jueves, 27 de septiembre de 2012

AMANECER EN EL SUDESTE ASIÁTICO (Carmen Grau)

El 2 de enero de 2000 Carmen Grau se despidió de su trabajo, familia y amigos en Barcelona y emprendió un viaje poco planeado, con lo puesto y la mochila a cuestas. A lo largo de siete meses recorrió Tailandia, Laos, Vietnam, Camboya, Birmania, Hong Kong, Malasia, Sumatra (Indonesia) y Singapur desplazándose en autobús, tren o barco. Se alojó en albergues y hostales, comió en restaurantes baratos o puestos de calle y compartió vivencias con “mochileros” de muchos otros países. Ante todo, se interesó por las gentes, la cultura e historia, la gastronomía y la belleza natural de los países por los que pisaba. Amanecer en el Sudeste Asiático es el resultado de esta gran aventura, que cambiaría su vida para siempre.

 Carmen Grau es licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Barcelona y en Humanidades por Providence College, RI, Estados Unidos. Ha trabajado como traductora del inglés al castellano, y escribe en ambos idiomas y en catalán. Ha viajado extensamente por el mundo y vivido en Estados Unidos, Singapur, Malasia y Australia. En 2001 emprendió otro viaje con la mochila a cuestas desde Barcelona hasta Perth, Australia. Al año siguiente se casó con Brad, personaje que aparece al final de este libro. En la actualidad compagina su pasión por viajar, leer y escribir con la enseñanza en casa de sus dos hijos, Dave y Alex.

