminará por interesar tanto a agnósticos como a ateos. Una de esas historias que no podemos permitir que nos las cuenten, sino leerla para contarla

lunes, 24 de junio de 2013

(H.C. 24) UNA OFERTA DE TRABAJO

Las autoridades tanto bíraras como terrestres, fueron informadas de la captura del espía Hugo Cortes por parte de los bíraros. Los terrícolas reclamaban al prisionero, era un traidor para los suyos y eran ellos los que debían juzgarlo y más si los bíraros deseaban evitar un incidente diplomático. La noticia también llegó al Cristóbal Colón.
 - Muy pronto lo han capturado- dijo la capitana Otomo malhumorada. 
 - Si consiguió escapar del Colón, quizá pueda hacerlo de una prisión bírara- dijo Robmed.
 - Quizá, pero aquí tubo un poco más de ayuda… y probablemente los bíraros habrán tomado sus precauciones.
 - Por otro lado a los piratas no les interesará que llegue vivo a la Tierra y se sepa la verdad, su auténtico espía volvería a estar bajo sospecha.
 - Hemos enviado a uno de nuestros mejores hombres a una muerte casi segura y encima estamos casi como al principio, incluso puede que peor.
 - Es un riesgo que había que correr y todavía no está todo perdido.


 Una nave lanzadera biraro, llego al satélite colonial donde Hugo estaba preso, con la orden de devolver al prisionero humano con los suyos. 
 Para los bíraros, el cuerpo de un humano les traía sin cuidado y puesto que Hugo solo era un prisionero, ni tan siquiera se molestaron en devolverle su ropa, limitándose a encerrarlo en lo que ellos consideraban una celda, una jaula de barrotes demasiado separados entre si para un humano, pero que sin embargo estaba suspendida a una altura considerablemente alta, con lo que la caída podía ser mortal y desnudo como estaba se sentía todavía más indefenso si cabía. Unos pequeños robots voladores, incapaces de soportar demasiado peso, se ocupaban de acercarle la comida y el agua. Sus compañeros de prisión se comunicaban entre ellos por medio de silbidos y pitidos, como los de los pájaros, pero más altos, ese era su idioma, el de los bíraros. Uno de ellos se dirigió a él en el idioma terrícola, aunque sonaba como la voz de un loro tratando de imitar el lenguaje humano.
 -¿Qué hace un humano en una prisión bírara?
 - Ojala lo supiera. Estoy acusado de espionaje, primero por los míos y luego por los tuyos.
 - Ya veo. ¿Lo eres?
 - No, pero poco importa cuando nadie te cree. ¿Y tú que has hecho?
 - A mi me soltarán pronto, solo soy un polizón que busca una oportunidad en las colonias. De pronto la pequeña jaula de Hugo empezó a moverse hacia una de las salidas. - Parece que vas a salir de aquí humano. ¡Espero que tengas suerte!
 - ¡Gracias!
 Sin estar esposado, pero con una cadena atada al cuello como si fuera un animal, fue trasladado por los pasillos del satélite, bajo la mirada de los diferentes bíraros con los que se cruzaba, que lo miraban con curiosidad, a él le ocurrió lo mismo con los primeros seres extraterrestres que llego a ver durante su estancia en el Cristóbal Colón. Al llegar al hangar, descartó el salir corriendo y subirse en otro caza, probablemente le costara llegar a los mandos de una nave bíraro, eso sin contar con tener el equipo apropiado ni la fuerza suficiente para librarse de sus guardianes, tampoco sabría donde ir. Los soldados Bíraros que le custodiaban, le pasaron la correa que lo mantenía atado a los guardias que habían venido a buscarlo, cruzaron palabras en aquel extraño idioma que era como el piar de las aves y luego sus nuevos guardianes, lo empujaron hacia la lanzadera, encerrándolo en la pequeña celda que había en su interior. Poco después la nave despegó del hangar para perderse entre las estrellas, hacia un destino incierto. 
 En la pequeña nave hacía todavía más frío que en el satélite y más cuando se abrió la puerta de la celda. 
 - Valla, valla… no está mal lo que veo- dijo Norma, la mujer que lo había perseguido en el planeta Oceana
 - ¡¿Qué haces tú aquí?!- dijo Hugo sorprendido.
 - Por lo que se ve, liberarte de tus… “amigos” los bíraros- contesto ella irónica, pasándole una bolsa de viaje que llevaba en la mano.
- Hemos oído hablar de tus habilidades como piloto y como creo que te has quedado sin trabajo. Hugo abrió la bolsa, en la que encontró todas las pertenencias que le habían quitado los bíraros.
 - ¿Y a quien le debo la carta de recomendación?- preguntó mientras sacaba la ropa de la bolsa y empezaba a vestirse.
 - Un amigo común. Todavía no estas en la organización, querido. Así que yo de ti me abstendría de hacer demasiadas preguntas.
 - ¿Y si no acepto la oferta? 
 - Digamos que no tienes mucha elección tal como están las cosas, la única manera de seguir vivo es aceptando la proposición, así que tú mismo.
 - Está bien, pues tú dirás.
 - De momento, te prefería mejor sin ropa- dijo Norma desabrochándose su ajustado mono de vuelo.
 - ¿Es esto una prueba?
 - Tal vez- dijo ahora en un susurro.
 Norma le agarro por la nuca, se lo acercó y lo beso, mientras le desabrochaba también a él el mono de piloto introduciendo su mano hasta sus partes pudientes. 


