sábado, 28 de febrero de 2015

(D.F. 37) UNA DIFÍCIL DECISIÓN


Cesar fue el primero en levantarse y se puso a explorar el refugio, formado por los pasillos subterráneos aislados y readaptados del viejo alcantarillado. Durante su exploración se encontró con Adrián, empezando sus tareas diarias y se ofreció a guiarlo a cambio de ayuda. 
 Tres grandes generadores aportaban energía a las distintas secciones del refugio, aunque disponían de otros tres para casos de emergencia. 
 Aparte de las tres salas donde habían estado; había otro dormitorio, con una inmensa cama donde María seguía durmiendo y que disponía de un gran armario con toda clase de ropa, también al igual que el dormitorio donde ellos descansaron había un lavabo donde asearse. En otra sala-pasillo había una pequeña cocina, seguida de una inmensa despensa con provisiones para varias generaciones, dividida en secciones, una para la comida fresca, otra para las conservas y una tercera que servía de bodega. En otros dos pasillos había un inmenso huerto, iluminado por reflectores especiales que imitaban la luz del sol y donde incluso se podían encontrar algunos pequeños árboles frutales, que proveían al refugio tanto de fruta y verduras frescas, como de purificador natural de aire. Otros dos grandes pasillos servían de granja y se podían encontrar algunos animales de corral, una familia de cabras que proveían de leche y según como se terciara todo de carne fresca, también había pollos, gallinas y algún que otro cerdo, aunque Adrián le dijo que antaño hubieron más. También había otras dos entradas con varias salidas al exterior como aquella por que habían accedido, con pantallas de televisión por las que se veían las diversas salidas, una de ellas daba a una sección totalmente inundada que llegaba directamente al río y donde podían verse un par de embarcaciones. Durante la visita, Cesar le contó a Adrián, como encontraron en el transcurso de una expedición anterior a Arturo, su compañero perdido, de cómo este les había hablado de una compañera abandonada en el refugio del que venía y de la misión de rescate que les llevó allí. 
 Al terminar, tanto María como los expedicionarios ya se habían levantado, Julia y Casandra, ya le habían contado todo lo concerniente a aquella misión de rescate.
 Tras el desayuno, María llevo a su hijo a un lugar apartado, tenía que discutir algo importante con él. Roma que acompañó a su hija al baño, sin querer escucho la conversación entre la anciana y su hijo. Su hija quiso decirle algo, pero ella la hizo callar poniéndose el índice en el labio. 
 ─ Debes ayudarlos a encontrar a esos supervivientes, acompañarlos a su ciudad y una vez allí…
 ─ ¿Sí? 
 ─ No vuelvas ─ dijo la mujer con voz ronca y lágrimas en los ojos.
 ─ ¡¿Qué?! ─ preguntó Adrián incrédulo cogiendo a su madre por los hombros.
 ─ Ya me has oído… ─ la anciana carraspeó ─ A mí ya no me queda mucho tiempo de vida y aquí, no hay futuro para ti. Además he visto como mirabas a esa chica y ella a ti ─ concluyó María con una sonrisa en los labios y acariciando el rostro de su hijo.
 ─ Aún así… No puedo dejarte aquí sola. Yo… lo siento pero no puedo. No me pidas eso, por favor.
 ─ No tiene por que estar sola ─ les interrumpió Roma ─ Yo y mi hija cuidaremos de tu madre. 
 María y Adrián miraron sorprendidos a la mujer mutante.
 ─ Pero… ¡Todo esto es una locura! ─ consiguió decir por fin Adrián En ese momento entraron Cesar y las dos mujeres intrigados por la tardanza del resto.
 ─ ¿Qué es lo que ocurre? ─ preguntó Julia.

