jueves, 29 de enero de 2015

EN BUSCA DEL SÍMBOLO (Concepción S. Labrador)


Debido a los cambios que actualmente se están produciendo en el Mundo, desconocidos e insólitos seres empiezan a salir de su hábitat. Son muy pocos los privilegiados que los han visto, pero ahora se sabe que están ahí y que existen de verdad. Las Tierras de Color se unen para enfrentarse a la constante amenaza de Tierra Negra. Entre los seres del interior se empieza a hablar de guerra y no se descarta que el conflicto llegue hasta los humanos. Durante su estancia en Montserrat, un grupo de jóvenes excursionistas se cruza con estos sorprendentes seres, y junto a ellos buscan el Símbolo de la Virgen Negra, sorteando los continuos peligros que los acechan.

lunes, 26 de enero de 2015

(D.F. 32) CASI ATRAPADOS


Mientras se acomodaban en la tienda, los sonidos producidos por las distintas alimañas de las profundidades fueron regresando al pasillo, pero apenas duraron unos breves minutos para descender nuevamente, asta aquel aterrador silencio, tan solo Cesar con sus sentidos afinados por la experiencia fue consciente en aquella oscuridad de aquellos cambios. Se puso su máscara para poder ver en la oscuridad y fue despertando a sus compañeros, para que se prepararan, debían ser rápidos y silenciosos un nuevo peligro se aproximaba. Una vez tuvieron todos, sus máscaras puestas, Cesar sacó la cabeza fuera de la tienda para ver a lo lejos la luz de las antorchas empuñadas por los mutantes. Probablemente sus perseguidores cegados por la luz que ellos mismos empuñaban para mantener alejadas a las distintas criaturas que allí pululaban, eran incapaces de verlos. Los fugitivos salieron de la tienda.                     
─ Casi los tenemos encima. Julia, Roma, buscad animales muertos y residuos secos y haced una hilera en la parte seca del pasillo, Casandra recoge nuestras cosas y guárdalas ─ ordenó mientras empuñaba su arma y apuntaba a las antorchas.                                              
Roca con sus mutantes seguían el rastro de insectos muertos por aquel pasillo, esperaba que aquella pista fuera auténtica, llevándoles directamente a sus presas humanas. De pronto un disparo atronó en los túneles, partiendo en dos una de las antorchas que llevaban, haciéndoles parar en seco.                            
─ ¡Eh! ¡No queremos haceros daño! ¡Solo hacer un trato con vosotros! ─ les gritó Roca que se sabía descubierto.                                                                                
─ ¡Estupendo! ¡Este es el trato! ¡O nos dejáis marchar o el próximo disparo será a dar!           
─ ¡Nosotros tenemos la mayor parte de vuestras armas y a vosotros seguro que casi no os quedan municiones!                                                                             
─ ¡Suficientes para acabar contigo, que por lo visto no sabes usarlas!                 
─ ¡Es cierto! ¡Enséñanos y os dejaremos marchar!                                                  
─ Estamos listos ─ le susurró Casandra.                                                                
─ Coge de mi bolsa líquido inflamable y un mechero.                                                           
─ Ya lo suponía y está todo dispuesto.                                                                         
─ ¡Bueno! ¡¿Qué me dices ante mi propuesta?! ─ gritó Roca impaciente.                       
En lugar de contestar, Cesar cogió su linterna y alumbró a los mutantes que quedaron cegados por unos minutos ante la intensa luz de la linterna. Luego la luz se hizo algo menos intensa y dañina para sus ojos y el túnel empezó a llenarse de humo. Aquellos supervivientes estaban llenos de recursos, tantos que les convertían a ellos en las presas. Solo les quedaba salir de allí, por la primera salida que encontraran y buscar un escenario que les fuera más favorable para atrapar a los fugitivos, antes de que lograran escapar definitivamente.                                                                                                            
Los fugitivos se alejaron de allí todo lo rápido que pudieron, pronto amanecería y entonces saldrían por fin al exterior.                                                                                                                                                                                                                                                                                               
Jotacé.

jueves, 22 de enero de 2015

FrANTASIAS (Fran Hernaiz Requena)