 La auténtica lanzadera de los bíraros que había sido enviada a recoger al prisionero llegó a la estación espacial con sus órdenes, para encontrarse con que el prisionero ya había sido trasladado. El humano se había burlado de ellos al igual que antes lo había echo de los suyos. 


Por la gravedad que notó al bajar de la nave, era evidente que el hangar donde había aterrizado la nave, estaba emplazado en un planeta, probablemente con atmósfera propia, sin embargo le era imposible saberlo con seguridad, ya que en ningún momento del viaje se le había permitido ir a la cabina de pilotaje y durante su breve estancia allí tampoco se le permitió subir a la superficie. La oficina donde se encontró con su anfitrión, tenía los ventanales cerrados y estaba iluminada con luz artificial. Era evidente que sus anfitriones querían que Hugo ignorara en que planeta se encontraba, probablemente era un asentamiento ilegal, que carecía de control colonial.
 - Ahora conocerás a Dios, es el que maneja el cotarro.
 - ¿Dios?- dijo Hugo sonriendo socarrón.
 El tamaño de todo era enorme, como del sitio donde había estado preso, tamaño bíraro y un bíraro era el que le esperaba en la oficina.
 - Así que tú eres el piloto nuevo- dijo el jefe de los contrabandistas con su chillona voz de bíraro.
 - Y tú… ¿Dios?
 - Cuando llegue el momento sabrás por que me llaman así. De momento serás enviado a una de nuestras bases en los asteroides. Servirás de enlace entre las colonias… ¡Ah! Y que te den otra ropa… ese uniforme canta mucho.
 - Tú mandas jefe.

 Jotacé 

jueves, 20 de junio de 2013

DESIGNIOS DE UNA GUERRA (Gracia Pérez)

En esta fascinante obra, la autora nos traslada al pasado y reconstruye magistralmente lo que podría haber sido una historia real ambientada durante la turbulenta Guerra Civil
Española en la sierra de Gredos.
Quedan reflejadas las miserias y crueldades de la guerra, el ambiente de temor, la tensión, los golpes de los dos bandos, hasta la parte más oscura y miserable de la condición humana, que
las circunstancias sacan a la luz de manera evidente. Aunque el relato también destaca por dejarnos disfrutar del amor, la amistad y la solidaridad entre los compañeros.
La novela nos habla de todo ello bajo la atenta mirada de Julia, que se ve obligada a dejar su infancia para convertirse en una mujer fuerte, capaz de luchar por sus ideales y la libertad.

