lunes, 29 de septiembre de 2014

(D.F. 15) PREPARANDO UN REFUGIO


Los expedicionarios se apresuraron en entrar en las ruinas de de la ciudad, aquellos oscuros y perpetuos nubarrones acortaban las horas de luz diurna más de lo deseable y pronto todo tipo de criaturas mutantes saldrían a cazar.
Cesar y Casandra, conducían a sus compañeros por estrechos y sinuosos callejones, instándoles a permanecer en todo momento en silencio, para evitar atraer a las acechantes miradas de los siniestros habitantes de la ciudad. Buscaron con la ayuda de un rastreador de vida, algún posible refugio donde pasar la noche; finalmente encontraron el sitio perfecto en uno de los barrios de la periferia, en el sótano de una de aquellas casas adosadas, lleno de viejos muebles e inservibles utensilios con los que camuflar sus tiendas de supervivencia.
Cesar y Casandra, salieron al exterior para borrar un posible rastro que delatara su escondite. Arturo, Julia y Pablo montaron las dos pequeñas tiendas, cada una en un rincón y ocultas bajo todo aquel montón de basura por precaución. Siempre ablando en susurros, Julia se acercó a Arturo.
- No nos has hablado demasiado de tu compañero en el refugio.
- Compañera. No hay mucho que contar, era… es mi hermana, dos años menor que yo, muy inteligente y astuta, ella… ella…- Arturo pareció derrumbarse ante los recuerdos.
- No te preocupes, pronto estaréis otra vez juntos- Julia lo abrazó para consolarlo.
De pronto un ruido proveniente del exterior los paralizó, haciéndoles mirar hacia la entrada de su refugio, por donde para su alivio, aparecieron los dos líderes de la expedición.
- ¿Todavía estáis así? ¡Vamos apresuraos a terminar, ahí fuera probablemente ya a empezado la cacería!- Les apremio Cesar
Cesar y Casandra atrancaron la puerta del sótano. La oscuridad allí dentro era casi absoluta, pero gracias a sus gafas de visión nocturna pudieron prescindir de la delatora luz de las linternas para trabajar. Una vez terminadas de montar las dos tiendas fueron ocultadas como les había ordenado Cesar.
En una de las tiendas dormirían las mujeres y la otra sería ocupada por los hombres. Una vez en el interior y conectados los filtros de aire, pudieron prescindir de sus ceñidos trajes protectores, lo último que se llegaron a quitar ya después de cenar y una vez metidos en sus sacos de dormir, fueron sus gafas de visión nocturna.
La noche en el exterior se llenó de ruidos, para empezar la lluvia hizo como casi cada tarde acto de presencia, con sus rayos y truenos, lo cual retrasó la salida de todos los mutantes, humanos y animales, cuando esta cesó dos horas más tarde y tras unos minutos de tensa calma, pronto toda clase de siniestros, chillidos, rugidos y aullidos, pudieron entrar ahogados eso sí, en los improvisados refugios de los expedicionarios a los que les costaría demasiado coger el sueño esa noche.

Jotacé

jueves, 25 de septiembre de 2014

MIS POEMAS Y RELATOS CORTOS (Nuria de Espinosa)





Son poemas y relatos escritos con el corazón, algún relato está basado en casos reales, Cabe destacar el relato “La luna” junto al poema “UNA FLOR”. Descubre a Nuria de Espinosa a través de este libro.

