lunes, 29 de diciembre de 2014

(D.F. 28) UNA PELIGROSA VÍA DE ESCAPE


A pesar del la cantidad de objetos y basura, dejados en la puerta, esta empezó a moverse. Los mutantes al otro lado introdujeron el extremo de una barra metálica para hacer palanca; los prisioneros debían apresurarse sacando toda la basura que obstaculizaba la entrada a las alcantarillas. Algo empezó a moverse entre toda aquella porquería y antes de que pudieran reaccionar, de allí salió un pequeño caimán de poco más de metro y medio y de color grisáceo, cuyas temibles mandíbulas se clavaron en la pierna del desdichado Pablo. Cesar con su fusil apunto para disparar contra cualquiera de las dos amenazas que los acechaban, abrió fuego contra el temible reptil, Casandra con la pistola que le había pasado su mentor, también disparó contra más caimanes que empezaron a surgir de la alcantarilla, en total fueron cinco los lagartos que salieron de las profundidades. Julia apartó a su hijo herido del lugar de la acción y lo mismo pasó con Roma y su hija Pétalo, pero si habían más de aquellos animales allí debajo, debieron asustarse por el estruendo de los disparos, lo mismo les ocurrió a los mutantes que intentaban entrar por la puerta, que retrocedieron atemorizados pensando que aquellos disparos iban dirigidos a ellos. 
─ ¡Julia hazle un torniquete a tu hijo, que te ayude Roma! Casandra, aprovecha para afianzar la puerta mientras yo vigilo el agujero ─ ordenó Cesar.
─ ¡No, ella no! ─ gritó Pablo al ver acercarse a la mujer mutante.
─ Está bien, no pasa nada, yo te curaré ─ le tranquilizó Julia.
─ Ayudaré a la otra mujer ─ dijo Roma. Al ver que los disparos habían cesado los mutantes del otro lado de la puerta se acercaron con la misma barra a la puerta, al ver a uno de ellos a través de la rendija, Casandra abrió fuego y Roma volvió a cerrar la puerta que entre las dos mujeres volvieron a atrancar lo mejor que pudieron, dejando a aquella amenaza fuera durante un rato. Cesar le pasó su mochila a Julia la cual sacó de su interior el botiquín de emergencia y empezó a practicarle un torniquete a su hijo. Cesar por su parte, sin soltar su arma, empezó a agrandar aquel agujero todo lo que pudo. A pesar del peligro que les acechaba allí dentro, en aquel momento se había convertido en su única alternativa de salvación. También la pequeña Pétalo ayudó a Cesar en su labor; al verla su madre sabiendo que ya había hecho todo la posible por atrancar la puerta corrió hacia el agujero y apartando a la niña de un empujón, para resguardarla del peligro, ocupó su lugar sin dudarlo un instante asta que agrandaron lo suficiente aquella abertura.
La montaña de basura del sótano, que asta ese momento había tapado la entrada a las alcantarillas, llegaba al mismísimo pestilente río subterráneo, razón por la que la familia de caimanes mutantes que acababan de exterminar, hicieron allí su madriguera, impidiendo así que las ratas escarbaran entre aquel montón de basura para llegar al sótano. 
Cesar le dijo a Julia que sacara de su mochila la potente linterna que llevaba consigo. Los visores infrarrojos de sus máscaras les permitían ver en aquella oscuridad casi total, pero ni Roma ni Pétalo, a pesar de ser mutantes y estar habituadas a la oscuridad podían ver en aquel oscuro abismo, eso sumado al temor a la luz que tenían el resto de las criaturas de aquel submundo, convertía a la linterna casi en un arma más. Cesar con la linterna y su rifle, fue el primero en entrar, seguido de Julia que ayudaba a Pablo, provisto además de una oxidada muleta encontrada entre la basura, Roma detrás con Pétalo en brazos. Casandra fue la última en entrar, con su pistola y una improvisada antorcha.

