lunes, 29 de abril de 2013

(H.C. 20) HUIDA DEL CRISTÓBAL COLÓN


El Cristóbal Colón se acercaba a una base espacial que orbitaba alrededor de un agreste planeta colonizado por terrestres, que se afanaban en explotar todas las riquezas que pudiera ofrecerles aquel mundo. La estricta oficial de interrogatorios, ordenó quitar todas las cámaras que vigilaban los cuatro ángulos de la estrecha celda donde aguardaba el preso. 
-La información que saquemos, dependerá de lo que pase ahí dentro y eso es preferible que quede sin registrar- dijo la mujer con una mueca cruel. 
Hugo atado a la silla de interrogatorios, alzó la vista hacia la oficial que acababa de entrar. Tanto el color de la piel, como las facciones de la severa mujer, empezaron a cambiar en cuanto la puerta de la celda se cerró tras ella. 
- ¡¿Ma… Marina?!- dijo Hugo sorprendido 
- Sabes que no querido- dijo Robmed 
- Perdona, nunca me acostumbro a tus cambios de imagen, pero si esto es una treta para sacarme más información lo tienes mal, porque ya he dicho todo lo que se… 
- Ya lo se. Ahora escucha, porque no tenemos mucho tiempo… Poco después, la oficial salía de la celda. 
- He intentado sacarle algo más de información, pero no hay manera… En fin preparen al prisionero para el traslado a la lanzadera que le llevará a la estación espacial. 

Hugo fue trasladado al hangar principal, donde junto con la lanzadera, estaban los cazas escolta que esperaban su llegada, durante el camino se encontró con varios compañeros, que lo miraron algunos con desconfianza y otros con incredulidad. 
- ¡Eh, Cortes! ¡Asqueroso traidor! ¡¿A qué no sabes quien te va a escoltar a la estación?!- dijo Cesar Conrad reuniéndose con la comitiva a toda velocidad. 
Y justo cuando estaban llegando al hangar, se produjo una pequeña explosión, producida por un cortocircuito en uno de los paneles que había en el pasillo, eso distrajo la atención de la pequeña comitiva. Hugo se giró repentinamente y golpeó a uno de los guardias, quitándole tanto el arma, como las llaves de las esposas que le aprisionaban las manos, tanto el otro guardia, como Cesar se abalanzaron contra él, que los esquivó dando una voltereta en el suelo haciendo que los dos hombres chocaran entre si, luego incorporó y corrió hacia uno de los cazas. Conrad, disparó su arma, rozándole en el costado y quemándole la ropa, Hugo se giró con su arma, disparando por encima de su cabeza de Conrad, este maldiciendo, volvió a apuntar al fugitivo, pero uno de los guardias le apartó el brazo haciéndole fallar. 
- ¡Los jefes lo quieren vivo!- dijo poniendo su arma en modo de aturdir. 
- ¡Maldita sea!- respondió Conrad apretando los dientes, tras fallar su segundo disparo. 
Hugo se subió al caza y lo hizo salir al espacio, donde pudo tomarse por fin tiempo para quitarse las esposas. 
Otro piloto que había estado hablando con uno de los mecánicos que pululaban por el hangar, tras ver estupefacto la escena, se precipitó corriendo al otro caza, pero cuando estaba apunto de subir, Conrad lo apartó de un empujón para ocupar su sitio.
 -¡Este es mío!- dijo sin que su compañero supiera si se refería al caza o al fugitivo.
 El planeta al que se dirigían junto con la estación espacial, que lo orbitaba, estaban ya próximos y Hugo, tuvo que maniobrar su caza para dar marcha atrás, pero antes de poder fijar un nuevo rumbo a su nave, un disparo láser le pasó cerca, era Cesar Conrad que ya le estaba dando caza.
 -¡Ese ha sido de aviso! ¡Da marcha atrás y entrégate! ¡Los jefes te quieren vivo, pero sabes que no dudaré a la hora de volver a disparar, maldito traidor!
 Otras dos ráfagas de láser, estuvieron apunto de alcanzarle, pero por suerte para Hugo, el caza de Conrad estaba en medio, esta vez el disparó vino del caza del jefe de escuadrilla, que junto con otros dos cazas venían a toda velocidad con la intención de unirse a la cacería, aquello fue el detonante para que Conrad empezara a disparar también a discreción. Hugo esquivó los disparos como pudo y aunque lo último que quería era derribar a los que asta hacía poco habían sido sus compañeros, apuntó como pudo a la nave de su rival y disparó varias ráfagas hasta conseguir darle en uno de los motores de su contrincante. Los otros tres cazas enseguida pasaron de largo a su compañero. Hugo paró los motores traseros y encendió los delanteros, haciendo que la pequeña nave parara de golpe y diera marcha atrás y haciendo que sus perseguidores se vieran obligados a esquivarlo, pasándolo de largo. Antes de que pudieran reaccionar y reanudar la persecución, Hugo consiguió fijar un nuevo rumbo y su caza salió disparado a más allá de la velocidad de la luz, escapando por fin de sus perseguidores. Una vez se sintió a salvo, se preparó para el largo viaje. 
Hacer grandes distancias en un pequeño caza, era muy diferente a hacerlo en una gran nave como el Cristóbal Colón. Hugo programó el ordenador para el viaje, el asiento se reclinó, se quitó el arnés de seguridad y empezó a flotar en la gravedad cero, cuatro brazos robóticos lo cogieron en el aire y le ayudaron a quitarse la ropa, le pusieron una sonda para evitar que sus efluvios corporales se esparcieran por la pequeña cabina, los brazos lo volvieron a colocar en el asiento, que ahora se había reclinado en posición vertical y enseguida todo su cuerpo quedó sujeto por una tapa que recordaba a la de un sarcófago y una serie de agujas se le clavaron por todo en cuerpo, con la función de estimularle los músculos y evitar que se le atrofiaran durante el viaje, otra sonda, esta vez intravenosa, se le clavo, con la función de inyectarle suero alimenticio, las drogas que lo mantendrían en estado de letargo y los estimulantes que le ayudarían a despertar, cuando se acercara a su destino. Tampoco su mente permanecería totalmente ociosa durante el viaje, ya que el ordenador, estaba programada para enseñarle cosas, estrategias de combate, idiomas de otras culturas y cualquier otra cosa que pudiera necesitar, dejándolo descansar algunas horas para poder asimilar lo aprendido, aunque para el viajero era imposible saber que parte del sueño era real y cual la inducida por el ordenador de la nave.