lunes, 17 de junio de 2013

(M.N.07) PERSECUCIÓN NOCTURNA

Ahora Doña Carmen, era Doña Eulalia, sabía todo lo que ella sabía y veía todo lo que ella veía. Aquello era más que una conexión telepática, era como si Doña Eulalia fuera una extensión de si misma, como un brazo o una pierna, también era aquella enorme gata blanca o cualquier otro animal nocturno del que decidiera tomar su apariencia, era poderosa y lo sabía. 
 Hacía rato que sentía próxima una presencia extraña y cuando la puerta del edificio se abrió para dejar entrar a su nieto, lo vio con sus agudos y felinos y también con los de doña Eulalia. Un niño con cara de anciano o un anciano con cara de niño, la espiaba desde lo alto de la azotea del edificio de enfrente. Con la puerta cerrada sería extraño que doña Eulalia se la volviera a abrir para dejarla salir, al menos con su nieto delante y atravesarla como atravesó la lápida de su tumba habría resultado todavía más extraño, así que subió las escaleras de cinco en cinco, ahora el edificio le pertenecía y sabía en que apartamentos estaban sus inquilinos, convirtiéndose en una especie de niebla, se escurrió entre puertas y ventanas, para salir por fin a la calle, donde se transformó en una enorme ave, un depredador nocturno, una lechuza blanca, que subió volando asta la azotea donde había estado aquel ente, pero este ya había desaparecido. Convertido en una extraña nube ascendía ya por el cielo, alejándose de la ciudad, doña Carmen seguía notando su presencia y emprendió la persecución. Aquel ser era parecido a ella, pero distinto, más viejo y con menos poderes, en realidad podía notar que nunca había sido como ella. Pero tal vez, podría darle algunas explicaciones antes de matarlo, ya que el hecho de que la estuviera espiando, lo convertía en una amenaza. Liberó a Doña Eulalia de su influencia, para que la mujer pudiera seguir con sus quehaceres diarios, mientras ella se centraba en su persecución. 
 El paisaje bajo sus ojos cambiaba a medida que se alejaba de la ciudad. Aquella nube, se había alejado muy rápidamente y le costaba mucho darle alcance, pero terminaría haciéndolo, ella lo sabía. Sobrevoló otros pueblos y ciudades, ríos, bosques y montañas en pos de su escurridiza presa, acercándose milímetro a milímetro. Las horas pasaban y notaba como sus poderes disminuían a medida que se alejaba del lugar que le había visto renacer en la muerte. El ser que ya parecía estar a su alcance, empezó nuevamente a alejarse y a tomar distancia, cada vez más rápido y aunque ella, incansable no cesó en su empeño, la claridad del inminente día la hizo descender y tomar tierra, donde se vio transformada nuevamente en la anciana que era, o que había sido en sus últimos días de vida, sin los achaques que suelen tener los vivos, pero si con algunas de sus limitaciones. 
El día la había sorprendido lejos del lugar al que pertenecía y sabiendo que continuar con la persecución era inútil, decidió emprender el viaje de regreso, sin importarle la distancia, aunque pronto comprendió que se había alejado más de lo que creía, un solitario transeúnte se lo confirmó al pararse ante ella y preguntarle algo en lo que parecía francés. Ella lo ignoró como fingiendo sordera y el hombre se le acercó para hablarle un poco más fuerte al oído, ella lo agarró y acercando su boca al cuello de su víctima, empezó a succionarle la sangre a través de los poros de la piel, asta que su presa calló inconsciente, eso le dio fuerzas para seguir andando un rato más. 
Llegó a una tumba desconocida, escondida en un bosque y olvidada por los habitantes más próximos del lugar y por el tiempo transcurrido. Apenas una piedra desgastada y sin señal alguna de las inscripciones que una vez tubo, indicaba el lugar, perfecto para el reposo de un vampiro perdido y lejos de su autentico lugar de reposo, se arrodillo en aquel montón de tierra cubierta de hierva y apoyando allí sus manos, se vio transportada a aquel oscuro lugar, dos metros bajo tierra. 
Doña Carmen, que nunca había sido aficionada a la lectura gótico fantástica y a decir verdad a ningún otro tipo de literatura y que sus únicas referencias estaban en algunas películas que había visto con su nieto, estaba aprendiendo a las duras las reglas de su nueva existencia. A la vez que cerraba los ojos en aquel lugar de descanso, fue consciente, de los huesos removiéndose en otra tumba, en otro lugar ahora lejano, pero que a pesar de la distancia los sentía como propios, lo que notaba con todos los recuerdos de quien había sido en vida, era al hombre que la había recogido dos noches a tras, cuando ella misma despertó y del que se alimentó sin esperar a que parara el coche, provocando aquel mortal accidente. Ahora aquel cuerpo, con todos sus recuerdos y experiencias le pertenecían como el suyo propio y se agitaba en la tumba esperando por salir y alimentarse. 
Aunque doña Eulalia seguía atada a ella y podía ver lo que ella veía y saber lo que la buena mujer sabía, ahora doña Eulalia había vuelto a tomar el control, eso era lo que la diferenciaba del hombre del accidente, este estaba muerto y era ella la que movía completamente sus hilos, en cambio la portera, aún teniendo el control sobre ella y aunque su sangre corriera por las venas de aquella mujer, seguía viva, consciente y la distancia hacia que hubiera perdido casi por completo el control sobre ella.


