lunes, 30 de diciembre de 2013

(M.N. 21) ILOCALIZABLES


-->
Entre la gente con la que Diana compartía piso, estaba el individuo del que se suponía que ella había estado huyendo la noche anterior en la discoteca. Diana le explicó que todo había sido una estratagema, para conocerlo sin levantar demasiadas sospechas, en un momento en que Jota estaba apunto de caer bajo la influencia de uno de los vampiros. El hecho de que ella estuviera con él por aquel oscuro asunto, le hacía pensar que probablemente en circunstancias normales ella lo habría ignorado, como la mayoría de las chicas a las que le entraba, el estar en una cama extraña, aunque fuera tan bien acompañado o precisamente por eso y todo lo vivido aquella tarde, le impedían conciliar el sueño. Diana acostada a su lado, notaba como él se movía inquieto. 
 - No puedes dormir, ¿eh? ¿Todavía piensas en todo lo ocurrido esta tarde?- susurró ella girándose hacia él. 
 - Si, aunque si no fuera por este asunto, seguramente tú, nunca te habrías fijado en mí- le confesó él. 
 - Eso es una estupidez y lo sabes, tú vales mucho. 
 -Si, por eso estoy tan acojonado. 
 - Es normal, uno no se encuentra todos los días con seres de ultratumba- dijo ella acariciándole la cara sonriéndole. Jota le devolvió la sonrisa. Ella lo besó y luego se quitó la camisa, dejando sus senos a la vista. 
- ¿Qué… que haces?- pregunto él un tanto confuso. 
 - ¿Tú que crees? Esto nos relajará a los dos- contestó Diana mientras le quitaba a él la camiseta y empezaba a besarlo.- Si no me gustaras, te daría un valium, claro que si lo prefieres… 
 - No, no, esto es mejor. Rieron en silencio y siguieron con las caricias y carantoñas. 


Esther había atravesado la ciudad como si de una sonámbula se tratara, los acólitos de doña Carmen la esperaban en la puerta, que cerraron tras ella nada más atravesarla. En el recibidor a oscuras, la anciana mujer también la estaba esperando. Doña Carmen, había conseguido tener a la mayor parte de los vecinos bajo su influencia y los que ignoraban lo que ocurría bajo aquel techo de cuatro plantas, alimentaban sin saberlo al vampiro que tenían por vecino, teniendo apenas vagos recuerdos de la pesadilla que les visitaba por las noches, para despertar cada mañana mas cansados y sin energía, como le ocurrió en su momento a Sofía, que esperaba junto el que había sido su marido, al cual evitaba tocar, para mantenerlo fuerte, ya que se había convertido en el perfecto guardián. Ahora Esther formaba parte en vida, de la anciana y como los demás se encargaría de protegerla, pero su misión era también la de atraer a los que doña Carmen consideraba una amenaza y por tanto sus enemigos. 


