jueves, 29 de agosto de 2013

GENTE MUERTA (J.G. Mesa)

En 1912, Andrea Landa es asesinada por su marido en un ataque de celos. La muerte es tan violenta y traumática que el espíritu de Andrea queda colgado en el Velo, un plano de existencia en la frontera entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

A punto de desaparecer para siempre, envuelta en la Niebla que se lleva a los espíritus, Andrea oye una voz severa y paternal que dice: «Usa tu odio». Y así, aferrándose a todos los sentimientos de injusticia y venganza provocados por su brutal asesinato, elude a la Niebla, la muerte, y queda en el Velo perviviendo como un espíritu de la venganza... la suya o la de otros.

Porque la venganza será ya lo único que la mantenga despierta.

Pugnando por salvar el alma de su padre muerto, viajará al infierno...

Obsesionada con proteger a un joven que recorre Europa, durante la Primera Guerra Mundial, para vengarse de su hermano, conocerá el lado más enfermizo y sanguinario del hombre.

Viajará al mundo del Sueño para encontrar respuestas y forjar alianzas.

Y, a lo largo de todo el siglo XX, perseguirá a un asesino inmortal cuyas víctimas son niños, con cuyas muertes abre la puerta a demonios con los que pactar más años de vida y más poder.

Y narrará, una y otra vez, su propia existencia, sus pesares, recordándose a sí misma para alejar a la Niebla, alentando a través de la evocación los recuerdos más intensos, amargos o benéficos, y así a su vez, aguantar un poco más en el Velo, persiguiendo a su presa, Norton Graves, el asesino de niños.
___
«Una historia de fantasmas como nunca había leído: imaginativa, sorprendente y adictiva. Quiero más.» Daniel Estorach, autor de Hoy me ha pasado algo muy bestia.
___
«Renovar algo tan manoseado como el género de fantasmas y convertirlo en algo fresco, original e impactante, requiere toneladas de talento. Gente Muerta es el libro sobre el tema que siempre quise leer» Carlos Sisí, autor de la trilogía Los caminantes y La hora del mar.

lunes, 26 de agosto de 2013

(M.N. 12) LA LARGA MUDANZA

Version:1.0 StartHTML:0000000167 EndHTML:0000007603 StartFragment:0000000454 EndFragment:0000007587
Aquella noche, que Daniel pasó con Esther, apenas pego ojo. Por la mañana, con ella todavía entre sus brazos, su erección parecía perenne, cosa que Esther agradeció y tras otra sesión de sexo, pudo por fin quedarse dormido. Se levantaron tarde, desayunaron y cuando por fin llegaron al piso de Dani, Jota casi había terminado de hacer todo el trabajo, así que decidieron ir a comer. 
 - No veáis el jaleo que había esta mañana,- les comento Jota, durante la comida- se ve que anoche a una vecina le dio un amago de infarto o algo así y por lo que cuentan los demás inquilino, es bastante joven. 
- Pues si que empezamos bien- dijo Dani. 
Jota volvió a su casa mientras sus dos amigos terminaban de recoger lo que quedaba en la casa. Pero al verse solos allí, a Dani, se le ocurrió que era un buen momento para estrenar el piso con Esther. Insaciables, parecía que estuvieran en celo y poco les importó montárselo en el duro suelo, cubierto tan solo por hojas de periódico y rodeados todavía de botes de pintura. Sus gemidos de placer resonaron en las habitaciones vacías. Se dieron una ducha, juntos, se vistieron y bajaron las herramientas que les habían sobrado, al trastero del edificio. Sin ser conscientes que en las oscuras sombras, del pasillo de la sección vecina, eran observados, casi acechados atentamente por unos ojos muertos, que esperaban pacientemente la llegada de la noche. 
Cuando terminaron de recoger, Daniel acompañar nuevamente a su casa a Esther, aunque esta vez se despidieron en la puerta, ninguno de los dos parecía tener ganas de hacerlo y fue gracias a la “inoportuna” llegada de María, la compañera de Esther, que los dos tortolitos dejaron las carantoñas para otro día. 
Cuando por fin llegó a la casa de Jota ya era de noche. 
 - ¡Toma hijo! Que me parece que necesitas recuperar fuerzas- dijo la madre de Jota, dejándole un buen plato de comida en la mesa con una sonrisa irónica en los labios. 

