jueves, 27 de noviembre de 2014

A VUESTRAS MENTES DISPERSAS (Joan Antoni Fernández)


El joven Ricardo Barta despierta en un hospital. Al parecer, ha sufrido un grave accidente ferroviario. Pero no recuerda qué hacía él en aquel tren, ni quién era la misteriosa mujer en cuyos brazos cree haber muerto. Y eso es solo el comienzo de su pesadilla. Alguien misterioso quiere matarle de nuevo. Poco a poco, su vida cotidiana se convertirá en algo extraño, cada vez más desconcertante, a cada momento cambiante. Y lo que Ricard irá descubriendo en su frenética huida le desconcertará todavía más. Seres capaces de saltar entre mundos paralelos, una organización poderosa que trata de controlarlos a todos. Y siempre en pos de su propio futuro, de su esquivo pasado.

¿Quién es él realmente? ¿Podrá descubrir la verdad a tiempo, antes de que los Hijos del Caos o la implacable MemePol acaben con su vida?

¿Dónde está la realidad, existe acaso? ¿Qué futuro le depara a la raza humana cuando alguien lo puede modificar a cada instante?

Solo su explosivo final podrá responder a todas estas preguntas

lunes, 24 de noviembre de 2014

(D.F. 23) LA ANTESALA DEL INFIERNO


Cuando vinieron a buscar a Pablo, Julia se puso como loca, los mutantes le dieron un empujón tirándola encima del montón de basura, Casandra la ayudó a levantarse y Julia corrió a la puerta del sótano, desesperada, gritando y dando golpes. Casandra trató de consolarla, probablemente aquella era la última vez que vería a su hijo con vida.                                
─ ¡Vamos Julia! Hemos de intentar salir de aquí, en casa tenemos gente esperándonos.                                                                                                                        
─ ¡¿Pero que hay de Pablo?!                                                                                         
A Casandra le fue imposible encontrar una respuesta y se hizo un tenso silencio, apenas roto por los sollozos de la mujer ante la perdida de su hijo.             
La puerta se volvió a abrir, los mutantes que se habían llevado a Pablo volvieron con cuerdas para atar a las dos mujeres, tal vez para que se callaran o quizá sospechaban lo que intentaban. Julia se resistió inútilmente, suplicando por la vida de su hijo, lo cual le costó algún golpe, por suerte sus trajes las protegían incluso contra aquel maltrato. Una vez atadas, las tiraron sobre la montaña de basura allí acumulada.                                                                         
─ No se como puedes permanecer tan fría ante lo que nos está pasando ─ dijo Julia con voz ronca.                                                                                                           
─ Hemos de mantener la calma si queremos salir de está.                                             
Mientras una de las mujeres seguía sollozando en silencio hasta quedar casi agotada por la desesperación, la otra, de actitud aparentemente más dócil, ante los mutantes, en realidad seguía pensando en la mejor forma de salir de allí, sin saberlo, sus captores le hicieron un favor al tumbarla donde lo hicieron, con sus manos atadas a la espalda, tanteaba entre la basura buscando algún objeto lo suficientemente afilado para cortar las ligaduras, pronto encontró un trozo de cristal con el que comenzó la ardua tarea, pero las cuerdas eran muy gruesas y aquello podía llevarle su tiempo. Cuando empezó a notar que la cuerda se aflojaba lo suficiente, la puerta volvió a abrirse y dos mutantes entraron llevando consigo a Pablo, seguía vivo aunque una roída manta con un agujero en medio, como si fuera un poncho era lo único que cubría su desnudo, magullado y tembloroso cuerpo, incluyendo sus manos, también atadas a la espalda.                                                                                                                            
─ ¡A ver si mañana se te levanta! ¡Ja, ja, ja, ja! ─ se mofó uno de los mutantes antes de alejarse de allí.                                                                                   
─ ¡Oh, cariño! ¡¿Qué es lo que te han hecho!                                                             
─ Iban a matarme, pero… en el último momento han cambiado de idea. Quieren que les enseñemos a usar nuestras armas y… usarnos a nosotros para… para…                                                                                                                                
─ ¡¿Para qué?! ─ preguntó Casandra.                                                                         
─ Engendrar a sus… hijos ─ contestó casi sollozante.                                     
Casandra prosiguió con fuerzas renovadas el intento de cortar las cuerdas. Debían salir de allí, lo que aquellos monstruos les tenían preparado era peor que la misma muerte. Cuando por fin consiguió desatarse las manos y empezaba la misma labor ahora con la cuerda de los pies, volvió a abrirse la puerta y sin soltar el trozo de cristal que la había liberado,  retornó sus manos a la espalda, tumbándose nuevamente en la posición anterior, pero preparada para actuar si era preciso. En lo alto de la escalera, recortadas por la escasa luz que allí penetraba habían tres figuras deformes, un hombre con una extraña joroba y un bastón cubierto por extraños vendajes, el hombre llevaba una capucha y vendajes que le cubrían el rostro, junto a él una mujer y una niña mutantes las dos, que a Casandra les resultaron extrañamente familiares, la mujer se inclinó sobre su hija, le dijo algo al oído y la niña empezó a bajar las escaleras, portando un gran fardo en la espalda y un cuchillo, de afilada y brillante hoja.                                                                                                                   
─ ¡¿Quiénes sois?! ¡¿Qué queréis?! ─ preguntó la aterrorizada Julia.                  
La niña en respuesta se limitó a llevarse el cuchillo a los labios indicándole silencio.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Jotacé. 