 Poco antes de que el Cristóbal Colón se pusiera a orbitar en la estacón espacial, la capitana Otomo recibía los informes sobre la huida de Hugo Cortés. Después de ojearlos, pidió a todos los presentes que la dejaran a solas con el androide.
 - Según parece Cortés casi mata a uno de nuestros mejores pilotos durante su huida- dijo Otomo en tono severo.
 - Por suerte no ha sido así y a lo mejor eso le sirve de lección a ese presuntuoso de Cesar Conrad- contestó el androide.
 - Tampoco me ha gustado demasiado la actuación de Snyder, habría que vigilarlo de cerca. 
 - Si es el espía, no se dejará atrapar fácilmente.
 - Hemos puesto al señor Cortes en una situación muy complicada, si lo atrapan los nuestros, será difícil demostrar que todo es una farsa, pero si consigue su objetivo y lo descubren… en fin no quiero ni pensarlo. Si decidiera desertar de verdad y esconderse en cualquier planetoide perdido en las colonias, no se lo echaría en cara.
 - Dudo que lo haga, se que ahora tiene una razón de peso para jugarse el pellejo. 
- Espero que tengas razón… Bueno, será mejor que nos preparemos para atracar en la estación espacial y preparar los informes oportunos.


Jotacé

jueves, 25 de abril de 2013

MATEN AL CRUPIER (Diego Herrera)

"Maten Al Croupier" es una novela que nos relata sobre Iván Bury: un escritor independiente, solitario y melancólico, que sólo quiere contar su historia: la de sus días como croupier en Casino Delux, el casino más importante de la ciudad.













La bola menguó su demoníaca marcha y empezó a descender de la canaleta hacia la cinta numérica, donde dio dos vueltas más hasta que chocó con un tabique. Mientras tanto yo miraba hacia adelante, intentando imponerme de manera segura e indiferente. Es que el sólo hecho de estar pagando en la sala especial me consumía por dentro. Siempre me preguntaba el por qué de tantos mimos hacia aquellos infelices, ¡si de todos modos no había lugar alguno donde pudieran apostar tales cantidades y al mismo tiempo hacer sus pequeños negocios! Pero si las naciones funcionaban así, ¿por qué no un casino?

lunes, 22 de abril de 2013

(M.N. 03) SALIDA NOCTURNA


La tormenta parecía haber cesado, al menos la que acababa de caer en la calle, por que doña Carmen perecía cada vez más enfadada - ¡Dile a Daniel que se ponga inmediatamente al teléfono!
 - Si, claro que lo vamos a cuidar de él- dijo el desconocido interlocutor sin hacerle caso
 - ¡Quiero hablar con mi nieto! ¡Y que vuelva a casa inmediatamente! - Si, tranquila que yo se lo digo.
 - ¡NO! ¡Qué se ponga inmediatamente!- gritó muy enojada, pero ya era tarde, el desconocido había colgado el teléfono.
 Fue en ese mismo momento cuando se sintió extrañamente observada, miró hacia la calle y vio lo que parecía un niño mirándola desde la calle. Inconscientemente miró el teléfono y le dio a remarcar, mientras esperaba el pitido al otro lado de la línea miró nuevamente hacia la calle, pero el niño ya había desaparecido. En el teléfono, la voz femenina de la locutora le informo que aquel número estaba desconectado o fuera de cobertura. Doña Carmen colgó de golpe, sin embargo su enfado era más fingido que otra cosa, su nieto le daba igual. Durante mucho tiempo, él había dependido de ella, o al menos eso le había hecho creer, pero sentía que últimamente la situación había cambiado. Daniel la temía, y ese miedo lo alejaba peligrosamente de ella. Aunque aún se sentía fuerte tanto mental como físicamente, sabía que si su nieto se alejaba, ella caería radicalmente y dejarse morir como el resto de los ancianos estaba fuera de sus planes.


