miércoles, 25 de junio de 2014

(D.D.F. 1) EL SUPERVIVIENTE


El hombre pisó el suelo con sus gruesas botas protectoras, el pálido sol oculto tras la espesa capa de nubes casi secó los restos de la lluvia acida caída hacía unas horas. Las ruinas de la ciudad aparentemente vacía todavía ocultaba sus secretos, supervivientes como el buscaban entre los escombros alimentos o bebidas para reponer sus cada vez más escasas provisiones.
            El hombre escuchó el sonido de una gota de agua cayendo en el exterior de su traje protector; una copiosa lluvia podía terminar destruyendo su traje por muy resistente que este fuera, corrió a refugiarse en el interior de uno de los ruinosos edificios, la oscuridad era casi total allí dentro y encendió la linterna.
            - ¿Al astronauta no le gusta mojarse?- dijo una voz chillona proveniente de la oscuridad.

            Era un mutante, uno de los muchos que sobrevivían entre aquel caos, de algún modo consiguieron sobrevivir al gran cataclismo, alimentándose de ratas, cucarachas y todo tipo de alimañas y bebiendo aquel agua que había diezmado a la mayor parte de la población y transformado en aquellas cosas a algunos pocos; pero el manjar favorito de aquella nueva especie de humanos eran aquellos ciernecitos supervivientes que enfundados en sus gruesas ropas protectoras pretendían conservar lo que les quedaba de humanidad. El superviviente iluminó con su linterna al lugar de donde venía la voz y lo que vio le erizó todos los pelos del cuerpo, toda aquella oscura estancia estaba repleta mutantes hombres y mujeres de todas las edades y vestidos con harapos se ocultaban sus ojos ante la intensa luz de la linterna relamiéndose al ver a aquel desprevenido manjar irrumpiendo en su refugio. La molesta luz de la linterna los mantenía alejados, al menos a los que podía ver ya que la gran mayoría estaba tomando posiciones y rodeándolo mientras él retrocedía nuevamente hacia la puerta, se giró con la intención de salir corriendo y vio como uno de aquellos seres apunto de agarrarlo por la espalda se veía cegado por la luz, otro saltó hacia el y lo golpeó con todas sus fuerzas, apenas unos metros le separaban de la puerta y sin dudarlo un instante saltó hacia la libertad y cayendo en el suelo mojado mientras la lluvia caía ya de forma más copiosa, lluvia dañina incluso para sus perseguidores que optaron por ver como su presa huía corriendo buscando un nuevo refugio donde ocultarse. Se limpió el grueso plástico de su casco protector del agua y el barro, pero casi fue peor el remedio que la enfermedad y terminó cayendo por las escaleras de una antigua parada de metro, rasgándose su traje. Antes de perder totalmente el conocimiento escucho voces acercándose a él; “probablemente mutantes, todo está perdido”, pensó.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   Jotacé.   

6 comentarios:

  1. Hola. Conseguiste imnotizarme. Es increible y en tan pocas líneas.
    Yo también tengo un blog, si puedes, pásate por favor.
    http://nuriagbooks.blogspot.com.es/

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. ¿Vas a continuar esta historia? Me has dejado intrigada.

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