 Jotacé.

lunes, 22 de diciembre de 2014

(D.F. 27) ¿DONDE ESTA ARTURO?


─ ¡Terminad de desatar al resto! ¡Ahí hay ropa para Pablo! Y… ─ Cesar sacó de entre su ropa la máscara de Pablo se la lanzó ─ su máscara. ¡Póntela!                     
En el exterior los mutantes aporreaban la puerta, Roma sujetaba el pomo, Cesar cogió un alargado y resistente tubo de plomo y la terminó de atrancar. Casandra apenas tardó unos segundos en desatar a Pablo y a Julia.                
─ ¡¿Dónde está Arturo?! ─ preguntó Julia.                                                                      
─ ¡Creía que estaba con vosotros!                                                                              
─ Es evidente que ninguno sabemos donde está. ¡¿Por que no nos concentramos en salir de aquí?! Tal vez debajo de este montón de basura haya alguna salida ─ Sugirió Casandra ─ ¡Los mutantes pronto lograrán entrar!                    
─ Si, hay una entrada a las alcantarillas y también ratas, lagartos y otras bestias ─ dijo Roma
─ ¡Ahora es nuestra única opción! ─ contestó Cesar empezando a apartar la basura                                                                                                                        
─ ¡Eh! ¡Los de dentro! ¡Si os entregáis pacíficamente, os aseguro que os dejaremos vivir! ─ Gritó uno de los mutantes desde el otro lado de la puerta.               
─ Prefiero a las ratas ─ dijo Pablo ya vestido y empezando a sacar basura de en medio.                                                                                                                   
─ Está bien les pondremos las cosas difíciles, dejemos la basura en la puerta ─ dijo Cesar.  
El tiempo corría en su contra, los mutantes cada vez golpeaban con más fuerza.                                                                                                                                                                                                                                                                              
Horas antes, Arturo viendo que habían cesado las idas y venidas de los mutantes, salió de su escondite y corrió antes de que le alcanzara la noche. Un grupo de gatos salvajes, grandes, deformes pero ágiles y veloces, vio en él a la presa perfecta y pronto los tuvo encima, por suerte su traje, lo protegía de los zarpazos y mordiscos de aquellos temibles felinos, aún así lograron derribarlo. Sacó la pistola de su cartuchera y disparó al aire, si tan siquiera apuntar, lo que provoco que los hambrientos felinos huyeran en desbandada. Por unos minutos permaneció tumbado, intentando recuperar el aliento perdido. Los nubarrones empezaron a oscurecer el cielo, pronto llegaría la noche, pero la lluvia acida fue primero y aunque aquel traje proporcionado por los habitantes de la ciudad subterranea podía aguantarla sin problema, luego saldrían todo tipo de criaturas mutantes, sedientas de sangre. Ya estaba cerca del que había sido su refugio en los últimos veinte años. Se levantó y comenzó a andar a paso ligero bajo la lluvia.                                                                                                             
Llegó al río que atravesaba la ciudad y al puente que lo atravesaba, pero derruido, le faltaba un gran tramo completado por un estrecho y enclenque puente colgante, hecho de lianas y trozos de oxidada chapa de coches de las que cualquier persona cuerda desconfiaría y más con aquella lluvia, que lo hacía todavía más vulnerable si era posible. Cuando llegó a aquel tramo de puente, Arturo miró hacia su espalda y luego al abismo bajo sus pies, Tragó saliva, se agarró bien a las lianas y dio su primer e inseguro paso, volver hacia atrás era inviable.                                                                                                                                                     
Jotacé.

jueves, 18 de diciembre de 2014

SOLA EN LA OSCURIDAD (Carolyn Sanfel)


