lunes, 13 de febrero de 2012

BAILE DE MÁSCARAS


Paradójicamente, durante las noches de carnaval, era cuando los monstruos podían salir a la calle sin las máscaras con las que habitualmente solían pasar inadvertidos entre los humanos. Así aquel viejo vampiro sediento de sangre vio a aquella exuberante y voluptuosa joven vestida de griega antigua. Ella podía verle, era su víctima perfecta y fue directo hacia ella. El aura que desprendía era increíble para una humana y su sangre debía de ser muy pura. La joven se dejó guiar por el viejo vampiro al oscuro y frío callejón, pero ambos parecían inmunes a la temperatura que rozaba los cero grados.
La chica le brindó su cuello y el sintió algo que solo los vivos pueden sentir, un sentimiento irresistible que casi le hizo olvidar su condición de no muerto, tampoco pareció percibir la trampa y si lo hizo carecía de importancia. Se besaron en los labios y el deseo se hizo embriagador e irresistible, la mordió en el cuello y noto como el descanso llegaba por fin.
Venus, la Diosa del amor, había hecho realidad el deseo de volver a la vida de aquel no muerto, pero aquel deseo, apenas duró unos instantes, para morir por fin definitivamente.

Jotacé.

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