 Aquel lunes, Jota y Daniel, se cogieron el día libre en el trabajo, para terminar la mudanza. Sobre las once de la mañana, llegó el camión con los muebles y pasaron toda la mañana descargándolos, sin apenas tiempo para empezar a montarlos antes de la comida, cuando regresaron escucharon la trágica noticia de la muerte, la pasada madrugada de la vecina del cuarto en el hospital. 
 - Una chica tan joven y guapa- les dijo doña Eulalia en la entrada. Los dos amigos se quedaron de piedra, con apenas unas semanas de diferencia, en aquel edificio habían fallecido ya dos personas, la abuela de Daniel que se ahorcó de la lámpara de araña y ahora la joven Sofía, que según decían, había sufrido un accidente, al caerse por las escaleras del hospital cuando corría sonámbula, o algo así era lo que se rumoreaba. 
Paco y Esther, llegaron unas horas más tarde para echarles una mano, pero era evidente que todavía les quedarían cosas pendientes.
 - ¿Y qué, esta noche ya la pasáis aquí?- preguntó Paco 
 - No, nuestras cosas están en casa de mis padres y ya es muy tarde para ir a buscarlas, además todavía queda mucho por hacer- contestó Jota. 
 - Y a mi me da muy mal royo volver, después de lo de la chica esa. 
 - ¿Qué chica?- preguntó Esther. Jota les contó lo que les había dicho doña Eulalia. 
- Es extraño, con lo deportista que era, trabajaba en un gimnasio con su marido- dijo Dani. 
- ¡¿La gimnasta esa que estaba tan buena!? Oye, tú vivías aquí, ¿la conocías mucho?- dijo Paco. 
- De pasada, hola y adiós cuando nos cruzábamos en la puerta. 
- ¿Iréis al entierro? De todas maneras erais vecinos- preguntó Esther. 
Jota y Daniel se miraron un momento. 
- A mi no me miréis, curiosamente no recuerdo haber visto a la chica, además sigo sin estar instalado aquí. Si voy, será acompañando a Dani, que la conocía más que yo- dijo Jota 
 - Creo que paso… Lo de mi abuela todavía es muy reciente y visitar otra vez el cementerio es lo último que se me apetece. Además creo que ellos no fueron al entierro de mi abuela. 
 - Tienes razón, no fueron, yo me acordaría si hubiera venido- dijo Paco. 
Aunque Jota hacía mucho que dejó de creer en supersticiones, parecía haberse contagiado de la extraña aprensión de su amigo Daniel y para los dos era más cómodo llegar a casa de los padres de Jota, después del trabajo y encontrarse con la comida ya hecha. Además, siempre parecía surgir alguna cosa que les servía de excusa para irlo aplazando, como si en el fondo ambos intuyeran que allí pasaba algo raro. Por otro lado, aquello les hacía coincidir el traslado definitivo con la cena que pensaban darles a sus amigos, para celebrar su nueva residencia, ya que los cambios eran tan radicales, que incluso para Dani que llevaba toda su vida viviendo allí, era como entrar en una casa nueva. Todas las tardes quedaba con Esther y por dos veces fueron al piso aprovechando que Jota todavía no estaba allí, pero Dani, siempre insistía en salir del piso antes de que anocheciera. 
Entretanto, un extraño cambio se estaba realizando entre los vecinos, algunos parecían estar siempre expectantes, vigilantes y mostrándose introvertidos e irascibles ante los extraños. Otros en cambio, parecían cada vez más débiles y atemorizados, sufriendo extrañas e ignoradas pesadillas en las que aparentemente los fantasmas de los recientes difuntos, regresaban de sus tumbas para absorberles su energía vital. Dichas pesadillas parecían materializarse con extraños moratones en distintas partes del cuerpo, sobre todo en el cuello. Los niños eran las víctimas preferidas del o los espectros, ya que algunos la describían como una horrible anciana y otros como una hermosa mujer. 
 Pero alguien más acechaba desde la calle, los movimientos que ocurrían en aquel extraño e inaccesible inmueble. Por dos veces, a los largo de aquella semana, había intentado entrar, disfrazada de testigo de Jehová o de comercial de alguna gran empresa, pero siempre aparecía uno de aquellos desagradables vecinos para impedirle el paso a la misteriosa desconocida, que vio en las idas y venidas de Jota y Dani, la oportunidad para colarse dentro del edificio. 
Aquel sábado por la mañana, acompañados por los padres de Jota, la inseparable Esther y Santiago, el amigo de Daniel. Los dos amigos terminaron por fin de llevar sus cosas al piso. Con la escusa de que estaban allí los padres de Jota, tanto doña Eulalia como doña Maruja, aprovecharon para colarse en el piso a “saludar” y ver así los cambios realizados. Siendo con la madre de Jota, con quien más conversación, entablaron. Luego la buena mujer le confesaría lo extraña que le resultó la charla, más que por el como hablaban, que por lo que decían, ya que las dos mujeres parecían complementarse como si fueran una sola. 


Jotacé

jueves, 22 de agosto de 2013

HACIA TIERRA AUSTRAL (Carmen Grau)

Tras un emocionante viaje de siete meses por Asia, Carmen Grau regresó a su Barcelona natal, donde se entregó a la tarea de plasmar aquella aventura en el que sería su primer libro de viajes, Amanecer en el Sudeste Asiático.

Un año más tarde volvió a echarse la mochila a la espalda. Esta vez el objetivo era Australia, donde la esperaba Brad, el hombre del que se había enamorado y a quien había conocido en Asu, una isla de Sumatra tan minúscula que ni siquiera aparece en los mapas.

En una odisea de más de 20.000 kilómetros, Carmen atravesó Europa —deteniéndose en Francia, Alemania, Austria, Eslovaquia y Polonia—, Rusia, China, Laos, Tailandia y Australia hasta llegar a Perth, usando el tren como medio de transporte predilecto, en especial el legendario transiberiano y el Indian-Pacific, que cruza Australia de Sídney a Perth.