Primera entrega de la saga Eternity, promete una historia llena de amor y romanticismo, acción, y mucho sexo... Vampiros, licántropos, brujas... todos juntos serán tu compañero ideal. Todo en la vida de la joven Juliette era tranquilo. Tenía diecisiete años, una familia que la adoraba, un novio que la quería... hasta que un día un barco pesquero llegó a Livorno. Giovanni era un poderoso vampiro creado en el siglo XII, cuando llegó al puerto de Livorno, jamás pensó que se enamoraría perdidamente de una humana. Aquel vampiro cambió la vida de Juliette por completo, haciéndole conocer el amor pero también el dolor. Ahora en la actualidad, Juliette es una poderosa vampira de cinco siglos de antigüedad, que debe enfrentarse con su pasado. Giovanni ha venido a buscarla después de haber pasado siglos sin saber de ella, pero lo que está sucediendo en el mundo es mucho más importante que todo lo que entre ellos dos sucede. Scarlett, una vampira original, junto con Erwan, han resucitado al Dios egipcio Seth, uno de los primeros vampiros creadores de la especie, y han creado a un ejército de sangrientos neófitos dispuestos a acabar con toda la Humanidad y todos los vampiros. Una gran alianza entre licántropos y vampiros, será necesaria para poder unir sus fuerzas y enfrentarse a los neófitos y destruirlos. ¿Podrán licántropos y vampiros unirse para luchar juntos? ¿Sera una alianza definitiva para sus especies? ¿Podrán derrotar al poderoso dios Seth? ¿Descubrirán los planes de Scarlett? Y lo que es más importante, ¿podrán Juliette y Giovanni mantener sus sentimientos a un lado?

lunes, 15 de diciembre de 2014

(D.F. 26) BUSCANDO A LOS PRISIONEROS


En un rincón cercano a la puerta de entrada a la antigua y ruinosa sala de actos, Cesar y Roma veían como los mutantes descolgaban al pobre Pablo para después llevárselo entre dos de ellos seguidos por Lilith, la mujer mutante que le había salvado la vida en el último momento. Los mutantes allí reunidos empezaron a marcharse o a buscar un rincón tranquilo donde pasar la noche. Roma llamó la atención de Cesar haciéndole mirar hacia abajo, donde su hija Pétalo con una extraña mueca a modo de sonrisa les mostraba la máscara del traje de supervivencia del desdichado Pablo, Cesar se la cogió para seguidamente esconderla entre los harapos que componían su disfraz.                         
─ Será mejor que vaya a buscar a mis amigos ─ dijo serio.                                              
─ No lo creo, llamarías demasiado la atención, lo mejor será que valla yo.                                                                                                                                                   
─ ¿Y como se que no me traicionaras?                                                                       
─ Por que si te traicionara no te dejaría al cargo de Pétalo, a ella es mi vida. Ahora será mejor que busquéis un lugar apartado donde no llames la atención, procuraré darme prisa.                                                                                     
Cesar asintió incomodo. La mujer los dejó sentados en un oscuro rincón con la esperanza de pasar inadvertidos, la niña sacó una muñeca rota y desnuda. Al ver el juguete, apenas un trozo de plástico descolorido y con forma humana, Cesar pensó que era la metáfora perfecta de lo que le estaba ocurriendo a la raza humana, al menos a aquellos supervivientes ahora convertidos en mutantes. Alguien más estaba pendiente de la niña.                                    