Sobre la obra:
FrANTASÍAS es un libro de relatos cortos dirigido a personas adultas en el que se las invita a conocer un brillante puzle de historias con alma, cuyos personajes parecen querer salirse de sus propios relatos. Esta amalgama de historias tejidas en momentos de inspiración, ha sido cocinada a fuego lento y condimentada con mucho mimo para ofrecerte cuentos que no te dejarán indiferente, con el claro objetivo de contrastar sentimientos.
El libro está escrito con un estilo cautivador creando atmósferas adecuadas para transmitir emociones a través de la amistad, el amor, las aventuras, las complicidades, los dilemas, las dudas, el humor, la magia, el misterio, la nostalgia, la sorpresa, los sueños, la ternura...
Sobre el autor:
Fran Hernáiz Requena es un escritor autodidacta nacido en Barcelona.
Lleva años escribiendo cuentos en sus ratos libres, por eso se considera un Hacedor de cuentos a tiempo parcial. Nacen siempre y cuando esté inspirado, tenga una buena idea, tiempo para desarrollarla, y ganas de escribirla.
Cuando ni siquiera había pensado en escribir cuentos, siempre se recuerda acompañado de una libretita en la que anotaba sus pensamientos más originales, o cosas que en el día a día llamaban su atención. No quería que esos pensamientos le abandonaran sin haberlos guardado en algún lugar seguro para poderlos recordar cuando le apeteciera. Muchas de esas anotaciones años después se han convertido en relatos.
Nota del Autor:
Me gustaría que la lectura de mis relatos fuese para ti una experiencia diferente y a la vez refrescante, un guiño de vida, un plus de energía positiva en instantes concretos, un abrazo envuelto en letras.
Para cualquier comentario podéis dirigiros al e-mail:
frantasiaslibro@gmail.com
Un saludo,
Fran

lunes, 19 de enero de 2015

(D.F. 31) EL LABERINTO DE TÚNELES


El agua de la tormenta se filtraba a través de la lona, bajo la que uno de los mutantes se protegía como podía del nocivo líquido,  vigilando atento el hueco abierto de una de las alcantarillas. Una luz llamó su atención, en principio creyó que era el reflejo de un lejano relámpago, pero era de aquel oscuro agujero donde empezó a ver los el reflejo de aquella luz. Entre el casi ensordecedor ruido producido por la incesante lluvia, tuvo la extraña impresión de oír voces humanas. Le hizo señas a su compañero para que se acercara, el otro mutante, que permanecía al resguardo de la lluvia bajo las ruinas del edificio más próximo, se protegió del agua ácida con su capucha y corrió hacia la lona.                                                          
─ ¿Qué pasa?                                                                                                                   
Su compañero le hizo ademán para que permaneciera en silencio y atento al interior de la alcantarilla de la que surgía aquella extraña claridad y donde pudieron oír más voces y gritos humanos.                                                  
─ Son ellos ─ le susurro ─ ¡Avisa a Roca!                                                       
Una hora más tarde, la lluvia cesó y la oscuridad era casi absoluta. Todo un grupo de mutantes se congregó alrededor del agujero,  ahora negro como un cielo sin estrellas y del que solo se oía el sonido del agua corriendo por su interior. Ninguno de los dos guardianes supo responder a lo que habían escuchado, lo único seguro es que eran voces humanas. Roca los miró dudoso, era increíble que los prisioneros siguieran con vida en aquel infierno, pero solo había una forma de asegurarse.                                                                    
