Tras
la visita nocturna de Jota y Diana en el hospital, aquel sábado por
la noche, las enfermeras habían tenido que darle un tranquilizante a
Alicia, que le hizo dormir profundamente hasta la mañana siguiente,
fue un sueño reparador que le hizo coger fuerzas, al día siguiente,
durante algunas horas, fingió seguir dormida. Durante ese tiempo,
recibió la visita de enfermeras y de algún médico. Por lo que pudo
oír, su comportamiento se debía a un estado de locura transitoria
producida por el shock.
Cuando por fin llegaron sus recelosos
padres, ella fingió despertar, aturdida y amnésica. Que eran otros
síntomas de los que había oído hablar al médico, aquella mañana
como posibles ocasionados por el trauma.
- ¿Dónde estoy? ¿Qué
ha pasado? ¿Por qué estoy atada a la cama? Sus padres la miraron
desconcertados, fue su madre, la que por fin se acercó para
acariciarle el pelo con su mano vendada.
- Tranquila cariño, ya
ha pasado todo. - ¿El qué es lo que ha pasado? ¿He hecho
algo malo?– dijo dejando escapar algunas lágrimas.
- ¿Por qué no
consigo acordarme de nada?
- No hija, no has hecho nada malo, era
para que… no te cayeras de la cama, ahora irá tú padre a avisar a la
enfermera.
El padre de Alicia la miró con cierta desconfianza,
madre e hija le miraron con lágrimas en los ojos y el hombre tuvo
que salir al pasillo a avisar a la enfermera, cuando llegaron, la
madre ya le había soltado la correa y Alicia se acariciaba el rostro
con la mano de su madre.
- ¿Podéis correr la cortina, por
favor? Me molesta un poco la luz del sol.
Aunque realmente
molesta, la luz del sol no le quemaba la piel, como ocurría en
muchas películas de vampiros, claro que en la propia novela de
Drácula, este era capaz de salir por el día sin morir
abrasado. Aquél fue un domingo tranquilo, sus padres estuvieron
con ella, que parecía estar recuperando la cordura poco a poco y se
comportaba como una chica normal. En la sección de sucesos del
telediario, hablaron de vandalismo en un cementerio cercano, eso le
hizo hervir la sangre y le hizo saltar algunas lágrimas, pero sabía
que si quería salir de allí tendría que disimular todo lo posible.
Poco a poco empezó a comer y beber. Esa noche la dejaron sin
correas, ella fingió tomarse la medicación y dormir, esperó casi
asta el amanecer y luego durante el primer cambio de turno, se
arrancó la sonda, se vistió y salió sin que nadie se diera cuenta.
Cogió el primer autobús de la mañana y cambiando continuamente
de medios de transporte hasta llegar a su casa. Sus padres habían
tenido que salir corriendo hacia el hospital, alertados por el
personal de su fuga, querían saber lo que había pasado con su hija.
Ella, sola en la casa, se cambió de ropa y comió algo lo más
rápido que pudo, para evitar ser sorprendida por alguien. Cogió un
pequeño bolso de su armario y entre otras cosas, metió en él,
dinero, alguna cosa más de comer y beber y sobre todo un enorme
cuchillo de cocina.
Si quería sorprender a los que habían matado a
su amante vampiro, tendría que actuar rápido, mientras la creyeran
todavía ingresada en el hospital. Luego salió de su casa, en
dirección a la boca del metro y otra vez los ferrocarriles. Sabía
muy bien donde encontrar a sus enemigos, en el mismo apartamento que
años atrás había pertenecido a Daniel, antes de su
transformación.
Cuando llegó a aquella ciudad dormitorio,
ya era medio día y todavía débil, tuvo que parar a reponer fuerzas
en un bar. La televisión, entre noticias sobre la crisis y los
últimos resultados del futbol, encontraron un pequeño hueco para
hablar de lo ocurrido días atrás en el cementerio. Alicia, temió
que en algún momento dado saliera su foto en la pequeña pantalla,
pero había pasado muy poco tiempo desde su fuga. Al salir del bar
encontró un parque donde tumbarse, en el césped, a la sombra de un
enorme pino, donde se quedó nuevamente dormida, agarrada fuertemente
a su bolso. Al atardecer, a pesar de la sequedad de la boca,
se encontraba fresca como una rosa, comió y bebió de lo que llevaba
encima. Le preguntando a la gente que encontró, por la dirección
que estaba buscando, la tarde ya estaba dando paso al anochecer, así
le fue más fácil encontrar un escondite entre las sombras, donde
permaneció agazapada. Al otro lado de la calle, vio salir a
un tipo de un destartalado coche que llevaba ya un rato aparcado, le
chocó un poco, ya que el coche llevaba allí ya un par de horas,
pero no le dio importancia y ni siquiera se percató, cuando el
hombre regreso al coche al cabo de unos minutos, estaba demasiado
metida en sus pensamientos de venganza. A lo lejos al otro
lado de la callé vio acercarse a una chica, pasó junto al coche del
desconocido y luego cruzó la calle, cuando aquella chica pasó junto
a ella, la reconoció, era la otra chica, que la había visitado
varias semanas atrás, junto con Jota y Diana, la que decía haber
recibido también la visita de Daniel en su casa antes que ella, una
rival, una enemiga. Sin pensárselo dos veces, sacó el cuchillo que
tenía en el bolso y se abalanzó sobre ella clavándoselo por la
espalda, la chica cayó al suelo dejando un charco de sangre. Algunos
testigos que presenciaron la agresión salieron corriendo
aterrorizados, otros en cambió fueron en su dirección para evitar
que le hiciera más daño a su víctima y probablemente la abrían
atrapado, pero en ese momento aquel coche destartalado que había
visto aparcado al otro lado de la calle, se puso entre ella y sus
perseguidores.
- ¡Sube!- dijo el conductor abriendo la puerta del
acompañante.
Alicia dudó un momento, pero viéndose casi
atrapada, le faltó tiempo para pensar en quién era aquel tipo
desconocido, que había salido a socorrer a una asesina. El
coche salió disparado, a nadie se le ocurrió mirar la matrícula y
mucho menos apuntarla, conmocionados como estaban por lo ocurrido.
Tanto la ambulancia como la policía ya estaban en
camino.
Jotacé.
Pase a dejarte un saludo. Besos
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