Durante su periplo, Carmen se interesó por la gente, la cultura e historia y la gastronomía de los países por los que pasaba. Todo apuntaba hacia un largo viaje de seis meses en solitario, hasta que llegó el fatídico 11 de septiembre. Los atentados terroristas que conmocionaron al mundo la sorprendieron en Siberia. A pocos días de reunirse en Pekín, Carmen y Brad se replantearon su travesía, que tomó un rumbo inesperado hacia su nueva vida en tierra austral.

Biografía de la autora



Carmen Grau nació y creció en Barcelona. Es licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Barcelona y en Humanidades por Providence College, RI, Estados Unidos. Escribe en inglés, castellano y catalán. Ha viajado extensamente por el mundo y vivido en varios países, como Singapur, Malasia y Australia. Además de literatura de viajes, escribe novelas, así como relatos y ensayo en sus blogs elblogdecarmengrau.blogspot.com, en castellano, y raisingboysinoz.blogspot.com, en inglés. En la actualidad, Carmen compagina su pasión por la escritura y los viajes con el cuidado y educación total de sus dos hijos, Dave y Alex, que son autodidactas y librepensadores como ella.

lunes, 19 de agosto de 2013

(H.C. 28) MENSAJE RECIVIDO


Poco después de que la nave “Tortuga espacial” se marchara del planeta donde residía el bíraro conocido como Dios, este mandó llamar a su lugarteniente humano. 
- ¿Tigre, qué impresión te ha causado el tal Cortes, crees que podemos fiarnos de él?  
Con todos mis respetos, tendríamos que haberlo matado. Aunque sea sincero al unirse a nosotros, cosa que dudo, si lo atrapan será un inconveniente. 
 - Si ahora lo atrapan, nunca lo creerán si niega que él es el espía. 
- Puede, pero a lo mejor su huida es una estratagema para espiarnos ahora a nosotros. ¡No me fío! 
 -Entonces deshazte de él, pero no involucres a la tripulación del Tortuga, si es posible… que parezca un accidente. Nadie más tiene que estar al corriente de nuestras sospechas. 


Marina recibió un mensaje de Hugo, le esperaba en el mismo bar donde se vieron por primera vez y le pedía que le llevara la información que le había enviado algunas semanas atrás para el Cristóbal Colón, eso le hacía pensar que podía tratarse de una trampa y sin embargo, allí lo vio, sentado en la barra con su uniforme. Pero había algo que iba mal, si Hugo constaba como desertor y se había infiltrado en la organización criminal, era inconcebible que se presentara con el uniforme del ejército espacial terrestre. Hizo ademán de dar media vuelta, pero ya era tarde, él, si es que era Hugo, ya la había visto y le hizo señales para que fuera hacia allí. Tal vez se había puesto el uniforme para que ella pudiera reconocerlo más fácilmente, pero habían tantas maneras en las que un individuo de una misma especie, podía parecerse a otro, se acercó cautelosamente, quedándose a una cierta distancia. 
 - Tú no eres Hugo- dijo a bocajarro. 
 - Tienes razón- dijo el impostor con una sonrisa en los labios. 
Marina quiso salir de allí corriendo, pero antes de que pudiera reaccionar, el desconocido la tenía sujeta fuertemente por el brazo. 
 - ¡Espera! Soy Robmed, del Cristóbal Colón. Nos enviaste un mensaje a la capitana y a mí, ¿recuerdas? 
 - ¿Cómo se yo que es cierto? A lo mejor habéis interceptado el mensaje que le envié. Además, Hugo me dio a entender que tú eras un androide y yo se distinguir entre un humano y un androide por mucha apariencia humana que este tenga. 
 - Soy un prototipo en pruebas, puedo tomar la apariencia de cualquier ser humano adulto, siempre y cuando no tenga una altura desproporcionada y la única persona que ambos tenemos en común es Hugo, si vamos a un sitio más reservado, te lo demostraré. 
 Marina, miró hacia todos lados para asegurarse de que todo era correcto, antes de seguir a Robmed. En el reservado, el androide tomo la apariencia de Marina, que tuvo la extraña impresión de ver su reflejo en un espejo, ya que excepto por el uniforme, era idéntica a ella. 
- ¿Confías ahora en mi?- dijo el androide con la misma voz que ella. 
- No, pero tampoco tengo otra alternativa. 
- Buena chica. 
 - Por cierto, te agradecería que volvieras a tener el aspecto de Hugo, me incomoda menos que verte con el mío- dijo mientras sacaba la pequeña base de datos de un bolsillo. 
 - La vida de Hugo puede depender de estos datos- dijo Robmed 
- ¿Si lo volvéis a ver podrías pasarle un mensaje de mi parte? 
- Claro. 
- solo que le quiero, que tenga cuidado y sobre todo que regrese pronto… por favor. 
El androide asintió sonriendo comprensivamente, se levantó de su asiento y salió del reservado y del bar dejando sola a Marina. 