lunes, 22 de septiembre de 2014

(D. F. 14) OTRA VEZ EN EL EXTERIOR


El óxido producido por la lluvia acida y el aire contaminado y cargado de toxinas, convirtió a todos los coches que en su momento trataron de abandonar la ciudad, en chatarra; algunos todavía con sus esqueléticos ocupantes esperaban eternamente el avance de la interminable cola, impidiendo que cualquier otro vehículo proveniente del exterior pudiera entrar en las ruinas de la ciudad, así los ocupantes de la tanqueta se vieron obligados a abandonar la comodidad de su transporte para continuar a pie su expedición, con la protección de esa ajustada segunda piel que eran sus trajes protectores, sacaron el equipo necesario para continuar el camino intentando repartir el peso del equipaje entre los cinco expedicionarios. Habían comido en la tanqueta y querían aprovechar las horas de luz diurna que les quedaba para proseguir el camino. Cerraron bien el vehículo para evitar la entrada de cualquier alimaña y gracias a la resistencia de sus ropas, pudieron andar entre los espinosos arbustos que les separaban de la carretera. Antes de llegar al agrietado asfalto, Cesar que parecía poseer un sexto sentido para el peligro escucho como la vegetación estaba siendo removida a sus espaldas por otros animales, eran perros, mutantes, salvajes y hambrientos, de espeso pelaje y afiladas mandíbulas habían seguido el rastro dejado por la tanqueta y ahora veían su oportunidad para atacar. 
 - ¡Corred!- gritó a sus compañeros. Cesar y Casandra, habituados a aquellas expediciones al exterior abrían la marcha, les seguían Pablo y Julia, poco acostumbrado a correr por sus muchos años de encierro en el refugio, Arturo notaba como el traje ajustado y la máscara le impedían respirar y correr, la vegetación tampoco era de ayuda a pesar del camino abierto por sus compañeros y aquellos terribles ladridos, se acercaban cada vez más a él, luego pudo oír la respiración de aquellas terribles criaturas que en nada se parecían a las dóciles mascotas de las que descendían. Casandra fue la primera en pisar el asfalto y vio en una vieja furgoneta el refugio ideal para todos, desde allí podrían defenderse de aquella jauría y repelerla con sus armas, se subió en uno de los coches que había al lado y de allí a lo alto de la furgoneta, Cesar pronto estuvo a su lado y desde aquella altura vieron como el primero de los animales se echaba encima de Arturo, intentando morder su mochila fabricada con mismo resistente material que el traje, Arturo cayó al suelo sin poder ver a su salvaje atacante, al que enseguida se le sumaron otros de aquellos diabólicos animales, pero antes de verse completamente rodeado, el estruendoso sonido de un certero disparo, seguido del lastimoso quejido de uno de aquellos perros resonó en el aire, a aquel disparo siguió otro y un tercero, que finalmente consiguió espantar a tan temibles bestias, aún así, aterrorizado como estaba, Arturo siguió un rato en posición fetal, cubriéndose la cabeza con los brazos entre los espinosos matorrales y arbustos, asta que Pablo y Julia fueron a buscarle.
 - ¿Estás bien? ¿Puedes levantarte?- preguntó Julia.
 Arturo con la respiración agitada los miró con el pánico que todavía le recorría el cuerpo reflejado en sus ojos, mudo por el terror, asintió con la cabeza. 
Aquellos animales se habían visto obligados a huir, pero seguían cerca al acecho, esperando un descuido de sus presas, en cuanto Cesar desde su parapeto en lo alto de la furgoneta vio moverse los matorrales en dirección a los rezagados, disparó volviéndolos a ahuyentar.
 - ¡Les sugiero que se den prisa en salir de ahí!- les gritó.
 - ¡Vamos!- dijo Pablo. Pablo y Julia ayudaron a levantarse a Arturo y emprendieron la marcha para ponerse por fin a salvo junto a sus compañeros.

 Jotacé.

jueves, 18 de septiembre de 2014

AREA 51 (Varios autores)


La revista de cómics de Ciencia ficción, Fantasía y Superhéroes al estilo de los magazines de los 70 y 80 como Cimoc, Metal Hurland, Zona 84 y tantos otros.
Además de historias de cómics serializadas y cortas, realizadas por un buen numero de autores de gran calidad, la revista contiene artículos, relatos y entrevistas.
En este primer número entrevistas a los maestros Richard Corben y Esteban Maroto.