jueves, 20 de noviembre de 2014

UN PASO AL FRENTE (Luis Gonzalo Segura de Oro-Pulido)

El pasado sábado 15 de noviembre tuve el placer de asistir en mi ciudad a la presentación de un libro, que aunque tiene más promoción que otros libros de otros compañeros y todavía no he tenido la oportunidad de leerlo, por lo que he visto en las distintas presentaciones  también pienso que es necesario darlo a conocer.


SINOPSIS

Imagina un mundo de castas en la que la casta minoritaria fuese la dominante. Esta casta controlaría la policía, la fiscalía, la justicia, la intervención, los auditores, los medios de comunicación y cualquier otro estamento relevante. Establecería un férreo control que impidiese que el resto de castas se manifestase en público, reprimiéndoles con dureza cuando infringiesen la ley del silencio e internándoles en cárceles o centros similares, después de juicios llevados a cabo por personas que jamás han leído un libro de derecho. Un lugar en el que los poderosos privan de libertad, acosan, o reprimen a quien desean, con total impunidad y con la connivencia de la justicia. La próxima vez que camines junto a un recinto militar recuerda que ese mundo se encuentra tras sus muros. Un paso al frente destapa las miserias del Ejército Español. El autor es militar en activo con participación en Afganistán y una experiencia de doce años.

lunes, 17 de noviembre de 2014

(D. F. 22) ATRAPADOS


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A pesar de aquellos trajes de supervivencia, resistentes y ajustados al cuerpo de sus ocupantes como si de una segunda piel se tratara, Julia, Pablo y Casandra pudieron ser inmovilizados con hoscas y gruesas cuerdas, por los mutantes y despojados por sus captores tanto de las armas como de las mochilas de supervivencia. Después fueron conducidos a un antiguo y ruinoso rascacielos. A su paso todos los habitantes de aquel nuevo mundo los miraban, algunos con ojos a veces, hambrientos, otros lascivos y otros tan solo con curiosidad. La mayoría de aquellos seres les increpaban o les decían lo que les esperaba. Sus guardianes les llevaron al oscuro sótano del edificio, por suerte para ellos los visores de sus trajes se adaptaron con suma facilidad a aquella oscuridad total. Aquel sótano estaba lleno de todo tipo de objetos pertenecientes a tiempos pasados y mejores, ahora convertidos en inservible y polvorienta basura. 
─ Espero que Arturo y Cesar consigan escapar ─ dijo Julia, sintiéndose impotente. 
─ Tal vez nosotros también podamos, ellos no saben que podemos ver en la oscuridad. ¡Venga ayudadme a mover esta mierda! ¡Buquemos una salida! ─ contestó la siempre resuelta Casandra, a pesar de la enorme montaña de basura. 
Aquella tarea podía llevarles horas y tal vez más tiempo del que precisaban. 
Roca llegó maltrecho y muy enfadado al campamento mutante, un par de horas más tarde. Fracasado en su propósito de atrapar a los dos supervivientes, les contó a los suyos lo ocurrido. 
 ─ ¡Que se marchen si quieren esos dos cobardes! ¡Esta noche comeremos carne fresca! ¡Traed al macho! ─ ordenó el líder mutante. 
 Los mutantes que fueron en busca de Pablo se encontraron con la sorpresa, de que a pesar de la oscuridad, los prisioneros lograron mover una buena parte de un lado a otro la basura del lugar, pero estos de momento seguían sin encontrar una de escape. Se llevaron a Pablo a la gran sala e informaron a Roca de lo ocurrido en el sótano prisión del edificio. 
─ Estos supervivientes no son como otros que hemos cazado otras veces, están llenos de sorpresas. ¡Atadlas de pies y manos! No me fío de ellas. 
Mientras las mujeres eran atadas en su agujero como había ordenado Roca, también a Pablo lo ataron de pies y manos con la deferencia de que a él fue a demás colgado boca abajo, luego con la ayuda de oxidados pero también afilados cuchillos, trataron con muy poco éxito romper aquel traje, pero se resistía más de lo esperado, finalmente encontraron la forma de quitarle la máscara protectora, Pablo tosió varias veces al respirar aquel aire viciado y contaminado. Luego con ayuda de unas enormes tijeras de podar y de fuerza bruta empezaron a romper el resto del traje, cada vez que lograban arrancar un trozo de aquella resistente tela la tiraban a la expectante concentración de mutantes que miraban casi hipnotizados el espectáculo. Le pusieron una mordaza a Pablo para que dejara de gritar mientras le agarraban el cabello para que dejara de agitarse. Tan solo los pies y parte de los brazos siguieron cubiertos por lo que quedaba de ropa el resto quedó al descubierto. Roca alzó un enorme cuchillo, se lo enseño a su público que pedía sangre y la tierna carne de su presa, acercó la afilada hoja a la garganta de Pablo, que cerró los ojos ante la inminente llegada de la muerte, pero antes de que el afilado filo del cuchillo llegara a su cuello, una mano se lo impidió. 

