A partir del momento en
el que Alicia empezó a mejorar en el zulo y que surgió esa
relación, que iba más allá de la de rehén y secuestrada, Vicente
retomó un poco las labores de investigar a sus posibles objetivos y
más teniendo en cuenta que coincidían con los de Alicia, sus
“enemigos” y los de ella estaban relacionados. Ahora que se
habían visto obligados a salir de la chatarrería con la intención
de huir muy lejos, era el momento tanto para él como para ella de
zanjar asuntos pendientes, así que aquella mañana había dejado el
coche en un parking público, donde sabía que nadie repararía en su
presencia y durmieron hasta bien entrada la mañana, para después ir
a desayunar en un bar cercano. Ella desconocía cuales eran las
intenciones que Vicente tenía en la cabeza y aunque había estado
otras veces en aquella ciudad dormitorio, en la que vivían sus
objetivos, desconocía totalmente la zona donde se
encontraban.
- ¿Dónde estamos? Tengo la impresión de que
seguimos cerca de casa - preguntó mientras desayunaban.
- En
realidad estamos cerca de donde nos conocimos… He pensado que antes
de irnos, nos podemos despedir a lo bestia. Curiosamente la que tú
apuñalaste, es hermana de la que yo quería secuestrar y matar junto
con su actual novio.
- ¿Sabes? Lo cierto es que desde que
estamos juntos, me da igual lo que les pueda pasar.
- Es
una pena, por que lo tengo todo planeado- dijo Vicente sonriendo
maléficamente.
- Entonces… ¡Hagámoslo!- le contestó
ella devolviéndole una sonrisa diabólica.
Como cualquier otro día laboral,
tanto Jota como Elena habían ido a trabajar. Santi había dejado su
trabajo, y preparaba ya el equipaje para su inminente marcha en busca
de “si mismo”, viaje que había aplazado ya demasiado tiempo, al
día siguiente partiría junto con Diana, la cual había prometido
presentarle gente que podía ayudarle en su búsqueda. En el piso de
abajo, Mónica seguía todavía de baja, a causa de los molestos
puntos que habían tenido que darle, pronto se los quitarían y
podría reanudar su vida. Ninguno de ellos sospechaba que Vicente y
Alicia, habían conseguido acceder al edificio de la forma más
simple, apretando a un botón al azar del portero automático y
anunciándose como el cartero. Su error fue llamar al Piso de Mónica,
ya que después de todo lo que había pasado, ella prefería dejar a
los desconocidos al otro lado de la puerta.
- Verá señorita,
es una carta certificada y para entregársela, tiene usted que firmar
el resguardo- dijo Vicente intentando inútilmente convencerla.
- Y yo le digo, que deje el resguardo en el buzón y ya
pasaré personalmente a recoger dicha carta en correos- contestó
Mónica, que miraba a través de la mirilla.
- Pero eso es
una tontería, ya que nosotros estamos aquí y usted
también.
- ¡Oiga no insista! ¡Si realmente es quien
dice ser, hágase a la idea de que no ha encontrado a nadie! ¡Como
ya le he dicho, iré personalmente a buscar esa carta a correos!
¡Ahora si no se marcha llamaré a la policía!
- ¿Y ahora que
hacemos?- preguntó Alicia.
- Esperar en las escaleras, en algún
momento alguien entrará o saldrá del piso y será nuestra
oportunidad.
Entretanto, Mónica llamó a Jota y le contó lo
ocurrido, estaba visiblemente asustada.
- ¿Los viste bien,
piensas realmente que podían ser ellos?
- Solo vi a uno y no
estoy segura, pero creo que si.
- Muy bien, Santi está en mi piso,
lo llamaré para que te haga compañía, tú llama a la policía y
cuéntales lo ocurrido.
Cinco minutos más tarde, los dos
psicópatas se sobresaltaron al escuchar el sonido de la puerta de
arriba y corrieron a refugiarse en la parte de las escaleras que
hacía bajada, la suerte les sonreía, aquel tipo era uno de los que
habían estado haciendo investigaciones en la chatarrería y estaba
llamando a la misma puerta que ellos hacía apenas unos minutos. En
la mochila que llevaban consigo, tenían objetos tanto afilados como
contundentes. Vicente golpeó en la cabeza a Santi, justo cuando
Mónica abría la puerta, Santi calló inconsciente sobre ella, que
intentó levantarse a toda prisa, pero Vicente se abalanzó sobre
ella impidiéndole la huida. Intentó taparle la boca para evitar que
gritara, pero se llevó un doloroso mordisco, aún así siguió
sujetándola y le golpeó con fuerza, con la misma mano que ella
había mordido. Mónica calló al suelo, quedando también
inconsciente.
- Así no tiene gracia matarlos- dijo Vicente.- Atémosles y llevémosles al cuarto de baño.
Un poco de agua fría
les ayudará a recobrar el conocimiento.
Antes de que los dos locos
irrumpieran en el apartamento, Mónica había hecho otras dos
llamadas, una a la policía y la otra a su hermana Elena, con la que
estaba hablando en el momento de abrir la puerta, al escuchar lo que
pasaba, pidió en su trabajo que llamaran también a la policía,
mientras ella salía disparada de allí sin atreverse a descolgar el
teléfono.
Entretanto, también Jota había salido disparado de su
trabajo y mientras lo hacía llamó a Diana, que al carecer de
trabajo y estar viviendo en casa de su amigo Pepe, fue la primera en
llegar allí, por el portero automático, llamó primero al piso de
Mónica y luego al de Jota, donde se suponía que estaba Santi, nadie
contestó, algo iba mal.
En el interior de la casa, los dos
psicópatas, escucharon el timbre del telefonillo, pero lo ignoraron,
ocupados como estaban atando a sus dos presas y trasladándolas al
cuarto de baño. Jota llegó a la vez que la policía y se
encontraron con Diana, que les dijo lo que ocurría, en ese momento
sonó la radio del coche patrulla, informándoles de una segunda
llamada en referencia a la misma dirección.
- ¡Subamos! ¡Tengo
llaves del piso! Alicia, había abierto
el grifo del agua fría de la ducha y remojaba a Santi y a Mónica,
que despertaron atados, amordazados y con un fuerte dolor de cabeza,
a Mónica además se le había saltado algún punto, ya que la herida
que tenía en la espalda le estaba volviendo a sangrar.
- Esto
va ser divertido- dijo Vicente vaciando el contenido de la mochila en
el suelo del cuarto de baño.
- ¡Quietos! ¡Arriba las
manos!- gritó uno de los policías en la puerta.
El ruido del agua
y de los artilugios de tortura cayendo al suelo les había impedido
oír a Jota abriéndoles la puerta a los dos policías. Alicia en
cuclillas, perdió el equilibrio y cayó de culo en el suelo,
mientras que Vicente se levantó del suelo de un brinco, agarrando un
afilado cuchillo con el que se abalanzó sobre los policías, que
inevitablemente abrieron fuego sobre el agresor. Vicente cayó al
suelo fulminado por las balas. Luego todavía con la adrenalina en el
cuerpo, ya que a pesar de su oficio, era la primera vez que
disparaban a alguien, tumbaron a Alicia en el suelo esposándola.
Jota y Diana corrieron a atender a sus amigos, empapados y
amordazados en el interior de la bañera. Cuando Jota desató a
Mónica, ella se le agarró al cuello besándole, con lágrimas en
los ojos y todavía temblando de
miedo.
Jotacé.