 La película de acción que querían ver los chicos ya había comenzado, para regocijo de las chicas del grupo, que preferían ver una romántica. Cuando terminó Daniel expresó su deseo de regresar a su casa.
 -¿Ya te quieres ir?- preguntó Esther decepcionada.
- ¿Es que no vas a cenar con nosotros?
 - Yo… es que… mi abuela…- dijo Dani ajustándose las gafas de pasta.
 A Jota el hecho de que su amigo quisiera irse le hubiera beneficiado, ya que entre Sara y Alex, parecía haber algo más que simple amistad; María era algo así como la versión femenina de Paco; y Esther, la chica que le hubiera correspondido a él, la más maternalista de las tres, estaba más interesada en Daniel que en él. Pero claro, Daniel había venido en el coche de Jota y este sabía que si se iban en ese momento, las probabilidades de regresar con sus amigos eran escasas. Aunque sentía algo de celos de su amigo, tampoco podía evitar alegrarse por la suerte de su suerte.
 - Tu abuela estará bien. Además, si nos vamos ahora me haces la púa, yo no tengo ganas de estar dando viajes. Venga tío enróllate.
 - Quédate un rato más, aunque solo sea a cenar. Te aseguro que lo pasarás mejor aquí que en tu casa, con tu abuela- dijo Esther agarrándolo del brazo.
 Daniel miró hacia todas partes un tanto indeciso, mientras se le subían los colores de las mejillas.
 - Bueno está bien, pero solo a cenar- refunfuñó.
 Durante y después de la cena, se desarrolló un diálogo parecido al anterior, mientras decidían a donde irían mas tarde. Daniel intentaba mantenerse en sus trece, mientras a Jota le entraban más ganas de quedarse con sus amigos.
 - ¡Tú vienes!- le dijo Esther imperativa.- Antes he tenido que ir apretujada en el asiento de atrás del coche, compartiendo el asiento con Paco y María, ahora me gustaría ir un poco más a mis anchas. Además, estoy segura de que tu abuela ya estará durmiendo.
 Daniel no estaba tan seguro de ello, pero como en las dos veces anteriores, se dejó convencer por la chica. Finalmente decidieron ir a la capital, un bar donde seguir charlando y conociéndose un poco mejor y después a la discoteca de moda, donde el portero era amigo de Paco, que parecía tener siempre las amistades oportunas para entrar en todas partes. El grupo pasó por la barra, antes de bajar a la pista de baile. 
Para Jota aquel ambiente ruidoso, tendía a asfixiarle un poco, pero aquella sensación siempre se iba tras un par de copas y con la visión de las gogós, bailando en sus grandes tarimas, sin dejar de moverse al ritmo de la música, con escasa y muy ajustada ropa, que apenas les cubría lo justo, dejando poco margen a la imaginación, con su piel brillando con el efecto de los focos de colores, el sudor y la purpurina pegada al cuerpo. Paco, Alex y las chicas, parecían estar más acostumbrados a aquel ambiente y Esther, como siempre, había conseguido arrastrar a la pista al apocado Daniel. Jota miraba a todas partes, a todas las chicas que pasaban a su lado y entonces la vio a ella, la que parecía el amor de su vida, era morena, con el pelo corto, que le dejaba ver aquel rostro limpio de grandes ojos y bonita sonrisa. Lo mejor de todo es que el grupo al que pertenecía, parecía componerse de cinco chicas y dos chicos y ninguno de los dos, parecía estar con ella. Al percatarse de la presencia de Jota, enseguida le brindó una hermosa sonrisa, que le animaba a conocerla. Aún así, sus piernas empezaron a temblarle, solo con pensar en como entrarle y en que decirle, su mente se revelaba venciendo al deseo y dándose a si mismo ridículas excusas que le hacían retrasar el encuentro. Que su amigo Paco quisiera tomar otra copa, fue la excusa perfecta para alejarse un momento, tal vez con una copa en la mano parecería más interesante y terminaría perdiendo aquel ridículo miedo que le embargaba. 
 - ¡Joder, Tío! ¡Que buena está la pava que estaba bailando a tu lado!- le dijo Paco.
 - ¡¿Qué pava?!
 - ¡No te hagas el tonto, que no le quitabas la vista de encima! ¡Y la verdad es que ella tampoco te la quitaba a ti!
 - ¡¿Tú crees?!- gritó Jota con una sonrisa de oreja a oreja en la cara.
 Cuando regresaron a la pista, la chica había desaparecido, la buscó con la mirada, pero solo vio a una de las chicas, que bailaba con los dos amigos con los que estaban, el resto de chicas tardó todavía un rato en regresar y Jota volvió a animarse, por la expectativa de una nueva oportunidad, pero ella ya había dejado de prestarle atención.
 - ¡¿Qué estás esperando, capullo?! ¡Dile algo de una vez!- le azuzó Paco. 
 Pero cuando por fin Jota se decidió, aparecieron otros dos maromos, con pita de macarras y mucho más decididos que él, cosa que a la chica no pareció importarle demasiado. Siempre le pasaba lo mismo. Ahora, se retiraría a su rincón con su copa en la mano a lamentarse de su por su cobardía y sabiendo que nunca volvería a verla. Poco podía sospechar que aquella misma chica, se instalaría en el mismo edificio que él, huyendo de su exnovio mafioso y que con el tiempo serían algo más que vecinos. 
 Paco había desaparecido con María y lo mismo ocurría con Alex y Sara, en cuanto a Daniel podía verlo a lo lejos, detrás de Esther, sin saber a donde mirar, mientras ella charlaba con otro chico. Como otras tantas veces, decidió retirarse a un rincón oscuro de la discoteca, con su baso aún medio lleno y el hielo totalmente derretido. 
 Para su sorpresa, Daniel se reunió a él, poco después 
 - ¡¿Dónde estabas tío?! ¡Hace rato que te estaba buscando!
 - ¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Dónde está la chica con la que estabas?!
 - ¡En el coche te lo cuento! ¡Pero por favor, vámonos ya! ¡No aguanto más este ruido!
 Esta vez Jota accedió con gusto, fueron a buscar a sus amigos, que parecían estar totalmente desperdigados por ahí. Por fin encontraron a Paco y a María dándose el lote sin ningún tipo de reparos.
 -¡¿Esther no está con vosotros?!- preguntó la chica.
 - ¡No! ¡La última vez que la he visto estaba hablando con un conocido suyo, creo!- respondió Daniel, contestando además a la pregunta que el mismo Jota se estaba haciendo.
 El viaje de regreso a casa, transcurrió casi en silencio, con apenas unas furtivas explicaciones de lo ocurrido por parte de Daniel.
 Jota dejó a su amigo en la puerta de su casa. Poco podían imaginar la desagradable sorpresa que le esperaba a Daniel en el piso… 