Jotacé.

jueves, 13 de noviembre de 2014

PRIMER GANADOR DEL CONCURSO SKALIBUR. // EL ÚLTIMO GRITO (Joel Soler)

El pasado 19 de octubre, tuvo lugar en la librería Skailbur de Rubí la entrega de premios del certamen de relatos cortos y fantásticos, durante los próximos tres jueves publicaré en “elcuentahistorias” los tres relatos ganadores.

Qué los disfrutéis.
No sé si he nacido en el mundo y la época adecuados. Ayer por la noche,

aunque era algo que ya me esperaba, se anunció mi muerte. En este 

mundo, en esta época, hay una ley que puede avisarte de que vas a morir, 

y que tendrás que aprovechar sabiamente tus últimos momentos. Ahora 

sé que este es el final, y tengo unas últimas horas de vida que tengo que 

saber cómo aprovechar. El que lea esto desde otra época y otro mundo 

no podrá entender la crueldad del mundo donde vivimos, por eso quiero 

dejar constancia, porque de haber vivido en mi época y en mi mundo, tal 

vez tú también estarías donde estoy yo, también tú estarías preparando 

tus últimas horas de vida. Ahora tengo que aprovecharlas, tengo claro lo 

que tengo que hacer antes de irme, pero no sé si será todo. ¿En serio era 

inevitable que me tocase a mí?

Lo primero que tengo que hacer antes de irme de este mundo es 

reconciliarme con el que siempre fue mi mejor amigo. Le voy a llamar 

sencillamente Sombrero, no quiero dar nombres en este escrito, no 

quiero comprometer a nadie más, solo quiero contar mi historia.

Sombrero era mi amigo de la infancia, con el cual he vivido todo el 

proceso de madurez necesario. Hemos compartido aficiones, nos hemos 

peleado por chicas, hemos experimentado, nos hemos ayudado y nos 

hemos enfadado. Por desgracia, el último enfado fue el peor de todos.

Sombrero era un chico muy sensible, solía llevar sombreros porque le 

gustaban y porque solía marearse al sol. Si no vigilabas lo que decías, 

podías llegar a herirle. Su color favorito era el verde, su pasatiempo 

favorito era fabricar cosas con chatarra, y la frase de él que más recuerdo 

era “La mente humana tiene un potencial que no sabemos aprovechar”.

Ahora le veo más sentido que nunca a esa frase, cuando yo creía que solo 

se hacía el listo. Si mi mente hubiese funcionado como es debido, ¿hoy 

estaría lidiando con mis últimas horas de vida? Si la mente de quienes 

aplican la ley funcionara, ¿realmente estaría pasándonos esto a todos?

A Sombrero lo que le hice fue fallarle. Ser egoísta. Sencillamente formé 

una familia y no me interesaron tanto sus problemas. Hablábamos, sí.