─ ¡Eh pequeña! Ven conmigo, tengo algo que te gustará mucho ─ dijo un mutante escuálido y rostro desfigurado tal vez por exponerse demasiado a la lluvia acida.                
Pétalo corrió a los brazos de Cesar acurrucándose bajo su protección.                
─ ¡Eh amigo! Cuanto pides por pasar un rato con ella.                                              
─ No está en venta.                                                                                                                     
─ ¿De verdad? Mira si me la cedes igual te perdono la vida ─ dijo amenazador el mutante mientras le mostraba un trozo de tablón con dos oxidados clavos en uno de los extremos.                                                                          
─ No te lo repetiré dos veces. ¡Piérdete! ─ contestó Cesar sacando del interior de sus harapos un enorme, afilado y brillante cuchillo.                                               
El mutante miró el arma con fascinado terror.                                                            
─ Está bien, tu ganas ─ Obedeció el mutante sin dejar de mirar el arma de Cesar.                  
Pasó poco más de una hora hasta el regreso de Roma, la cual llevaba a cuestas un enorme fardo.                                                                                                                  
─ Vamos ya se donde se encuentran tus amigos.                                                     
Cesar se levantó y agarrando a la niña de la mano, siguió a la mujer.                 
─ ¿Qué llevas ahí? ─ preguntó intrigado señalando el enorme fardo.                     
─ Ropa, disfraces para que pasen inadvertidos y para vestir a tú amigo, que ya se ha reunido con el resto.                                                             
Regresaron al vestíbulo y de allí a un oscuro pasillo, en el centro un mutante hacía guardia junto a una puerta.                                                                                  
─ Dame un arma, me ocuparé del guardia.                                                                        
Cesar le pasó el cuchillo y la mujer lo escondió entre sus propias ropas, unos segundos después, el mutante guardián yacía sentado en el suelo, Cesar y Pétalo se reunían con Roma, abrieron la puerta y decidieron que lo mejor era que la niña bajara con la ropa y el cuchillo para liberar a los prisioneros.                                   
En el oscuro sótano, Casandra, que había logrado desatarse por sus propios medios, se abalanzó contra la niña y Cesar tubo que bajar corriendo para detenerla.                                                                                                                              
Al otro lado del pasillo el mutante que minutos antes incordiara a Cesar y a Pétalo, ahora aparecía junto con Roca y un grupo de Mutantes.                                    
─ ¡Ahí están! ¡Son ellos!                                                                                                 
Al verlos acercarse, Roma, entró en el sótano atrancando la puerta por dentro.                                                                                                                                                        
Jotacé.     