 Daniel salió aquella mañana a trabajar como cualquier otro día y le extrañó la ausencia de la portera en la escalera, el encuentro con ella de la tarde anterior le había parecido demasiado extraño, como si hablara con su propia abuela, incluso el comportamiento de Selina, la gata de aquella mujer le había parecido raro, como si pudiera entender lo que ellos decían y así se lo contó a su amigo Jota en el trabajo. 
 - ¿Y no será que echas de menos a tu abuela? Después de todo te has criado con ella y la acabas de perder, supongo que es normal.
 - Yo, no sé lo que es, Jota. Pero hasta que hagamos los cambios y te vengas a vivir allí… Yo… yo…
 - Supongo que si a mis padres no les importa que vallas a comer, tampoco les importará que te quedes a dormir una temporada, cuando llegue a casa se lo preguntaré. 
 - Gracias tío, te lo agradezco.
 Los padres de Jota estuvieron de acuerdo, a cambio de un pequeño alquiler por el tema de gastos, cosa a la que Daniel estuvo totalmente de acuerdo, en aquel momento hubiera pagado lo que fuera por salir una temporada de aquel agobiante piso. Aquella misma tarde, fueron a buscar las cosas más imprescindibles de Daniel. Al salir de allí, se encontraron con doña Eulalia, la buena mujer parecía un poco trastornada.
 - ¿Le pasa algo doña Eulalia? ¿Dónde está Selina, su gata?
 - ¿Mi gata? No es una gata de verdad… es… es… 
 La mujer pareció desfallecer y tuvieron que ayudarla a entrar en la casa, por suerte para ellos, en ese momento entró doña Maruja, siempre al tanto de todo lo que pasaba, se quedó con la anciana asta que empezó a recuperarse.
 - ¿Qué te vas de viaje?- pregunto Maruja.
 - No, voy a vivir unos días en casa de mi amigo Jota, mientras hacemos reformas en el piso, luego él se instalará conmigo- dijo señalando a su amigo.
 - A tu abuela no le gustará- dijo doña Eulalia levantando la vista hacia los dos jóvenes. 
 - Con todos mis respetos señora, creo que a doña Carmen le gustaría saber que su nieto no está solo- dijo Jota.
 - Y no estará solo joven… eso te lo puedo asegurar… ella… ella… sigue… aquí- dijo la anciana misteriosa. Jota le parecía increíble lo que acababa de oír cuando salieron del edificio, pero su amigo Daniel estaba pálido. 


 Jotacé.

jueves, 13 de junio de 2013

UNA VIDA Y UN AMOR (Francisco Pelufo Martínez)

Francisco Pelufo Martínez, popular en el mundo literario por Kokoro (Carlos Kokoro Aguilar), seudónimo con el que publica y acreditado en los foros sociales como Esveritate, anteriormente a esta faceta poética, por ser uno de los críticos políticos más leído y con más prestigio, no sólo en España; sino también, en gran parte del extranjero, destacando su conocida trascendencia en Latino América. Llegó al mundo, un 8 de mayo, de un año en el cual nació un artista. Dedicado toda su vida a su familia y trabajo, entre otras, su ocupación principal fueron las Artes Gráficas, actividad en la que creó su propia empresa a los 20 años y aunque nunca se dedicó de lleno al mundo literario, siempre estuvo vinculado a él directa o indirectamente. Comenzó escribiendo sobre política, teniendo la relevancia anteriormente mencionada por foros diversos y obteniendo innumerables éxitos, premios, distinciones y reconocimientos. Tanteó a la poesía, realizándose en este aspecto, por casualidad y se enganchó a dicha escritura de tal manera que esa gran, más que afición, le hizo abrir un blog, en el que sus visitas se multiplicaban de manera espectacular; había nacido Kokoro y era para quedarse. Ha obtenido en Miami el primer PREMIO PLUMALAS 2011 de poesía. Y de ahí hasta la actualidad, fue una sucesión de hechos y datos que comienza hoy desde su andadura literaria virtual, plasmándose ese su gran sueño, con su primer poemario, el cual no será el último y con el que pone de manifiesto el arte del buen hacedor en verso y poesía, eso sí, peculiar y siempre a su manera.