lunes, 24 de septiembre de 2012

(H.C. 06) LA DEFENSA DEL MARIE CURIE

Cuando el Cristóbal Colón recibió la llamada de auxilio, lo primero que hicieron los pilotos de guardia en la cabina de control, fue avisar a la capitana Otomo, para que diera las instrucciones necesarias. Una nave de tal envergadura es difícil de maniobrar, teniendo en cuenta la falta de atmosfera del espacio. Los motores principales paran y se ponen en marcha los retropropulsores para frenar el avance de la nave. Entonces se envían un par de cazas, más pequeños, con una capacidad de maniobra que puede imitar a la de los viejos cazas de combate de la Tierra, ellos serán los encargados de confirmar la situación en la que se encuentra la nave que envió la petición de auxilio.
“La Marie Curie” era una nave de investigación científica, que estaba siendo atacada y abordada por los “parásitos” de la hermandad nocturna, cuando orbitaba alrededor de un gigante gaseoso. La característica de la hermandad nocturna es que eran seres que podían pertenecer a cualquier especie inteligente, pero que por alguna insólita razón se resistían a morir como el resto de los de su especie alimentándose de la sangre de estos, eran capaces de dominar las ciencias ocultas. Antiguamente en la Tierra eran conocidos como vampiros. Cuando los dos cazas fueron detectados por la nave de la hermandad, las comunicaciones con el “Cristóbal Colón” fueron interrumpidas y un enjambre de cazas enemigos apareció de repente.
- ¡Los entretendré como pueda! ¡Ve a avisar al “Cristóbal Colón”!- dijo Hugo a su compañero.
Para evitar que los cazas enemigos persiguieran a su compañero, Hugo se lanzó a atacar a la nave de la hermandad de forma casi suicida y luego aprovecho lo que parecía una desventaja para volverlo a su favor, haciendo que los cazas perseguidores, a pesar de su destreza, se entorpecían unos a otros. Hugo sabía que estaba perdido, pero aquellos seres que parecían haber engañado a la muerte, no estaban dispuestos a perder esa sobrenatural inmortalidad, ni con el fuego de los cañones láser del caza de Hugo, ni con el helado vacío espacial al que tampoco eran inmunes. Finalmente, viéndose rodeado por sus perseguidores, Hugo lanzó su nave contra la cabina de pilotaje de los invasores, lanzándose al espacio y propulsándose con los propulsores de su traje espacial hacia una de las pasarelas de abordaje, donde abrió una brecha con un vibrocuchillo. Los invasores, tanto de un lado de la pasarela como del otro salieron disparados al espacio, mientras Hugo se lanzó al interior del Marie Curie ayudado por los propulsores, antes de que las compuertas protectoras se cerraran detrás de él. Luego desenfundó su arma y empezó a disparar contra los invasores a diestro y siniestro.
- ¡Coged las armas y luchad por vuestra vida!- les gritó a los prisioneros.
- Ya casi se han hecho con la nave, se están llevando a la mercancía y a los pasajeros – dijo uno de los prisioneros.
- Hay que ganar tiempo, la ayuda está en camino. Pero tendré que salir otra vez al espacio. ¿Dónde hay una escotilla? Una vez en la cámara de descompresión, se puso nuevamente el casco y abrió la escotilla para salir disparado al espacio, luego solo tuvo que impulsarse con los propulsores de su traje hacia las dos pasarelas que unían a las dos naves y procedió a agujerearlas, tal y como había hecho al entrar, separando así las conexiones entre las dos naves. Los cazas del Colón, aparecieron disparando contra la nave pirata, como si fueran mosquitos rabiosos. La nave de los parásitos, se separó del Marie Curie y comenzó la huida. Todo había terminado y Hugo busco una trampilla para entrar en la nave.
La victoria había sido solo parcial, ya que los vampiros habían conseguido llevarse algunos prisioneros y parte de la mercancía. El Marie Curie, aunque a salvo, podía dar por terminada su misión científica y regresar nuevamente a la Tierra.
- Gracias a usted, esos piratas, no han conseguido hacerse con la nave- dijo el capitán del Curie. - Siento no haber podido hacer nada más por los que se han llevado.
- Ha hecho cuanto ha podido. Le llevaremos a su nave en una lanzadera, es lo mínimo que podemos hacer por usted.
Unas horas más tarde, Hugo regresaba al Cristóbal Colón donde era acogido por sus compañeros como un héroe. Solo el grupo de Cesar Conrad, le quitaba importancia a la hazaña de Hugo.
- Cortes, preséntese en una hora en el despacho de la capitana Otomo- dijo la voz del comandante Snyder. Una voz robotizada, informo a la capitana de la presencia de Hugo y esta lo mandó entrar. Hugo saludo a su superiora.
- Cortes, aquí tengo los informes de la defensa del Marie Curie.- Hugo sonrió- Actuó imprudentemente enfrentándose solo a los piratas.
- Era necesa…
- ¡Aún no he terminado! ¡Perdió su caza! ¿Usted sabe lo que cuesta un caza? Hugo quiso replicar, pero tuvo que morderse la lengua.
- Por otro lado una nave como la Marie Curie es infinitamente más cara y eso sin contar con su tripulación. Según su compañero, le habría sido imposible llegar hasta nosotros para pedir ayuda y se habría perdido mucho más. Su castigo será su recompensa… A causa de este incidente nos retrasaremos una semana y necesito un voluntario que vaya al planeta Oceana para avisar del retraso al resto de las naves. Evidentemente, una vez allí, dispondrá de unos días de permiso hasta nuestra llegada- dijo Otomo sonriendo- Se le asignará un nuevo caza, partirá en cuatro horas. Eso es todo puede retirarse.
Tres horas y media más tarde, camino del hangar del Colón, Hugo recibió los elogios de los pilotos mautones y poco después partía en su nueva misión.


Jotacé

jueves, 20 de septiembre de 2012

LA MONTAÑA DEL REY (Carmen Villamaría)


La montaña del Rey es un relato en el que se describe cómo el individuo sincero envuelto en una realidad que va limitando progresivamente su íntimo deseo de libertad y felicidad, descubre que posee en sí mismo los instrumentos para liberarse de esa realidad limitadora.

