lunes, 14 de abril de 2014

(M.N. 28) ENTRANDO EN EL INFIERNO

‭- Para empezar, han cambiado la cerradura en la puerta de entrada...- empezó a explicar Diana.
- Cariño sabes que eso no es ningún problema- la interrumpió Jonatan.
- Algunos habitantes han muerto y ahora forman parte del vampiro, los otros han bebido de su sangre y los tiene totalmente controlados, son sus auténticos guardianes, si los lesionamos nos podemos meter en un buen lío.
- Hemos traído dardos tranquilizantes, si todo sale bien nunca sabrán lo que les ha pasado. ¿Cuantos vampiros y cuantos guardianes hay?- preguntó Bladimir
- Sé que un matrimonio, hombre y mujer han caído y a estas horas ya estarán ahí, también hay una mujer joven a la que usa como cebo para atraer a otros incautos, esta tarde cayó el que era su nieto y puede que reaparezca esta misma noche para darnos un buen susto, tal vez haya alguien más pero no es seguro- contestó Diana.
- ¿Y cuantos vecinos hay en el inmueble?- preguntó ahora Claudia.
Diana desvió la mirada hacia Jota al que todos se quedaron mirando.
- Bueno pues... el edificio tiene cuatro plantas y hay tres apartamentos por planta, se que hay algún piso vacío.
- ¿Cuantos?- preguntó Diana
- Creo que dos... no tres si contamos el mío el del matrimonio que falleció el otro día y uno que lleva un tiempo vacío, si os soy sincero llevo muy poco tiempo viviendo en el inmueble y no estoy totalmente seguro de cuanta gente vive allí.
- Tal vez el camarero pueda darnos esa información, parece llevar toda la vida en el barrio- dijo Jonathan.
- Bien, por el día no nos dejarán entrar, y lo mismo pasa al atardecer y antes de que amanezca totalmente imposible lo mejor es a altas horas de la madrugada, ya que hasta los zombie vivientes necesitan descansar- dijo Bladimir.
- ¿Pe...pero qué pasa con los vampiros?- preguntó Jota.
- Es cuando más poder tienen, por eso no nos esperaran...- contestó Jonatan sonriendo- será divertido.
- Todavía quedan algunas horas, hemos alquilado tres habitaciones en una pensión cerca de aquí, será mejor que descansemos algunas horas- dijo Claudia.
- Id vosotros, yo intentaré sacarle la información al dueño del bar- dijo Jonatan.
A Bladimir, le tocaría pasar las pocas horas de descanso con Jonatan y Diana con Jota, pero después de la copa y con los acontecimientos que aún quedaban por llegar estaba totalmente desvelado, para pasar aquel último rato juntos y así relajarse, Diana se desnudó completamente y se metió en la cama de Jota.
- Temo que no estoy de humor ni para eso- le confesó Jota.
- Tú solo desnúdate y relájate que yo aré el resto- dijo ella mientras ya empezaba a besarlos y a acariciarlo.
Cuando terminaron casi era la hora de salir, se vistieron en silencio y algo más relajados.
- Jota antes de salir quiero darte una cosa- dijo Diana pasándole un objeto.
Era un colgante con el símbolo del Ying Yang en lo que parecía oro y plata.
- Gracias.
- En Francia no fue casualidad que el vampiro huyera de mi, este es un símbolo con mucho poder y quiero que lo tengas tú.
- ¿Pero y tú? Estarás desprotegida.
- No te preocupes, tengo otro amuleto tan poderoso como este.
- ¿Estás segura?- dijo Jota apretando el amuleto en la mano.
Ella asintió sonriendo y luego lo beso.
- Anda vamos, seguro que nos están esperando.
En ese momento sonó la puerta.
- ¡¿Estáis listos?!- preguntó Jonatan.
- ¡Si, ya salimos!- contestó Diana.
Jota se guardó el amuleto en el bolsillo para tenerlo más a mano, cogieron sus cosas y se dispusieron a salir.
