
Abordamos esta nave que llamamos vida, sin timón ni bitácora. La ilusión de que los mayores disponen de brújulas y cartas náuticas, se desvanece temprano y nos descubrimos, como ellos, capitanes de un barco sin derroteros trazados. Anhelamos cuadrantes y astrolabios; abordamos a otros barcos, y saqueamos ciudades en nuestra derrota. Cuando se renuncia a encontrar este tesoro en playas ajenas, se descubre que, el único sitio donde no hemos buscado, es en el fondo de nuestras bodegas. RAÚL MENDOZA
No hay comentarios:
Publicar un comentario