El Tortuga aterrizó y se ancló en aquel pequeño asteroide de los muchos que había en aquel sistema bisolar, en el que había por lo menos dos planetas colonizados casi en exclusiva por los mautones, que eran los que tenían allí el control. Cuatro pequeñas naves de menor envergadura, pero más rápidas y maniobrables, sobretodo en la atmosfera de un planeta, difíciles de localizar, pero muy escurridizas si eran descubiertas, estaban también ancladas. Sus tripulaciones estaban compuestas en exclusiva por pequeños mautones. Dado que los gigantescos bíraros imponían demasiado, fueron Hugo y Norma los que se enfundaron en sus trajes espaciales para descargar la mercancía con la ayuda de A20. A cambio los mautones les entregaron otra mercancía, legal y con los papeles totalmente en regla, con la que podrían entrar en las colonias sin levantar sospechas. Poco después el Tortuga, aterrizaba en el espacio puerto de la mayor colonia de los dos mundos. 
Al bajar de la nave, a Hugo le pareció curioso ver su sombra dividida en dos gracias a la luz proveniente de los soles gemelos. Norma que se le colgó del brazo nada más salir, tenía planificada toda la estancia en el planeta, sus contactos mautones, les proporcionaron los datos de los lugares a los que tenían que acudir en la ciudad, tanto para conseguir provisiones, como para las horas de ocio. Se hospedaron en una pensión, pequeña y cochambrosa, pero que tenía habitaciones para todas las razas conocidas de la galaxia, cercana al espacio puerto, pidieron dos habitaciones, una para los dos bíraros y otra para los dos humanos. En aquella zona, donde se mezclaban todo tipo de razas alienígenas, eran pocos los mautones residentes del planeta, que osaban adentrarse por allí y los que lo hacían era más que por obligación o por falta de recursos, viéndose obligados a convivir con humanos y bíraros, que por distintas razones, estaban anclados allí. Pronto comprendería Hugo que todos los planetas coloniales, pertenecieran a quien perteneciesen, tenían una zona parecida a esa, una auténtica torre de babel, pegada al espacio puerto. Esa noche, fueron a uno de los muchos bares de la zona, donde los pequeños robots camareros (con una estética muy parecida a la de sus creadores mautones), servían todo tipo de bebidas. 
En un momento dado de la noche, Hugo creyó ver en la barra a una chica humana que le recordó a Marina, pero desecho, la idea, probablemente Marina seguía en Oceana y ya se habría olvidado de él, ignorando el mensaje que le envió unas semanas atrás. Entonces la chica de la barra se giró y lo miró sonriéndole, el corazón le dio un vuelco, era ella. Norma que se percató de que Hugo estaba mirando a una desconocida y que esta le devolvía la mirada, celosa, le dio un fuerte codazo, que devolvió a Hugo a la realidad. 
 - ¡Que miras! - Yo… yo…- balbuceó Hugo. 
Norma se le subió encima y le agarró fuertemente del pelo atrayendo su cabeza a la de ella. 
- Yo te enseñaré a no mirar a otra hembra- dijo Norma soltándole un fuerte beso en los labios que casi le deja sin aliento. 
 Los dos bíraros que estaban con ellos soltaron una fuerte carcajada, que resonó en toda la sala y cuando por fin Hugo pudo mirar hacia donde había visto a Marina, esta había desaparecido. 
- Ahora si te parece bien, iremos a la pensión- dijo Norma. 
- Si claro, pero antes debo ir al lavabo, si no te importa. 
Norma volvió a su sitio dejando pasar a Hugo, que se encaminó a los servicios de la cantina. Mientras se alejaba, Norma le hizo una señal a uno de los bíraros para que lo siguiera. En el reservado, notó que alguien le había dejado una nota con una pequeña ampolla en uno de los bolsillos. 

 Es un somnífero, haz que tu compañera se lo beba esta noche y en cuanto puedas reúnete conmigo en la habitación 203 de la pensión. 

 RMD. 

 Aquello lo explicaba todo. Hugo arrugó el papel y lo tiró por el retrete, cuando salió del servicio pidió una botella de vino para llevar al barman y se reunió nuevamente con sus compañeros, guiñándole sonriente un ojo a Norma, mientras le mostraba la botella. 


 Jotacé.

jueves, 15 de agosto de 2013

LAS BRASAS DE UNA INOCENTE 1: LA ENCRUCIJADA (Raquel Sanchez García)


SINOPSIS:
Ya no existía duda alguna, ya no solo una casa, también puede embrujar un pueblo entero. Hay un caso muy famoso que vale la pena conocer y que tuvo lugar en Gran Bretaña, cuando estaba a punto de terminar la Segunda Guerra Mundial.

En el momento más álgido de la guerra, la paz de Great Leighs fue interrumpida por el paso de las tropas aliadas y británicas. El tráfico militar ocasionó un verdadero destrozo en el pacífico pueblo rural. Las ventanas vibraban con el paso de los tanques y algunas calles y caminos, demasiado angostos como para permitir el paso de los vehículos de guerra, tuvieron que ser ensanchados.