─ Encended antorchas y coged armas, si siguen vivos bajaremos a buscarlos ─ ordenó.                                                                                                                     
Algunos de sus subordinaros empezaron a murmurar aterrorizados por las criaturas del submundo, pero callaron ante la firme mirada de su líder.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           
Tras la perdida de Pablo, el resto de los fugitivos caminaban cansados, tristes y descorazonados, sobre todo Julia, su mascara ocultaba un rostro desencajado por la pena y la ira. Llegaron a una bifurcación de túneles, en el centro un pequeño lago subterráneo lleno de ratas, caimanes, murciélagos y otras alimañas que huían ante la intensidad de la linterna, rodearon el lago y entraron en el pasillo que había justo enfrente, la más seca de ellas. Finalmente, unos metros más lejos, vieron una estrecha hendidura en la pared, lo suficiente seca y escondida como para ocultarlos, durante algunas horas y lo suficientemente amplia como para montar la tienda que Cesar llevaba en su mochila, el único problema eran los insectos exageradamente desproporcionadas que la habitaban. En su mochila Cesar tenía lo necesario para desembarazarse de aquellas molestas criaturas que huyeron despavoridas cuando Cesar con la ayuda de Casandra, las gasearon. Instalaron la tienda, demasiado pequeña para los cinco, se acomodaron como pudieron. Una vez renovado el aire de allí dentro, se quitaron sus máscaras de supervivencia para poder ingerir el poco alimento que Cesar traía consigo, racionándolo tanto como pudieron. Roma miró aquellos rostros que le parecían tan perfectos, tanto como el suyo propio años atrás y empezó a dudar de si ella y su hija serían aceptadas en aquel mundo del que provenían. Apagaron la linterna y se dispusieron a pasar aquellas largas horas de oscuridad como buenamente pudieran. Casandra abrazó a Julia para intentar consolarla por su perdida, pero sin saber que decirle, tampoco a la mujer podía hablar con el nudo que le desgarraba la garganta de la que apenas salía un casi silencioso sollozo. Roma  que abrazaba a su hija se preguntaba si aquella mujer la culparía a ella y todos los suyos por su pérdida y las dudas de si estaba haciendo lo correcto empezaron a embargarla.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  
Los mutantes avanzaban despacio por aquel laberinto de túneles, siempre alerta con sus rudimentarias armas y buscando entre las paredes cualquier indicio del paso de sus presas, pero la luz de sus antorchas que les protegían de las monstruosas criaturas subterráneas que allí habitaban, también les cegaba a ellos, dificultando así su búsqueda. El colmo fue llegar a aquella enorme bifurcación de túneles, les resultaba imposible saber por donde habían ido los fugitivos y ya se daban por vencidos cuando de uno de los túneles vieron salir a un enjambre de insectos voladores, llegaron al centro del lago donde revolotearon durante algún rato, algunos cayeron al agua víctimas del veneno con el que fueran pulverizados y finalmente se metieron en el interior de otro túnel. Roca miraba fijamente el lugar del que salieron los insectos, tuvo la certeza de cual era el camino a seguir.                                                                                                                                                                                                                                                                              
Jotacé. 