 Jotacé.

domingo, 22 de febrero de 2015

(D.F. 36) REVELACIONES


 ─ Ambros apenas llegó un par de minutos antes que las autoridades, nos detuvieron a todos, incluido a él. Pero los conocimientos de Ambros, les interesaban demasiado a las autoridades y le obligaron a hacer un trato a cambio de respetar nuestras vidas… lo siento ─ empezó a relatar Cesar mirando con cierta tristeza a María y a Adrián. ─ Por suerte para mi, nosotros también teníamos gente infiltrada y simpatizantes en aquel sistema corrupto y mi estancia en prisión fue corta. A todos los que detuvieron nos apartaron del proyecto de la ciudad subterránea por seguridad, así que traté de dar con Ambros, pero a él lo tenían aislado para obligarle a trabajar para el sistema; también traté de dar con vosotros pero parecía que se os había tragado la tierra… quien me iba a decir que literalmente hablando ─ dijo con una triste sonrisa. ─ Cuando finalmente me di por vencido, mi prioridad fue la de desenmascarar al traidor. Lo descubrí, pero a veces las cosas no son lo que parecen… ─ antes de continuar, Cesar con expresión seria desvió su mirada a Casandra ─… Un amigo perdió la vida, salvando la mía, ese hombre era tú padre Cas… que te encontrara y te adoptara como si fueras mi propia hija no fue casualidad… 
─…Pe… pero mi padre… había muerto antes de que yo naciera, eso es lo que me dijeron en el orfanato… ─ dijo un tanto afectada Casandra.
─ No, tu madre murió enferma por no poder recibir el tratamiento adecuado a su enfermedad y tu padre se unió a nuestra organización… pero lo descubrieron y le obligaron a colaborar con el mismo sistema contra el que luchaba usándote a ti para coaccionarlo…
─ Pero entonces…
─ Tú no tienes la culpa de nada, te utilizaron sin que fueras consciente, igual que usaron a tu padre… él siempre trató de dar evasivas o información de poca importancia, hasta que lo presionaron y se vio obligado a traicionarnos… pero como ya te dije antes, terminó redimiéndose… El resto ya es historia. 
Cuando Cesar terminó de contar su relato, todos permanecieron en silencio ante aquellas revelaciones. Casandra se sentía especialmente afectada y su mentor la abrazó por los hombres para reconfortarla. Adrián había mirado fascinado a Casandra y sintió cierta envidia ante el gesto de cariño por parte de Cesar, por un momento entre las lágrimas, Casandra le devolvió la mirada a Adrián, que volvió la cabeza un tanto avergonzado.
─ Hay hombres que vienen del espacio para dar caza a los mutantes, ya sean mutantes humanos o animales, yo los he visto… ─ dijo Roma rompiendo el silencio que se había creado ─ Por eso los mutantes odian a todos los hombres normales y no dudan en daros caza, cuando aparece algún superviviente entre las ruinas 
─ todos la miraron fascinados ante aquella nueva revelación ─. Mi hija y yo estamos cansadas, si pudiéramos… ─ Todos lo estamos querida. Adrián prepara las camas. Mañana nos contarán como han llegado hasta aquí y por qué.
─ Es una misión de rescate, pero… tienes razón, llevamos unos días muy intensos y todos necesitamos descansar ─ afirmó Cesar levantándose de la mesa.
 Adrián condujo a los visitantes a una estancia con cuatro literas, así que roma tuvo que dormir con su hija, cuando el joven regresó con su madre, esta le pidió que pusiera un poco de música suave, algo que ayudara a sus visitantes a dormir y descansar durante algunas horas, luego revisó algunas cosas del refugio antes de ir él mismo a descansar.

 Jotacé.

lunes, 16 de febrero de 2015

(D.F. 35) ECOS DEL PASADO


Sus anfitriones les habían preparado un banquete en el que para asombro de los visitantes podían ver comida fresca encima de la mesa, pero esa solo era una de las muchas preguntas que se hacían, otra, tal vez la más intrigante era la relación entre Cesar y María, de eso versó la conversación durante la comida, al parecer ambos pertenecieron a la misma organización, junto con el profesor Ambros Mora, marido de María, padre de Adrián y mentor de Cesar…