lunes, 15 de septiembre de 2014

(D.F. 13) COMIENZA LA EXPEDICIÓN



Nada más salir del ascensor, las puertas del mismo se cerraron y este por seguridad volvió a bajar a su sitio hasta el regreso de los expedicionarios. Metieron el material en el vehículo, una especie de tanqueta todo terreno con armas incluidas; la cabina del vehículo se podía aislar del resto y las puertas del mismo solo se abrían en caso de extrema necesidad, teniendo que entrar al igual que el resto de la expedición por la parte de atrás; el aire funcionaba de la misma manera que los trajes, gracias a un sistema que depuraba el aire del exterior extrayéndole las toxinas y la radiación. Terminaron de meter todo el equipo dentro, se acomodaron en su interior cerrando la puerta del vehículo y se pusieron en contacto con los encargados de la seguridad de la ciudad, que gracias a las cámaras tanto del interior como del exterior del bunker pudieron comprobar la seguridad de los alrededores y abrir por control remoto las puertas que daban al exterior. El vehículo salió de la seguridad del bunker y de la ciudad subterránea para dar por fin comienzo a la expedición de rescate. 
 - Con este trasto llegar a tu refugio será un paseo- dijo Casandra sentada en el asiento del copiloto, dirigiéndose a Arturo.
 Tales eran las dimensiones de la ciudad subterránea, que las antiguas ruinas de la ciudad de la superficie, quedaban muy alejadas del lugar por el que habían salido. La vegetación estaba sobretodo compuesta por arbustos de resecos de afiladas espinas, siendo escasos los árboles de la zona con sus ramas retorcidas de hojas perennes y extraños frutos que apenas recordaban a los frutos que una vez dieron. Algún que otro animal se movía de tanto en tanto entre aquellos matojos resecos, animales que como todos los supervivientes de aquel hábitat se habían visto obligados a mutar y a refugiarse la mayor parte del tiempo en sus madrigueras bajo tierra. El cielo como siempre estaba con aquella espesa capa de nubes que apenas dejaban pasar la luz del sol y que de tanto en tanto iban soltando aquella lluvia ácida tan nociva para todo. 
 La tanqueta siguió por el cauce de un antiguo río seco paralelo a la antigua autopista de agrietado asfalto y plagada de coches oxidados algunos de ellos todavía con los esqueléticos restos de sus antiguos propietarios. 


 En lo alto de uno de los más altos de aquellos ruinosos edificios de la vieja ciudad, dos mutantes, provistos de gafas de sol para evitar la molesta luz del día que penetraba con más fuerza por las ventanas de aquel edificio y armados de puntiagudas lanzas y cuchillos medio oxidados, buscaban los nidos de gaviotas para robarles sus huevos o sus tiernas crías, asumiendo el riesgo de tal vez convertirse ellos en las presas, sin embargo un lejano ruido llamó la atención de uno de ellos, a pesar del parecido con el zumbido de algún insecto, era evidente de que se trataba de otra cosa, a pesar de sus reticencias se acercó a la ventana para ver a lo lejos a aquel vehículo acercándose a la ciudad. Llamo la atención de su compañero. - Creo que son supervivientes, sanos, tiernos y deliciosos- le confirmó. - Ssssiiiiii, yo también lo creo, será mejor que llamemos a los jefes. Poco después a los dos jóvenes mutantes se les sumo un grupo más numeroso de mutantes, su líder, un gigante de casi dos metros de altura y deformados músculos, con la ayuda de un catalejo miró, relamiéndose hambriento el avance de la tanqueta. - Preparémonos para la caza. Sus compañeros gritaron como respuesta y empezaron a bajar las escaleras del edificio a toda velocidad.