Quedábamos alguna vez, puro formalismo. Pero cuando realmente su 

vida se fue al traste, cuando necesitaba mayor apoyo moral, cuando más 

necesitaba afrontar un gran cúmulo de desgracias, el pobre inocente 

confió en mí. Me seguía viendo como a su mejor amigo, sin saber que yo 

ya hace mucho que no pensaba en él, sin saber que yo ya solo tenía ojos 

para mi familia, y no para él. Sencillamente le ignoré.

No sé dónde puedo encontrar a Sombrero ahora mismo, y no me da 

tiempo, mi muerte es dentro de horas. Pero le adjuntaré una carta 

pidiéndole perdón por todo y explicándole como me sentí. Por supuesto 

con esto no basta, pero sé lo que tengo que hacer para irme con la 

conciencia tranquila. Espero que con eso será suficiente.

Antes de irme, también me gustaría cumplir uno de mis sueños 

pendientes. Bueno, realmente si quisiera cumplir todos mis sueños, no 

tendría bastante con las pocas horas de vida que me quedan. Es lo malo 

de los sueños, que los acumulas pensando que poco a poco los irás 

cumpliendo. Te haces una lista de cosas que te encantaría hacer y te 

sientas a esperar. ¿Ocurrirá esto en todos los mundos y épocas?

Entre algunos sueños que tengo pendientes, está pintar un cuadro, recitar 

un poema delante de muchas personas, escribir un libro que tenga cierto 

reconocimiento, gritar en un bosque completamente vacío, bañarme en 

un lago completamente alejado de la gente, dar una buena vida a mi 

mujer y mis hijos, estrechar la mano a algún escritor de renombre, probar 

comida muy cara, viajar al lugar que tenga las mejores montañas del 

mundo, ayudar a Sombrero a hacer la construcción de chatarra mejor 

valorada que exista... De todos ellos, me voy a quedar con uno, pero lo 

voy a hacer algo diferente. Voy a pintar un cuadro, pero no será en un 

lienzo. Pronto las personas de mi época y de mi mundo entenderán a qué 

me refiero con todo esto.

Cuando se acercan tus últimas horas de vida, incluso aunque lo afrontes 

con compostura, al final parece ser que te entran las presiones y la 

ansiedad. Así lo estoy viviendo yo, por lo menos. Ahora quiero hacer 

tantas cosas, ahora deseo tanto que mi vida sea mucho más larga... ¿Por 

qué he perdido el tiempo de esta manera? ¿Por qué tenemos que darnos 

cuenta de estas cosas solo cuando la vida se acaba?

Yo creo que es tal y como siempre dijo Sombrero. La mente humana 

tiene un potencial que no sabemos aprovechar. Es increíble que aún en 

momentos límites como este, considero que no sé aprovecharlo como es 

debido.

Muy bien, ya he hecho las últimas gestiones, ya he pintado el cuadro 

fuera de un lienzo, ya he dicho lo que le tenía que decir a Sombrero. Ya 

solo me queda por hacer una cosa, pero no la puedo compartir con quien 

sea que lea esta carta, porque tengo que aprovecharla al máximo. Tengo 

que pasar un último día con mi familia, quiero pensar durante unas 

últimas horas que estoy completamente vivo y que me divierto con ellos.

A mi mujer le encanta el olor a limpio, las flores, los pequeños detalles, y 

su frase favorita es “Para reponer energías, necesitamos disfrutar de la 

paz y de la belleza de este mundo”. A mi hijo mayor le encanta el 

deporte, la música, los espectáculos de magia y los relatos de fantasía, y la 

frase que me viene a la cabeza con él es “Hay que saber cuándo pensar, y 

cuando dejarse llevar”. Por último mi hija menor, amante de los 

animales, quiere ser peluquera o veterinaria, le gustan los vestidos poco 

llamativos y, como a mí, le encantan las montañas, y su frase 

representativa es “¿Qué te hace pensar que un humano vale más que un 

animal?”. Solo espero que algún día sepan ser escuchados, como yo, que 

cerca de mi final, pienso ser escuchado.

Hoy ha sido mi último día de vida, pero ha sido un día feliz, o por lo 

menos estoy seguro de que lo hubiese sido de no ser porque voy a morir 

en muy pocos minutos. Por eso he escrito esta carta, para animar a todo 

el mundo a que no tenga que esperar a sus últimos minutos de vida para 

vivir un día feliz, porque aunque he tenido la desgracia de saber que 

moriré hoy, por lo menos he sido afortunado de ser avisado. ¿Quién te 

dice que te avisarán a ti?