 Cinco años antes de que buena parte de la población encontrara refugio en las ciudades subterráneas, creadas por disidentes de todo el mundo. Lo que ahora se conocía como el gran cataclismo ya había empezado, en forma de grandes tormentas, terremotos, contaminación de todo tipo y otro montón de catástrofes afectaban al mundo transformándolo en algo nuevo y terrorífico. La vegetación empezó a cambiar, seguida de los animales empezaron a cambiar y el ser humano que hasta entonces se había limitado a ignorar el problema ignorando a quienes trataban de advertir sobre lo que se les venía encima, mirando para otro lado y animados por gobiernos corruptos, cuya misión era mantener controlada a la mayoría mientras una minoría privilegiada se enriquecía impunemente y que tachaba de disidentes y terroristas a los que se les oponían. Cuando el pueblo se dio cuenta del gran engaño del que era víctima e intentó rebelarse, ya era tarde. 
Aquella organización disidente y secreta, a la que pertenecían nuestros protagonistas, reclutó a gente de todo el mundo, sin importar raza, posición social o credo, para intentar salvaguardar lo bueno de aquella humanidad que les había ignorado. Se prepararon para lo inevitable y para poner en práctica todo aquello, el profesor entre otros científicos, muy pocos conocían este hecho y tan solo su mujer y su hijo, apenas un niño todavía, le ayudaban en el experimento y conocían el paradero exacto del refugio. Les enseño todo lo que tenían que saber para el eficaz funcionamiento del lugar, cosas que cinco años más tarde se pondría en práctica a gran escala en las ciudades subterráneas que se estaban construyendo a gran escala y en absoluto secreto. 
 Un día reunió a un pequeño grupo de insurgentes para entrar en una gran compañía y robar materiales útiles para la ciudad, el que estaría al frente de aquel grupo era Cesar, su aventajado aprendiz. Adrián por aquel entonces apenas tenía nueve años, siguió a su padre al lugar donde se reunió con sus compañeros para planear el robo. En un momento dado uno de los del grupo se distancio del resto de sus compañeros y escondido cerca de donde estaba el niño, pero sin percatarse de su presencia llamó a la policía para alertar de lo que estaban apunto de hacer, aquel hombre era un infiltrado y confidente del la policía. El niño solo se atrevió a salir cuando el grupo ya se había ido y le contó a su padre lo que había oído. Por motivos de seguridad, ninguno de los miembros del comando llevaba consigo teléfonos móviles, la única forma de advertirles de la traición era yendo personalmente, pero antes, temiendo por la seguridad de su familia, envió al niño con su madre con el mensaje de que lo esperaran en el refugio de las alcantarillas. Aquella fue la última vez que Adrián vio a su padre en persona. Aunque años más tarde recibieron un menaje cifrado, venía del espacio exterior, donde muchos de los que habían arrastrado al mundo a aquel final, habían creado una estación espacial donde vivir a la espera de que científicos como el profesor Mora, ya fuera voluntariamente o bajo coacción, terraformaran Marte, esa fue la última vez que supieron del científico y ya habían pasado más de 20 años.


Jotacé

sábado, 14 de febrero de 2015

SIN PROMOCIONES




http://www.ivoox.com/4076010


Esta semana no hay promoción, se acabaron de momento las promociones. Si alguien me pide que le promocione su novela lo haré encantado, como siempre, pero se tiene que dar una de estas tres condiciones, la primera, que me lo pida alguien explícitamente, la segunda que saque algún amigo con la que tenga confianza y la tercera, que se me apetezca muchísimo.
La razón es que durante todo este tiempo en no he dejado de escribir para el blog, sin apenas parar, aún a día de hoy podéis seguir mi última novela "Después del Fin" de una sola página por capítulo. También estoy enfrascado en la guionización para cómic de mi primera novela, "La Chica de Venus" de la que podéis ver una imagen promocional del dibujante Pedro Cano.
Luego dejaré descansar este "elcuentahistorias" para poder repasar y corregir lo ya escrito e intentar darles una nueva vida, tal vez en alguna editorial que me de opción de publicarlas sin condiciones si esto no fuera posible las publicare en Bubok, Amazon o cualquier otra editorial de Internet gratuita, ya que el presupuesto no me da para auto publicaciones donde tenga que poner dinero y la última vez que lo hice, quedé como ha ocurrido con otros compañeros muy defraudado.

También os dejo un enlace del Podcast del programa de radio "El club del lletraferits, estupendo programa para los aficionados a la lectura, escritura y la buena música.

Nos leemos pronto con un nuevo capítulo de "Después del Fin"

Un saludo a todos.