 Jotacé 

jueves, 18 de abril de 2013

BURMESE STORIES (Manuela Herrero)


BURMESE STORIES es la primera parte del libro HISTORIAS BIRMANAS (libro completo) que, aunque consta de cuatro partes, la primera parte por sí misma es un relato con sentido propio que hemos querido ofrecer en esta edición en los idiomas inglés y español.

Este relato está basado en un caso judicial real ocurrido en Myanmar, en el que una birmana acusó a un extranjero de haberse propasado con ella.

lunes, 15 de abril de 2013

(H.C. 19) DIOSES O DEMONIOS

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Tanto la frecuencia de los artefactos que se habían dejado en el planeta los piratas, como la escasa tecnología que llevaban consigo los náufragos, era indetectable para las naves de la alianza, que rastreaban aquel mundo en busca de tecnología avanzada, por otro lado el camuflaje de Robert era tan perfecto que carecía de ningún tipo de señal tecnológica que se pudiera detectable y mucho menos desde el espacio, desde donde las únicas formas de tecnología que podían ver gracias a las cámaras de alta resolución, eran las que los nativos habían creado con la ayuda y “sabiduría” de sus falsos dioses basada en el vapor, casi toda ella destinada a la minería o a conseguir esclavos para las minas de ambrosío. En los últimos días dicha actividad se concentraba sobre todo por la costa del continente donde los piratas espaciales estaban formando su pequeño imperio, gracias a los jefes natívos que se habían puesto a su disposición a si como a su pueblo. Entretanto los tres náufragos terrícolas que habían conseguido por fin desembarcar, se alejaban todo lo rápido que podían de la costa, ayudados por el joven nativo marinero Fizo, que además de acercarse a los pueblos cercanos a su camino, los cuales estaban atemorizados por las fuerzas del imperio pirata, para conseguir provisiones, siempre que la ocasión lo requería intentaba darles un mensaje de esperanza hablándoles de sus amigos dioses. 
- ¿Y dices que tres dioses de gran poder, cayeron en el mar y vienen hacia aquí para liberarnos de los dioses malignos que nos gobiernan?- dijo uno de los nativos en uno de esos pueblos. 
- He oído que los soldados del imperio, buscan a unos demonios que según ellos vienen por el mar, tal vez esos demonios son los dioses a los que nuestro amigo se refiere. 
- ¡Si, Son ellos! Los auténticos demonios son los que os gobiernan y esclavizan. 
- Lo que estás diciendo joven es muy peligroso. Demonios o dioses, nuestros gobernantes tienen ojos y oídos por todas partes y si es verdad que hay una recompensa por tus dioses, yo de ti iría con mucho cuidado joven extranjero- dijo uno de los ancianos del lugar. 
Aunque para la gran mayoría de nativos, aquellos dioses que les gobernaban con mano de hierro estaban malditos, también habían muchos que ya fuera por que estaban sacando provecho o por simple credulidad, que pensaban que aquellos dioses llegados del cielo, les habían traído la prosperidad que de otro modo tardarían siglos en conseguir y estaban dispuestos a someterse de buen grado a su designio. El viejo nativo tenía razón y sus enemigos pronto estarían tras su pista. 