 Jotacé.

lunes, 8 de septiembre de 2014

(D. F. 12) PREPARATIVOS PARA LA EXPEDICIÓN


Casandra, Julia y Damián participaron en la expedición en la que fue encontrado Arturo, fue su aparición en la boca del metro, justo cuando estaban apunto de salir a la superficie, por la que se interrumpió, haciéndoles dar media vuelta para poner a aquel hombre a salvo. Según los últimos informes a los que tuvieron acceso, sacados gracias a las cámaras de vídeo exteriores, aquellos túneles ahora estaban invadidos por tribus mutantes, que viendo desaparecer por allí al superviviente, ahora recorrían los túneles sin importarles toda la peligrosa fauna de animales mutantes predominantes, desde felinos, de afiladas garras y peores dientes, enormes perros de finísimo olfato y terribles mandíbulas a otras criaturas, tanto insectos, como animales exóticos cuyos abuelos fueron abandonados en las alcantarillas y ahora se habían integrado a la fauna del lugar, pero sin duda alguna las dos especies más peligrosas para los supervivientes que se atrevieran a adentrarse por allí eran los humanoides y las manadas de enormes ratas, gigantescas y hambrientas, moviéndose en manadas como pirañas dispuestas a devorar todo lo que se encontraran a su paso y aunque los expedicionarios llevaran armas con las que enfrentarse a esos peligros, decidieron salir por un lugar más alejado de su objetivo y tal vez menos peligroso. Aún así, aquella ruta les resultaba completamente desconocida y a pie podría llevarles mucho más de veinticuatro horas. Para el consejo aquella expedición además de ser de rescate, era una oportunidad para catalogar y explorar una parte de la superficie casi desconocida, donde tal vez pudieran encontrar objetos que les sirvieran para algo en la ciudad subterránea. Una vez tuvieron el visto bueno del consejo, los expedicionarios se despidieron de sus familiares y cogiendo los medios de transporte públicos de las plantas inferiores, se trasladaron al otro lado de la ciudad que era mucho más grande de lo imaginado por Arturo. 
Se instalaron en dos apartamentos vacíos, cerca de las puertas al exterior y durante los días siguientes se dispusieron a reunir todo el material para la expedición, alimentos, armas, trajes especiales, bombonas de oxígeno extra e incluso refugios portátiles por si el viaje se alargaba más de la cuenta. 
 - Comprendo la necesidad de salir por otro sitio, ¿pero como llevaremos todo este material a pie?- preguntó Arturo.
 - Ya lo veras. Ahora será mejor que vallamos a dormir, mañana saldremos muy temprano- respondió Casandra dándole una palmada en la espalda. 
 Los trajes especiales eran muy distintos al que llevaba Arturo cuando llegó allí, se ajustaban al cuerpo como una segunda piel, tenían un aparato que se ajustaba al pene de los hombre y a la vagina de las mujeres para recoger los fluidos líquidos y volverlos nuevamente bebibles, muy al contrario de lo que pensaba Arturo, los cascos, llevaban un filtro especial para hacer respirable el aire del exterior, sin necesidad de las aparatosas bombonas de oxígeno. Entraron con todo el material en la sala especial donde cerraron la puerta, cruzaron un pasillo hasta un ascensor que ascendió a un bunker en la superficie, inaccesible para los peligros que acechaban en el exterior, donde varios vehículos todo terreno esperaban a ser utilizados por los expedicionarios. Cerrados herméticamente, Cesar y Casandra habituales en ese tipo de expediciones, los llamaban refugios móviles. Fuera del bunker les esperaba toda una nueva fauna y flora, invasora, adaptada a la nueva situación que sufría el planeta desde hacía ya casi veinte años.

 Jotacé.

jueves, 4 de septiembre de 2014

LA CONJURA (Alexander Weinberg)






Trepidante, adictivo, terrorificamente posible. Traicion, mentiras y accion desde el minuto uno, hacen de esta novela un thriller al mas puro estilo Dan Brown. Ano 2024. Tras dos mandatos presidenciales que casi han llevado el pais a la quiebra, Robert Nolan logra alcanzar la presidencia de los Estados Unidos de America. El interes mediatico es tal que la ciudad de Washington se llena de medios de comunicacion venidos de todo el mundo. Y es que no solo ha heredado una profunda crisis economica, ademas, debe convencer al congreso de que acepte su paquete de medidas anti-crisis o de lo contrario el sistema entrara en fallida. Paralelamente y de manera casual, enviada desde Londres por la BBC, Sandra Bocks descubrira su oscuro plan B. Tras un encuentro fortuito con el capitan de las Fuerzas Especiales David Miller, se ve envuelta en una terrorifica conspiracion orquestada por el Presidente y la CIA. Con la ciudad bajo el estrecho control de los militares y un grupo de mercenarios pisandoles los talones, Sandra y David deberan permanecer vivos el tiempo suficiente para desvelarle al mundo la atroz masacre que esta a punto de llevarse a cabo y la horrorosa verdad que se esconde tras las medidas propuestas por el nuevo Presidente: "Si matamos a todo aquel que suponga un gasto, por cada bala que utilicemos ahorraremos 8.000 dolares."

