lunes, 27 de agosto de 2012

(H.C.05) TRAVESÍA MARITIMA

La estancia en aquel barco, duró varios días. Para Hugo y Yumy, la integración era complicada, la larga travesía marítima era muy distinta de la espacial, a la que estaban más acostumbrados, eso sin contar con el problema vinculado al idioma, en el que ninguna palabra tenia la menor semejanza con el Inter, el idioma que se hablaba ya desde hacía varios siglos en la Tierra, nacido de forma casi natural en las redes sociales en la era de la globalización y adoptada por los primeros colonos espaciales de distintas nacionalidades. 
 En cambio a Robert, parecía imposible que pudiera afectarle alguna cosa, era el último en irse a dormir y el primero en despertarse, las mareas de aquel océano alienígena tampoco le afectaban, como a sus compañeros. Solo observando a sus anfitriones en los gestos que hacían y las expresiones de aquellos rostros que para Yumy y Hugo, eran tan parecidos, estaba empezando a aprender el idioma con una rapidez sobrehumana, gracias a él la colaboración entre humanos y nativos empezó a surtir los primeros frutos. Fizo era un joven nativo que apenas se despegaba de los humanos, en especial de Robert al que le tenía una especial devoción casi religiosa, también él hacía sus esfuerzos para aprender el idioma de los humanos, pero le era incluso más difícil que a Hugo y Yumi el aprendizaje. Poco a poco y siempre gracias a Robert, todos empezaban a aprender unos de otros. Los nativos poseían cierta tecnología, primitiva pero tecnología al fin y al cavo que nuestros protagonistas les enseñaron a perfeccionar. Uno de esos avances, era una sustancia parecida a la pólvora que usaban para poder dar caza a las criaturas más monstruosas del planeta, aun así, las armas que nuestros protagonistas habían conseguido salvar del naufragio les hizo conseguir algunas piezas que en circunstancias normales habrían tenido que dejar escapar. 
Por las noches Hugo pensaba en Marina, aquella chica de color de ébano que conoció hacía poco más de un año, en la colonia humana del planeta Océano y a la que había visto apenas unas semanas antes de caer en aquella terrible emboscada, probablemente nunca más podría volver a verla, perdido a años luz, en aquel mundo del que de momento lo único que había visto era agua, ni siquiera un pequeño islote, como los muchos que habían en el mundo de su amada. Algunas noches de insomnio, había visto a Robert y Yumi manteniendo relaciones sexuales en aquella especie de incomodo camastro, Hugo los oía jadear, se desabrochaba el pantalón de piloto y se masturbaba intentando recordar las noches pasadas con Marina. Robert, como siempre se había dado cuenta de aquel hecho y habló con la capitana. A la noche siguiente, Hugo recibió en su camastro la visita de su superiora. 
- Quiero pedirle disculpas, por el comportamiento del que el teniente y yo hemos hecho gala algunas noches. Soy consciente de las necesidades que puede llegar a tener como hombre- dijo su superiora. 
 - Soy yo el que debo disculparme. Cuando la oigo gemir en los brazos del comandante, son los gemidos y las caricias de otra mujer las que imagino, pero temo que ella este a años luz de distancia. 
- Entonces soldado… cierra los ojos y sigue imaginándola a ella. No sabemos si saldremos algún día de este mundo y hay que seguir viviendo- dijo la capitana Yumy, quitándose el uniforme. 
 Desnudó a Hugo que se dejó hacer, con la mirada cómplice del teniente en su rincón, en un momento que abrió los ojos, lo vio allí mirándolos a ellos. Pero a pesar de la relación que mantenía con la capitana Yumy Otomo, parecía ver la escena con aspecto complacido, sin dejarse llevar por celos, ni el deseo. Hugo cerró los ojos y siguió dejándose llevar por los movimientos rítmicos y compasados del sexo hasta orgasmo en que sus gemidos se confundieron con los de su capitana. 
Al día siguiente, sus anfitriones avistaron en el horizonte las velas de un barco rival. Eran ladrones o piratas y por lo que el teniente que cada vez más dominaba el idioma nativo, les dijo que aquellos nuevos navegantes, pretendían quedarse con toda la pesca, de sus anfitriones e iban mejor armados que ellos. La capitana, acostumbrada a pensar rápido en ese tipo de situaciones, compuso una estrategia rápida, que se la hizo saber al jefe del barco a trabes de Robert. Ellos que estuvieron escondidos durante la primera parte de la batalla, salieron blandiendo sus futuristas armas, gracias a las cuales, consiguieron girar las tornas. Ahora a los enemigos, la única esperanza que les quedaba, era abordar el barco de nuestros amigos y prepararse para el combate cuerpo a cuerpo. Fue en ese momento donde tanto las dudas de Hugo como las de su capitana se despejaron. El Teniente era en realidad el robot MED.SX 00, más conocido como Med y que podía coger la apariencia de cualquier ser humano adulto, independientemente del sexo o la raza. La prueba estaba en que el que habían creído que era el teniente Rico, era incansable, mucho más veloz y más fuerte incluso que sus gigantescos anfitriones.
 Hugo y la capitana, se vieron perdidos rodeados por aquellos poderosos enemigos, pero fue Robert quien los socorrió. Durante el rescate, Hugo vio como uno de los enemigos, conseguía asestarle una puñalada, que se cerró tan rápido como era capaz de cambiar de forma, dejando únicamente el rasgado en la ropa. El solo habría podido ganar aquella batalla, que terminó pronto con la victoria de los aliados. 
Robert fue el más victoreado y tubo que reconocer ante sus compañeros su auténtica naturaleza. 

 Durante la batalla marítima, en otro rincón del planeta, tierra adentro el teniente de pilotos Hansel Snayder, era por fin rescatado por las fuerzas de la alianza de razas, que hicieron desaparecer todo rastro del pequeño caza del planeta, para así evitar que la presencia de vida exterior, afectara a los habitantes de aquel mundo primitivo. 
- La información que recibimos en nuestra segunda visita al planeta Océano era falsa, en ese planeta lo único que nos esperaba era una emboscada para quitarnos de en medio. Probablemente la Base de los piratas está lejos y lo peor es que soy el único superviviente del Cristóbal Colón- dijo fingiendo desolación a sus superiores. 
- Muy bien, le asignaremos un camarote, donde podrá arreglarse y hacer un informe más detallado de lo ocurrido. Luego se le asignará un nuevo destino. 
- ¿Qué opina de todo esto?- preguntó el capitán de la nave a su segundo de abordo. - No se que pensar, señor. El teniente parece convencido de que en este planeta no hay presencia de piratas o contrabandistas. Pero tal vez es lo que le han hecho creer y se trate de una estratagema para alejarnos de aquí. 
- Opino lo mismo. Esperaremos una semana en la orbita del planeta, por si alguien más da señales de vida o por si aparecieran los piratas. De todas maneras, durante el tiempo que permanezcamos aquí tendremos que estar alerta para evacuar lo más deprisa posible. No queremos caer en otra emboscada, como la del Cristóbal Colón. 

 Jotacé.

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