martes, 9 de diciembre de 2014

LA SOLEDAD DEL ZOMBI (Julián Sánchez Caramazana)


"Dos años y pico después, el caos, el horror más crudo, se desata en Barcelona.
Ella se arrastra sola, destruida, centinela y guardián… y algo en la muerte recibe una señal de vida. ¿Hay una alianza entre primigenios, profundos, Cthulhu y el Espejo de las Miradas; o una venganza desde tiempos remotos, innombrables y abismales?

Unos ojos azules, una cabeza seccionada, el terror dentro del horror más oscuro sin abandonar el humor negro, nuevos personajes, una vida cada vez menos llevadera, un Departamento Civil del Ministerio del Ejército, su jefa, la Rusa, el investigador de lo paranormal más odiado, muerte, vida, una nueva especie de criaturas y Flora.

Esta es la segunda parte de la saga La Soledad del Zombi, con el mismo título en ésta ocasión, cuya primera parte fue considerada una de las mejores novelas publicadas en España y en Europa en 2011, en su fusión de literatura lovecraftiana con la temática zombi.

¿Te atreves a leerla, a mirarla? No lo olvides, hay miradas que matan."

lunes, 8 de diciembre de 2014

(D. F. 25) SANGRE NUEVA



Todos los mutantes allí presentes, miraban casi hipnotizados como su líder Roca, armado de unas oxidadas tijeras de podar, hacía trizas el traje de supervivencia de Pablo, colgado boca debajo de una vieja lámpara y con las manos atadas a la espalda.                                                                                                 
─ ¿Qué le van a hacer? ─ preguntó Cesar, atónito y viendo a lo que había llegado la raza humana.                                                                                                     
─ Su carne es tierna y nunca ha estado expuesta a las toxinas de la atmosfera como la de otros animales ─ contestó Roma con toda la naturalidad del mundo.                                                                                                                                       
Cesar, dispuesto a todo por evitar dicho sufrimiento a su compañero, alzó su fusil con la intención de sacarle los vendajes que lo cubrían, para entrar en acción. La mutante, enseguida adivinó sus intenciones y le agarró el brazo, negando con la cabeza.                                                                                                      
─ El ya está perdido.                                                                                                         
Durante un momento la mujer mutante notó como Cesar la miraba impotente tras su disfraz, él sabía que Roma tenía razón, la única posibilidad de salvar al resto de la expedición era dejando que aquellos monstruos mataran al desdichado de Pablo, impotente y frustrado siguió mirando lo que creía era el fin de su amigo.                                                          
Pétalo la hija de Roma se perdió entre la gente, llegando hasta la primera fila donde otra mujer mutante, sostenía en sus manos la máscara del traje del desdichado Pablo. Pétalo, sin pensarlo dos veces le arrebató la máscara para perderse nuevamente entre la gente, Lilith que así se llamaba la mujer vio desaparecer a la niña, sin impedírselo,  abstraída  y pensativa por un momento, entonces miró al hombre allí colgado, desnudo y sin ninguna imperfección en su cuerpo, sin pensarlo dos veces subió a la pequeña tarima donde Roca, se disponía a degollar a su víctima. Cuando el oxidado cuchillo ya rozaba el cuello de la desdichada víctima, Lilith lo detuvo. Toda la sala protestó en un gran clamor.                                                               
─ ¡¿Qué haces mujer, Cómo te atreves?! ─ le gritó Roca alzando la mano, dispuesto a golpearla con todas sus fuerzas.                                                                
─ ¡Antes nos has contado como uno de ellos os ha tenido con una de sus armas! ¡Él nos puede enseñar a manejarlas, podríamos hacernos con el control de toda la ciudad y nos sería más fácil cazar otras bestias!                                 
─ ¡Sí, es una buena idea! ¡Pero eso también nos lo pueden enseñar las dos hembras! ─ dijo Roca que bajó la mano calmando su furia.─ ¿Por qué privarnos de un estupendo manjar?                                                                                           
La mujer le dio un cachete en el desnudo trasero del aterrorizado Pablo.                 
─ Es cierto, está sano, como nosotros no volveremos a estarlo nunca, Hasta ahora ni su cuerpo ni su sangre habían estado expuestos al mundo exterior. ¡Cada vez nacen menos niños y la mayoría nacen muertos o mueren al poco tiempo! ¡Ellos son sanos y fuertes! ¡Ellos pueden darnos a nuestra próxima generación!                                                                                           
De repente dejaron de ver al pobre Pablo como un animal y empezaron a verlo con otros ojos, las mujeres con ojos de deseo y los hombres imaginaron como debían ser las dos mujeres desnudas con sus cuerpos tan sanos y perfectos como los del joven. Durante unos minutos el silencio se apoderó de la sala.                                                                                         
─ ¡¿Qué decís, queréis sangre nueva para nuestros hijos?! ─ Exclamó Roca dirigiéndose a la audiencia.                                                                                                          
─ ¡SANGRE NUEVA! ¡SANGRE NUEVA! ¡SANGRE NUEVA…! ─ Respondieron todos los congregados allí.                                                                                  
─ ¡Está bien mujer! ¡Tú serás la primera en disfrutar de él! ─ luego, se inclinó para agarrar al aterrorizado Pablo del pelo ─ y tú, será mejor que te comportes como un hombre o ya sabes lo que te espera. ¡Descolgadlo y llevadlo a una aviación donde puedan tener algo de intimidad! ─ dijo soltando una terrible carcajada.                                                                        

Jotacé.

jueves, 4 de diciembre de 2014

DESENTERRANDO CARNAVALES (Matías Balbastro)


Seba y Pablo empiezan la ultima etapa de su viaje en Salta, despues de un largo periplo por la Patagonia. El carnaval, la arqueologia, el amor, el humor, las ausencias envuelven estas pequenas aventuras llenas de talco, bombitas de agua y papelitos de colores a miles de metros sobre el nivel del mar.