A través del hiperespacio las transmisiones que tardarían siglos en llegar de un mundo a otro, apenas tardaban unos días, mucho menos tiempo que las naves espaciales. El plazo para que las naves que guardaban aquel mundo de escaso desarrollo tecnológico rastrearan el planeta en busca de piratas o supervivientes, había pasado y los últimos informes, tanto de actividad tecnológica, como de tráfico espacial por los alrededores eran negativos. Para regocijo de las naves de la alianza que patrullaban el sector, por fin les llegó la orden de retirarse y acudir a nuevos destinos. Por otro lado, aunque seguía el contrabando de ambrosío, por todas las colonias de la galaxia, su transito estaba empezando a disminuir considerablemente, a medida que todo el material almacenado en todas las bases esparcidas por la galaxia empezaban a vaciarse. El bíraro conocido con el apodo de Dios y que lideraba a los piratas y contrabandistas de dicho elemento, temía que las autoridades empezaran a relacionar dicha disminución del contrabando con el planeta, así que en cuando supo que las naves de la alianza, abandonaban el sector, ordenó a sus sicarios que empezaran a preparar el regreso al planeta. 


En Oceana, Marina había perdido la pista tanto de Snyder como de los contrabandistas, gracias a la intervención de Víctor, que la había entretenido en el espacio puerto. Víctor, le prometió usar sus contactos para retomar la pista y encontrar más información, sin embargo siempre que creían estar tras algo interesante, resultaba ser una pista falsa. La tripa de Marina había empezado a crecer y con la barriga de la chica se estaban empezando a desvanecer las esperanzas, que la chica tenía de vengar al padre de la criatura. 
- Marina, es inútil que trates de vengarlo, con ello no conseguirás nada, más bien al contrario, podrías perder a esa criatura que es lo único que te queda de Hugo e incluso tu propia vida. 
- ¡¿Pero no lo entiendes?! ¡No puedo quedarme de brazos cruzados mientras esos asesinos se salen con la suya! 
- Te propongo un trato, cásate conmigo y te prometo que encontraré a esos mal nacidos y les haré pagar, aunque me lleve toda la vida. Pero por favor, te pido que dejes de investigar, no en tu estado. 
- Está bien… haremos una cosa, si los encuentras antes de que la niña nazca y me casaré contigo- dijo Marina, palpándose su tripa con una sonrisa en el rostro. 
- ¡Te lo prometo!- dijo Víctor lanzándose sobre ella y besándola en los labios. 


En el planeta salvaje. Ya anochecía, cuando Fizo regresaba con las provisiones al escondite en lo más profundo del bosque, donde le esperaban sus amigos terrestres. Pero más acostumbrado a viajar por mar que por tierra le pasó totalmente inadvertida la presencia de un espía, que le venía siguiendo desde el pueblo, Fizo creía que el crujir de las ramas y los sonidos que el espía realizaba, provenían de las criaturas que habitaban el bosque, ya fueran de presas o de depredadores. Sin embargo para Robert, que podía ver en la noche más oscura como si fuera totalmente de día, dicha presencia fue captada inmediatamente y sin que ninguno de sus compañeros se diera cuenta de lo que ocurría, se abalanzó sobre el espía de un salto, derribándolo en el suelo. 
- ¡No me hagáis daño, por favor!- gritó el aterrorizado espía nativo. 
 - ¡¿Qué es lo que quieres?!- dijo Robert amenazante. 
 - He oído rumores sobre prodigiosos dioses que traerán la libertad a nuestro pueblo y… 
 - ¡Estás mintiendo! 
 - Temo, que la culpa sea mía, yo propagué dichos rumores- dijo Fizo Todos se lo quedaron mirando. 
 - De todas maneras está mintiendo- dijo Robert que seguía sujetando a su presa- ¡Esas no son sus verdaderas intenciones! 
 - Yo… yo… Es cierto que sois dioses, nos habían dicho que sois demonios y ofrecen recompensa por toda la información que se dé, de vuestra presencia. Pero es él, el que decía la verdad, si fuerais demonios ya me habríais matado o devorado. 
- ¡Esta bien Robert! ¡Suéltalo ya!- Ordenó Yumi. 
- ¡Oh Dioses! ¡Otra señal! ¡Alabados seáis!- dijo el espía con la mirada fija en el cielo. 
 Todos miraron hacia arriba para ver como lo que parecían un montón de estrellas fugaces dirigiéndose a un mismo punto en el horizonte. El espía se arrodilló ante ellos, adorándolos y esta vez Robert supo que era verdaderamente sincero. 


Jotacé.

jueves, 11 de abril de 2013

ANTIGIO (Alexander Copperwhite)

Las atrocidades de nuestros antepasados se convierten en el pretexto perfecto, para la ejecución de una venganza descomunal. La fe de los hombres se tambalea y buscan respuestas, a preguntas erróneas, en su interior.
                Un despiadado asesino, toma forma mitológica y arrastra a Vicente, Eduardo y a Emma, por media Europa y más allá. Los inocentes se convierten en culpables y para resolver el misterio, siguen las pistas, quebrantan la ley, resuelven enigmas y luchan contra la adversidad, y contra ellos mismos.
                Una novela trepidante. Que guía al lector a través de un país, Europa, que está dando sus primeros pasos. Una persecución a través de la historia que convive con nosotros en el presente. Movilidad, aventura, historia, enigmas, viajar y luchar. Quién es el cazador, y quien la presa…