Un extraño, que no conocía las tradiciones locales, mandó un grupo de bulldozer para ensanchar un camino, uno de los que formaba la encrucijada de Scapfaggot Green. El bulldozer empujó a un costado la piedra sepulcral de una tumba, en la que se rumoreaba que, había enterradas varias personas acusadas de brujería y a partir de ese momento, se inició la catástrofe. Comenzaron a suceder cosas que parecían del orden de lo fantástico, si no hubieran sido constatadas por numerosos testigos.

Las campanas de la iglesia del pueblo comenzaron a sonar a medianoche, sin que hubiera nadie tirando de las cuerdas. Un constructor local encontró sus herramientas rotas y un granjero perdió todas sus ovejas. Ejemplos como esos se multiplicaban en todos los hogares.

La prensa local se ocupó del tema. El periodista John Cooper tituló un artículo a toda página en el Sunday Pictorial: "La Bruja camina hacia Scapfaggot Green". Cooper mismo fue testigo de un sorprendente episodio en un bar del pueblo: una enorme piedra tapó la entrada del local.

Absolutamente seguros de que los hechos estaban relacionados con el sepulcro, los habitantes del pueblo decidieron consultar con el famoso caza-fantasmas Harry Price, que aconsejó devolver la piedra al lugar original.

¿Qué turbó la calma del pueblo? ¿Sería una coincidencia o serían sucesos paranormales? ¿Harían caso al especialista los habitantes del lugar y devolverían la piedra a su emplazamiento original?

Mike, un humilde labriego de Great Leighs, sufrió un incidente una tarde cuando se dirigía a recoger unas herramientas. No tranquilo con las explicaciones de su abuelo, decide investigar los hechos, estos le llevarán a la verdad, algo que ni el mismo puede creer, algo que no entra dentro de la lógica ni de la razón, un suceso inexplicable, un Expediente X.

lunes, 12 de agosto de 2013

(M.N. 11) EL ALIENTO DE LA MUERTE

El piso estaba a oscuras y lo más probable era que siendo sábado noche, las compañeras de Esther estuvieran fuera, aún así ella prefirió entrar con cuidado por si acaso, silenciosamente, con las luces apagadas y llevando Dani cogido de la mano. Aún así fue inevitable que él se diera en la espinilla con una silla, causando el lógico estruendo.
 -¡Ay! - Sssssshhh… ji ji ji ji… Finalmente llegaron al cuarto, donde Esther pudo encender la luz, después de cerrar la puerta de la habitación. 
 - Bueno ¿y ahora qué?- preguntó Dani, que era la primera vez que se encontraba en aquella situación.
 - Tonto, ¿tú que crees?- dijo ella cogiéndole de la camisa y besándolo en los labios.
 - Me gusta- dijo Dani sonriendo.
 Esther empezó a desabrocharle la camisa, despacio, besándolo en el cuello y en el pecho, lanzó la prenda lejos y de un empujón tumbó a Daniel en la cama, se desprendió de la camiseta de tirantes, que la arrojó junto con la camisa a los que se les unió el sujetador, se echó encima de Daniel con las piernas abiertas.
 - ¿Llevas condones?- preguntó Esther después de mordisquearle la oreja.
 - No… digo si, si, en el bolsillo de los pantalones- dijo Daniel acordándose de los preservativos que le dio Jota, antes de salir del bar. 
 Esther le desabrocho los pantalones a Daniel y se los bajó mientras buscaba los preservativos en los bolsillos. Bajo los slips, Daniel tenía una prominente erección, que Esther dejó al descubierto quitándole la única prenda que le quedaba, le puso uno de los preservativos, se terminó de desnudar y se le volvió a subir encima, moviéndose convulsivamente, ambos gimieron de placer. 
 A través de la persiana entreabierta, los ojos de un ave nocturna observaba toda la escena, tras esos ojos la mente de la que una vez fue la abuela de Daniel se daba cuenta que su nieto estaba cambiando, convirtiéndose en la persona que tenía que haber sido desde siempre, si ella se lo hubiera permitido. Ahora ya daba igual, pronto todos los del piso le pertenecerían y él si regresaba como tenía planeado también volvería a caer en su red. La lechuza dio media vuelta y salió volando del alféizar de la ventana, donde había estado posada.
 - ¿As oído algo en la ventana?- preguntó Daniel.
 - No. Anda echemos otro polvo, que te has corrido muy rápido.
 En el cielo, la vieja cazadora nocturna, sobrevolaba la ciudad, para regresar nuevamente a su hogar, donde todavía tenía asuntos pendientes que atender.


