lunes, 7 de enero de 2013

(H.C. 13) CAPTURADOS COMO ANIMALES

El navío necesitaba múltiples reparaciones debido a la tormenta del día anterior, razón por la cual tendrían que quedarse en aquella isla, aparentemente desierta durante varios días. Así, él capitán mandó montar un campamento en la playa y a varios de sus hombres ir a buscar provisiones. Hugo y Yumi, a pesar de haber perdido a su compañero robótico seguían teniendo ese aura divino, que los nativos se habían empeñado en otorgarles, decidieron acompañar a la expedición y aprender así algo de la extraña fauna de aquel lugar. Al cavo de algunas horas, cazando, recogiendo frutas frescas y agua, la expedición decidió regresar al campamento, todos menos Yumi y Hugo quisieron continuar solos con la exploración de la isla, prometiendo a sus anfitriones que regresarían al campamento en uno o dos días. 
Lo cierto es que habían pasado ya muchas cosas desde que cayeron del espacio y aquella sería la primera vez que estarían auténticamente solos desde entonces. En la primera parte de la exploración, habían observado que tipo de animales había en aquel lugar salvaje, a cuales debían temer y lo mismo ocurría con la vegetación, había zonas donde pequeños insectos voladores les incordiaban volando a su alrededor, pero un pestilente ungüento que les habían dado en el barco los mantenía alejados. Tras un par de horas abriéndose paso a machetazos, escucharon el sonido del agua, lo siguieron y llegaron a un claro que se habría paso gracias a una laguna con cascada incluida, el lugar idóneo para acampar y esperar la llegada de la noche. 
 - Esto me recuerda a la isla de Utópica en el planeta Oceana – dijo Hugo suspirando- y a Marina… Yumi lo miró con una sonrisa de complicidad. 
 - Robert… Quiero decir el RMED, me hablo de tu experiencia en Oceana. Al menos tú tienes la posibilidad de volver a verla, si conseguimos salir de aquí. ¿Sabes? Parece que no hay tantos mosquitos y hace tiempo que quería darme un baño en condiciones- dijo Yumi empezando a quitarse el uniforme. 
 La capitana Yumi Otomo, a pesar de doblarle la edad, conservaba un cuerpo que muchas chicas jóvenes ambicionarían y eso sin operaciones, solo a base de horas de ejercicios en el gimnasio del Cristóbal Colón. La mujer se lanzó de cabeza en la laguna. 
 - ¡Vamos soldado! ¡¿A que estas esperando?!- le dijo a Hugo haciéndole señales con la mano. 
 Finalmente Hugo se decidió, se quitó la ropa tal y como hizo su superiora y se lanzó detrás de ella. Nadaron, jugaron y durante un rato olvidaron el hecho de que se encontraban a años luz de la Tierra o cualquiera de sus colonias esparcidas en el espacio y también la diferencia de edad y de rango en la escala militar, eso allí carecía de importancia. Cuando por fin salieron, se tumbaron en una roca, desnudos, esperando que el sol y la suave brisa secara sus cuerpos, se miraron a los ojos y por una vez surgió el sexo entre ellos de forma natural, por que se les apetecía sin más, sin importarles el guardar las formas. Cuando terminaron, se quedaron tumbados uno junto al otro, sin importarles nada. 
 - Será mejor que nos vistamos y que nos preparemos para pasar la noche- dijo Yumi, levantándose por fin. 
En ese momento, una red le cayó encima, Hugo apenas tubo tiempo de incorporarse para esquivar una segunda red, pero aquellos seres que les atacaban eran mucho más grandes y numerosos que ellos y el forcejeo apenas duró un momento. Sus agresores eran nativos, como sus anfitriones del barco, pero un poco más bajos, con la piel más oscura y vestidos con pieles que apenas le cubrían el cuerpo, ni por asomo parecían haber llegado al nivel tecnológico de sus anfitriones en el barco. Si acabaran de llegar al planeta, les habría sido imposible distinguir entre el idioma de aquellos nativos salvajes y sus anfitriones, pero en aquel momento en el que ya estaban aprendiendo el idioma de sus anfitriones, vieron que aquellos nuevos nativos, hablaban un dialecto totalmente nuevo. Como en la Tierra hacía siglos, en aquel planeta aunque había una especie dominante gracias a su capacidad de pensar, aquella especie estaba dividida por múltiples razas y culturas, probablemente en todos los mundos con seres pensantes como los humanos, pasaba más o menos lo mismo. Para aquellos seres, que los primeros humanos que veían, estaban tumbados al sol, totalmente desnudos, tan solo eran unos animales extraños que despertaban su curiosidad. Así les ataron una cuerda al cuello, a modo de correa y fueron conducidos a su aldea, sin la posibilidad de recuperar su equipo, que se quedó abandonado junto con su ropa a orillas de la paradisíaca laguna. Así, desnudos y poco acostumbrados a caminar descalzos, la caminata por la selva se les hizo eternamente dolorosa, llenándoseles, el cuerpo de arañazos por todas partes. 