Estoy seguro que en otro mundo y en otra época no habrá estas 

injusticias. ¿Qué tiene de malo este mundo y esta época? Pues muy 

sencillo, que si no tienes dinero, estás muerto. Si no tienes dinero, tu vida 

será arruinada, como la de Sombrero. Si no tienes dinero, te quitarán tu 

hogar y tus derechos. Si no tienes dinero y ya has llegado al límite y lo 

has perdido todo, no te quedará otro remedio que hacer como yo. No te 

quedará otro remedio que morir y salvar a tus seres queridos. Ellos sí que 

tendrán dinero, ellos no tendrán problemas con este mundo. Mi mujer 

podrá seguir disfrutando de parajes bonitos, mi hijo podrá seguir 

teniendo música, deporte y diversión, y mi hija podrá cumplir su sueño y 

ayudar a los demás. Y por supuesto, Sombrero también tendrá la ayuda 

que no pude darle en vida. Pero la ley siempre tendrá más dinero, y 

siempre seremos nosotros los que tengamos que sacrificarnos para salvar 

a unos pocos.

Si eres de otro mundo y otra época no sabrás cual ha sido mi cuadro 

fuera de un lienzo. Es sencillo, el lienzo es el edificio donde se aloja el 

poder, la ley. El cuadro, un representante de la ley destrozando un hogar 

y con ello matando a quien vive dentro, y de fondo, una hilera de 

hogares con un contador. Al segundo hogar le quedan dos días de vida, 

al tercero tres, al cuarto cuatro... La ley nunca tendrá suficientes hogares 

para destruir. Solo quiero que este último grito que he tenido la 

oportunidad de dar, llegue a alguien que pueda hacer algo.

Solo espero que tú, que estás leyendo esta carta desde tal vez otra época 

y otro mundo, no vivas en un mundo y una época tan horribles como es

el mío.

lunes, 10 de noviembre de 2014

(D. F. 21) ETERNA ESPERA


La luz del día, aún cubierta por aquella perpetua capa de nubes era muy molesta para los mutantes y las gafas de sol no ayudaban demasiado a la visibilidad, razón por la cual, Roca y los cuatro mutantes que le seguían desconocían si habían escapado uno o dos de los supervivientes. En la cima de los escombros vieron la nube de polvo y a Cesar corriendo calle abajo. Roca sonrió, habría jurado que eran cinco, pero cuatro supervivientes eran suficientes. Bajaron por los escombros pasando de largo a Arturo, que se mantenía oculto en su agujero, viendo como los temibles mutantes se alejaban tras Cesar, al que ya daba por perdido, si conseguía llegar a su viejo refugio estaría otra vez solo y le sería imposible regresar a la ciudad subterránea.                
Cesar desapareció al girar por una de aquellas ruinosas calles y Roca temía el ser despistado por su presa, pero para su sorpresa, al girar la calle, a unos metros de donde ellos estaban, Cesar parecía estar esperándolos, por un momento Roca pensó que aquel superviviente tenía prisa por volver a reunirse con sus compañeros.                                                             
─ Ya es nuestro ─ le dijo a sus compañeros.                                                              
─ ¡No os hemos hecho nada! ─ gritó Cesar ─ ¡Soltad a mis compañeros y dejadnos seguir nuestro camino libremente!                                                                         
─ ¡HA, HA, HA, HA! ¡A por él! ─ Ordenó Roca.                                                    
Roca y sus compañeros se dispusieron a correr, pero Cesar en vez de correr, apuntó con su fusil y disparó haciéndolos frenar en seco.                                            
─ ¡Ni se os ocurra moveros! ¡El que se mueva un pelo la palma, de hecho soy muy rápido y ninguno sería capaz de esconderse!                                     
─ ¡¿Qué quieres?!                                                                                                            
─ ¡Ya os lo he dicho! ¡Soltadlos! ─ Un tenso silencio se adueñó de la situación, pero apenas duró unos segundos ─ ¡A qué estáis esperando! Envía a uno de tus hombres y más le vale que regrese con mis compañeros.                                
Roca le hizo un gesto a uno de sus compañeros, el cual salio corriendo. Todos lo vieron alejarse por la calle hasta girar la esquina, luego Roca empezó a hablar, a preguntarle a Cesar quienes eran, de donde salieron y que estaban buscando entre los ruinas, Cesar desconfiado por naturaleza permaneció en silencio y alerta, temiendo una trampa. Aquellos mutantes podían ser muy silenciosos y tenía razón, el mutante mensajero, se había limitado a dar la vuelta a la desértica manzana y ahora avanzaba por detrás, escondiéndose entre las ruinas de la ciudad y armado con un enorme garrote.                                                
─ Eres muy callado y mal educado, vosotros lo tenéis todo y no queréis compartirlo. ¿Qué esperabas que hiciéramos nosotros? ¿Eh?! ¡Vamos contesta! A lo mejor si compartierais vuestras riquezas con nosotros no nos veríamos obligaros a cazaros como animales…                                                             
El mutante salio de su último escondite y empezó a andar sigilosamente el último tramo que le queda asta cesar mientras su jefe seguía distrayéndolo. Alzó el garrote disponiéndose a darle el golpe de gracia.                                                      
─ ¡Cuidado! ─ gritó alguien escondido desde las sombras.                                               
Cesar se dio media vuelta y disparó volándole la cabeza a su enemigo y Lugo se giró a la velocidad del rayo, pero ya era tarde, los otros mutantes ya corrían para esconderse bajo cualquier agujero y solo alcanzó a darle a uno en la pierna. Luego se dirigió al lugar de donde llegó el grito de advertencia para llevarse la sorpresa de su vida.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               Jotacé.