Consciente de que el origen de su situación actual es el resultado de haber depositado toda su confianza en lo que el entorno sugiere, y haber dejado de creer en lo mejor de sí mismo, para dar crédito a sus limitaciones y fracasos, emprende un paulatino retorno hacia lo mejor que reconoce en sí, dispuesto al logro victorioso sobre todas las limitaciones que le sugieren que no merece ser feliz.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Por razones agenas a mi voluntad, apenas puedo conectarme para ir actualizando este blog, en una o dos semanas a más tardar, espero seguir al ritmo de siempre. Un saludo y hasta pronto. Jotacé

jueves, 6 de septiembre de 2012

EL RAPTO DEL TIEMPO (José Luis Zapatero y Diana Gavilán)

“El rapto del tiempo. Experimentos, curiosidades y fantasías sobre la gestión de esperas” es un original libro sobre las situaciones a las que como clientes nos enfrentamos cada día. Se trata de una obra de ciencia y ficción, donde se combina de forma amena información con interesantes relatos que ilustran cada capítulo de modo singular.
“El rapto del tiempo” es un libro esencial para aquellos que gestionan esperas, y se resienten al ver cómo éstas afectan a la satisfacción de sus clientes. Pero también lo es para quienes las protagonizan con su tiempo y resignación.
A través de sus páginas se exponen los mecanismos ocultos de las esperas y se descubre que, en contra de lo que en un primer momento pueda creer, esperar no siempre es malo: en determinadas ocasiones es aceptable, y a veces, incluso deseable.
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lunes, 3 de septiembre de 2012