Jotacé.  

lunes, 9 de febrero de 2015

( D.F. 34) INESPERADO REENCUETRO

La cámara a la le que acababan de acceder era parte del alcantarillado, con la diferencia de que había sido aislada del resto de túneles. Iluminada por cuatro fluorescentes, en su interior, había una pequeña ducha para la descontaminación, dos armarios, uno para las armas y otro para la ropa. Desde un panel de control con cuatro pantallas de televisión, podían verse los alrededores de las salidas del refugio, solo una de ellas daba a la calle, las otras tres en cambio a pasillos del alcantarillado; uno de ellos, aquel por el que habían entrado, todavía se veía el humo que les había librado de los desproporcionados insectos mutantes. 
─ Son las salidas a las que se puede llegar desde la puerta por la que hemos accedido, a mi padre que fue el que creó el refugio le gustaba tener varias vías de escape por si las moscas. Por cierto, aquí estáis a salvo, podéis quitaros las máscaras ─ dijo su salvador dando ejemplo. Bajo aquella máscara se escondía el rostro de un hombre, de poco más de 35 años, uno setenta y cinco de estatura, fornido y de pelo castaño oscuro y muy revuelto por la máscara. A Cesar su anfitrión le resultaba extrañamente familiar. 
─ ¿Antes de nada podemos saber el nombre de nuestro anfitrión? ─ preguntó intrigado quitándose su máscara. 
─ Oh, disculpad es la falta de costumbre. Mi nombre es Adrián ¿Y el vuestro? ─ Yo soy Cesar, Casandra, Julia y la mujer mutante y su hija son Roma y Pétalo. 
─ Sed bienvenidos. Ahora si me disculpáis, temo que solo tengo una ducha en esta entrada, así que pasaré el primero para luego poder prepararos un buen recibimiento ─ dijo el extraño desnudándose. 
Mientras esperaban a Adrián, especulaban sobre el, solo Roma y Pétalo siempre recelosas se habían apartado a un lado. Se hizo el silencio cuando cesó el correr del agua y Adrián salió de la ducha para dar paso sus invitados, los cuales para ir más rápido habían decidido entrar de dos en dos, Julia y Casandra ya se estaban desvistiendo para entrar las primeras. 
─ Dime una cosa Adrián, ¿Estás solo en este refugio? ─ preguntó Casandra. 
─ No, no… ¡Ejem…! Somos dos, mi… mi madre y yo, enseguida la conoceréis ─ contestó Adrián terminando de vestirse mientras la vista se le desviaba inevitablemente a los descubiertos y hermosos senos de la mujer ─. Por cierto en este armario encontraréis ropa limpia, más tarde nos ocuparemos de vuestros trajes. 
A ninguna de las mujeres les pasó desapercibido como Adrián trato de ocultar su prominente erección, sonrojándose, para ya una vez vestido, desaparecer por la puerta que daba al interior del improvisado refugio. A pesar del tamaño de la ducha, decidieron entrar por parejas para ir más rápidos. Roma y Pétalo fueron las siguientes, aunque al principio Casandra entró con ellas para indicarles como funcionaba la ducha y asegurarse que lo hacían bien, ya que para Roma el recuerdo de una ducha o un baño se remontaba a su niñez y era un recuerdo casi olvidado. Finalmente entró Cesar. Tras el proceso de descontaminación entraron por la misma puerta por la que un rato antes desapareciera Adrián que daba a un pasillo al final del cual había una puerta al entrar, llamaron a su anfitrión que salió corriendo en su busca, para servirles de guía hasta una sala estar, con una mesa central, una pantalla de televisión apagada y enormes estanterías llenas de libros, también había un par de sofás y cuatro sillones, en uno de los cuales había una mujer mayor de pelo canoso que debía rondar casi los 80 años. 
─ Ahora si, sed bienvenidos a mi casa, os presento a mi madre Ma… 
─ ¡María! ─ dijo Cesar, al que todos miraron asombrados. 
 La anciana miró desconcertada al desconocido durante unos minutos asta que finalmente los recuerdos volvieron a su mente. 
─ ¿Ce… Cesar? ─ consiguió decir la mujer desconcertada. 
Cesar asintió, con una leve sonrisa para luego abrazar a la anciana cuyos ojos se anegaron de lágrimas, mientras los demás asistían atónitos a aquel inesperado reencuentro. 