lunes, 8 de abril de 2013

(M.N. 02) LA VÍCTIMA


Aquella tarde, oscuros nubarrones en el horizonte amenazaban tormenta. Germán paseaba por el parque, viendo como los niños jugaban, casi siempre vigilados por sus madres, atentas a cualquier peligro que pudiera amenazar a sus inocentes cachorros, cosa que le hacía sentir como si fuera un depredador al acecho de su presa, como el lobo feroz del cuento, esperando el menor descuido para hacerse con su victima. En un momento dado, una pelota salió disparada hacia él, que la paró con el pie, viendo tal vez la oportunidad de conseguir su objetivo.      
- ¡Pásela señor! ¡Pásela!- gritaron los niños que hasta ese momento jugaban con la pelota. Germán permaneció impasible, aguantando la pelota con el pie hasta que uno de los niños empezó a acercarse a él, que sonreía esperando a su presa.            
- Señor por favor, ¿puede devolverme la pelota?- dijo el niño con cierta timidez.           
- ¡Roberto! ¡No molestes a ese señor!- gritó una de las madres que hablaba con una amiga por el móvil cuando vio a su hijo acercarse al potencial acosador. Germán sin dejar de sonreír, le pasó la pelota al niño, dio media vuelta y se marchó un tanto decepcionado, captando la mirada de sospecha de las madres que repararon en él, justo en ese momento. Germán se alejo del parque.
Las nubes que cubrían cada vez más el cielo, adelantando la llegada de una noche sin estrellas. Todos los niños regresarían a sus casas y él también, pero solo, sin nadie que le hiciera compañía y le permitiera experimentar sus más secretos deseos.    
Una niña, que iba con una bolsa llena de chucherías, tropezó con el y las golosinas se esparcieron por el suelo.       
- Perdone señor, no le había visto- dijo la pequeña.    
- No, perdóname tú a mí, te ayudaré a recoger tus caramelos.   
- Gracias.           
- ¿Te gustan los caramelos verdad? Yo en mi casa tengo muchos. Si me acompañas te daré una bolsa llena.        
La niña enrojeció ante la propuesta de Germán.    
- Anda dame la mano, vivo muy cerca de aquí- dijo Germán sonriendo amablemente.          
Pero la niña, alerta y desconfiada, le dio una fuerte patada en la espinilla y salió corriendo, agarrando su bolsa de caramelos mientras llamaba a gritos a su madre. Germán se frotó un momento la espinilla tratando inútilmente de aliviar su dolor y luego se alejó cojeando, lo más rápido que pudo hasta su coche. Un lejano relámpago hizo evidente la oscuridad que ya prevalecía en el ambiente y gruesos goterones empezaron a caer del cielo mojándolo todo. Germán entró en el coche y se frotó una vez más su dolorida espinilla.          
- Maldita cría- se quejo entre dientes- ¡Ya te agarrare un día de estos, maldita putita!          
Finalmente puso el coche en marcha, encendió los faros y el parabrisas.
Germán condujo con la intención de regresar a su casa, malhumorado y sin dejar de maldecir, pero algo le hizo detenerse casi de un frenazo. Por suerte, en aquella parte de la ciudad apenas había tráfico. Lo que le hizo parar de golpe era un niño de ropa cada vez más empapada y rostro que parecía deformado por la lluvia. El niño mantenía la mirada fija en él.   
- ¡Eh, chico! ¡¿Qué haces ahí?! ¡Te estás empapando! ¡Vamos sube al coche, te llevaré a tu casa!- dijo abriendo la puerta de al lado del conductor.  
El niño obedeció sin pronunciar palabra alguna, en el momento en que subió al vehículo se mantuvo silencioso y cabizbajo, como si quisiera ocultar su rostro, para Germán la actitud del chico le traía sin cuidado, parecía que finalmente se salía con la suya.       
- Seguro que tu madre te regañará si llegas así a tu casa, que te parece si te llevo a la mía, secamos esa ropa empapada y si quieres te doy un poco de chocolate caliente con galletas. ¿Te parece bien, eh?    