jueves, 6 de noviembre de 2014

SEGUNDO PREMIO SKALIBUR. // POSIBLE SALVACIÓN (Carlos Soler García)

El pasado 19 de octubre, tuvo lugar en la librería Skailbur de Rubí la entrega de premios del certamen de relatos cortos y fantásticos, durante los próximos tres jueves publicaré en “elcuentahistorias” los tres relatos ganadores.

Qué los disfrutéis.

La nave surcaba el espacio a velocidad match 4. Era una nave de 

última generación, perteneciente a la confederación de planetas unidos 

de la galaxia L-3024Z. Una nave científica, con una veintena de 

tripulantes a bordo, la mayoría científicos, y el resto militares asignados 

a la misión en concepto de protección.

-¡Ahí está, Wrong! –avistó uno de los científicos.

-Cierto, Stamp, la verdad es que es tan bonito como nos lo 

describieron.

-¿Cuál es el protocolo a seguir, señor? –preguntó el piloto.

-El estandart. Esta raza tiene una tecnología muy inferior a la nuestra.

Ya sabes, lo primero es que no nos detecten y, acto seguido, 

mezclarnos con ellos, averiguando lo máximo posible sin que se den 

cuenta de nada. El resto lo marcarán ellos mismos.

-Toma todas las imágenes posibles y replica sus vestimentas para bajar 

cinco personas al planeta –ordenó Wrong.

Era una mañana soleada de agosto, con una temperatura de 

veintiocho grados. Podía agradecerse una ligera brisa que soplaba por 

toda la zona. El pequeño trasbordador aterrizaba en un frondoso 

bosque situado al norte de la gran ciudad. Estaba utilizando un sistema 

de ocultación muy avanzado con el fin de no ser detectado por ningún 

lugareño de la zona.

-¡Muy bien, señores! Lo haremos así. Stamp y yo nos dedicaremos a 

estudiar los lugares donde haya una alta concentración de habitantes.

Drax y Strong se dedicarán a estudiar las costumbres de dichos 

habitantes. Alimentación, tareas a realizar, sistema financiero... Y tú, 

Frel, iras donde esas gentes guardan su historia y la estudiarás.

Bibliotecas se llaman, según inteligencia. ¿Queda todo claro? –finalizó 

Wrong.

Los otros cuatro miembros de la expedición asintieron al unísono.

Seguidamente, los cinco hombres se separaron y tomaron diferentes 

caminos en base a su labor de investigación.

Al cabo de una hora aproximadamente, Stamp y Wrong llegaban a un 

enorme edificio de construcción circular en el que rezaba un enorme 

cartel colgado en la puerta principal, que se podía leer “Las ventas”.

-Mira cuanta gente, Stamp. Y qué ambiente tan festivo, todos van 

vestidos de curiosas maneras. Entremos, esto me interesa –dijo 

Wrong, animado.

Por otro lado, Drax y Strong paseaban por una concurrida avenida 

llena de alegres gentes en busca de algo que les permitiera averiguar 

todo tipo de costumbres de los habitantes de ese maravilloso planeta.

-Es una lástima, Drax.