(L.P. 17) CONSECUENCIAS

- ¿Quién eres? ¿Por qué me ayudas? ¿No has visto que acabo de matar a una persona?- preguntó Alicia sentada al lado de Vicente, mientras este conducía a la velocidad máxima que podía.                                                                            
 - ¿Cómo sabes que esta realmente muerta? Yo cuando mato a alguien, me aseguro de que mis victimas están realmente muertas.                                                          
 Alicia, miró un tanto desconcertada a su acompañante, luego buscó en su bolso, algo que pudiera servirle de arma contra el desconocido, pero su cuchillo se había quedado clavado en la espalda de Mónica.                                              
 - No te preocupes, somos colegas y no pensaba hacerte nada. Por cierto, me llamo Vicente.                                                                                                                
- A… Alicia. ¿A dónde vamos?                                                                                        
 - A mi casa, allí podrás esconderte.                                                                                 
- Oye, yo no soy exactamente como tú, yo soy un… vampiro.                          
 - ¿Enserio? Entonces creo que se donde puedes esconderte… Si papa, ahí no le dará el sol.                                                                                                                       
 - Perdona, ¿estás hablando conmigo?                                                                           
 - No, con mi padre. Tú deberías poder verlo, después de todo los dos estáis muertos.                                                                                                                              
 Alicia miró hacia atrás, pero los asientos de atrás estaban vacíos.                                 - Hola, que tal- dijo disimulando- Oye, si no te importa dejarme por aquí y… ya me espabilaré yo sola.                                                                                             - Muy bien, tu misma- dijo parando el coche en la cuneta. – Sabes, dice mi padre que no le has visto, que eres una farsante.                                                                   - Si, bueno. Yo podría decir lo mismo, ¿no crees?                                                           En cuanto Alicia salió del coche, Vicente sacó el bote de cloroformo y el trapo de la guantera y salió detrás de la chica.                                                                       - ¡Alicia espera un momento!                                                                                             Ella apenas tuvo tiempo de darse la vuelta, el le puso el trapo en la cara, apretándolo con fuerza hasta que la chica perdió el conocimiento, Vicente la agarró por los brazos y la volvió a subir al coche como pudo. Aquello era mucho mejor de lo que tenía pensado.                                                                 
- ¿Qué piensas hacer con ella, matarla?- preguntó su padre en el asiento de atrás.                                                                                                                                       
 - ¿Matarla? ¡No! Al menos de momento. ¿Sabes? Tú nunca me diste una mascota con la que divertirme… No se, un perro o un gato.                                                   
 - ¿Vas a convertirla en tu mascota? ¡Estás loco.                                              
 - Claro que estoy loco, por eso estoy ablando contigo. ¿Recuerdas?                        
Vicente continuó camino de la chatarrería.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                
En el quirófano de urgencias, los médicos cosían la herida de Mónica. Aunque perdió mucha sangre, por suerte para ella, fue una herida limpia, que dejó intactos los órganos vitales.                                                                                         
En la sala de espera se fueron congregando familiares y amigos, además de la policía, que a través de la descripción que hicieron los testigos de la agresora, les preguntaron a todos si tenían alguna idea de quién podía tratarse. Cuando le tocó el turno a Jota, fue incapaz de relacionar tal agresión con Alicia, a la cual creía todavía en el hospital.                                             
 Jota, solo accedió a irse de allí, cuando apareció un médico, para comunicarles que todo salió bien y que Mónica estaba fuera de peligro.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            
A la mañana siguiente, Alicia despertó con una terrible resaca, la boca seca y tumbada en un destartalado colchón. Notó que alguien le había colocado alrededor del cuello un collar con un candado que la ataba a una cadena, como si fuera un perro. La oscuridad era total en aquel sitio.                            
 - ¡¿Hola?! ¡Socorro! ¡¡¡Socorroooo!!!                                                                             
 Nadie contestó, después de un rato gritando, se quedó sin voz y la garganta le dolía atrozmente. Lo único que le quedaba por hacer era tumbarse y llorar, desconsoladamente.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             
La idea de Jota en cuanto salió de trabajar, era la de ir a su casa, darse ducha rápida e ir al hospital corriendo. Fue Santi, quién le informó a través de la novia policía de su hermano Abel, de la identidad de la agresora. Claro que Santi ignoraba toda la historia de Alicia y aunque había sido amigo de Daniel, cuando este vivía, desconocía la nueva naturaleza de su antiguo amigo, al que creía totalmente muerto. Jota llamó a Diana antes de ir al hospital, para contárselo.                                                                                              
Ya en el hospital, se sintió en la obligación de decírselo a Mónica en cuanto entró en su habitación.                                                                                                     
 - Ya imaginaba que sería ella, aunque preferí no saberlo… Cuando me interrogo la policía esta mañana. ¿Pero… por que a mi? Yo no le he hecho nada a esa loca.                                                                                                                                 
- Tal vez valla a por todos nosotros. Diana tiene muchos amigos y está intentando averiguar donde puede esconderse. Asta entonces, creo que me pondré enfermo en el trabajo o algo así. No quiero que se te acerque.                             
- Eso, si va a por los dos, que nos encuentre en el mismo sitio. Creo que la policía va a poner vigilancia, por si se le ocurriera hacer algo contra mí, si se entera que sigo viva. Hasta entonces estate alerta y ayuda a Diana a encontrar a esa sicópata.                                     
 - Creía que estarías enfadada con migo, por haberte metido en este lío. También Diana lo pensó cuando se lo dije esta tarde, por eso no ha querido venir a verte.                                        
 - Jota, tu solo trataste de ayudar a tú amigo y ya de paso a esa loca. Teniendo en cuenta mis relaciones anteriores… creo que de momento eres el mejor tío con el que he estado. Aunque tengas unos amigos un poco raros- ambos sonrieron.- Y dile ha Diana que puede venir a verme si lo desea.                            
En ese momento entró Elena, que había estado escuchando la conversación desde la puerta.                                                                                                      
- Hola. ¿Cómo estas hoy?                                                                                                   
 - Mejor- contestó Mónica apretando la mano de Jota.                                               
- Me alegro- dijo Elena percibiendo la complicidad que había entre Mónica y Jota.                                                                                                                                 
Cuando llegaron los padres de Mónica, su hermana aprovecho para llevarse a jota a tomar un café en el bar del hospital, Diana y Santi se reunieron poco después con ellos.                                                                            
 - Antes he oído lo que estabais hablando, sobre esa chica, Alicia… No se de que la conocéis, ni por que no queréis decírselo a la policía, pero si mi hermana corre peligro, quiero ayudaros a encontrarla.                                                    
 - ¿De qué estáis hablando?- preguntó Santi.                                                                 
Jota y Diana les contaron parte de la historia, sin desvelar la parte sobrenatural. 


Jotace