lunes, 1 de septiembre de 2014

(D.F. 11) LOS EXPEDICIONARIOS


Había dos cosas que aquella sociedad valoraba por encima de cualquier otra, la vida humana y la libertad individual sin la cual la primera carecía de sentido. Aún así esas dos cosas aparentemente tan simples solían chocar con más frecuencia de la debida y aquella era una de esas ocasiones. Julia llevó a uno de los centros de reunión a Arturo para que este hablara del compañero que había dejado en el refugio y de la necesidad de organizar una expedición de rescate a la superficie, lo cual implicaba poner en riesgo valiosas vidas humanas para rescatar a una sola, los allí presentes sopesaron los pros y los contras, les aconsejaron que lo organizaran todo para la expedición, empezando por encontrar a voluntarios dispuestos a arriesgar su vida, buscaran la forma más segura de ir y volver de la expedición, armas para enfrentarse a los peligros que sabían acechaban en la superficie y provisiones suficientes por si surgía algún imprevisto, cuando lo tuvieran todo listo, volverían al centro de reunión de la ciudad y para conseguir el visto bueno definitivo.
 - Normalmente, este tipo de expediciones se organizan para buscar cosas que puedan resultar útiles en la ciudad subterránea, catalogar a las nuevas especies surgidas después del gran cataclismo y buscar a posibles supervivientes como tú- le explicó Julia- por eso dudo mucho que pongan pegas para la expedición a menos que con ello pusiéramos en peligro a toda la ciudad.
 Lo primero fue buscar a los voluntarios, tanto Julia como Damian, su pareja estaban dispuestos a acompañarlo, sin embargo ambos sabían que uno de ellos tendría que quedarse con los niños, como Arturo cogió más confianza con Julia ella decidió ser la que lo acompañara, a Damián le desagradaba esa idea, pero era imposible negarse ante la cabezonería de la madre de sus hijos. El segundo en apuntarse a la expedición fue Pablo, ávido de aventuras y de ver el mundo del exterior; ahora era Julia la que estaba en desacuerdo, sin embargo, Damian intercedió por el chico.
 - ¡Pero es necesario que él se quede para ayudarte con los niños!- argumentó Julia.
 - Paz estará encantada de echar una mano, ella se lleva muy bien con ellos.
 Era cierto, la chica se llevaba bien con los hermanos pequeños de su novio, pero tampoco le hacía demasiada gracia que participara en aquella peligrosa expedición, a la cual le faltaban todavía como mínimo otros dos voluntarios para que todo saliera adelante y pronto aparecieron. Cesar Quintana, un viejo combatiente y aventurero, experto en armas y en todo tipo de lucha, un auténtico superviviente, antes del cataclismo se recorrió medio mundo, escaló los picos más altos, atravesó desiertos, jungla y océanos. Desde que el mundo se volvió loco participó en numerosas expediciones a la superficie entre ellas, aquella en la que encontraron a Arturo, a Cesar lo acompañaba, Casandra, una intrépida mujer a la que Cesar salvo del cataclismo cuando ella apenas era una niña, desde entonces estuvo siempre con él, incluso en sus expediciones a la superficie, siempre dispuesta a superar todas las pruebas a las que su mentor la sometía y experta conocedora de la nueva vida surgida tras el cataclismo. Ellos eran los compañeros ideales para aquella aventura que estaban preparando y tal vez la mejor garantía para poder regresar sanos y salvos.

 Jotacé.