jueves, 15 de enero de 2015

ENTRE EL MIEDO Y EL AMOR (Sandra Estévez Calvar)


Una novela desgarradora en su comienzo, y con una fuerte esencia romántica, con la cual sonreirás, llorarás, te enfadarás con los protagonistas; pero sobre todo, te hará reflexionar. Una historia que nos mantendrá en vilo hasta el final de sus páginas, en la cual convergen conceptos como pasión, deseo, erotismo, lujuria, amor, amistad, traición, miedo, soledad.

lunes, 12 de enero de 2015

(D. F. 30) EL SACRIFICIO


Los mutantes, por fin pudieron derribar la puerta del sótano donde habían encerrado a los prisioneros. Fugados gracias un agujero oculto bajo aquel montón de basura, algunas ratas de casi metro de largo, pasaron de husmear a los cuatro caimanes albinos muertos por los fugitivos a los tiernos humanos mutantes con hambrienta curiosidad, razón por la que estos decidieron volver a cerrar aquella puerta. Roca miró a Lilith.                                                  
─ ¿Qué hacemos? Tenemos el equipo de los que llegamos a capturar, tal vez podamos seguirlos por las cloacas.                                                                         
─ ¿Acaso sabes usar sus armas? ─ preguntó la mujer. ─ Siempre vigilamos las salidas de las cloacas para dar caza a las alimañas que allí se ocultan. Si siguen vivos tratarán de salir lo antes posible, mantened esas salidas vigiladas.                                                         
Roca dio las órdenes pertinentes a sus subordinados.                                              
─ ¡No me importa ni la lluvia ni la luz del sol! ¡Si logran salir los quiero!                       
─ A ser posible vivos ─ le susurró Lilith                                                                          
─ ¡A ser posible vivos! ─ concluyó Roca.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              
Bajo la superficie de la ciudad, ahora era Casandra quien abría la marcha seguida de la mujer mutante con su hija, tras ellas Cesar que cargaba a su espalda al maltrecho Pablo, cerraba la marcha Julia, con la linterna en la mano alumbraba el camino a la vez que espantaba a las criaturas que se movían y acechaban entre las fétidas aguas de la alcantarilla. La lluvia del exterior se filtraba continuamente por las paredes. Los fugitivos pararon ante unas oxidadas escaleras que subían a la superficie, donde en aquel momento seguía lloviendo incesantemente, sabían que tras la tormenta, seguiría otra vez la noche. Dadas las circunstancias debían salir de allí y buscar un refugio seco y escondido donde pasar las horas de oscuridad.                                                                  
─ Sujeta a Pablo, subiré arriba a echar un ojo ─ dijo Cesar mientras soltaba al herido en brazos los brazos de Julia.                                                                     
─ ¡No! ─ replicó la mujer mutante ─ Roca os atrapó a plena luz del día y poco le importara la lluvia a la hora de vigilar las salidas, debemos seguir bajo tierra.                                                                                                                                         
─ Pero estamos exhaustos, necesitamos un lugar seco y seguro donde descansar ─ suplicó Julia mirando a su hijo.                                                                             
─ Roma tiene razón. Buscaremos un lugar seco, pero aquí. Lo suficientemente alejado de las entradas y montaremos la tienda que llevo en la bolsa ─ Razonó Cesar.                                                                                                           
─ Dejadme aquí. Os estoy retrasando ─ murmuró Pablo.                                            
Cesar dudo, sabía que el chico tenía razón, con el a cuestas las posibilidades de salir de allí eran casi nulas.                                                                                  
─ ¡Ni se os ocurra! ─ gritó casi desesperada Julia, negando con la cabeza.                                                                                                                               
─ Mama, por favor… Hazlo por mis hermanos.                                                   
─ No.                                                                                                                                    
─ ¿Si fuera yo, me abandonarías? ─ preguntó Casandra mirando a los ojos a Cesar.                                                                                                                                             
El hombre le sostuvo la mirada a su hijastra.                                                                
─ Por mi parte no, pero respetaría tu decisión ─ fue la dura contestación del hombre.                                                                                                                                             
En ese momento Pablo, hizo acopio de todas sus fuerzas y liberándose de los brazos de su madre, se lanzó sin pensarlo dos veces al río subterráneo.                  
─ ¡Dile a Paz que la quiero! ─ gritó Pablo mientras se dejaba arrastrar por la corriente.                                                                                                             
─¡¡¡Noooooo!!! ─ Julia hizo ademán de lanzarse tras él, pero Cesar y Casandra, se lo impidieron.                                                                             
Algunos caimanes mutantes que asta entonces habían permanecido escondidos, salieron de sus madrigueras para dar cuenta del desdichado.                                                                                                                                                                             
Jotacé.

