-
¿Quién eres? ¿Por qué me ayudas? ¿No has visto que acabo de matar a una
persona?- preguntó Alicia sentada al lado de Vicente, mientras este conducía a
la velocidad máxima que podía.
-
¿Cómo sabes que esta realmente muerta? Yo cuando mato a alguien, me aseguro de
que mis victimas están realmente muertas.
Alicia,
miró un tanto desconcertada a su acompañante, luego buscó en su bolso, algo que
pudiera servirle de arma contra el desconocido, pero su cuchillo se había
quedado clavado en la espalda de Mónica.
- No te preocupes, somos colegas y
no pensaba hacerte nada. Por cierto, me llamo Vicente.
-
A… Alicia. ¿A dónde vamos?
-
A mi casa, allí podrás esconderte.
- Oye, yo no
soy exactamente como tú, yo soy un… vampiro.
-
¿Enserio? Entonces creo que se donde puedes esconderte… Si papa, ahí no le dará
el sol.
-
Perdona, ¿estás hablando conmigo?
-
No, con mi padre. Tú deberías poder verlo, después de todo los dos estáis
muertos.
Alicia
miró hacia atrás, pero los asientos de atrás estaban vacíos. - Hola, que
tal- dijo disimulando- Oye, si no te importa dejarme por aquí y… ya me
espabilaré yo sola. - Muy bien, tu misma- dijo parando
el coche en la cuneta. – Sabes, dice mi padre que no le has visto, que eres una
farsante. -
Si, bueno. Yo podría decir lo mismo, ¿no crees? En
cuanto Alicia salió del coche, Vicente sacó el bote de cloroformo y el trapo de
la guantera y salió detrás de la chica. -
¡Alicia espera un momento! Ella
apenas tuvo tiempo de darse la vuelta, el le puso el trapo en la cara,
apretándolo con fuerza hasta que la chica perdió el conocimiento, Vicente la
agarró por los brazos y la volvió a subir al coche como pudo. Aquello era mucho
mejor de lo que tenía pensado.
-
¿Qué piensas hacer con ella, matarla?- preguntó su padre en el asiento de
atrás.
-
¿Matarla? ¡No! Al menos de momento. ¿Sabes? Tú nunca me diste una mascota con
la que divertirme… No se, un perro o un gato.
-
¿Vas a convertirla en tu mascota? ¡Estás loco.
-
Claro que estoy loco, por eso estoy ablando contigo. ¿Recuerdas?
Vicente continuó camino
de la chatarrería.
En
el quirófano de urgencias, los médicos cosían la herida de Mónica. Aunque
perdió mucha sangre, por suerte para ella, fue una herida limpia, que dejó
intactos los órganos vitales.
En
la sala de espera se fueron congregando familiares y amigos, además de la
policía, que a través de la descripción que hicieron los testigos de la agresora,
les preguntaron a todos si tenían alguna idea de quién podía tratarse. Cuando
le tocó el turno a Jota, fue incapaz de relacionar tal agresión con Alicia, a
la cual creía todavía en el hospital.
Jota,
solo accedió a irse de allí, cuando apareció un médico, para comunicarles que
todo salió bien y que Mónica estaba fuera de peligro.
A
la mañana siguiente, Alicia despertó con una terrible resaca, la boca seca y
tumbada en un destartalado colchón. Notó que alguien le había colocado
alrededor del cuello un collar con un candado que la ataba a una cadena, como
si fuera un perro. La oscuridad era total en aquel sitio.
-
¡¿Hola?! ¡Socorro! ¡¡¡Socorroooo!!!
Nadie
contestó, después de un rato gritando, se quedó sin voz y la garganta le dolía
atrozmente. Lo único que le quedaba por hacer era tumbarse y llorar,
desconsoladamente.
La
idea de Jota en cuanto salió de trabajar, era la de ir a su casa, darse ducha
rápida e ir al hospital corriendo. Fue Santi, quién le informó a través de la novia policía de su hermano Abel, de
la identidad de la agresora. Claro que Santi ignoraba toda la historia de
Alicia y aunque había sido amigo de Daniel, cuando este vivía, desconocía la
nueva naturaleza de su antiguo amigo, al que creía totalmente muerto. Jota
llamó a Diana antes de ir al hospital, para contárselo.
Ya
en el hospital, se sintió en la obligación de decírselo a Mónica en cuanto
entró en su habitación.
-
Ya imaginaba que sería ella, aunque preferí no saberlo… Cuando me interrogo la
policía esta mañana. ¿Pero… por que a mi? Yo no le he hecho nada a esa loca.
- Tal vez valla a por todos
nosotros. Diana tiene muchos amigos y está intentando averiguar donde puede
esconderse. Asta entonces, creo que me pondré enfermo en el trabajo o algo así.
No quiero que se te acerque.
-
Eso, si va a por los dos, que nos encuentre en el mismo sitio. Creo que la
policía va a poner vigilancia, por si se le ocurriera hacer algo contra mí, si
se entera que sigo viva. Hasta entonces estate alerta y ayuda a Diana a
encontrar a esa sicópata.
-
Creía que estarías enfadada con migo, por haberte metido en este lío. También
Diana lo pensó cuando se lo dije esta tarde, por eso no ha querido venir a
verte.
-
Jota, tu solo trataste de ayudar a tú amigo y ya de paso a esa loca. Teniendo
en cuenta mis relaciones anteriores… creo que de momento eres el mejor tío con
el que he estado. Aunque tengas unos amigos un poco raros- ambos sonrieron.- Y
dile ha Diana que puede venir a verme si lo desea.
En ese momento entró Elena, que había
estado escuchando la conversación desde la puerta.
-
Hola. ¿Cómo estas hoy?
-
Mejor- contestó Mónica apretando la mano de Jota.
- Me alegro- dijo Elena
percibiendo la complicidad que había entre Mónica y Jota.
Cuando
llegaron los padres de Mónica, su hermana aprovecho para llevarse a jota a
tomar un café en el bar del hospital, Diana y Santi se reunieron poco después con
ellos.
-
Antes he oído lo que estabais hablando, sobre esa chica, Alicia… No se de que
la conocéis, ni por que no queréis decírselo a la policía, pero si mi hermana
corre peligro, quiero ayudaros a encontrarla.
- ¿De qué estáis
hablando?- preguntó Santi.
Jota
y Diana les contaron parte de la historia, sin desvelar la parte sobrenatural.
Jotace
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