-¿El qué?

-Ya sabes, que un planeta tan hermoso como este, con unas gentes tan 

felices como estas, vaya a acabar como tú y yo sabemos que va a 

acabar –contestó Strong.

-¡Bueno Strong! Ellos lo están pidiendo a gritos, el calentamiento 

global, el efecto invernadero, la polución... Les quedaban diez años 

como mucho.

-Pero supongo que los responsables de este inminente cataclismo 

serán sus mandatarios, no todo el mundo. Ya lo hemos visto en otros 

planetas.

-Acuérdate que nuestras directrices no es saber quiénes son los 

culpables, sino valorar si merecen ser salvados o no –contestó Drax 

enérgicamente.

-Pero si solo bastaría con darles nuestra energía blanca, y con eso 

solucionarían el problema en un mes, aproximadamente.

-¿Pero realmente se lo merecen? –le preguntó seriamente Drax

mirándole fijamente a los ojos.

-¡Muy bien! Tú ganas, te voy a demostrar que esta gente se lo merece –

le contestó Strong muy malhumorado.

-Pues comencemos por ahí, que tiene pinta de ser algo financiero, y 

hay mucha gente en la puerta. Después comeremos ahí, y veremos de 

qué se alimenta esta gente, ¿te parece? –preguntó Drax.

Strong asintió y se pusieron en marcha.

Frel ya se encontraba investigando en lo que los habitantes de aquel 

curioso planeta llamaban archivo nacional. Tenía sobre su mesa vario 

CDs interactivos, y tres o cuatro enormes libros llenos de polvo, poco 

utilizados debido al actual uso de nuevas tecnologías. Su cara era una 

mezcla de pánico, indignación, vergüenza y el más absoluto 

sentimiento de impotencia, al leer las cosas como la guerra de los 

Balcanes, Ruanda, Burundi, Irak, Afganistán, primera y segunda guerra 

mundial, Beirut, la caída de las torres gemelas, las masacres en el 

descubrimiento de América, el comercio de esclavos, el colonialismo 

británico... De repente, se asustó. Nunca antes había experimentado 

una sensación como la que estaba viviendo en ese momento. ¡Salían 

gotas de agua de sus ojos! Y tenía la sensación de tener un enorme 

nudo en la garganta. Dejó toda aquella información sobre la mesa y 

salió a toda prisa de allí.

Una vez sentados en sus asientos, Stamp preguntó.

-En la puerta pone “Las ventas”. ¿Qué venden?

-¡Calla y mira! Aquella puerta se abre –dijo Wrong.

De ésta salió un enorme toro de unos seiscientos kilos, y de uno de los 

llamados burladeros salió un hombre con un extraño y luminoso traje.

Este se puso a pasar una gran capa roja por la cara del animal.

-Mira qué bonito Wrong, un juego entre especies. Debe ser algo 

divertido, quedémonos un rato más –opinó Stamp.

A los dos alienígenas se les heló la sangre en las venas cuando apareció 

otro hombre por detrás del animal y le clavó dos enormes banderillas 

en su lomo. Acto seguido, el primer hombre sacó una espada que tenía 

en la capa y se la hundió hasta el fondo. El animal se retorcía de dolor, 

y no contentos con esto, un tercer hombre apareció a lomos de otro 

animal aún más grande que el primero y empezó a clavarle una enorme 

lanza que portaba. Stamp y Wrong ya no pudieron soportarlo más y 

salieron de allí como alma que lleva el diablo. Al salir de allí, 

tropezaron con un anciano que les preguntó a qué tanta prisa, si aún 

quedaba lo mejor.

-Señor, no podemos ni debemos soportar tanta violencia –le dijo 

Stamp.

-¿Violencia dice? Pues tenía que venir a mi pueblo a ver como 

lanzamos una cabra desde lo más alto del campanario –bromeó el 

viejo con una enorme sonrisa.

-¿Pero qué le pasa a esta gente, por Dios? –se preguntó Stamp, y 

partieron los dos hacia el lugar de reunión.

Una vez llegaron allí, otros dos miembros de la expedición ya se 

encontraban allí, Frel y Drax.

-¿Dónde está Strong? –preguntó Stamp.

-Un individuo que quería nuestro dinero lo mató con una rudimentaria 

arma que lanzaba proyectiles de plomo.

-¿Por dinero? –preguntó Stamp.