lunes, 10 de junio de 2013

(H.C. 23) LOS DIOSES LIBERTADORES

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El convoy que llevaba a los esclavos hasta las minas de los dioses, estaba formado por veinticinco soldados a los que había que sumar su jefe y dos subalternos. Era un secreto a voces que a lo largo del viaje desde la costa a las minas, algunos soldados se aprovechaban de los esclavos durante sus guardias, o con la complicidad de sus compañeros, sobretodo de las mujeres, a pesar de la prohibición de tocarlos, los mismos jefes hacían la vista gorda o participaban ellos mismos de aquella superioridad. ¿De todas maneras, quién creería a un esclavo? Eso era lo que parecía que había ocurrido en un principio con la desaparición de aquellos dos soldados y la esclava, pero cuando los encontraron muertos en el bosque y sin ningún rastro de la hembra, enseguida supo que la esclava había sido liberada con la ayuda de algún cómplice, probablemente y a pesar de que las huellas se perdían en el bosque, el o los atacantes debía ser gente del pueblo descontenta con la dictadura impuesta por aquellos dioses. Mandó enviar a uno de sus subalternos a seguir las huellas con otros cuatro hombres y puso patas arriba el poblado, colocó vigilantes en las dos entradas, más para evitar que escapara alguien que para vigilar el exterior. Sacó a todos los lugareños de sus casas y los encerró en el templo que presidía el poblado, fuertemente vigilados mientras el resto de sus hombres lo registraban casa por casa. Poco importaba si para esclarecer la verdad tenía que incendiar el pueblo entero. Al atardecer, empezó a inquietarle la tardanza de los soldados que habían abandonado el pueblo. La gran estrella que alumbraba a aquel mundo, estaba ya apunto de llegar a las copas de los árboles del bosque próximo al poblado, cuando de allí aparecieron dos monturas que se acercaron a la entrada. Manteniéndose lo suficientemente alejados mandaron llamar al jefe de la escuadra. 
- ¡¿Quiénes sois y qué queréis?!- grito el jefe 
 - ¡Mi nombre no importa! ¡Vengo con la esclava que dos de vuestros soldados querían violar en el bosque!- dijo Fizo desde su montura. 
 - ¡¿Acaso debo agradecerte que la traigas de vuelta?! ¡¿Sabes quien mato a mis hombres?! - ¡Yo maté a tus hombres, los dioses me protegieron cuando enviaste a los otros cinco que también están muertos! ¡Pero los dioses quieren daros una oportunidad si soltáis al resto de los esclavos y dejáis tranquilos a los habitantes del pueblo! 
- ¿Los dioses? Ese pobre idiota debe estar loco- dijo el subordinado. 
 - tal vez, pero creo que las monturas que lleva son las de los cinco hombres que enviamos. No me fío un pelo, me huele a una trampa. 
 - ¿Y qué sugieres que hagamos? 
- Envía a cinco hombres más a que los capturen y manda llamar a los demás, que estén alerta. Poco después, cinco monturas salieron en persecución de los dos fugitivos, pero estos se mantuvieron en su puesto hasta que los perseguidores estuvieron lo suficientemente cerca, entonces dieron media vuelta a sus monturas y se dirigieron nuevamente al bosque. Todavía los cinco soldados no se habían acercado a los árboles cuando de sus copas, aparecieron cinco relámpagos que abatieron a los cinco jinetes. 
- ¡No pueden ser los dioses! ¡Ellos están de nuestro lado!- dijo el subordinado asustado. 
Casi todos los soldados acudieron a las murallas al ver lo que había pasado. Fizo y Kina volvieron a aparecer. 
 - ¡Ya os había dicho que los dioses están de nuestro lado! ¡¿Qué decís ahora!? ¡¿Os rendís?!- Grito nuevamente Fizo. 
 - ¡No se quien os ampara, pero yo he estado ante los verdaderos dioses! ¡Son ellos los que nos mandaron coger esclavos para las minas!- gritó el jefe de los soldados. 
- ¡¿Qué clase de dios manda matar y esclavizar a otros nativos?! ¡¿Son dioses o demonios los que os envían a vosotros?!- volvió a gritar Fizo. 
- ¡¿Si los que te envían a ti son tan poderosos, por que no han venido personalmente a liberar a los esclavos?! 
En ese momento como contestación a su pregunta, se escucho un gran estruendo de voces y pisadas acercándose desde el interior del pueblo, eran sus habitantes y los esclavos. Apenas cinco hombres se habían quedado guardándolos y solo diez soldados quedaban guardando las murallas, todos ellos se sentían rodeados y derrotados. 
 - ¿Pero quien…? 
Habitantes y esclavos abrieron un pasillo por el que dejaron pasar a uno de aquellos pequeños dioses, era Robert, al parecer había conseguido penetrar en el pueblo por la parte de atrás, a pesar de su estatura, con su fuerza y rapidez le fue sumamente fácil poner fuera de combate a los vigilantes. El subordinado disparó su pequeño mosquete, pero el pequeño proyectil apenas hizo retroceder al androide, que aparte de su inmunidad como robot, tenía la de la ropa, casi indestructible ante armas tan primitivas. El jefe de los soldados le cogió el mosquete y lo tiró junto al suyo y el subordinado se derrumbó pidiendo perdón por su pecado ante el dios que acababa de aparecer. Poco después Fizo, Kina, Hugo y Yumi, fueron también asta el pueblo y sus habitantes se inclinaron ante ellos. 
 - ¿Por qué estáis aquí? ¿Qué pecado hemos cometido?- dijo el jefe de los soldados. 
 - ¿Pecado? El pecado o mejor dicho el delito no es vuestro, sino de aquellos que no deberían estar entre vosotros y os están manipulando, obligándoos a esclavizar a los de vuestra misma especie- dijo Yumi. 
 - ¿Nuestra misma especie? Fíjate bien estimada diosa, su color de piel y hasta el lenguaje que hablan es distinto al nuestro, que somos el pueblo elegido, ellos apenas habían oído rumores de la llegada de los dioses- dijo el subordinado. 
 - ¡A mi me parecéis todos iguales!- dijo Hugo 
- ¡Vuestras diferencias no están en el color de piel, en el idioma o la religión que podáis profesar! ¡Vuestras diferencias están en pensar que eso os hace diferentes! ¡Superiores o inferiores al resto! 
 - Pero los que nos enviaron…- intentó decir el jefe de los soldados. 
- ¡Como ya he dicho! ¡Ellos no deberían estar aquí! ¡Y nosotros tampoco! ¡Pero vinimos en su busca para devolverlos al lugar al que pertenecen! ¡Por desgracia fracasamos! ¡Ahora debemos regresar a ese lugar en las estrellas para pedir ayuda! ¡Y eso solo lo conseguiremos con uno de esos pájaros voladores en los que ellos llegaron! 
 - ¿Y nosotros que tenemos que hacer?- dijo el sacerdote del pueblo.
 -¡De vosotros depende si queréis dejaros someter y esperar a que llegue la ayuda o rebelaros ante unas leyes injustas por muy divina que parezca su procedencia!- dijo ahora Robert. 
Esa noche, aldeanos, soldados y esclavos organizaron una fiesta en honor de sus libertadores. Hugo y Yumi pudieron volver a pasar juntos la noche, como lo hacíeron durante su viaje marítimo, también Fizo parecía haber encontrado en Kina una compañera fiel e inseparable. 
Para la mayoría de los soldados, poco importaban ya, que aquellos dioses se hubieran visto obligados a matar a algunos de sus compañeros para abrirles los ojos, sin embargo, el subordinado logró convencer a tres de ellos para huir durante la fiesta en el vehículo motorizado y advertir a los que seguía considerando sus auténticos dioses, de lo ocurrido en aquel pueblo. 