Jotacé.

jueves, 5 de febrero de 2015

ARETÉ (David Vallès Ferrer)





Areté es una colección de sueños escritos en prosa poética en los que un personaje sin nombre se sumergirá en espacios vaporosos en una búsqueda abstracta de la verdadera virtud. Un concepto variable y no puramente claro que desde la Antigüedad ha condicionado al ser humano en su pleno desarrollo y a través del cual se pretende alcanzar la perfección. Pero esta búsqueda de la virtud no es un camino fácil, sino una senda intrincada desde donde emerger como un dios o perecer como una bestia.

domingo, 1 de febrero de 2015

(D.F. 33) INSECTOS


Una vez más, los fugitivos habían conseguido burlar a Roca y a sus mutantes, pero mientras salían de aquel laberinto ya sabía como atraparlos.                    
─ ¡Tapad esta salida! ¡Tapemos todas las salidas! Si quieren salir será por donde nosotros queramos.                                                                                                     
Roca solo dejó una entrada abierta y allí se establecieron con la mayor parte de los mutantes, tan solo envió a un reducido grupo para vigilar el puente colgante por si acaso se les había olvidado tapar alguna de las salidas.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         
Las horas pasaban desesperadamente lentas en el laberinto de túneles subterráneos, los mutantes de Roca hicieron bien su trabajo, todas las salidas por las que pasaban se encontraban concienzudamente cerradas. Cada paso que daban era más agotador que el anterior y a las pequeñas criaturas habitantes del inframundo, se les empezaba a quitar el miedo a la potente luz de la linterna y de las antorchas, sobre todo a los insectos, algunos casi tan grandes como las propias ratas. Al doblar una de las esquinas, vieron como la parte seca del pasillo desaparecía bajo las aguas del río subterráneo y la parte que quedaba fuera del agua, estaba llena de aquellos pequeños pero terribles caimanes albinos, unos metros más allá se filtraba la luz del día, pero resultaba imposible llegar hasta allí, la única solución era dar marcha atrás y seguir buscando, pero los insectos ahora empezaban a ocuparlo todo, incluso las paredes. Tuvieron que abrirse camino como pudieron con la ayuda del fuego, ya que a Cesar se le terminó el bote de gases con los que los habían echado unas horas antes a los insectos del lugar donde montaron la tienda. Llegaron a un pasillo totalmente seco pero los insectos cada vez más numerosos e insistentes, terminaron rodeándolos por completo. Julia notó una fuerte presión en el tobillo, que la hizo gritar de terror, mientras golpeaba a la pequeña alimaña con su antorcha.                                                                                                     
─ ¿Estás bien? ─ preguntó Casandra                                                                                  
─ Por… por suerte no ha penetrado el traje, al menos todavía ─ contestó Julia.                                                                                                                                     
─ Pero lo harán si no conseguimos salir de aquí ─ aseguró Cesar funesto.                                 
Agitando las antorchas de un lado a otro, consiguieron un pequeño hueco libre de aquellas pequeñas alimañas; en medio del grupo estaba Roma, que sostenía a su aterrorizada hija en brazos intentando protegerla. De pronto de un agujero en la pared que hasta ese momento les había pasado desapercibido, cayeron unos botes rebotando dos o tres veces en el suelo, de los que salió un espeso humo cubriendo todo el pasillo y espantando a los insectos. Cesar iluminó hacia el agujero, una extraña entrada con una puerta metálica que recordaba a las escotillas de los submarinos, de su interior surgió la figura de un hombre con una anticuada máscara de gas, saltó al suelo y les hizo señas para que lo siguieran.                                         
─ ¡Por aquí! ─ gritó el extraño, alumbrando aquel hueco con una anticuada linterna de finales del siglo XX.                                                                             
Los ayudó a subir a aquella pequeña entrada de la pared, dejando las antorchas atrás y teniendo que andar por aquel estrecho túnel a gatas. Nada más entrar, el extraño volvió a cerrarlo, acto seguido adelanto a los demás poniéndose delante para guiarlos por las diversas bifurcaciones hasta lo que parecía la puerta de una caja fuerte, tecleo unos números, giró una rueda metálica y aquel portón se abrió hacia adentro, entró en el interior de aquel extraño e improvisado refugio para seguidamente ayudar a sus invitados.                                                                                                                                                                       
Jotacé.