El niño asintió con la cabeza, sin mostrar en ningún momento el rostro en penumbra. A Germán le parecía increíble la suerte que acababa de tener. 
- ¿Te gustan los caramelos? Ahí tienes caramelos- dijo Germán abriendo la guantera.           
El niño cogió un caramelo le quitó pausadamente el envoltorio y se lo metió en la boca.          
- Te gusta, ¿eh? ¿Cómo te llamas chaval?- el niño permaneció en silenció- ¿No me lo quieres decir? Bueno, como quieras.    
Germán paró por fin el coche y salió rápidamente para meterse en el portal de su edificio mientras un rayo lejano alumbraba por un momento la calle. El niño que también había salido del coche, permaneció sin embargo a la intemperie, cabizbajo como siempre, sin mostrar su rostro.   
- ¿Qué haces todavía ahí? ¿A qué esperas? ¡Vamos entra que te estás empapando!- le apremió Germán.       
El niño entro a toda velocidad en el portal del edificio, manteniéndose ahora de espaldas a Germán, que se dirigió al ascensor, ambos entraron. Germán miró al crío que permanecía como siempre cabizbajo, mostrándole tan solo la coronilla. Germán le dio la mano, lo condujo al interior de su piso y encendió la luz, que dando un chispazo volvió a apagarse.   
-¡Vaya hombre!- dijo Germán malhumorado.- Espera aquí que miraré los plomos. Oye, ¿No le tendrás miedo a la oscuridad verdad?- dijo encendiendo la pantalla de su móvil.       
El niño negó con la cabeza, siempre cabizbaja.
Germán fue a mirar el interruptor de los plomos, pero estos permanecían hacia arriba y por mucho que lo intentara, las luces permanecieron apagadas.    
- Para una vez que tengo suerte con un crío. Bueno es igual, con velas, así es más… romántico- se dijo a si mismo mientras se reía.   
Regresó al salón de la casa, con un par de velas encendidas. El niño se había sentado en el filo del sofá mientras esperaba. Algo que le extrañó era que a través de la ventana se podían ver las luces de los otros edificios y de la calle, encendidas, aquello le extrañó, pero sin darle más importancia, lo prioritario para él era aquella criatura, que había conseguido atraer hasta su casa. Las velas parecían ensombrecer más la cara del chaval.   
- Estás empapado, será mejor que te quites esa ropa- el niño negó con la cabeza-¿Prefieres que te la quite yo?      
Para su asombro el niño asintió, como si quisiera someterse a sus oscuros deseos. Germán se arrodillo ante su víctima, poniéndose a su altura, con la intención de desnudarlo, en ese momento un rayo, seguido de un potente trueno, alumbró por fin la cara del misterioso niño, Germán al ver aquella cara que parecía la de un hombre de cincuenta años, cayó al suelo de culo y el niño, enano o lo que fuera aquel extraño ser, se abalanzó sobre el cuello de Germán y empezó a absorber la sangre del hombre, que cayó inconsciente en el suelo, mientras el pequeño vampiro parecía rejuvenecer algunos años, incluso sus mejillas enrojecieron levemente, pero sin llegar a la niñez que le vio morir y transformarse en el extraño ser en el que se había convertido.            
Las luces del piso se encendieron y el cuerpo del niño se transfiguró en una especie de niebla, que salio por las rendijas de la ventana como un fantasma, como si nunca hubiera estado allí, dejando solo el cuerpo, aparentemente inerte de Germán. Llegó a la calle donde la lluvia estaba amainando y se mezclo con el vapor de agua que salía de las alcantarillas. Unas manzanas más lejos la niebla volvió a transfigurarse y el pequeño vampiro, que fijó su vista en una mujer mayor que hablaba a gritos por el móvil. Aquella anciana carecía del aura de vida que poseen la mayoría de los humanos y supo que se avecinaba una tormenta, peor que la que había caído hacía un rato.                             
Jotacé.