Jotacé.

jueves, 6 de junio de 2013

MARGARITA Y EL MAESTRO (Margarita Bokusu Mina)

QUERID@ LECTOR/A, ANTE TODO HACERLE SABER QUE COMPRANDO ESTE LIBRO COLABORA A QUE LA AUTORA, QUE LUCHA POR DEJAR ATRAS LA POBREZA, RECIBA SUS UNICOS INGRESOS. UN SALUDO Y GRACIAS.
Sinopsis: Margarita es una española de 38 años que, en 2008, después de llevar un cuarto de siglo escribiendo diarios, cartas y pequeños relatos inéditos, decide que es hora de publicar su primera novela a ver si sale de la precariedad pues, a pesar de estar licenciada en Filología Inglesa, haber enviado miles de currículos, etc. el mercado laboral la ignora. Esto, y mucho más, relata Margarita. Los demás personajes cuentan otras extraordinarias aventuras.
Otros han dicho: "La presente obra se halla construida sobre la experiencia y la reflexión, el análisis emocional y la mirada hábil y lúcida de la autora. En ella, los sentimientos y las relaciones se muestran y desgranan con fluidez, tejiendo un fresco de gran efectividad de cara al lector. Desde una perspectiva exenta de altivez, con las armas del recuerdo y la restauración fiel, se nos ofrece una realidad personal desprovista de disfraces u ornamentos innecesarios, y se logra atrapar, sin aparente esfuerzo estilístico, al que se acerca a estas páginas."