 Como solía ocurrir muchos fines de semana, Víctor y Sofía, habían ido a cenar con amigos y compañeros del trabajo, pero el estado de cansancio en el que parecía encontrarse Sofía, desde hacía unos días, les hizo regresar esa noche temprano a casa.
 - Estoy agotada, me boy a acostar y a ver como me levanto mañana- dijo Sofía.
 - Muy bien cariño, yo veré la tele un rato si no te importa, que descanses bien. 
 Se besaron en los labios y luego ella se fue al cuarto de baño y de allí al dormitorio, se puso el pijama corto de verano y se metió en la cama, donde cayó rendida, al menos durante unas horas, ya que pronto unas voces la despertaron, eran las voces de Víctor y de una mujer mayor. 
 - ¿Qué hace usted aquí? ¿Cómo ha entrado?- oyó que preguntaba Víctor.
 - Vivo aquí y todo lo que hay aquí me pertenece, incluido tú…
 Un escalofrío recorrió la espalda de Sofía, que se levantó y entreabrió la puerta del dormitorio para ver una escena que le heló la sangre. Una anciana de pelo blanco y vestida de riguroso luto, se hacía una herida en la muñeca con la alargada y negruzca uña del dedo pulgar, que enseguida empezó a sangrar.
- ¡Ven aquí y bebe!- ordenó la anciana.
 Víctor, fue obediente hacia ella, como si de un sonámbulo se tratara y empezó a beber la negruzca sangre que salía de la muñeca de la anciana. Pero lo que más aterrorizó a Sofía fue que la vieja mujer la mirara directamente, sabiéndola testigo de lo que estaba pasando y en el rostro de la mujer vio más, que a la responsable de sus últimas pesadillas a la que por fin reconocía, como a una de las ancianas del edificio, concretamente la que murió hacía poco más de una semana. Sofía se desvaneció allí mismo, cayendo al suelo, pero aún así, con los ojos cerrados seguía siendo consciente de lo que pasaba a su alrededor. Noto un leve peso encima de su cuerpo y olió el pestilente aliento de la muerte posándose en su cuello, como si de un beso se tratara, notando como la vida se le escapaba, por todos los poros de su piel. La sensación fue realmente aterradora, hasta que finalmente perdió totalmente la consciencia.
Cuando, por fin despertó Sofía estaba atada a la cama de un hospital, con el típico camisón abierto por detrás y lo había olvidado todo. Víctor estaba con ella, le contó que los médicos ignoraban lo que le pasaba aunque podía deberse a una anemia. Había estado casi todo el día inconsciente, sufriendo pesadillas, razón por la cual se habían visto obligados a atarla en la cama.
 - ¿Anemia? ¿Pesadillas? Algo me suena pero… es todo tan confuso.
 - Bueno pero ahora estas mejor, ¿verdad?- dijo Víctor acariciándola cariñosamente- Si te pasara algo… yo…
 - No seas tonto ¿Qué quieres que me pase?- contestó ella cogiéndole la mano sonriéndole.
 - Ahora tengo que irme, pero regresaré pronto. 
 Cuando Víctor volvió horas más tarde, ya de noche, le acompañaba una anciana. 
 - Mira quién ha venido a verte, Sofía. Nuestra vecina, doña Carmen ¿te acuerdas de ella? El recuerdo de las pesadillas de las últimas noches, volvió a ella de golpe y palidecio, quedándose paralizada por él miedo.
 - ¡¿Sofía te pasa algo?!- dijo Víctor agarrándola por los hombros y zarandeándola.
 - ¡Es ella! ¡Es esa horrible mujer! ¡Dile que se valla por favor!
 - ¿De qué estás hablando? ¡Por favor tranquilízate! Doña Carmen solo ha venido a verte. - ¡Que se valla! Y tú con ella, anoche vi lo que te hizo. ¡Iros! 
 - ¡Vítor! Será mejor que la dejemos descansar, ya volveremos cuando esté más calmada- dijo doña Carmen autoritaria. 
 Viendo el ataque de nervios en el que Sofía había caído, las enfermeras le dieron un calmante, para que durmiera esa noche, pero Sofía estaba aterrorizada, sabía que doña Carmen, a la que consideraba la reencarnación de la muerte regresaría para llevársela, se metió las pastillas debajo de la lengua, guardándolas después en el cajón de la mesita de noche. Poco después de que se llevaran la cena y terminara el turno de visitas en el hospital, cuando las luces de todas las habitaciones se apagaron, una sombra se formó en la cabecera de la cama de Sofía, doña Carmen posó una mano en el hombro de Sofía, que saltó de la cama, aterrorizada.
 - Vete… vete de aquí Satanás- dijo retrocediendo y dirigiéndose lentamente a la puerta
- ¡Enfermera! ¡Enfermeraaaa!- gritó Nadie acudió en su ayuda, incluso su compañera de habitación, dormía profúndamente. 
Las luces del pasillo parpadearon y Sofía se fue al descansillo llamando al botón de los ascensores, pero las puertas permanecieron cerradas. Doña Carmen avanzaba hacia ella cada vez más rápido, sin tan siquiera mover las piernas, como si flotara en el aire cual fantasma. Sofía abrió las puertas que daban a las escaleras y empezó a bajar todo lo rápido que podía, pero parecía imposible escapar de la terrorífica anciana, finalmente tropezó cayendo escaleras abajo y fracturándose varios huesos. Todavía estaba con vida para notar nuevamente el aliento del vampiro, posándose sobre ella para quedarse con su último aliento.