miércoles, 7 de enero de 2015

(D. F. 29) REGRESO AL REFUGIO


A pesar de la visión infrarroja de su máscara de supervivencia, la copiosa lluvia apenas dejaba ver a Arturo, que tembloroso atravesaba el puente colgante, fabricado con los restos de carcasas y chapas cada vez más oxidadas, deterioradas y lleno de huecos por los que apunto estuvo de caer en varias ocasiones. Sus brazos le dolían por la fuerza con la que agarraba las lianas y cuando por fin llego al otro lado, las piernas le temblaban. Nunca debió salir de la ciudad subterránea arrastrando a la perdición al resto de la expedición, pero ya era demasiado tarde para lamentaciones y la única esperanza que le quedaba, era llegar a su antiguo refugio antes de que cesara la lluvia ácida y todas aquellas criaturas que poco a poco se estaban adaptando a aquel mundo apocalíptico, surgieran sedientos de sangre.                                 
El cansancio y el mismo miedo le impedían correr o andar más rápido de lo deseado, en varias ocasiones se vio obligado a parar y tomar un poco de ese aire reciclado que le llegaba a través del dispositivo de su máscara.                                  
A medida que se acercaba a la que tan solo unos veinte o treinta años atrás fuera una urbanización de lujo junto al mar, con playas privadas y puertos deportivos, la vegetación mutante, igual que el resto de la vida del planeta; se fue haciendo más visible entre aquellos altos edificios, desde los que acechaban los mismos mutantes,  con los que se encontró, cuando se decidió a salir de su refugio. Vio la boca del metro en la que cayó y en la que fue encontrado por los habitantes de la ciudad subterránea. Siguió andando, dejando aquella zona atrás, y por fin llego a la zona más exclusiva de la ciudad compuesta de aquellos chalets de lujo pegados a la playa, tanto que algunos, los más próximos, estaban casi totalmente inundados por la contaminada agua del mar, por suerte, su casa estaba lo suficientemente alejada. La lluvia estaba cesando y la oscuridad era casi absoluta, Arturo sacó su arma de la funda, su mano temblaba, igual que el resto de su cuerpo. Entró en las ruinas de lo que antaño fuera su vivienda. Pisó los cascotes y los restos de aquellos ostentosos muebles y adornos que antaño la decoraron, entró por el hueco que ocupara la puerta del sótano. Bajó las ruinosas escaleras, al fondo, en el suelo otra puerta a la que solo se podía acceder tecleando una contraseña. Tras aquella puerta, un profundo pozo, iluminado por unas bombillas que se habían encendido al abrir la escotilla. Bajó por unas empinadas escaleras, tras cerrar la escotilla, solo entonces empezó a sentirse por fin a salvo. Cuando llegó al final abrió otra puerta con la misma contraseña, en su interior había pequeña sala de descontaminación. Se lavó con su traje y sus pertenencias en una pequeña ducha, restregándose todo para sacar cualquier residuo que pudiera llevar consigo. Se desprendió del ajustado traje, quedándose totalmente desnudo, luego se colgó su mochila al hombro con las pocas provisiones que traídas de la ciudad subterránea, a la que dudaba mucho tener el valor suficiente para regresar. Nuevamente la contraseña en la última puerta de su refugio, un lugar inmenso, réplica de la mansión exterior, donde enormes fotografías sustituían al los ventanales del exterior. Al fondo una gran pantalla de televisión en aquel momento apagada. A pesar del lujo de Aquila vivienda subterránea, todo estaba desordenado, los desperdicios, la suciedad y los años de dejadez por parte de sus habitantes se hacía notar por doquier. Dejó la mochila en un rincón. Fue a una caja fuerte que abrió con la misma contraseña de siempre para asegurarse de que su contenido seguía intacto, la cerró y busco a su hermana Adriana, a la que encontró con suma facilidad, estaba en el mismo sitio donde la vio por última vez, en el dormitorio, tumbada sobre la cama.        
─ Ya he vuelto ─ dijo                                                                                          
La figura, permaneció silenciosa y quieta, indiferente a la presencia del recién llegado.                                                                                                                                                                                                                                                                    Jotacé.    

domingo, 4 de enero de 2015

EL DIARIO DE LEO (Cristina Benítez)

El diari d´en Leo és un àlbum il´lustrat creat amb la voluntat d´explicar a tothom, amb una visió fresca, sensible i pedagògica, el trastorn de l?espectre autista (TEA). En Leo ens permetrà descobrir que les pertorbacions en la conducta que pateixen els afectats poden ser modulables si l´entorn social és capaç d´entendre-les com una manera singular de viure.

El diario de Leo es un álbum ilustrado creado con la voluntad de explicar a todo el mundo, con una visión fresca, sensible y pedagógica, el trastorno de l? Espectro autista (TEA). Leo nos permitirá descubrir que las perturbaciones en la conducta que sufren los afectados pueden ser modulables si el entorno social es capaz de entender la foto como una forma singular de vivir.

viernes, 2 de enero de 2015

GALO ZURÍ (María Barbancho)


«…—Una vez fui un ángel hermoso y querido, pero los celos y las envidias de otros ángeles me empujaron al descrédito, y fui expulsado y condenado para la eternidad a quemarme en el fuego del averno. No pude defenderme ni me permitieron hacerlo. Por eso juré que me vengaría, proporcionando dolor y sufrimiento a los únicos que no podían defenderse de mi poder: los humanos. Durante siglos les visité bajo diferentes identidades, pero lamentablemente acababan descubriéndome. Fue entonces cuando decidí crear mi propio ejército. Y quiénes mejores que mis bastardos, mis propios hijos, para empresa tan suprema: la dominación del mundo…».