lunes, 3 de junio de 2013

(M.N. 06) LA DECISIÓN DE JOTA

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Los padres de Santiago, siempre ávidos de protagonismo, se ocuparon de asistir a Daniel con los papeles de la herencia de la Señora Carmen. Ya que Dani era su único pariente vivo, le pertenecía aquel viejo y recargado piso, de muebles antiguos, fotos de santos, ese papel de color sepia en las paredes y el olor de la anciana mujer, todavía impregnándolo todo, era como si ella siguiera todavía allí y así se lo hizo saber a su amigo Jota, durante los minutos del almuerzo en el trabajo. 
 - Es normal que te sientas mal y lo siento colega… En estos casos lo único que se me ocurre, son los tópicos de siempre, es ley de vida, la vida sigue, etc… 
- No me malinterpretes Jota, se que debería sentirme triste y hasta cierto punto culpable, pero… mi abuela nunca me trató demasiado bien y la verdad, casi fue un alivio que muriera. - ¿Entonces? No veo el problema. 
- ¿Crees en fantasmas? Por que yo… cada vez que regreso a casa se me encoge el corazón, es como siguiera allí vigilándome. 
 - Ahora tienes algo de pasta, deshazte de sus cosas, lo que puedas lo vendes a algún anticuario o en eBay, lo que no, lo tiras. Convierte el piso de tu abuela en tu piso ¡Joder! La de gente que se tiene que hipotecar la vida por tener un piso… ¡es como si te hubiera tocado la lotería colega! 
 - ¡Eh! que los cabrones del ayuntamiento me han hecho pagar un dineral por los derechos de sucesión y un montón de papeleo, del que por suerte se han hecho cargo los padres de Santiago que eran amigos de la vieja. Además no se si yo solo podría hacer todo lo que tu dices. 
 - Bueno, tío se termina el tiempo- dijo dándole un trago a la botella de agua para terminar de tragar el bocadillo- luego hablamos, ¿vale? 
A la salida del trabajo, Jota ya salía por la puerta de la fábrica a toda prisa como siempre, cuando fue abordado nuevamente por su amigo. 
 - ¡Caray! ¡Te pillo por los pelos! 
- Si colega, de aquí cada vez salimos más tarde, así que con razón. ¿Vamos para casa? Mi madre dice que vengas a comer siempre que quieras, que tienes un plato en la mesa. 
Los dos amigos subieron en el coche de Jota, que arrancó poniendo rumbo a su casa 
 - Pues la verdad, si no es molestia, ni siquiera sabía que prepararme de comer. Pero oye… se me ha ocurrido una idea para solucionar mi problema. 
 - ¿Qué problema? ¿El de la comida? 
- ¡Joder Jota! ¡Lo de la casa! ¡Si lo hemos hablado en el almuerzo! 
 - ¡Ah eso! ¿Qué? ¿Harás lo que te he comentado antes? 
 - Supongo que sí, pero necesitaré ayuda… 
 - Cuenta conmigo para lo que necesites, ya lo sabes. 
 - ¡¿Lo dices en serio?! - Claro… 
 - Entonces… ¿Te vendrás a vivir conmigo? 
 - ¡¿Qué?!- dijo Jota mirando directamente a su amigo. 
- ¡Cuidado!- gritó Daniel. 
 Jota pegó un frenazo y el coche se le caló, justo cuando estaba apunto de pasarse un semáforo en rojo metiendo el morro del coche en el paso de cebra, una mujer le miró con mala cara mientras cruzaba la calle y el coche de atrás le pito, cuando tardo medio segundo más de la cuenta en seguir su camino. 
 - Pero… ¿Por qué yo? No se, podrías preguntárselo a tu amigo Santiago o mejor a un a la chica esa pelirroja que conocimos la semana pasada, parecía que le gustabas. 
 - ¿Esther…? no creo que quiera- dijo con un suspiro- y Santiago no querrá seguro… además sus padres nunca lo dejarían y si así fuera, terminarían metiéndose ellos en mi vida y paso… Ya tuve bastante con mi abuela. 
 - Está bien, lo pensaré- dijo Jota parando el coche cerca de su casa. 
- ¡Pero tú has dicho que podía pedirte lo que quisiera! 