En la desértica calle, apenas iluminada por la anaranjada luz de las farolas, caía una suave pero intensa lluvia; los cinco «caza vampiros» avanzaron hacia el oscuro edificio, a Jota nunca le pareció un lugar tan siniestro como en ese momento. Sus mochilas estaban llenas con los objetos y armas que les serían útiles para enfrentarse a aquel peligro sobrenatural. Bladimir distribuyó entre todos pistolas con dardos narcóticos para los vigilantes humanos. Tras la puerta de cristal todo estaba a oscuras y aparentemente tranquilo; la llave de Jota resultaba inservible con una cerradura nueva en la puerta y Jonatan usó uno de sus métodos personales para abrirla; doña Carmen apareció de la nada, parecía flotar en el aire como un fantasma, al carecer de sombra la escasa luz que venía de la calle parecía traspasarla; sus facciones de anciana sobrealimentada con las mejillas hinchadas y sonrosadas mostraban un rostro furioso y grotesco.
- ¡¿Qué hacéis aquí?! ¡No vivís aquí y no tenéis permiso para entrar en mi casa! ¡LARGO!
- ¡El vive aquí y el nos permite la entrada!- dijo Diana señalando a Jota que asta entonces había permanecido en la retaguardia.
- Ti...tienen mi permiso- dijo Jota avanzando unos pasos.
Justo cuando estaba apunto de entrar en el interior del edificio la puerta de cristal se cerró con tal golpe que los cristales de la entrada se hicieron añicos tirando a los cinco intrusos al suelo y haciendo sonar la alarma de algún coche lejano.
- ¿Estáis bien?- preguntó Bladimir.
- ¡No!- contestó Jota palpándose la cara llena de pequeños cortes producidos por los cristales.
- Nada serio, solo algunas magulladuras- dijo Diana.
- Como todos- aseguró Claudia mientras se levantaba del suelo.
En el portal el vampiro había desaparecido y de la puerta de la planta baja aparecieron la vieja portera y el culturista viudo, a los que Jonatan disparó sus dardos tranquilizantes, la vieja mujer calló redonda, pero el dardo que iba dirigido al deportista falló su objetivo y el hombre siguió avanzando hacia los intrusos, Jonatan viendo lo que se les venía encima corrió hacia él hombre y le lanzó una patada de karate que lo hizo caer de culo, pero el culturista se levantó otra vez como si nada e intentó agarrar a su contrincante.
- ¡Aparta!- gritó Diana
Jonatan obedeció y un dardo tranquilizante se clavó en el pecho del temible guardián. para entonces ya se escuchaban tanto tanto las puertas de los pisos superiores como los pasos de los vecinos bajando por las escaleras y el ascensor.
- ¡Por las escaleras del sótano!- gritó Claudia.
Los cinco intrusos se precipitaron por las oscuras escaleras, que apenas podían iluminar con la cada vez más tenue y parpadeante luz de sus linternas. Abajo les esperaban los otros tres espectrales vampiros, dos mujeres y un hombre.
- ¡Retroceded! No nos dais ningún miedo!- dijo Claudia que bajaba la primera junto a Bladimir.
- ¿Seguro que ninguno de vosotros nos teme?- dijo el hombre que se acercó al temeroso Jota flotando por el aire.
Dándose por aludido, Jota sacó de su bolsillo el pequeño amuleto que Diana le dio antes de salir de la pensión y se lo mostró al vampiro.
- ¡No, nadie!- dijo apretando los dientes y el corazón palpitando a cien por hora.
El vampiro retrocedió al igual que sus dos compañeras.
- ¿Y a ellos podréis detenerlos?- dijo doña Carmen saliendo de la oscuridad.
En las escaleras los vecinos del inmueble seguían avanzando,cortándoles la retirada.- ¡Estáis perdidos!- dijo el vampiro haciendo una mueca que quería representar una sonrisa.


‭Jotacé.

2 comentarios:

  1. Jota comienza a mostrar más valentía. Que le va a hacer falta.

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  2. Si claro, no le queda más remedio si quiere salir del lío en el que lo he metido.

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