sábado, 6 de abril de 2013

FOTOS DE LA PRESENTACIÓN EN SKALIBUR











Data de publicació: 06.04.13 13:00
Els escriptors rubinencs Jorge Portela i Juan Carlos Fernández han presentat els seus darrers treballs, Redención i La chica de Venus, respectivament, aquest divendres a l’establiment Skalibur de Rubí. Per a Portela, és el tercer llibre que treu a la llum i és la continuació d’Atria. Fernández, de la seva banda, ha debutat en l’àmbit literari amb una història de ciència-ficció.


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(Reseña y entrevistas realizadas por Radio Rubí)

jueves, 4 de abril de 2013

LA HABITACIÓN FANTASMA (Carlos Moreno Martín)

Tras la muerte de su mujer, Daniel Martín compra una casa en la Urbanización El sepulcro, alejada del bullicio de la ciudad. En ella espera curar sus heridas y comenzar una nueva vida. Pero pronto, esa tranquilidad se convertirá en un infierno cuando viva una serie de sucesos extraños en la casa. Ruidos, presencias, sombras en la noche… Poco a poco, Daniel irá descubriendo los secretos del número diez de la Urbanización el sepulcro... y a partir de ahí, nada volverá a ser lo mismo.

lunes, 1 de abril de 2013

(H.C. 18) EL TRAIDOR


Los líderes de las tres naves de la alianza que habían participado en la emboscada al asteroide, junto con sus oficiales de más alta graduación, se reunieron en la nave de los bíraros, para analizar lo que había podido salir mal. La capitana Yumi Otomo se hizo acompañar de su segundo de abordo, Robert Rico y del androide Robmed, que tras su uniforme llevaba la apariencia de un apuesto actor de mediados del siglo veinte. No cabía duda, los contrabandistas habían sido avisados por algún espía traidor. Inevitablemente, todos se echaban la culpa unos a otros, pero la lealtad del teniente Snyder y su actuación durante todo el asalto habían quedado seriamente en entredicho, al menos entre los mautones, que lo hacían responsable de la muerte de algunos de sus hombres, aunque también culpaban de ello a la temeraria actitud de los bíraros participantes en el asalto. Para los bíraros sin embargo, la actitud del teniente humano, había sido digna de elogio y comparable a la de los bíraros y echaban la culpa a la lentitud de los mautones que achacaban a su “natural cobardía” lo que les había hecho fracasar en la misión.        
- ¡Señores! Es evidente que todos hemos tenido algo de culpa en la misión- dijo Otomo en tono conciliador- aunque no cabe ninguna duda de que en una de las tres tripulaciones hay un traidor, puede incluso que todos tengamos a un traidor, ya que el asteroide fue abandonado antes de nuestra llegada. Sería sensato pues, que antes de lanzarnos acusaciones unos a otros resolviéramos nuestros propios problemas internos. Hasta entonces es mejor que realicemos las misiones por separado.     
Todos se miraron unos a otros malhumorados, sin más remedio que dar la razón a la capitana Otomo.        
De regreso en el Cristóbal Colón. Yumi Otomo, después de mandar poner rumbo al planeta colonial terrestre más próximo en su trayectoria, ordenó una reunión de urgencia, para ver que era lo que había podido salir mal. A la reunión, asistieron además de Yumi, Robert y Robmed, el teniente Snyder al que consideraban máximo responsable del desastre.    
- ¡¿Soy yo el responsable de que la base pirata estuviera deshabitada cuando llegamos?! ¡¿De qué el choque con el caza bíraro me dejara incomunicado o de qué los piratas hubieran minado el asteroide?! - dijo Snyder ofendido.          
- ¡No consentiré que me alce la voz! ¡Además si usted no hubiera tomado la iniciativa de explorar el asteroide por su cuenta, no abrían muerto los mautones!          
- ¡Oh, claro que si! ¡Probablemente habríamos muerto todos! ¡¿O es que olvida que los piratas que quedaban allí estaban minando el asteroide?! ¡Capitana aquello era una auténtica trampa, en todos los sentidos! Se que desobedecí ordenes y que no merezco una medalla precisamente, pero sabe que estoy diciendo la verdad. ¿Además que hay del piloto Hugo Cortes? Es uno de mis mejores hombres, pero desde que volvió de Oceana a cambiado.  
- Cortes, carecía de la información necesaria para avisar de la emboscada- intervino Robmed- además no veo como hubiera podido informar a los piratas.           
- Yo tampoco, pero aún así…        
- Está bien teniente, retírese. Tomaremos las medidas oportunas. Snyder, imaginaba cuales serían dichas medidas, así que tomó sus propias precauciones.        
Hugo descansaba en su camareta después de la intervención en el asteroide, cuando junto con sus compañeros de sección, fueron convocados por el teniente para iniciar un entrenamiento rutinario. Ya que podían tener un ataque en cualquier momento, los pilotos debían afrontar los entrenamientos en situaciones de extremo cansancio, para poder confrontar el pilotaje con tanto extres, pero la auténtica razón por la que toda su sección fue llamada para el entrenamiento era otra totalmente distinta.
Así mientras Hugo se sumía en una batalla virtual, que simulaba una ofensiva casi suicida. El teniente Snyder que sabía que desde la aventura de su piloto en Oceana, había dudas respecto a su lealtad, decidió despejar dichas dudas colocando el pequeño equipo de transmisión, codificado en la taquilla de Hugo. Poco después del entrenamiento rutinario, tal y como había sospechado Snyder se hizo una inspección por sorpresa.
Los soldados entraron primero en los camarotes de los oficiales, donde no encontraron nada, luego les toco a los pilotos, camarote por camarote hasta llegar a la que Hugo compartía con sus compañeros y como Snyder había previsto, el sistema de comunicaciones pirata fue encontrado entre las cosas de Hugo, que fue arrestado inmediatamente a pesar de sus quejas y ante la mirada atónita e incrédula de sus compañeros, que vieron impotentes como se lo llevaban al calabozo. Al rato fue sometido a un interrogatorio por una oficial de impoluto uniforme y pose estricta.         
- ¿Por qué no reconoce lo evidente soldado? Todas las pruebas apuntan contra usted- dijo la severa mujer.      
- La única prueba que poseen es un transmisor que yo no había visto en mi vida. Además a los soldados y pilotos, nos es imposible entrar ese tipo de cosas sin que los sistemas de seguridad lo detecten.     
- ¿Quiere decir que tiene un cómplice? ¿Me puede dar la identidad de dicho cómplice?          
- ¡Pero que cómplice ni que niño muerto! ¡¿Es que no escucha?! ¡Yo no puse eso ahí! Ni se quién lo puso, pero es evidente que quien lo ha hecho quiere comprometerme.         
- Por su bien, es mejor que colabore…- dijo la mujer.    
El interrogatorio duró varias horas, la oficial al igual que uno de los soldados que habían llevado a cabo el registro y que había observado la reacción de todos los sospechosos era el cambiante Robmed, que cuando terminó la sesión de preguntas con Hugo, volvió a reunirse con la capitana. 
- Sin la menor duda, es inocente. Pero si lo soltamos, el verdadero culpable sabrá que vamos tras él.       
- ¿Y que sugieres Rob?        
- De momento dejarlo donde está, al menos hasta llegar a la próxima colonia de avituallamiento, a menos que el auténtico espía de un paso en falso. Pero sospecho que de momento irá con más cuidado y más teniendo en cuenta que no tiene forma de informar a sus cómplices.    
La capitana suspiró mirando por la ventanilla de su camarote.  
- ¿Sabe quien es el traidor?       
- Lo sospecho, pero necesitaremos pruebas para desenmascararlo o cogerlo con las manos en la masa, tal vez necesitemos a alguien de fuera, pero de confianza para dar con él y creo que se quien puede ayudarnos.                                   
Jotacé.