Una vez en la aldea, los primeros que vinieron a darles la bienvenida, fueron los niños, a los que los cazadores apartaban de sus dos presas vivientes a base de manotazos. El que parecía el jefe, junto con sus consejeros o hechiceros, fueron también a ver a aquella extraña captura. Por supuesto, Hugo y Yumi, intentaron comunicarse con sus captores en el idioma de sus anfitriones y con gestos, pero lo único que consiguieron fue provocar la risa de aquellos seres, que desconocían, la función para la que podrían servir aquellas dos extrañas criaturas, salidas de la nada. Finalmente decidieron encerrarlos en una jaula, llena de lodo, junto con otros animales. 
Ahora sin los ungüentos que les habían proporcionado en el barco, los pequeños insectos voladores, les acribillaban sin piedad. 
 Por la noche, cuando todos los nativos se fueron a dormir, Hugo y Yumi decidieron que había llegado el momento de escapar, les fue muy fácil abrir las jaulas donde estaban encerrados ya que por su condición de animales domésticos más que de prisioneros, carecían de vigilancia. Sin embargo, algunos niños de la tribu a los que su curiosidad les podía más que el sueño, habían salido de sus chozas para ver con más tranquilidad a los extraños animales y vieron asombrados como las extrañas criaturas abrían la jaula sin dificultad para huir, así que asustados, alertaron a los adultos, que les volvieron a dar caza sin dificultad y cuando los niños les explicaron lo ocurrido, esta vez si que se decidieron a poner vigilancia. 
Apenas abrigados por el lodo reseco que cubría sus desnudos cuerpos y agotados Hugo y Yumi, decidieron que lo único que podían hacer era descansar, se abrazaron para darse algo de calor e intentaron dormir bajo la atenta mirada de su guardián, que esperaba ver si lo que habían contado los niños, era cierto. La noche se les hizo eterna. Incluso si sus compañeros del barco, conseguían rescatarles con vida, toda esa aura divina que les creían, se vería desvanecida al ser encontrados en ese estado y encerrados en una jaula, como simples animales. 
 Por la mañana, los nativos salvajes, les sacaron de su prisión y les llevaron nuevamente ante el jefe y sus consejeros, después de aquella terrible noche, los dos extraños animales, caminaban encorvados, exhaustos y abrazados entre si. Aunque aquella mañana carecían de fuerzas y de ánimos, para intentar comunicarse con sus captores, los líderes escucharon, como los cazadores habían hablado de extraños objetos que habían encontrado cerca de donde estaban ellos y que por miedo supersticioso, habían dejado allí sin atreverse a cogerlos, los niños volvieron a contar, como las dos extrañas criaturas habían sido capaces de abrir su jaula aunque después, bajo la vigilancia de uno de los cazadores habían permanecido quietos. Pero lo que tal vez más había inquietado al jefe, era que algunos cazadores habían avistado cerca de la costa una gigantesca canoa, que debió llegar de nadie sabía donde y en la que parecía haber otra tribu. Después de deliberar un rato con los sabios de la tribu, el jefe ordenó algo a los cazadores. Entonces comenzó nuevamente la tortuosa caminata, que habían llevado acabo el día anterior. Después de un par de horas de tortuoso viaje, les quitaron las cuerdas por las que les tenían sujetos al cuello y se marcharon, dejándoles nuevamente solos en medio de aquella extraña jungla. Por suerte el ruido del agua, les indicó que les habían soltado muy cerca del lugar donde habían sido capturados. 



Jotacé.

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