sábado, 24 de julio de 2010

(R.F.12) ABURRIMIENTO



A pesar de estar postrado en una silla de ruedas, el personaje de James Steward, había conseguido salir bien parado de todo aquel lío en el que se había metido por espiar a sus vecinos en “La ventana indiscreta”. Las letras de crédito empezaron a salir en la pequeña pantalla de aquella vieja televisión que los padres de Jota habían instalado en su antigua habitación de la que Jota había salido un par de años atrás, para volver nuevamente mientras se recuperaba de su pierna rota. Aparte de la televisión y del portátil, que carecía de conexión a Internet en el hogar paterno, la mayoría de las cosas que le interesaban estaban en su piso. Los libros y cómics que se habían quedado en aquella habitación, hacia tiempo que le habían dejado de interesar, el resto de libros que había en la casa mínimamente interesantes ya se los había leído y después de escribir “Pesadilla en serie Z”, las buenas ideas parecían haber huido de su cabeza y hasta el sueño le abandonó, después de tantos días sin hacer nada.
Sus majestades los reyes Regresaban a Madrid al terminó de sus vacaciones de verano en la isla de Mallorca, decían en la última edición del telediario. “Lo cual no significa que abandonen sus perpetuas vacaciones”. Pensó Jota mientras paseaba la mirada por las estanterías de su habitación. En ese momento su mirada se detuvo en unos prismáticos que había olvidado que tenía y después de haber visto la peli de Hitchcock, pensó que tal vez ver lo que hacían sus vecinos podía ser más interesante que lo que daban por la tele, pero se equivocaba, la mayoría de ellos tenía que madrugar, para ir al día siguiente a trabajar, o al menos a la cola del paro tal y como estaban las cosas. Las únicas luces que habían encendidas, eran las de alguna cocina o cuarto de baño. Aún así, Jota buscó por los edificios cercanos sin ningún resultado satisfactorio, tampoco en la calle se veía un alma. En ese momento la puerta de su habitación se abrió sobresaltando a Jota, pero quien entró no era ningún asesino aunque casi lo matara de un susto.
— ¡¿Pero… todavía estas despierto?!— Pregunto su madre. — ¿Qué estas haciendo, espiar a los vecinos? ¿No te da vergüenza?
— Mira la que fue a hablar, que entras en la habitación sin ni siquiera llamar a la puerta.
— Oye jovencito, a ti no se te ocurra replicarme… Y trae acá esos anteojos antes de que algún vecino te sorprenda espiándolo.
— Eso no va a pasar, todo el mundo está durmiendo.
— Trae los anteojos te digo y ponte a dormir.
A regañadientes, Jota le pasó los prismáticos a su madre
— Pero de dormir nada, no tengo sueño y ya soy mayorcito para que me mandes a la cama.
— Haz lo que quieras, pero dame un beso que yo si que me voy a dormir.
Su madre le dio un beso de buenas noches y luego le apagó la luz antes de cerrar la puerta. Jota la volvió a encender, luego cogió el mando a distancia y empezó a hacer zaping, buscando algo interesante en los distintos canales, Aparte de algún capítulo repetido de alguna serie de televisión, que él ya había visto o alguna película antigua que en su día ya habían repetido unas cuantas veces, en la mayoría de cadenas lo que daban eran anuncios eróticos, concursos chorras y echadores de cartas. De todo ello, lo que más le atraían eran quizá los anuncios eróticos, pero la escayola le había quitado los ánimos para masturbarse, por muy cachondo que le pusieran los contoneos de aquellas chicas y puesto que la inspiración para escribir una nueva historia parecía haberse ido con aquellos días ociosos, decidió que tal vez alguna de aquellas mujeres echadoras de cartas que parecían tener una imaginación tremenda, podrían ayudarle a inventar una historia.
Desde siempre Lourdes, había poseído un talento especial para vislumbrar, cosas, que habían ocurrido, que estaban pasando o que iban ocurrir. Sus padres, asombrados por sus asombrosos dones, la llevaron a psicólogos, médicos, científicos, parapsicólogos y seudocientíficos de toda índole y calaña. Harta de todo aquello, se independizo en cuanto tubo edad suficiente, más tarde se cansó también de que la gente, o la tomaba a broma o terminaba temiéndola y nunca conseguía pasar desapercibida. Así que decidió dedicarse a la adivinación profesionalmente y tomarle el pelo a los incautos, como hacían prácticamente, todos sus compañeros de profesión. Cuando un tal Juan Carlos (que era el nombre que Jota se había puesto después de ver una noticia sobre el rey en la tele) llamó, supo inmediatamente que le querían tomar el pelo y estuvo apuntote colgar, pero vio algo en el futuro de aquella persona, por lo que merecía ser advertido.
— Como Juan Carlos es demasiado largo, te llamaré simplemente Jota si no te importa.— Dijo Lourdes para asombro del propio Jota que trago saliva al oír aquello.— Dime Jota, ¿Qué es lo que quieres saber?
— Bueno, hay una chica con la que…
— Tú vecina… Te gusta, pero o no te hace caso o cuando por fin parece que esta apunto de hacerlo, ocurre algo como una especie de accidente, que vuelve a separaros…— Mientras Lourdes echaba las cartas y hablaba, Jota iba tomando notas al otro lado de la línea telefónica.— Veo que ella acaba de salir de una relación un tanto tumultuosa y que está apunto de iniciar una nueva relación con otro hombre, en apariencia es todo lo que una mujer puede desear… Pero no desesperes Jota por que eso es solo fachada, este nuevo pretendiente puede ser mucho peor que el anterior, lo más aconsejable sería mantenerse alejado.
— Ya, pero ¿y si decido advertirla o intervenir de alguna manera?
Lourdes siguió echando cartas.
— Aquí veo que podrías recibir ayuda de alguien de tu pasado.— Lourdes miró la última carta y la ocultó antes de enseñarla, mientras su rostro palidecida y por un momento pareció quedarse muda.
— ¿Pero que… pasa? ¿Qué es lo que has visto?
— La muerte puede ser una aliada imprevisible… Sobre todo ten mucho cuidado…
La comunicación se cortó y la imagen de Lourdes desapareció para dar paso a otra adivina.
Jota que había estado tomando notas en todo momento las repasó. Todo aquello le parecía muy extraño, por que aunque sabía que todas aquellas adivinas eran unas farsantes, unos dos años atrás a él le habían ocurrido cosas que habían sobrepasado todo lo imaginable y habían dos o tres hechos que aunque podían parecer mera coincidencia, como lo de que le llamara Jota y que hiciera referencia a su vecina en todo momento. En cuanto a todo aquello que había dicho al final sobre alguien de su pasado y de la muerte… Jota recordó que un par de días antes de romperse la pierna vio una sombra fantasmal saliendo de su edificio…
Esa noche, permaneció despierto sin poder dejar de pensar en todo aquello.

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