-Sí, pero él ya me dio su voto antes, en el terreno económico, sus 

propios mandatarios hunden en la miseria a sus seguidores, se comen a 

las otras especies del planeta y matan por diversión. Ya me imagino 

que sabréis cual es nuestro voto –explicó Drax.

-¿Y tú, Frel?

-Yo no solo los dejaría a su suerte, sino que ordenaría a nuestra flota 

borrarlos de la creación –contestó Frel, sombríamente.

-No hará falta, ellos solos están muy capacitados para exterminarse a sí 

mismos. Y ahora vámonos, hasta nosotros estamos en peligro aquí –

dijo Stamp.

La nave, tal como vino, se alejó a toda velocidad de aquel loco y 

macabro planeta azul.

lunes, 3 de noviembre de 2014

(D. F. 20) ¡ES UNA TRAMPA!


Las dos horas transcurridas desde que salieron de su improvisado refugio transcurrieron en un tenso silencio, incluso los sonidos de aquella fauna cambiante de su alrededor había cesado. La sensación de que alguien seguía al grupo desde hacía horas era constante para Cesar, esa misión le daba mala espina ya incluso antes de salir de la ciudad subterránea y estaba convencido de que Arturo con sus extrañas pesadillas les ocultaba algo, pero eso de momento había pasado a un segundo plano, y la sensación de un peligro inminente lo mantenía alerta. Estaba de advertir al resto del grupo sobre sus sospechas cuando estas se confirmaron con un inmenso y ensordecedor estruendo. A sus espaldas, las paredes de los edificios empezaron a derrumbarse, llenándolo todo de polvo y escombros, corrieron hacia delante, intentando ponerse a salvo. Gracias a sus trajes protectores podían seguir respirando normalmente, pero la visibilidad se vio considerablemente mermada.                                                                                                                                      
─ ¡Retroceded! ¡Es una trampa! ─ les gritó Cesar a sus compañeros.                        
Entre el polvo vio la figura indistinguible de uno de sus compañeros girándose hacia él. Mientras empezaba a subir por la montaña de escombros, una lluvia de piedras calló sobre él, pero cesó en cuanto llegó a la cima de la montaña, se giró un momento para asegurarse de que sus compañeros le seguían, solo vio aquella sombra de uno de ellos y ni rastro de sus siniestros atacantes. Bajó todo lo más rápido posible. El polvo se disipaba despacio, una vez abajo se giró para esperar a sus compañeros, solo vio a uno de ellos, la figura de un hombre, Pablo o tal vez Arturo, descendía despacio con cuidado, aun así le fue imposible evitar salir rodando. Arturo quiso ir en su ayuda, pero en ese momento una piedra calló a sus pies y un grupo de mutantes apareció en la cima, imposible ayudar a sus compañero, al menos de momento.                                  
Al otro lado de los escombros, Casandra se dio cuenta de la trampa demasiado tarde y cuando intentó advertir a sus compañeros de lo que ocurría gruesas redes cayeron sobre ella, Pablo y Julia, enseguida se vieron rodeados de mutantes. El que parecía su líder ordenó desarmarlos y quitarles las mochilas con el equipo de supervivencia, fueron atados y como si de animales de trataran les pusieron cuerdas alrededor del cuello para ser conducidos a la guarida de aquellos seres semihumanos. El líder de aquella horda, junto con otros cuatro mutantes se dispuso a seguir a los dos fugitivos que parecían haber escapado de la trampa.
Arturo era el único que escucho el grito de advertencia de Cesar pero en ningún momento se pasó por la cabeza advertir al resto de sus compañeros, en vez de eso empezó a ascender por los escombros lo más rápido posible. Su traje, como el del resto de sus compañeros era como una segunda piel, pero tan resistente que era capaz de amortiguar las pedradas con la que sus atacantes intentaron hacerle retroceder, al llegar a la cima, como le ocurriera a Cesar las pedradas pararon, pero al girarse atrás vio que quienes le seguían a cierta distancia era un grupo un pequeño grupo de mutantes. Empezó a descender detrás de Cesar, pero extremando la precaución, aún así salió rodando montaña abajo. Entre el polvo levantado por la caída creyó ver a Cesar ir hacia él, pero se detuvo en seco y empezó a correr. Arturo se creyó perdido, pero entre los escombros vio un pequeño agujero formado por el resto de las paredes y allí se escondió lo mejor que pudo para ver instantes más tarde como sus perseguidores pasaban. Aterrorizado permaneció allí agazapado todo el tiempo que pudo, hasta creerse seguro.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             Jotacé.