Jotace.

jueves, 8 de agosto de 2013

CTHULHU 10 (Varios autores)

Juan Serrano vuelve a deslumbrarnos con su espectacular –y tentacular- portada en
CTHULHU, que llega a su número 10. Para celebrarlo, hemos preparado un espectacular y lovecraftiano especial, con 120 páginas que recogen historias de algunos de los colaboradores habituales y de muchos autores nuevos en la revista.
“El hombre que me apuñaló en Venecia”, “Un paréntesis de luz: Herbert West.
Reanimator”, “Ellos”, “El sueño del señor Rodríguez”, “Pasan cosas raras en Dunwich”, “El joven Lovecraft” y muchas historias más que volverán a cautivar a los amantes del mejor terror.

lunes, 5 de agosto de 2013

(H.C. 27) EL COMIENZO DE LA REBELIÓN

Tigre y Norma se quedaron a una cierta distancia del poblado, con una pequeña guarnición de escolta, por si surgía un imprevisto. Mientras el grueso de sus fuerzas entraba en el poblado con la intención de arrasarlo todo. Pero se encontraron con una sorpresa, aparentemente los habitantes de la aldea la habían abandonado, llevándose consigo incluso a los animales. Pero lo que más desconcertaba y asqueaba a los soldados, era aquel penetrante olor a aceites que impregnaba el aire. Entre los que habían entrado en el poblado, se encontraba el antiguo subordinado de Xalor, que miró incrédulo a su alrededor.
 - Será mejor que salgamos de aquí, esto es una trampa- dijo.
 - ¿De qué tienes miedo? Los dioses están de nuestro lado- dijo uno de los soldados que lo acompañaban.
 De repente enormes bolas de fuego surgieron desde distintas partes del bosque del bosque, cayendo tanto en el poblado como en una gran zanja que lo rodeaba, camuflada con hierbas secas y con aceites inflamables en su interior, que rápidamente convirtieron el pueblo en un infierno haciendo que el terror se apoderara tanto de los soldados que habían caído en la trampa, como de observadores que contemplaban el dantesco espectáculo desde su puesto privilegiado.

 Dos días antes Yumi, había mandado llamar a los habitantes del poblado, para hablarles del peligro que corrían si se quedaban allí.
 - ¡Ellos son despiadados! ¡Nunca nos perdonarán! ¡Cada vez que vienen se llevan la mayor parte de nuestras cosechas y el ganado en honor de sus dioses, para alimentar a los soldados y a los esclavos! ¡Ahora vendrán, lo destruirán todo y nos esclavizarán!- replicó el jefe del poblado.
 - ¡Entonces huid! Iros a alguna ciudad o esconderos. ¡Por favor no queremos que os masacren por nuestra culpa!
 - ¡No! ¡Decís que no tendrían que estar aquí, que tenéis que habéis venido a buscarlos! ¡Pero os equivocáis! ¡Esta es nuestra tierra y lucharemos por ella! ¡Nosotros los echaremos! 
 - ¡Esta bien! ¡Si es lo que queréis, habrá guerra! ¡Pero si queréis luchar por vuestra libertad tendréis que estar preparados para morir!- dijo Yumi.
 - ¡Desde que ellos llegaron, hasta los jóvenes han tenido que prepararse para morir por esos demonios! ¡Ahora moriremos por nosotros!- dijo un anciano. 
 - ¿Alguna idea chicos?- dijo Yumi dirigiéndose a Hugo y Robert.
 - Tú eres la jefa- contestó Hugo.
 - Está bien. Xalor, jefe, chicos. Reunámonos en la casa grande, hay que ver como salimos de esta.
 Al día siguiente, mientras Tigre y Norma emprendían el viaje hacia el poblado, la mayor parte de sus habitantes se preparaban para la batalla, siguiendo las indicaciones de los que se habían convertido en sus líderes en aquellos momentos de crisis. 
Así, la mayor parte de las nativas, junto con los niños y ancianos, partieron hacia las montañas escoltados por unos pocos machos nativos a los que fue difícil convencer de que su misión era tan importante como la de los que se quedaban, a estos se les encomendó varias tareas, cavar la zanja que rellenarían con hiervas secas y aceites combustibles. Otros fueron a lugares estratégicos, escondidos en el bosque que rodeaba el poblado, donde fabricaron grandes catapultas que apuntaban al pueblo que ya daban por perdido y que se estaba convirtiendo en una autentica ratonera para los invasores. 