- Si, pero no creí que fueras a pedirme eso. Además ya te he dicho que lo pensaré ¿No? Anda vamos que tengo más hambre que el perro de un ciego. 
Mientras comían, Daniel les expuso la idea a los padres de Jota, que para sorpresa de este la acogieron con gran entusiasmo. 
 - ¡Bueno, bueno, que todavía no lo he decidido! 
 - Pues hombre, ya va siendo hora de que te independices- dijo su padre con bastante sorna. 
 - ¡¿Qué pasa?! ¿Es que os molesto? 
 - No hijo, claro que no molestas. Tu padre solo está bromeando. Después de comer y de darse una ducha, Jota fue a dejar a Dani en su casa. 
- ¿Esta tarde has quedado con alguien? 
 - Si, con mi amigo paco. ¿Por qué? 
 - ¿Te importa si os acompaño? Es que no me apetece estar solo en casa. 
 - Claro, te conviene salir un poco. 
- Mientras me esperas, entra a ver la tele. 
 - Esta bien… 
Dentro del piso, inconscientemente empezó a hacer planes, para pintar y distribuir los muebles en caso de irse a vivir allí. Entró en las dos habitaciones, primero en la de Daniel y luego en la de la señora Carmen que era mucho más amplia y que evidentemente querría quedarse su amigo, que para eso era el dueño del piso. 
- Si prefieres esa habitación, quédatela colega, yo paso- dijo Daniel saliendo de la ducha. 
 - Bueno todavía no me he instalado y solo estoy mirando. Pero si me decido habrá que hacer muchos cambios. 
 - Si, si, los que quieras. Poco después fueron al bar de Charly, punto de encuentro con los colegas, siempre y cuando las redes sociales cibernéticas lo permitieran y donde Jota había quedado ya con su amigo Paco. 
 - ¡Tío esa es una gran noticia! Si ligáis no tendréis que echar cuentas a nadie ¿y sabéis las farras que nos podemos pegar?- dijo Paco cuando le contaron lo de compartir piso. 
- ¡Eh, eh! ¡Que todavía no he dicho que me valla a mudar! 
- ¡¿Qué?! Entonces, Dani tío puedes contar conmigo. ¡Ya veras lo bien que lo pasamos!- dijo Paco cogiendo a Daniel por el cuello amistosamente. 
 Daniel por su lado miró con cara de suplica a Jota, viendo lo que se le venía encima. 
 - Tampoco he dicho que no lo valla a hacer- dijo Jota con cierta resignación. 
- ¡Joder tío a ver si te decides! En fin si este tío no quiere, ya sabes que puedes contar conmigo- dijo Paco soltando por fin a su presa.- Por cierto Alex dice que si vais a salir el sábado, sobre todo tu Danielillo, parece que hay alguien interesada en volver a verte. 
 - Pues… 
 - Si, claro que iremos… Si me voy a independizar, con el amigo Daniel, habrá que celebrarlo ¿No? 
- ¡Si!- gritó Daniel- ¡Sabía que podía contar contigo! 
Cuando Jota dejó a su amigo nuevamente en su casa, ya de noche, Daniel encontró dentro del portal un enorme gato blanco, que se le acercó sin ningún recelo esperando caricias. 
- Valla ¿Y tu de donde sales, gatito?- dijo acariciando al felino. 
 - Es gata- dijo Doña Eulalia que estaba en el umbral de su piso. 
- ¿Ah si? ¿Y como se llama? 
- No tiene nombre. 
- Ah, pues póngale Selina, como Catwoman. 
 - ¿Cómo quién? - Ya sabe la mujer gato de los cómics de Batman, Selina La gata maulló esperando más caricias y luego miró a doña Eulalia. 
 - ¿La mujer gato? Parece un buen nombre y creo que le gusta el nombre- dijo la mujer sonriendo A Daniel le pareció ver algo familiar en aquella extraña sonrisa, que no encajaba con aquella mujer. De pronto la gata miró hacia la calle y los pelos se le erizaron. 
 Desde la terraza del edificio contiguo, un niño con cara de anciano o un anciano con cuerpo de niño miraba la escena. 
- Ya ha empezado, será mejor marcharse de aquí por un tiempo- se dijo desapareciendo en una extraña niebla. 

Jotacé.