lunes, 1 de diciembre de 2014

(D. F. 24) EL TRATO


Una vez terminó de bajar las escaleras, la deforme niña dejó el abultado fardo en el suelo y sin soltar el afilado cuchillo, se acercó amenazante a la temblorosa y suplicante Julia.                   
─ ¡No por favor! Por favor…                                                                                            
Casandra se abalanzó sobre la niña tirándola al suelo, le arrebató el cuchillo y ya lo alzaba contra la niña cuando una mano enguantada le sujetó por la muñeca para separarla da la deforme mujercita.                                                     
─ ¡No Casandra! Ella viene conmigo ─ dijo una voz que conocía muy bien.                                                                                                                                                   
El mutante, que había bajado rápidamente las escaleras al ver lo que ocurría, se quitó la capucha y los vendajes que le cubrían el rostro tras el disfraz estaba la mascara de un traje de supervivencia y al otro lado de la máscara podía distinguir el rostro de su tutor, Cesar.                                                            
─ ¡Creía que nunca volvería a verte! ─ dijo Casandra abrazándolo.                      
─ Pues ya ves que no. Ahora subiré arriba para seguir haciendo guardia. Pétalo os ayudará a liberaros y os dará disfraces para que podamos salir de aquí. Daos prisa, no tenemos mucho tiempo.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      
Unas horas antes Cesar había conseguido emboscar con su fusil a Roca y sus secuaces, amenazándoles para que liberaran a sus amigos. Pero Roca en vez de enviar uno de sus hombres a liberar a los prisioneros, le ordenó en secreto que diera la vuelta a la calle, para coger a Cesar por la espalda. Cuando el mutante estuvo apunto de conseguir su objetivo Cesar fue advertido del peligro por una voz desconocida. Consiguió matar al mutante traidor y herir a otro pero el resto, incluyendo a Roca, consiguieron huir sin que Cesar lograra su objetivo. Al acercarse al viejo contenedor de basura donde creía debía estar escondido uno de sus compañeros, para su sorpresa, quién allí le esperaba era a la mujer mutante que habían visto aquella mañana en la casa donde pasaron la noche, con su hija a la cual protegía de la luz solar con una veja manta.                  
─ ¿Qué quieres mujer? ¿Por qué me has salvado?                                                  
─ Quiero que nos lleves al lugar del que venís.                                                         
─ ¿Por qué razón quieres ir allí? No somos iguales.                                                          
─ ¿Ah no? ¿Acaso no somos seres humanos igual que tú y tus compañeros?                   
─ Si, supongo que sí aunque a veces cuesta creerlo. Os llevaré con una condición, me tendréis que ayudar a rescatar a mis amigos ─ respondió Cesar sonriendo irónico.                                                                                                                           
─ ¿Estás loco? A tus compañeros ya los puedes considerar muertos. ¿Que prisa tienes en seguir su mismo camino?                                                                  
─ Sí eso es cierto, quiero verlo con mis propios ojos. Puedes ayudarme y luego acompañarnos o puedo hacerlo solo y con menos probabilidades de salir con vida para llevarte con nosotros.                                                                                   
─ Estás loco, pero esta bien… te ayudaré.                                                                  
Poco después la mujer que dijo llamarse Roma, dejó a su hija Pétalo con Cesar en el mismo escondite donde habían estado viendo la escena, tardó poco menos de una hora en regresar con un fardo cargado de ropa vieja y trapos con los que confeccionaron el disfraz de Cesar, su mochila cubierta por aquellos ropajes le daba el aspecto de una enorme joroba, también su fusil fue recubierto por vendajes para que nadie viera el arma. Así vestido, cojeando encorvado y ocultando su máscara protectora con vendajes y la capucha de su vieja gabardina y acompañado por la mujer mutante y su hija, nadie notó la presencia del extraño y mucho menos, cuando estaban pendientes del dantesco espectáculo que se desarrollaba al fondo de la gran sala de actos de lo que en otro tiempo había sido un hotel de lujo en la vieja ciudad.                                                                                                                                                                                                                                                                         
Jotacé.