lunes, 7 de julio de 2014

(D.F. 03) UNA VISITA A LA CIUDAD SUBTERRANEA


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La habitación detrás de la ducha era igual de aséptica que la anterior. Julia le esperaba ya vestida con otro mono blanco parecido al que llevaba en la estancia anterior junto con otros seres humanos; lo pesaron, lo midieron, le sacaron sangre y le hicieron todo tipo de pruebas médicas. En otra estancia continua tenía preparada ropa limpia y mucho más cómoda que la suya, aún así seguía desconociendo donde estaban sus pertenencias, la respuesta siempre era la misma:
- Está siendo revisado y descontaminado, no se preocupe por ello. 
Julia le llevó a una gran sala que servía de comedor con mesas y sillas perfectamente distribuidas, todo ello adornado con imágenes de un bosque tal como eran antes del cataclismo, para dar más esa sensación, grandes columnas dispersas por toda la sala, estaban decoradas como si fueran árboles para dar más esa sensación; Julia le contó que en realidad ese era su auténtico cometido el de árboles artificiales encargados de regenerar el aire dispersos por toda la ciudad para purificar el aire. El sabor de la comida era mucho más auténtico que la comida en conserva del refugio. La carne que ingirió según le explicó Julia estaba compuesta por productos vegetales, el agua casi carecía de sabor y en cualquier caso era mucho más agradable de consumir en comparación a la del refugio.
- ¿De donde sacáis todos estos productos? 
 - Cuando termines de comer te lo mostraré- contestó Julia con una sonrisa.
Después de la comida lo guió por los pasillos subterráneos hasta uno de los muchos invernaderos, donde se cultivaba la comida, la luz que allí había imitaba casi a la perfección a la mismísima luz del sol con todos sus ciclos de noche, día, amanecer y crepúsculo. Pequeños pero zumbantes robots imitaban la función de algunos insectos, encargándose además de detectar posibles enfermedades y plagas para las plantas. Luego le mostró también como trataban el agua proveniente de la superficie. 
- La misma tierra sirve de filtro para descontaminarla- le explico Julia.
En uno de los numerosos embalses por el que pasaba el precioso líquido durante todo aquel proceso, había instalada una playa artificial donde la gente de ambos sexos y todas las edades se bañaba sin ningún pudor completamente desnuda, dejando ropa y pertenencias en la orilla sin temor a que fuera robada. 
 -Si quieres podemos darnos un baño antes de seguir con el paseo- dijo la siempre sonriente Julia. 
- Tal vez en otro momento- respondió Arturo algo azorado por la propuesta. 
 En alguno de los sitios visitados, vieron a grupos de niños guiados a su vez, por sus guías o profesores y siempre había gente trabajando a todas horas, dispuestos a ayudar o a responder a las dudas surgidas durante la visita. Todo aquel mundo subterráneo era auténticamente sorprendente. 
Al finalizar el día Julia lo llevó a la estancia asignada temporalmente para él y compartida con otro de los muchos habitantes de aquel lugar él cual en aquel momento debía estar trabajando o en alguno de los muchos puntos de ocio de la ciudad. La estancia era grande, con dos camas, una pequeña cocina con salón y dos baños; la habitación estaba decorada con imágenes paisajísticas de antes del cataclismo como la mayor parte de la ciudad. En el interior del armario, junto a su cama encontró las pocas pertenencias traídas consigo además de otras nuevas. Julia le mostró como podía usar todas aquellas comodidades puestas a su disposición, desde una pantalla de televisión, música o la cocina donde él mismo podía cocinar los alimentos siempre frescos guardados en su nevera y retirar todo lo prescindible para que otro compañero pudiera hacerlo servir, luego se despidió de él. 
 - ¡Espera un momento! Todo esto... ¿Cómo voy a pagároslo? 
 - Todo a su tiempo Arturo, de momento no te preocupes por eso- contestó la siempre sonriente Julia. 

 Jotacé.

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