 Muy pocos soldados lograron escapar de la trampa y algunos de ellos fueron abatidos por las rudimentarias pero certeras armas de los habitantes del poblado, habidos de la sangre de los que hasta ese momento habían sido sus verdugos. Yumi dio la orden de parar la matanza.
 - ¡Sed compasivos, o os pondréis a su nivel!- ordeno la capitana
 - ¡¿Y qué?! ¡Ellos no fueron compasivos con nosotros! ¡¿Por qué tendríamos que serlo nosotros?!- dijo uno de los nativos
 - ¡Para que la noticia sobre esta victoria se propague por todas partes!- dijo Hugo.
 Desde el escondite donde observaban, Tigre y Norma vieron lo terriblemente mal que fue todo y que sería muy difícil explicárselo a Dios, pero aquello era algo imposible de ocultar, era el comienzo de una guerra. Para el prisionero que llevaban con ellos, aquella era la prueba de quienes eran los auténticos dioses, que además de castigar a aquellos demonios y a sus sirvientes, le daban una oportunidad para escapar. 
Así mientras todos estaban atentos a los acontecimientos que se desarrollaban en la aldea, él consiguió quitarse sus ataduras y salir de allí corriendo. Tigre, cogió su arma, con la que apenas tenía que apuntar para acertar en el blanco, pero el prisionero que corría hacia la espesa vegetación, tropezó con una piedra y cayó por un terraplén, perdiendo la conciencia, pero conservando la vida. 
- ¡Id tras él y comprobad que esté muerto!- ordenó Tigre, pero tras los últimos acontecimientos sus soldados estaban aterrorizados- ¡AHORA!
 Los soldados corrieron al lugar por donde había desaparecido, al ver el cuerpo tendido en el fondo del terraplén, lo dieron por muerto y regresaron rápidamente con sus jefes, que ya estaban informando a sus superiores, con esos artefactos que los dioses usaban para comunicarse entre ellos y que solo ellos y algunos pocos nativos elegidos sabían utilizar. 
 En el bosque Yumi, ordenaba a sus tropas, retirarse a las montañas, donde se estaban preparando los refugios, algunos de los soldados que habían logrado escapar del poblado, fueron capturados y se rindieron incondicionalmente pidiendo unirse a la nueva causa ya que a la mayoría de ellos se les forzó en su momento a alistarse en aquel ejercito, para gloria de los dioses. 


 Mientras los naufrago se alejaban de la aldea que les había acogido, con sus nuevos camaradas, vieron como varios cazas sobrevolaban el bosque que rodeaba la aldea, destruyéndolo a su paso. Un par de esas naves, un poco más grandes, había pasado a recoger previamente a Tigre, Norma y su escolta. 
 El calor de la proximidad del fuego, hizo despertarse, al que apenas unas horas antes había sido prisionero de aquellos que ahora consideraba demonios venidos del cielo. La suerte que parecía estar a favor del fugitivo, lo llevó a un riachuelo, gracias al cual consiguió escapar de las llamas. 


En el castillo, que había encima de las minas de ambrosío, Dios parecía mostrarse más comprensivo de lo esperado con sus subordinados Tigre y Norma. 
 - Es evidente que los hemos subestimado. Ahora la rebelión es inevitable, pero no es tan malo como pensáis, les haremos responsables de lo ocurrido en esa aldea y nos será más fácil reclutar a más nativos. Todos aquellos que se rebelen, serán condenados a las minas. Nuestros enemigos no tienen donde ir y tarde o temprano caerán, así que en cierto modo nos están haciendo un favor con esta rebelión. ¡Ja, ja, ja, ja, ja…! 
 En las cuevas, donde los antiguos habitantes de la aldea se estaban organizando, sin tiempo para celebraciones, Yumi se reunió a solas con Hugo y Robert. 
 - Amigos, temo que si había alguna posibilidad de hacer las cosas de otra manera, ya es demasiado tarde. Si la rebelión fracasa y nosotros morimos, los nativos estarán perdidos. Por eso hemos de dividirnos. 
 - ¡¿Qué?!- exclamó Hugo. 
 - Lo que oyes. Tú eras uno de los mejores pilotos del Cristóbal Colón y además, ya estuviste antes en el interior de esas instalaciones y tú, Robert, eres un androide sorprendente, capaz de tomar la apariencia de cualquier ser humano. Por eso debéis continuar con la misión original. 
 - Pe-pero… ¿y tú?- dijo Hugo incrédulo. 
 - Alguien a de dar la cara y dirigirlos…- dijo Yumi acariciando el rostro de Hugo con ternura- Ya está todo decidido, mañana partiréis junto con algunas mujeres, niños y ancianos que buscarán refugio en otras aldeas y ciudades, Fizo y Kina os acompañarán para ayudaros en vuestra misión. 


 Jotacé.

jueves, 1 de agosto de 2013

PANTEÓN (Carlos Sisí)

Sinopsis

La Tierra, el planeta original, explotó hace algo más de diez mil años. Por aquel entonces el hombre ya había iniciado su periplo por el espacio. En esta nueva Era, la guerra y la paz son elementos de una misma balanza que se equilibran cuidadosamente desde La Colonia, el enclave científico por excelencia. Desde allí, la controladora Maralda Tardes detecta actividad bélica en un planeta alejado de cualquier ruta comercial, y decide iniciar un protocolo estándar de inspección.

Mientras tanto, Ferdinard y Malhereux, dos jóvenes chatarreros, esperan pacientemente en el subsuelo de dicho planeta a que acabe la guerra en la superficie para saquear los restos del combate y extraer un suculento beneficio. Entre los restos de la batalla encuentran un extraño artefacto que parece pertenecer a una civilización antigua y desconocida y tras el que van los atroces mercenarios sarlab y los científicos de La Colonia por igual. Poco se imaginan Mal y Fer que lo que tienen en su poder podría ser la llave para liberar una amenaza más antigua que la galaxia.