 El móvil de Jota empezó a sonar, eran las ocho de la mañana, después de todo, había conseguido dormir como un lirón después de practicar el sexo con Diana, tanteó buscando el móvil en la mesita de noche, pero esta había desaparecido de su sitio. Por un momento había olvidado donde se encontraba, se incorporó un tanto desorientado para buscar aquél “maldito chisme” en el bolsillo de sus pantalones. 
 - ¿Diga?... No me encuentro muy bien, cof, cof, cof. Creo que he pillado un buen gripazo… ¿Epidemia? ¿A que te refieres?... ¡¿Qué Dani tampoco ha ido?!... No, no está en casa de su novia… Vale, cof, cof, cof… cuando sepa algo os llamo. 
 - Que bien disimulas- dijo Diana, que estaba en la puerta, tan solo con una larga camiseta y sonriéndole pícara. 
- Daniel tampoco ha ido al trabajo- dijo Jota serio. 
 - Pero, ayer me dijiste que se fue del piso. 
- Si, antes incluso de que se hiciera de noche. A lo mejor volvió más tarde… 
- O puede que tan solo se le hayan pegado las sábanas igual que a ti, en cualquier caso será mejor que lo llames y salgas de dudas. 
Jota afirmó con la cabeza mientras buscaba el número de su amigo en la agenda de su móvil y le daba a llamar pegándoselo a la oreja, unos segundos más tarde, escucho el tono, “tut… tut… tut…” hasta que finalmente saltó el buzón de voz, lo intentó por segunda vez con igual resultado. Diana se sentó en la cama con la bandeja en la que había dos cafés con leche y un plato con minicruasants. 
 - Anda, desayuna primero y luego lo vuelves a intentar- dijo ella. 
- Espera, intentaré llamar a Esther, teóricamente han pasado la noche juntos, así que ella debe saber algo. Jota repitió nuevamente el proceso de llamada, pero el resultado fue peor, ya que le salió la voz de una locutora. 
- El número al que llama está apagado o fuera de cobertura, inténtelo más tarde. 
- ¡Joder, lo tiene apagado!- dijo con cierto tono de preocupación. 
- Está bien cariño, tranquilízate y desayuna. 
Jota obedeció a regañadientes, siempre pendiente del móvil, por si llamaba su amigo. Una vez terminaron el desayuno volvió a intentar la llamada, pero con idéntico resultado. 
 - No hay manera. ¿Cuál es el plan ahora? 
- Iremos a tu piso, por el camino puedes seguir intentando llamar a tu amigo. ¿Sabes? Hoy no pareces tan asustado. 
- Supongo que por el día se ven las cosas diferentes, pero si que estoy bastante acojonado, ahora sobretodo por Dani. 
Diana le acarició la cara con una expresión de comprensión. 
 En el coche, intentó volver a llamar a Daniel y a Esther, con el frustrante resultado de las veces anteriores, así que decidió llamar a su amigo Alex, nuevamente, como ocurría con cuando llamaba a Daniel, los tonos empezaron a sucederse y ya empezaba a creer que Alex tampoco le respondería, cuando escuchó su voz al otro lado de la línea. 
- ¡Hola Jota! ¡¿Ocurre alguna cosa?! 
 - Hola Alex siento molestarte, pero tengo que pedirte un favor. Verás, Dani se fue ayer por la tarde a casa de Esther y esta mañana no ha ido a trabajar y ninguno de los dos contesta al móvil, así que como Esther comparte piso con tu chica me preguntaba si le podías preguntar a ella si sabe algo. 
 - La llamaré y ya te enviaré un mensaje para decirte algo… Y no te preocupes hombre, seguro que hay una explicación lógica para esto. 
 - Eso espero. 
- Bueno, de aquí un rato te digo algo, hasta luego. 
 - Asta luego y gracias. Un cuarto de hora más tarde, Diana aparcaba en una calle cercana a la casa de Jota, salieron del coche y se encaminaron hacia allí, cuando le sonó el móvil a Jota, que lo cogió con la esperanza de que fuera Daniel, pero solo era el mensaje de Alex:  

“Cuando Sara llegó ayer a casa. Ellos estaban en la habitación de Esther, pero esta mañana ni Ella ni María los han visto, a lo mejor siguen durmiendo, o han ido a algún sitio, juntos.” 

 Al fin en el edificio, Jota intentó abrir la puerta, pero la llave no entraba en la cerradura. - Mira ahí- dijo Diana señalándole un papel colgado en el portal. 

 “POR RAZONES DE SEGURIDAD NOS HEMOS VISTO EN LA OBLIGACIÓN DE CAMBIAR LA CERRADURA DEL PORTAL. ESTA TARDE A LAS OCHO REUNIÓN DE VECINOS PARA REPARTIR LAS COPIAS. OS RECORDAMOS QUE POR LA MAÑANA ESTA PREVISTO EL FUNERAL DE LOS GUTIERREZ EN LA IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS MARTIRIOS EL PRESIDENTE.” 

 - ¿Y ahora que hacemos?- preguntó Jota desconcertado 
 - Supongo que habrá que ir al funeral de tus vecinos. 


 Jotacé.

2 comentarios:

  1. Me gusta el personaje de Diana. Lúcida, parece valiente, y que bien confortó a Jota.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, me temo que en esta relación, es ella la que lleva los pantalones.

      Eliminar